Vean Vds. como dios aprieta, pero
no ahoga (¿). Después de la desolación sin tapujos, viene la más sincera
alegría y contento:
Tal día como hoy, del año 1947,
salió a la luz pública “Crónicas de pobre
amantes” de Vasco Pratolini…Y ¡naturalmente! mis “Ángeles Custodios”.
“Esta
es la historia de los Ángeles Custodios.
Cuatro
muchachas, más o menos de la misma edad, habían crecido en casas contiguas de Via
del Corno. Tenían caracteres tan diferentes unas de otras, que nunca se ponían de
acuerdo. Quizá por eso siempre estaban juntas.
Aurora
Cecchi, hija de un barrendero.
Milena
Bellini, hija de un ujier de juzgado.
Bianca
Quaagliotti, hija de un vendedor ambulante de garapiñadas.
Clara
Lucatelli, hija de un cavador.
Un
domingo por la mañana se dirigían a misa, vestidas de fiesta y muy bien
peinadas. La Señora, que aún no estaba enferma, se encontraba en la ventana y
las vio pasar. “Parecen Ángeles Custodios”, dijo a Luisa Cecchi, madre de
Aurora, que iba a su casa a asistir. Luisa bajó y se lo dijo a la mujer del
remendón Staderini, que vive en la misma casa. Fidalma Staderini se lo dijo a
su marido: “¡La Señora ha dicho que esas criaturas son los Ángeles Custodios de
Via del Corno. A través del remendón se enteró toda la calle, y todos
coincidieron en esa opinión”.
La calle del Corno (años 1925-26)
detrás de la Signoria (Florencia), es
una calle de 50 metros de largo por
cinco de ancho…un microcosmos que reflejaba el mediocosmos florentino y el macrocosmos de toda Italia. El
purgatorio de la libertad vigilada… ¡de la provisional, vaya!...en el límite
del Infierno y, a veces, en las cabezas de sus habitantes, un Paraíso.
El autor habla con conocimiento,
vivió en la calle algunos años y ejerció algunos de los oficios que se
describen… ¿recuerdan vds.?...¿saben…cómo se herraba un caballo?... ¿recuerdan
como manejaba la herradura como si fuera pasta de pizza?... ¿saben del olor a
chamusquina que despedía la pezuña al contacto con la herradura al
rojo?...¿recuerdan las garrapiñadas?...¿recuerdan su olor a azúcar quemada y
vainilla?...¿Han pasado ratos en la puerta del zapatero remendón, a la espera
de que arreglara los tacones de los zapatos imprescindibles?...¡Qué densidad de
vida en tan poco espacio: zapatero remendón, basurero, herrero, representante
de comercio, vendedor ambulante de frutas y verduras, vendedor ambulante de garrapiñadas,
hotelero, carbonero, cavador…!Todo desaparecido…¡Expulsados!
...¡Regeneración de los centros urbanos!...¡Especulación!...¡Eliminación
de los rojos y de los pobres del centro
de las ciudades!...
Milena:
18 años, rubia, ojos claros de
paloma… ¡la más bella!...es la primera que abandona la calle (volverá y volverá
a irse). Casada con Alfredo, muerto a consecuencia de un ataque fascista.
Finalmente acabará con Mario (novio de Bianca) y, por precaución, huirán a
Francia.
Bianca:
Es mona…cose ojales de maravilla (como su
madre). Es la más joven. Pelo rubio intenso con reflejos rojizos, con raya a un
lado…rasgos marcados…un dibujo de boca acentuado que le confiere una expresión
de amargura…ojos grandes, verdes, melancólicos…creció armoniosa pero es
delgada, débil o aún inmadura, tímida, necesitada de calor…
Se enamora de Mario y, desilusión
mediante, se junta con Eugenio, que ha heredado la herrería del gran Maciste.
(aquel que llamaba “cangrejos rojos”
a los socialdemócratas que no siguieron a Gramsci en la Reunion de Livorno)
Clara:
Vestida de organdí y con
trenzas…parece una niña…Aún no ha cumplido los 18. También es mona. Se junta
con Bruno, linotipista.
Aurora:
Una flor…crecida antes de
tiempo…tiene más (y peor) experiencia…Seducida por el carbonero Nesi, acabará
en las garras del joven Otello Nesi que,
finalmente, la dejará por Liliana.
A través de ellas se construye, se
reconstruye y se deconstruye Via del Corno. Lean Vds. “La crónica de los pobres amantes”. No se priven de ese placer
amargo. Les aseguro…que no la olvidarán NUNCA. Pero no me roben los Custodios
¡por favor!
“Cuando
aún vivían en el paraíso de la infancia, los cuatro Ángeles Custodios protegían
toda la vía del Corno. Habrían intercedido ante el Señor incluso por Nanni, que
era un delincuente común y habitual, hasta por Carlino que había agredido a
Maciste, e incluso por Nesi, que mojaba el carbón y había puesto estaño debajo
de la balanza; habrían puesto la calle entera a la diestra de Dios Padre
Todopoderoso Creador del Cielo y de la Tierra, junto a Jesucristo Dios
verdadero y Hombre verdadero. Pero a la señora Nesi la habrían precipitado al
infierno, con los pies dentro de la pez hirviendo y en la cabeza brasas
encendidas”.
Ya saben Vds. la historia de mis
Custodios. Un amor a primera vista. Un enamoramiento fulgurante que, como es
connatural, será eterno.
–Chicas! –chasquido de pulgar y corazón– ¡Brindemos por que la eternidad
dure!
Ya las oigo...ya vienen…son ángeles gorriones: El perfume, la brisa y un
ligerísimo temblor (0’5 Richter). Visten con los colores del parchís. Y juntas
parecen una loncha de carne de membrillo casera.
Milena: ¡No nos darás tu vinacho de costumbre!
Bianca: ¡A mí me van las burbujas!
Clara: ¡¡¡Yo soy menor de edad!!!
Aurora: ¡Mas sabroso te sabrá!
Copas para tod@s. Abrimos una
botella de cava de Alella (por las alas). Sus risas se confunden con la alegría
de las burbujas. Abrimos otra:
A coro: ¡¿No querrás aprovecharte de nosotras!?
Si acaso van a Florencia no olviden
este rincón (céntrico, por lo demás). Recorran la via dei saponai…llegarán
a la plaza dei Giudici, entren en el “café Mingo” (ya no queda ninguna
taberna): quizás encuentren a Staderini recitando tercetos del “Infierno”.