INTRODUCCIÓN
“Se el Padre complace y ordena, el obra Hijo
y forma, nutre el Espíritu e incrementa”, esto, a la manera de Góngora * se traduce por:
«El Padre se complace y ordena, el Hijo obra
y forma, el Espíritu nutre e incrementa” (¿o excrementa?.. ¡como es un
palomo!). Esto lo dice, nada más y nada menos, que Ireneo de Lyon. ¡No
discutan!
El
Espíritu (oso) Santo es un constructo esencialmente neotestamentario. Es como
la vía regia por medio de la cual el Padre y el Hijo se hacen comprensibles a
las simiescas inteligencias de los mortales. Nos hace partícipes de los
carismas: ofrece valentía y libertad; fortifica la comunidad universal (¡no
sólo internacional!); nos convierte en cuerpo místico y, sobre todo, puede
proporcionarnos la “Glosolalia”.
Veo
que les hace falta una capa de cultura neotestamentaria.
La Torre de Babel fracasó porque los obreros no podían entenderse entre sí, ni
entender las órdenes de los técnicos. Evidentemente el “Espíritu (oso) Santo”
aún no había anidado en ellos. Ni tampoco la taylorización (fordismo).
Sáltense
todos los libros bíblicos y sitúense en los Hechos de los Apóstoles. Busquen
la escena de las “lenguas de fuego”. ¿Qué pasó?... pues que estando, los
apóstoles, reunidos, recordando y lamentado la pérdida del Maestro, se abrieron
los cielos y de ellos cayeron “lenguas” de fuego, como si una barbacoa
celestial hubiera perdido el equilibrio, y se posaron sobre las cabezas de cada
uno de los reunidos. Era gente barbada (menos san Juan, que era barbilampiño) y
de luenga cabellera y, sin embargo, el fuego no les tocó ni una hebra. Eso no
lo supieron hasta que no circularon por sus caletres imágenes apocalípticas y
ridículas:
¡al
final todos calvos!
¿Tanto
ser fieles para esto?
Pero
no, el fuego no les tocó ni un pelo. Hizo un efecto aún más inquietante: les
dotó de la “Glosolalia”: hablaran en la lengua que hablaran eran entendidos por
cualquier oyente. Para que lo entiendan: imaginen Vds. que dan una conferencia
sobre el destino del “nostre petit país” en una aldea olvidada del sur de
Mongolia… ¡pues serían entendidos! ¡aunque hablaran en aranés! ¡Bárbaro! En el
turno de “ruegos y preguntas” los lugareños preguntarían (¡en su lengua!) por
la inusitada concentración de comarcas… por la diferencia entre comarca, greguería,
veguería, provincia, diputación… (¿me dejo algo?)… ¡y Vds. entenderían la pregunta! ¡¡Bárbaro!!
Aunque
yo tengo una interpretación diferente del hecho. ¿Saben Vds. de la existencia
del “pez Babel”, una especie de sonso escurridizo que se introduce en los
laberintos auditivos y convierte cualquier palabra que entre, en su equivalente
en el lenguaje que Vds. profieran? Ese extraño y útil pez (patentado por
Douglas Adams), estaba biológicamente relacionado con los “peces” del milagro
famoso. Por alguna razón desconocida quien comió (y fueron muchos) de esos
peces “milagrosos” quedaron afectados por la martirizante enfermedad de
entender todo aquello que se dijera en cualquiera de las lenguas del planeta.
Esa “enfermedad” fue heredada (y transmitida) a todo el género humano: algo así
como el pecado original.
A
mí me pasa con harta frecuencia. Estando imbuido por el “Espiritu (oso) Santo”
me hago entender y lo entiendo todo.
El Paráclito , o el Consolador, "de la familia de los psitacidios" (Malone muere), sin el cual mi padre no pudo
haber sido especialista en el misterio del Dios “Uno y Trino”, ni Hegel haber
pasado a la Historia como el descubridor de la Dialéctica (ni, en consecuencia,
el perro llamarse “Hegel”) fue quien, en forma de palomo, comunicó a una
jovencita casadera que sería la madre del padre, hecho hijo. El mismo palomo
volvió a aparecer sobre la cabeza del hijo, hundido hasta las rodillas en el
río Jordán. Toda la afición a las palomas y sus “saques” que crece y fructifica
en Fortuna tiene, pues, su origen en una extraordinaria devoción al “Espiritu
(oso) Santo”, que, en buena media, fue acrecentada por mi progenitor.
Por
cierto… ¿saben aquel de San Agustín y el niño en la playa?... ¡sí, hombre,
aquel del niño que quería vaciar el mar Líbico (¡¡) trasladando el agua a
paletadas a un pocico que había hecho en la arena! Hasta los niños saben que
eso es imposible. Pues bien, más imposible es comprender el misterio de la
Santísima Trinidad. Mi padre, eso, lo sabía y por eso lo intentó con la coñá:
Si consigo trasegar toda la coña de las bodegas jerezanas, entonces
comprenderé, SIN FISURAS, el misterio: Avanzó mucho en su comprensión, dada,
naturalmente, la limitación de la simiesca inteligencia humana.
El
tema es extenso, suculento e instructivo. Daría para llenar todas las
estanterías que colocaran sobre la llamada “Barrera israelí de Cisjordania”.
Sirva lo dicho como contexto general.
I
Como
Vds. saben estamos en Mayo y la historia está llena de hermosos MAYOS y terribles.
Y por eso, porque la historia está llena de hermosos y terribles mayos, les
hablaré de la mayonesa. No es una
cuestión banal, aunque lo parezca. Está en juego algún tipo de honor y abundan
las falsedades interesadas. Intentaré echar luz sobre el tema, rasgar los velos
de maya sobre el tema de la mayonesa, de tal manera que cuando
salgan Vds. de aquí no tengan dudas al respecto. Y lo haré a la manera de las Luces: instruyendo y deleitando.
Cuando
preparaba esta intervención pensé que podía ser la oportunidad de
conferenciar sobre Richard Brautigan y “La Pesca
de la trucha en América”. El bueno de Brautigan, pese a su extraordinario
talento y éxito inicial fue rápidamente eclipsado por los Keruacs, Ginsberg y
compañía, mientras él era sometido a descargas eléctricas…suficientes como para
alumbrar una ciudad como la nuestra durante un mes…supongamos el mes de mayo.
Pensé
que estaría bien intentar hacer de Premià un centro irradiador de su obra y
figura.
Su
relación con la mayonesa en nula,
pero el libro contiene dos párrafos instructivos: el primero para descubrir el
uso adecuado de los tarros vacíos de mayonesa y el segundo para ilustrar que
una novela puede acabarse de una manera arbitrariamente premeditada.
Ahí
va el primero: (sobre una lápida de un cementerio):
“Consagrado
A la memoria
De
John Talbot
Quien a los 18 años de edad
Se llevó un tiro
En un tabernucho
1 de noviembre de 1936
Este tarro de mayonesa
Con flores mustias
Fue puesto aquí hace seis meses
Por su hermana
Que está ahora en el manicomio”
Y
ahí el segundo:
“3 de febrero de 1952
Queridísimos Florence y Harv:
A través de Edith acabo de saber
del fallecimiento del señor Good. Recibid nuestro más sentido pésame y todo
nuestro cariño. Era la voluntad del Señor. Tuvo una vida buena y larga, y está,
ahora en un lugar mejor. Vosotros ya lo esperabais, y podéis estar contentos de
haberle visto ayer, incluso aunque no os reconociera. Estáis en nuestras
plegarias, y esperamos veros pronto.
Quedad los dos con Dios.
Beos de Mamá y Nancy.
P.S. Perdonad que no me acordase de
daros la mayonesa.”
II
Sobre
la mayonesa se ha escrito mucho y siempre de manera interesada. Voy, en un
ejercicio de concreción, a exponerles a Vds. el estado de la cuestión.
Antes
estableceré algunos axiomas (principios generales si Vds. quieren), que nos
ayudarán a focalizar el tema y que recogen la opinión académica que durante
décadas, sino siglos, ha preponderado.
1. Durante
la Alta Edad Media no se habla de salsas emulsionadas que, como Vds. sabrán,
resultan de la emulsión de materias grasas con proteínas, el resultado contiene
un 80% de lípidos. La emulsión es, con toda razón, un subconjunto de los
coloides.
2. La
mayonesa es una salsa emulsionada, resultante de batir yemas de huevo en aceite
de oliva. Las gotas de aceite se van rompiendo en gotas de menor dimensión y
quedan en suspensión dentro de la proteína. No la hagan nunca con picual…
¡que amarga!
3. Era
opinión común que antes del año 1756, ni directa ni indirectamente, había
referencia alguna a la salsa que, entonces, empezó a llamarse mayonesa.
De
1, 2, y 3 parece deducirse que
·
las salsas emulsionadas, entre las
cuales la mayonesa, fueron un invento del siglo de las Luces
·
y que algo decisivo (para el tema que
nos ocupa) ocurrió en esa fecha (1756).
Vayamos
por partes, como dijo Jack.
¿Qué ocurrió en fecha tan repetida?
Consecuencia de la rivalidad
franco-británica, en cuyas causas no entraremos,
fue
la ocupación francesa de la isla de Menorca, entonces en manos británicas. Sólo
resistía una pequeña guarnición escondida bajo tierra, supongo (dado la
orografía de la isla), en cuya ayuda acudió la flota británica establecida en
Gibraltar. Al mismo tiempo, desde Tolon, salen doce barcos, mandados por el
duque de Richelieu, sobrino nieto del cardenal, ahijado de Luís XIV, amigo de
Voltaire, un Casanova sin cultura, lo que de ninguna manera, sino al contrario,
fue obstáculo para que fuera nombrado miembro de la Academia Francesa y de la
Academia de las Ciencias…Él que no tenía ni idea de lo que era una emulsión. Doce barcos, decía, que
enfrentaron a los británicos en el puerto de Mahon. No hubieron muchas
pérdidas, pero las suficientes para que los británicos dieran por concluida su
estancia en Menorca y cedieran el testigos a los franceses.
En
honor del duque de Richelieu, su cocinero creó esa salsa universal. Y le puso
el nombre de Mahonnaise, para que las
generaciones futuras recordaran el lugar de la gesta.
Así
pues la versión oficial defendía el origen francés de la salsa y su relación
con el honor y gloria de la nación.
Y
saben lo mejor… que tal batalla tuvo lugar el ¡¡ 20 de mayo ¡!, o sea, tal día como hoy, que, con toda razón, podría
ser declarado el día internacional de la mahonnesa.
·
Una anécdota que, como todas, es falsa y
verdadera a la vez, presenta una variante decisiva:
“El duque de Richelieu, preocupado
con el plan de ataque general, vagaba cierta noche por las calles de Mahón, sin
acordarse de tomar alimento, y apremiándole el hambre, entróse muy tarde en una
fonda para pedir de comer. Al decirle el fondista que ya no quedaba nada, le
rogó lo mirara bien, y registrando aquél la cocina, halló unas piltrafas de
carne, de ingrato aspecto, diciéndole:
— Señor, es lo único que hay, y no
es decente para vuestra Excelencia.
— Arréglalo como puedas, que en
tiempo de hambre no hay pan duro.
Hízolo así el fondista, y se lo
presentó con una salsa que fue tan grata al duque, que hubo de preguntar qué
salsa era aquella tan sabrosa.
— Señor, es simplemente una salsa
de huevo.
— Pues dígame cómo se hace que lo
voy a apuntar.
Así lo hizo, y le dijo al fondista
que en lo sucesivo se llamaría salsa a la mahonesa. Con ese nombre la dio a
conocer cuando regresó a Francia”
(Lorenzo
Lafuente, 1914)
·
Quiere la tradición que el pichabrava de Richelieu le comunicara la
nueva a su cocinero y que éste se limitara a suprimir el ajo. Desde Francia
pues, y sin ajo (cosa verdaderamente extraña), se extendió al universo-mundo.
·
O sea que tenemos dos versiones
relacionadas, pero diferentes: Una que fue el mesonero y la otra que fue el
cocinero. Pero siempre durante la ocupación francesa.
¿Podemos dar por buena y definitiva
esta asociación?
Es
cierto que gracias a los franceses y a la toma de Mahon la salsa adquirió
renombre universal. Es falso que su invención tuviera nada que ver con los
franceses.
Veamos
en qué me baso para afirmar lo afirmado:
1. En
“L’Art de la cuina, llibre de la cuina
menorquina del secle XVIII”, manuscrito fechado en el año 1750 (6 años
antes de la mentada batalla), Fra Francesc Roger cita nada menos que hasta 9
recetas que contienen lo ya conocido como “aioli-bo”,
es decir, con huevo; lo que da a entender de la existencia previa de un
“all-i-oli” no tan “bo” que no contendría huevo y que sería nuestro tan
entrañable “alioli”.
2. Este
dato queda definitivamente reforzado con el descubrimiento del “Llibre de sent Soví”, nada menos que del siglo XIV. Ahí de una forma clara y
catalana se habla, entre otros complementos, del “all-i-oli”. Lo cual retrotrae la fecha de origen al largo y
tormentoso otoño de la Edad Media y establece de forma contundente su cuna
balear.
3. ¿Cómo,
sino, iban a zamparse el conill a la
brasa o els peus de porc…o los
gloriosos caracoles a la llauna?...
Con una salsa vinagreta con caldo de carne, dirán Vds. ¡Eso en Francia! ¡Aquí siempre se han comido
con “all-i-oli”.
4. En
Francia la primera mención escrita y fidedigna de la “mayonnaise” es de 1804. A partir de 1806 las referencias en la
literatura francesa se hacen abundantes. Y se impone el hecho de su origen menorquí. Lo de “mayonaise” y no “mahonnaise” se debería a una corrupción fonética francesa. Esta
aceptación generalizada de la evidencia, no fue lineal, hubo, bien es cierto,
intentos de versiones alternativas y descaradamente chauvinistas: que si el nombre procede del verbo
antiguo “magner” o “manier” (manipular), de donde: “Magnonaise”.
Que si de “moyen” o “moyeu” (yema), de
donde “moyennaise” o “moyeunaise”
· Que si se honra el nombre de Carlos de Lorena, duque de Mayenne,
vencedor de Enrique IV en la batalla de Arqués (1585) quien, según las malas y
falsas lenguas se habría atracado de esa salsa y en plena contienda se habría
visto presa de terribles retortijones.
·
Que si procede de “Bayona”, de donde
“Bayonnaise”, tras la toma de la ciudad por el citado Richelieu.
Todos
esos intentos fueron insuficientes, para destronar a Mahon como origen de la
famosa salsa.
Sin
embargo, cuando parecía que las aguas volvían a su cauce y la justicia sería
reestablecida para siempre. Ángel Muro, gastrónomo de referencia de la época
prebélica publicó un poema supuestamente datado en 1625 y atribuido a un tal Lancelot, poeta francés, en el que se
describía a la manera del “soneto de Violante” de Lope de Vega, la confección
de la “mayonnaise”. Y en la época postbélica, Pla, remachó en las páginas de
“Destino”, creyendo así marcar definitivamente el destino del nombre y origen
de la salsa.
Tuvo
que ser Cela, el glotón grosero, quien, tras descubrir el fraude del poema
y pedir explicaciones públicas, que
nunca fueron dadas, pusiera las cosas en su sitio: la salsa se llama “Mahonesa” en castellano, “Maonesa” en catalán y “Mahonaise” en el resto del
universo-mundo.
¿Siguen existiendo otras versiones?
Bueno,
sí, pero minoritarias y defendidas por gente que no cuenta en esto de la
gastronomía. De entre todos estos flecos citaré uno que por su aceptación
relativa y su pertinencia absoluta con el día en que nos encontramos, merece
ser citado.
En
ciertos países anglosajones, entre los que destaca Irlanda, se sigue creyendo
que el creador de tan magna obra fue el asesino MacMahon que, justo en estos
momentos del año 1871, está sobornando a los encargados de las puertas de Saint
Cloud y de Versalles para dar comienzo a la mayor masacre que el movimiento
obrero haya sufrido nunca: La semana sangrienta, con que concluyó la “Comuna de
París”.
Vean
Vds cómo actúa la “razón efemerística”: Mayo nos lleva a la mayonesa, la
mayonesa nos lleva al 20 de mayo y a MacMahon, estratega de la semana Sangrienta.
III
Según
algunas fuentes, Rimbaud, habría acudido en ayuda de la Comuna en esta semana
decisiva. Las cartas (“del vidente”),
fechadas el 13 y el 15 de mayo, que, desde Charleville, escribió a sus amigos, hacen difícil sostener
tal opinión… aunque no es imposible. Sea como fuere nos quedan sus poemas: “La Orgía parisiense” y “Las manos de Jeanne Marie”.
¿Cómo
iba a suponer ese andarín empedernido que veinte años después, el 20 de mayo, de 1891, desembarcaría en Marsella en
condiciones fatales. Había sido
embarcado (su pierna “como una calabaza”,
le impidió hacerlo por su propio pie) en el “Amazone” en el puerto de Adén.
Verlaine
lo había llorado por todas las tabernas de Montmartre.
“…
Era el Edén con lo que soñaba!”…¡y
sacó un billete para Adén!
Un
joven Paul Nizán, del que el lunes se cumplen 76 años de su más que probable
asesinato, abandona el cuartucho que comparte con Sartre en L’École Normal de
la rue Ulm y se embarca para Adén. También va en busca del paraíso, así en
general…y encuentra lo normal: un infierno concentrado. Lean Vds. “Adén, Arabia”. Nombre equívoco el de
Adén…que se lo pregunten, sino, a Martín
Edén… ¡y todo por culpa de Adán!
El
tal Nizán fue encontrado muerto en la aldea de Audruicq en Pas-de-Calais.
Vestía el uniforme francés, pero ninguna patria lo reclamó. Era el 23 de mayo
del año 1940 y el Partido Comunista, dicen, tuvo algo que ver.
La tremenda batalla de Dunkerke, en cuyo marco
debemos enmarcar esta muerte, se incubó, precisamente, en Charleville, ciudad
natal de Rimbaud.
Puede
que el barco de Rimbaud se cruzara con el de Gauguin (¡otro infeliz en busca
del paraíso) que, por aquellas fechas se dirigía a Tahití. Es posible, incluso
que se rozaran en las estrecheces de Suez. Pasar a través de Suez es entrar en
un mundo Otro.
400
años antes, otro 20 de mayo, Vasco de Gama llegó, doblando Buena esperanza, a
Calcuta… allí dónde Baudelaire dijo, mintiendo, que había llegado.
Fue
conducido al hospital de la Concepción. Era miércoles. El viernes se le
comunica que han de amputarle la pierna. Esa misma tarde envía un telegrama a
su madre: “El lunes me cortan la pierna…” Y así fue, más o menos.
La
intervención no fue televisada. Pero, bueno, si lo desean, escuchen a Tom
Verlaine (no es igual… ¡pero es lo mismo!). Les parecerá oír el escalpelo.
De
ahí hasta el final… ¡todo sordidez! Su pierna fue arrojada al container. Él, siempre fiel a su máxima:
“Hay que ser absolutamente modernos”,
se preocupó por los últimos avances ortopédicos.
El
22 de mayo de 1909, Renard notaba en su diario: “La felicidad está en buscarla. Cuando llega el invierno, dice, me dan
ganas de casarme. Hace frio, el restaurante está lejos. Siento la necesidad de
crear un hogar. Pero en primavera se me pasa”. Y para más gratitud murió el
22 de mayo de 1910. Su última anotación constataba que "una pierna cuelga afuera, un hilillo corre a lo largo de mi pierna…”
IV
La
madrugada del 21 de mayo, no hubo luna. La oscuridad era completa. Cuando los
rosados dedos de la mañana aparecieron por encima de los muros de Père
Lachaise, los de Versalles, dirigidos por el asesino, indigno de ser el
inventor de la mayonesa, MacMahon, habían ocupado la parte izquierda del Sena y
se habían hecho fuertes en las partes nobles de la “rive droite”. Otras columnas subían hacia el noreste y comenzaba la
matanza de Montmarte. Al día siguiente,
mientras Wagner cumplía años ocupado en la conclusión del “Ocaso de los
dioses”, Nietzsche daba los últimos toques al “Origen de la Tragedia” y el
bueno de Brahms ponía punto final a su canto de “Triunfo para coro a ocho voces
y orquesta”, dedicado a Bismarck por su triunfo en la guerra franco-prusiana,
origen de todo este sin dios, y ocasión para que Nietzsche tuviera su
humillante experiencia de guerra en forma de heracliteana cagalera, el general polaco (La comuna da oportunidad
a cualquiera de morir por una causa justa) lanzó el único contraataque desde la
Butte-aux-Cailles y consiguió, por el puente de Austerlitz, romper el cerco y
llegar al Faubourgo Saint Antoine.
…Pues,
en efecto, los dioses, habiendo descubierto su verdadero rostro de asesinos se
“ocasaban”, la “Tragedia” (más bien masacre indiscriminada) empezaba y el “Triunfo” de la reacción estaba
asegurado.
Louis
Michel defendía el cementerio del monte de los mártires. Los obuses, explotando
sobre los frutales en flor, cubrían su cabeza de pétalos primaverales. Estaba a
la sombra de la tumba de Murguer.
La
Place Blanche era defendida por un batallón de mujeres. No quedó piedra sobre
piedra. Los federados se fueron retirando hacia Belville, Menilmontand y Père
Lachaise. Finalmente todo acabó en el cementerio: persecuciones,
aplastamientos, fusilmientos en masa…¡¡Muro de los federados ¡! FIN DE LA
COMUNA.
Lo
dicho, no quedó piedra sobre piedra. Hoy es día de primeras y últimas piedras.
Al
año siguiente, Wagner, el mismo día 22 volvía a cumplir años y ponía la primera
piedra del “Teatro del Festival” de Bayreuth. Como siempre tuvo que pagar el
Rey Loco… Por la noche la luna estaba en todo su esplendor… Suerte la del
antisemita. ¡Ah!... y se inauguraba el túnel de San Gotardo…¡es que lo tuvo
todo de cara!
Asistió
la creme de la creme, la mayonnaise
de la mayonnaise, por así decir, de
Baviera y alrededores. Brahms, como es natural no asistió. Y Nietzsche, ya con
la mosca tras la oreja, apareció con una partitura de Brahms, tan evidente como
un bate de beisbol.
Brahms,
por cierto, encumbrado a la categoría de antiwagneriano oficial, había llegado
a ser un gran amigo de los inestables Schumann. Muerto Robert, lo fue, íntimo,
de Clara (otras de las mujeres que habría que rescatar del purgatorio), cuya
acta de defunción está firmada el 20 de mayo del año 1896, murió ajena, como es natural, a la fundación
del decano del fútbol boliviano, el ilustre Oruro Royal Club, cuya acta de
fundación se firmó el 20 de mayo.
Brahms
se confundió de tren y recaló en Viena, donde las “vienesas”, en vez de en Franfurt, donde las “frankbuesas”. Cuando llegó, Clara reposaba dos metros bajo
tierra. Algo parecido le había pasado a
Nietzsche en su viaje a Turín, que creyó, dadas las precarias condiciones, el
Paraiso y que resultó ser el FIN.
La
presión sobre Brahms fue tanta que tuvo que autoexilarse en Viena, donde, por
obra y gracia del perjudicado von Büllow, constituyó (y sigue constituyendo),
junto a Bach y Beethoven, la “Santa
Trinidad”, tan famosa, aunque menos lastimosa, que la constituida fugazmente
por Lou, Rée y Nietzsche, cuya inmortal fotografía se realizó en Lucerna,
mediado el mayo del 82. Marx estaba, en busca del paraíso, en Montecarlo.
Tampoco resultó ser el paraíso.
Quizás
fuera el momento de escuchar con recogimiento el “Intermezzo, nº 2” de Brahms,
en memoria de Clara.
El
antisemita había llegado a la conclusión de que su obra no podía ser
representada en un teatro cualquiera. Era necesario construir un teatro
especialmente para él. ¡¡Buen reglo de cumpleaños!! Aquel día el enano antisemita
dirigió en persona la 9ª de Beethoven (¡habrase visto desfachatez!) ese
significante vacío que vale para un roto y un descosido.
Isolda
tenía siete años. Cuando nació, su padre “legal”, el resignado von Büllow,
estaba dirigiendo el ensayo general de “Tristán e Isolda”, que, por cierto, no
fue inspirada ni por Minna, la infeliz esposa del antisemita, ni por la
protonazi Cósima, sino por una tercera, la señora esposa de su, durante un
tiempo, amable anfitrión, Mathilde Wasendonck que, a esas alturas, estaría
mustiándose en Zurich. Vean Vds. cómo se desmonta una mítica historia de amor…
Eva (también von Büllow) tenía cinco y
Sigfrido, el esperado, estaba a punto de cumplir tres añitos. Por estas mismas
fechas del año 1869 (mientras en las orillas del Sena se inventaba el
impresionismo), Nietzsche, impresionado por el contexto (incluido el
histórico), acudía por primera vez a casa de sus admirados Wagner y Cósima.
Desde lejos se oigan los compases del “Idilio
de Sigfrido”. Había pasado la hora del ángelus. El lago estaba tranquilo.
Sigfrido estaba a punto de nacer y su padre, conmovido, dio rienda suelta al
sentimiento. A Nietzsche le brotaron lágrimas de felicidad, que enjugó antes de pisar la encerada tarima
de la casa… y las tuviera con la nariguda y remilgada ama de casa.
Y
como todo lo que puede empeorar, empeora, el 20 de mayo del 85, Nietzsche envía
una carta a su hermana Elisabeth, la única, envidiosa urdidora de tramas
envenenadas, que está en vísperas de casarse con otro insigne protonazi,
Bernhardt Förster: “Un filósofo mórbido
sería un mal padrino para la novia. La naturaleza de lo que compartirás en la
manera de pensar con tu marido, no es en absoluto la mía”. La pareja se
largó al Paraguay, guay, guay. Su tiempo llegará.
Y,
claro, si he citado a Elisabeth Nietzsche no puedo dejar de citar a Elisabeth
Siddal (o Sidal, pues su marido le privó hasta de esa superflua y lujosa “d”).
El 20 de mayo del año 1860, Dante Gabriel Rossetti y la explotada, y por eso infeliz,
Elisabeth, aceptó al artista como esposo. La explotación llegó hasta la muerte:
murió de pulmonía de tanto posar como Ofelia en la bañera familiar.
Rimbaud,
en mayo del 70, escribiría unos versos a OFELIA:
“Sur
l’onde calme et noire où doement les étoile
La
blanche Ophélia, flotte comme un gran lys,
Flotte très lentement, couchée en ses longs voiles…
–On entend dans les bois lointaines des hallalis”
Pero
no está bien adelantar la desgracia, que ya marcha, de por sí, a paso ligero.
En la boda, que en esas estamos, bien pudo haberse servido, dado el
cosmopolitismo de marido, la recién inventada ensalada Olivier, rápidamente llamada “rusa”. Sus ingredientes eran caros y su fórmula
exacta, secreta. Sabemos que, así en general, llevaba carne de venado, patatas
cocidas en una salmuera suave, una especie de vinagreta y, sobre todo, una capa
abundante de mayonesa (perdón, “mahonesa”). Alguna vez, por exigencia de
un aristócrata rural, le ponía unos trocitos de pepinillos encurtidos. Nunca
olivas. Quizás el camarero quiso poner su apellido a buen recaudo. Pero,
imagínense Vds. por un momento que se hubiera apellidado “Mayonnaise”… ¿una ensaladilla sin “mayonnaise”?
Según
se fue extendiendo fue incorporando ingredientes. En la pobre Ukrania,
añadieron guisantes, se generalizó el pepinillo y se cambió el noble venado por
el pollo doméstico. Cuando, después de décadas, llegó a mi casa lo que resultó
fue una masa de olivas sevillanas, pepinillos en vinagre, atún en aceite (algo
sacrílego para Olivier) y unas cuantas alcaparras simulando esmeraldas. Y todo
cubierto por una gruesa capa de mahonesa. Antropólogos de renombre la
proclaman: “Un plato de igualdad y
hermandad universal que no reconoce (…) ni las convenciones ni las fronteras
impuestas por la clase social o la propiedad”
Era
el plato estrella, la seña de identidad, del famoso restaurante
prerrevolucionario “El Hermitage”. Cerrado en 1905, la receta
original se perdió para siempre.
V
Dombrowsky (otro
polaco) pasa con sus oficiales. Estamos
perdidos, me dice. ¡No!, contesto. Cuando pasó de nuevo fue sobre una camilla… ¡estaba
muerto! (…) era el 23 de mayo, acababa de ser derribado en la barricada de la
calle Myrtha.
Su
cuerpo fue transportado al Père-Lachaise para recibir, allí, los honores… pero
en el trayecto:
“los federados (…) habían parado el
cortejo y colocado el cadáver al pie de la columna de Julio. Los hombres con
antorchas en el puño, formaron a su alrededor una capilla ardiente, y los
federados vinieron, uno tras otro, a poner un beso sobre la frente del general”
No
hay más que decir… El cerco se cierra… ¡pobres de los que queden!
Sólo
que, bajo el nombre de “Batallón
Dobrowsky” (hasta su incorporación, tras constituirse las Brigadas
Internacionales, en la “Centuria Comuna
de París”), miles de polacos, en su mayoría exilados en Bélgica y Francia,
dieron su vida en defensa de la Revolución española del 36… Desde el Jarama
hasta el Ebro, pasando por Brihuega, Teruel y todo el frente de Aragón.
Mi
padre, rojo por geografía, se enamoró de una enfermera polaca que, a punto
estuvo de convertirlo en rojo por ideología. Antes de que la metamorfosis se
consumara, la polaca desapareció. Y mi padre pudo, poco a poco, deshacer las
dudas e incertidumbres hasta convertirse, como saben Vds. en bondadoso
perseguidor de cuatreros.
Así
que en honor a los del “Batallón
Dobrowsky” y a la polaca que pudo ser mi madre, se debería, en la “franja”, estudiar polaco como segunda
lengua.
VI
“Sobre la barricada ondea una
inmensa bandera roja. Allí están los dos Ferré, están Clément, Cambron, Varlin,
Vermorel, Champy… La barricada de la calle Saint maur acaba de morir, la de
Fontaine-du-roi se mantiene con obstinación… escupiendo metralla a la cara de
los de Versalles. Se oye la banda furiosa de lobos que se acerca… Los únicos
que, ahora que enmudece el cañón de Père Lachaise, aún se mantienen en pie son
los de Fontaine-du-roi. En el momento en que se disparan los últimos cartuchos
y se disponen a marchar… llega una joven de la barricada de Saint Maur y ofrece
sus servicios. Ells querían alejarla e este lugar de muerte, pero ella
permaneció a pesar de ellos. Instantes después, la barricada lanzó, en una
formidable explosión, toda la metralla que le quedaba y desapareció en esa
enorme descarga…”
“A la ambulancière de la última
barricada y de la última hora, J.B. Clément dedicará, tiempo después, la
canción de les “Cerises”. Nadie volvió a verla (…) La Comuna había muerto,
sepultando con ella miles de héroes desconocidos”.
“Por
siempre amaré el tiempo de las cerezas.
Es
de ese tiempo del que guardo en el corazón una herida abierta”
Estos hermosos rubíes parecen provenir
del Ponto, de la antigua colonia griega de Kerasos (la actual Giresum, cercana
a Trebisonda) ubicada en la costa sur del mar negro. Lúculo, general romano que
comandaba las tropas en la guerra contra Miltrídates, harto de que su nombre se
asociara a la vulgar cerveza, se decidió a llevar a Roma tan hermoso árbol,
donde se hizo muy popular. De Roma pasó al valle del Jerte y al de la
Gallinera. En realidad fue cuestión de una letra: le quitó la “v” a la
“cerveza” y la convirtió en “cereza”.
Si Vds. quisieran rememorar privadamente
el asunto, acérquense a la rue Myrtha,allá por Barbés. Diríjanse hacia
Poissonier; allí, en el cruce, se levantó la barricada. Y allí, frente al 63,
se recuerda al general. Estas calles son puro Magreb y Senegal; quiero decir
que no será imposible que encuentren una terracita donde pimplarse una cerveza,
pero difícil… ¡seguro! Busquen, rebusquen y si encuentran alguna… ¡ocúpenla!
Pues no encontrarán otra. En todo caso en el número 53 tienen el Bar-Hotel La
Paix, que, pese al nombre, desprende inquietud y discordia. Esta calle tuvo sus
“quince minutos de fama”. Los rezos públicos de los viernes, en plena calle,
fueron una llamada de atención.
–Bonjour,
madame.
–Bonjour,
Monsieur. Ques que vu vulé?
–No
quisiera ofender sus sentimientos, pero me apetecería una cervecita para
acompañar mi soliloquio.
–Mais
non. Le voy a poner una cerveza y, además una copita de aguardiente de higo. Sé
que a Vd. le gusta. Y, no sólo eso, sino que le voy a sacar una sillita a la
acera para que pueda beber a gusto y aproveche el rayito de sol de las doce y
media. ¿Le parece bien una musiquita de fondo? ¿Sun Ra?... y así conmemoraremos
que hace 23 años que nos dejó huérfanos… Y no le pongo caracoles con hinojo
porque estoy sola y no puedo desatender el negocio. Aquí, en París, todo el
mundo sabe de su afición a los caracoles.
–Me
abruma señora.
–Por
favor, Monsieur… emplee otro verbo…¡ hace un día tan espléndido!
–Bueno,
pues…¡me enternece!
–Así
está mejor.
Cuando me saca la cerveza y el
aguardiente acompaña el kit con un
platillo de humeantes trozos de mira. Vuelve a entrar y sale con unas cerezas
que cuelga en mis deformes pabellones auditivos.
La rue Myrtha toma el nombre, dicen, de
“mirrah” (mirra). Según Ovidio, exilado en el Ponto, logró acostarse con su
padre disfrazada de la concubina de turno. Por ese motivo, por engaño, Dante la
coloca en el octavo círculo, con los rabiosos. Puede que Afrodita tuviera algo
que ver en esta trama. Cuando el padre se enteró quiso matarla, sin embargo los
dioses la convirtieron en el árbol de la mirra. Fuera de sí, el padre, disparó
su arco contra el tronco y por la fisura surgió Adonis, el objeto deseado de
Afrodita.
Amor y muerte. Como Tristán e Isolda.
Como Cravan y Mina. Como Bonnie and Clyde.
Habría que aconsejarle al ayuntamiento
de distrito que animara a los vecinos a plantar hinojos, lechugas y anémonas en
los balcones. Y que quemaran mirra en las cálidas noches de verano, cuando los
mosquitos se reúnen en asamblea para formar comisiones.
VII
El día 20 de mayo del año 1891, Alonso
Hagen no salió a pescar truchas. Salió, sin embargo el 23, justo cuando le
cortaban la pierna a Rimbaud. Ese día perdió 15 truchas. Su diario es una
melancólica y meticulosa relación de fracasos. En todo el año perdió 239
truchas, lo que hace una media de 10’8 truchas perdidas en los 22 intentos. El
siguiente no fue mejor, ni el 94, ni el 95. Al contrario, todo iba a peor. La
última página del diario es triste de verdad. Es un compendio de la desgracia y
mala suerte: del 91 al 97 salió a pescar en 160 ocasiones con unas estadísticas
(que aunque estén hechas para ser rotas, a él no le dio tiempo) demoledoras.
Había perdido 2.231 truchas, con una media de 13’9 truchas perdidas por salida.
El diario del infortunado pescador se cerraba con un epitafio, prematuro, pero
comprensible:
“Estoy
harto.
Llevo
siete años saliendo a pescar
Y
no he capturado una mísera trucha.
He
perdido cada una de las truchas que mordieron el
Anzuelo.
O
bien me saltan
O
se escurren
O
se retuercen
O
me rompen el enganche
O
se dan un barrigazo
O
se van a tomas por culo.
Nunca
le he puesto las manos encima a una trucha.
Pese
a lo muy frustante que ha sido
Me
parece un experimento interesante
En
el fracaso total
Pero
el año que viene será otro
El
que tenga que salir a pescar truchas.
Será
otro el que tenga
Que
salir a por ellas”
Jamás, pero… ¡jamás! pudo comerse una
trucha asada con mayonesa.
VIII
Cravan
nació el 22 de mayo del año 1887, en el preciso momento en que Nietzsche daba
por finiquitado el esquema de la “Genealogía
de la Moral” y se ponía manos a la obra. Y su tío daba a la imprenta la
divertida miniatura: “El fantasma de
Canterville”. ¡Qué sabía Cravan de Genealogías…él
las adaptaba a su conveniencia! Y ¿de moral? Su única moral fue el amor a
Mina Loy, nada que ver, por cierto, con la Minna de Wagner. De Cravan ya
saben Vds. lo suficiente así que no voy a insistir. Lean, si lo desean, la
propuesta para el 23 de abril. De (y sobre) Mina Loy, acaban de publicarse
algunas cosas. Otra de las mujeres a descubrir.
Sumergirnos
ahora en las cocinas infectas en las que se preparan los valores occidentales,
en el significado cabal de nuestro Bien
y de nuestro Mal… en la naturaleza
íntima del altruismo y del sacrificio…El valor de nuestros valores…
¡nos darían las uvas y aún no habríamos acabado el esbozo!
Ya
se sumergió Cravan por nosotros: “Marido,
cuán secretamente me engañas con la muerte”
No
crean a aquellos que dijeron ver a Cravan “resucitado”.
Ni tampoco a Cravan cuando dijo haber hablado con su tío “resucitado”. Ambos murieron de forma, digamos, un poco misteriosa…
si es que no queremos soltar la jauría de los adjetivos. Uno perdido por las
aguas del Golfo de Méjico, ¿localizando enclaves para plataformas petrolíferas?...¡Ay,
si dragaran el Golfo de Méjico! Y el otro, que tuvo la delicadeza de esperar la
finalización de la exposición universal, errabundo,
por las calles de París, convertido en Otro, tal como Rimbaud había expuesto en
las “cartas del vidente”.
Misterios
a la altura de Conan Doyle, nacido tal día como hoy del año 1859.
VIII
Tristán
e Isolda. Cravan y Mina y la pareja de
la que paso a hablarles…Amor y muerte se entrelazan, como en el “Fantasma de Canterville”.
¿Les
suena Bonnie Parker? ¿Si les dijera que fue poetisa? ¿Tampoco? ¿Y si les dijera
que usaba boina inclinada sobre las orejas? ¿¡No caen?! Ahora sí que caerán: manejaba
la metralleta como los ángeles y estaba perdida y fatalmente enamorada de Clyde
Barrow. ¡Naturalmente!... Es la Bonnie de Bonnie and Clyde. Nació en 1910
mientras Stravinsky daba fin a su pájaro
de fuego que, por el ígneo fulgor de
sus plumas, bien podría tratarse del mismísimo “Espíritu santo”… Pues no
olviden Vds. que el domingo, 22, es el día de Pentecostés, el día en que el
Espíritu, en forma de lengua de fuego caerá sobre nuestras cabezas.
Ambos
tenían 20 años (“Yo tenía veinte años. No
le permitiré a nadie decir que es la edad más hermosa de la vida”, decía
Paul Nizán). Él, además, tenía un pasado imperfecto, que convertiría en
pluscuamperfecto con la ayuda de Bonnie.
Fueron
los héroes de la América de la Depresión: ¡Bonnie and Clyde! Toda la familia,
solidaria, se unió a la fiesta. Y la fiesta fue tocandoa su fin, poco a poco.
Mientras duró tuvieron tiempo y alegría para llevarse por delante a un decena
de “perros guardianes” (otra vez Nizán). Sus golpes no tenían la precisión
acerada de Al Capone, ni, por supuesto, sus objetivos…eran chispazos de
genialidad desesperada. ¡Faústica (aparece el leit motiv) aspiración a la
entropía!
Al
enemigo ni agua. A los amigos, lo que pidan… ¡que le den pol culo a la Ley
seca!
Cruzaban
los estados como tornados. Los truenos de su poderosísimo M1918 BAR, capaz de
disparar ráfagas de veinte balas, y su Ford V8, eran la envidia de la policía.
Más de uno pensaría en esos trofeos antes que en las tablas de la Ley (que por
cierto, fueron entregadas por dios (¿) a los judíos en el día original de
Pentecostés).
Murieron
en avalancha: corriendo y disparando con las dos mans. La noticia se extendió
por caminos polvorientos llevada por los “hobos” a todos los confines de la
nación. Fueron llorados por ls que vendimiaban las “uvas de la ira”. Y, para
que su gloria fuera eterna, se desangraron en Joplin, una aldea cercana a
Gibsland (Luisiana).
Allí,
la municipalidad les ha construido un museo. Cada 23 de mayo se celebra el
“Festival Bonnie and Clyde” que más parece un directa exaltación de las armas
de fuego y un concurso de barbacoas. Por un precio módico pueden zamparse una
barbacoa a la americana, ya saben: churrasco de búfalo, panceta de jabalí,
morcilla de perro de las praderas, butifarra de jaguar y hermosas rodajas de
“cascabel”. Calcen bien la parrilla, no sea que los jirones de carne caigan
sobre sus cabezas como ígneas lenguas del Espíritu…Recuerden lo que les he
dicho: el domingo es el día de Pentecostés. Por ese mismo precio módico podrán
recargar las pilas de la repulsa y tendrán una reserva de desprecio hasta el
mayo siguiente.
Si
Vds. quisieran acercarse al sitio exacto en el cual fueron asesinados por la
policía, sigan estas instrucciones:
Sitúense
en el centro del pueblo. ¿Qué digo? Allí no puede situarse nadie. ¡¡Colóquense
directamente!! Aquello es el reino de la desolación, el manantial de la nada.
Yo supe que estaba habitado porque vi sombras tras os cristales translúcidos de
un McDonald. En realidad no lo “supe”, lo “supuse”. Bueno… sigan la 154, si se
encuentran con una iglesia baptista a la izquierda es que se han equivocado y
han cogido la 517. Vuevan y retomen la 154, y, desde donde nació el error sigan
unos cinco kilómetros y se encontrarán con un pedrusco (¡el último!) que
recibió las balas sobrantes. Allí en ese punto exaacto la sangre de Bonnie y la
de Clyde se mezcló con el asfalto, recién extendido por los obreros del New
Deal.
Aunque,
en realidad, hay “memoriales” y “reliquias” por doquier. Su coche, por ejemplo,
está en Nevada, siempre cubierto de una gruesa capa de escarcha. Una pernera
del pantalón de Clyde está en una aldea de Colorado, media boina de la chica en
un rancho de Oklahoma y la otra media en París-Texas.
¿Siguen
en casa? ¿Creen oportuno oír el Preludio de “Tristán…? Pueden acompañarlo con
la lectura de las hermosas cartas que se cruzaron o recitando versos, como por
ejemplo:
“Un
día de estos, caerán codo con codo
Juntos
serán sepultados
Seguro
que algunos les llorarán
Y
la bofia, ella, se alegrará.
Para
Bonnie y Clide, habrá llegado la eternidad”
No consiguieron, sin embargo, ser
enterrados juntos: uno está en el Western Heights Cemetry y la otra en el Croww
Memorial Park, ambos en Dallas, ciudad predestinada.
Sobra la tumba de la poeta:
“Así
como las flores son endulzada
Por
el sol y el rocío
Este
viejo mundo es más brillante
Por
las vidas de gente como tú”
Sobre la de Clyde un masculino y
mitológico:
“Gonne
but not forgotten”.
Junto a sus tumbas crecen los rosales
que se partan del canon de la “American Beauty” teorizada por Rockefeller
senior (muerto el 22 de mayo del 37): “El
crecimiento de un negocio es simplemente la supervivencia del más apto… la
bella rosa americana sólo puede lograr el máximo de su esplendor y el perfume
que nos encanta, si sacrificamos los capullos que crecen a su alrededor. No es
una tendencia maligan. Es sólo la elaboración de una Ley Natural y de Dios (¿)”
IX
Ernst
Toller, “el revolucionario sentimental”,
era uno de esos capullos que entorpecían el crecimiento de la rosa americana…
¡y se quitó de en medio! Se suicidó en el hotel “Myflowers” de Nueva York, dejando claro que sabía de qué iba la
cosa. Era el 22 de mayo del año 1939, días después de su intervención en el
congreso del PEN en Nueva York y un mes después de vencida la revolución
española en la que participó en ayuda, sobre todo, de los “niños de la guerra”.
Antes había organizado el ejército rojo de la expresionista república soviética
de Baviera… y tuvo la delicadeza de no arrasar el “Palacio del Festival” de
Wagner (por lo demás cerrado entre el 14 y el 24).
La
última vez que se cruzó con el dudoso Ehrenburg, en París, le preguntó: “¿Duermes sin simníferos? La noche es
terrible, uno ve las cosas con mayor crudeza que durante el día…” A
Ehrenburg no le hacían falta.
La
noticia de su muerte voló como paloma mensajera (como a lomos de la “Blanca Paloma”, en cuyo honor tragan polvo los de Almonte, tras haberse
surtido en Alcampo).
Mientras
tanto, en París, Joseph Roth y su amigo Morgenstern desayunaban en el Café
Tournon, adonde se había trasladado expulsado del “enfrentado” paraíso del Hotel Foyot, declarado en ruinas, como, por
lo demás, todo el mundo. ¡La calle Tournon! hogar provisional de Vallès, de
Casanov, de León Gambetta, hogar de la insigne y desgraciada Théroigne de Méricourt,
alabada por Michelet, cantada por Lamartine, descrita por los Goncourt,
representada por Sara Bernhardt y señalada en las flores del mal por el mismo
Baudelaire…
Roth
bebía y escribía en público, allí sentado a una mesa del “Tournon”. Desde hacía
unas semanas estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por dejar de beber. Los
pies empezaban a tomar su forma normal y acostumbrada. Su barriga de alcohólico
se desinflaba…en fin, parecía que la cosa se iba reconvirtiendo. Incluso tuvo
tiempo de dictar un artículo de prensa…el último, sobre el “roble de Goethe”.
Ese
mismo día, por la tarde, un amigo generoso, pero ignorante, volvía de Serbia y
le regaló una botella de Slivovitsa,
ese glorioso aguardiente de ciruelas que hace mis delicias. Contra la
costumbre, Roth no la compartió. Se retiró a su habitación y se la pimpló a
solas. A la mañana siguiente, 23 de mayo, bajó como pudo las escaleras y se
sentó a la mesa donde le esperaba la “estrella
de la mañana”. Daba miedo, Los ojos se le salían de las órbitas…¡querían
tocar…no se conformaban con ver de lejos! Las manos se agitaban como si
mantuviera una coctelera. Pidió el periódico para centrase en algo. Una
descarga eléctrica le atravesó de arriba abajo: Ernst Toller se había suicidado
el día anterior. Ahorcado en el váter de un hotel de la ciudad de los
rascacielos. Enseñando la lengua (de fuego: Pentecostés) al mundo. Sobre la
mesa del suicida, una foto de niños republicanos españoles.
MORGENSTERN: “¡Pobre Toller! Era un
buen hombre, Pero un comunista no tiene derecho a matarse”
Ya
estamos otra vez con el soniquete. Me parece oír los reproches de Lenin al
cadáver de su yerno. O los de Maiakovski a Esenin. ¿Qué pasa? ¿Tenemos que pagar
también la cama? Lo peor es que después, cuando la parca llama… ¿Qué hizo
Maiakovski? ¿Qué deseó Lenin?...
ROTH: “Es cruel. Pero tienes razón.
No tenemos razón a exterminarnos. Y añadió: ¡Qué estúpido! ¡Colgarse justo ahora que
nuestros enemigos están acabados!
Tú
sí que estás acabado… ¿En qué mundo vivías? Tres meses después empezaba la
carnicería.
Siguieron
dando rienda suelta a sus aprensiones. Oyeron música popular en un
establecimiento cercano. Le sentó bien. Comieron un plato de infancia que el mismo
Roth preparó y se separaron por unas horas. Cuando, por la tarde, Morgenstern,
estrella de la mañana, volvió, Roth ya estaba como una cuba. Intentaba
conversar, aforísticamente, con la mujer de Stefan Zweig que quería lleverlo a
su casa para cuidarlo. No fue necesario, se desplomó sob re el suelo de la
terraza. Lo metiron al interior. Llamaron una ambulacia (o algo semejante) y lo
llevaron al Hospital Necker.
El 27, día de Pentecostés, exaló su último
aliento, aún con ecos de slivovitsa.
Recuérdenme
que dedique una “propuesta” a los “cojos”… incluiría la inquina feroz que
sentía Roth por los “equinóvaros”,
incluída la buena señora Zweig, con quien, ignorante de su condición de “equinóvara”, conversaba en el momento
del colapso.
X
Les
he dicho algo de un telegrama de Rimbaud a su madre. El 22 de mayo del año
1953, Copland recibió el siguiente telegrama-invitación:
“Por la presente se le ordena
comparecer ante esta comisión el lunes 25 de mayo a las dos y media de la
tarde, sala 357 edificio de oficinas del Senado de Washington DC. Joe Mccarthy,
presidente subcomisión permanente de investigación del senado”
Hacía
poco más de un mes de la muerte de Stalin y comenzaba la “noche de Walpurgis”
americana.
¡Cómo
habían cambiado las cosas! ¡Ni rastro de la compasión que desprendía el New
Deal! Se entraba en la guerra fría. La URSS había explosionado el primer
artefacto atómico. La histeria comunista crecía a ritmo de rock’n’roll, coches,
casas pareadas, expresionismo abstracto, Holliwood y música dodecafónica:
Libertad. La CIA pagaba cualquier cosa que sonara a democracia, libertad,
alegría y “se tú mismo”.
Copland (y Barber y Bernstein…) era el adalid de la
música “populista”, asequible, que estaba siendo considerada como la genuina
creación del espíritu americano. Música emocionante al alcance de los esforados
“hombres comunes” americanos.
Todo
cambió radical y abruptamente. Pollock ocupó la portada del Life y el Time puso
egas a la tercera sinfonía de Copland: demasiado a pegada a la amabilidad
esperanzada del “New Deal”. Siguió todo un rosario de afrentas. El mismo
destino le tocó a Shostakovich y a Stravinsky. La ordalía no paró hasta que
pasaron (pasajeramente) al lenguaje de la libertad (provisional) del
dodecafonismo.
Cada
día lo tengo más claro: el éxito de esa música siniestra y encorsetada en
rígidas fórmulas (con perdón de Shönberg), así como el éxito de la abstracción
expresionista, se debió a razones de estado. La CIA, de una manera u otra, presentó
ese torro como el no va más de la alta cultura expresión de libertad y la
enfrentó al dirigismo del arte soviético que, por entonces, aún seguía las
consignas del reaismo socialista, y, de paso regeneró el arte “degenerado”.
Bueno,
en realidad, Copland era filocomunista. Y la cosa es más complicada de lo que
aquí parece.
Para
terminar pueden oír la “Suite de Bill el Niño” de Copland. No es igual... ¡pero
es lo mismo! Y olvídense del “Tristán e Isolda”.
Copland
y Stravinsky hicieron sus pinitos en el serialismo,
pero la cosa no fue demasiado en serio. Pronto volvieron a lo suyo y su
reputación, que había empezado a repuntar, volvió a estancarse.
XI
No
sé si sabrán (pues ni el mismo Mann parece saberlo, ya que en algún lugar da la
fecha del 27 de mayo) que el 22 de mayo de 1943, Thoman Mann empieza a escribir
el “Dr. Fausto”, el mismo día, precisamente, en que Serenus comienza a
contarnos la historia de su desgraciado amigo Adrian Leverkhün-
Fausto-Nietzsche.
Ya
he dicho algo en alguna otra “propuesta”.
Aquí
me centro en la cuestión que nos ocupa. Adrian (Fausto) desesperado por su
infertilidad, hace un pacto con el diablo que le abre las puertas de la
creatividad. A cambio no conocerá el amor y su música sonará como salida de un
congelador de cinco estrellas. El destino infausto de Adrian (“Dr. Fausto” de
la modernidad) estará ligado al desgraciado destino de Alemania… Pues no
olvidemos que Alemania tiene DESTINO que no historia.
El
dodecafonismo (serialista) consiste
más o menos en lo siguiente: Establezca Vd. una serie de notas en las que
aparezcan todas las notas de la escala cromática. Esa serie será la
seri-matriz. Ninguna nota podrá volver a sonar sin haberlo hecho antes todas
las demás. Mostrada la serie original, se puede repetir del revés; se puede
invertir y repetir del revés esa inversión… se pueden hacer muchas cosas con
esa serie original.
En
su versión inicial las notas no tenían más determinación que el orden de
aparición. Poco a poco fueron aherrojándolas con otras determinaciones: timbre,
intensidad, tiempo, instrumento, duración…hasta convertir esa serie inicial, ya
de por sí inaudita, en un conjunto torturante… ¡literal!
Así
la música se separó de la “estética”, del “sentimiento” y se fue convirtiendo
en un esforzado ejercicio de oficinistas sádicos, que se las daban de
“intelectuales antisentimentales y objetivos”. Música para músicos.
Jeroglígicos para egiptólogos. Y, lentamente, pero de manera incorregible, el
vulgo nos fuimos inclinando hacia la música popular, sellada la puerta de entrada
en la música “culta”… Y creando un odio comparable al que los músicos nos
profesan. Y nos arrojaron en manos del gran Aznavour, que hoy cumple 92 años…
¡Qué triste Premià sin ti!
O
hacías música “serial integral” o eras un bobo populista, anclado en la tradición
y enemigo del “progreso”. Gracias a estos “ingenieros”, la música (y el arte en
su conjunto, que seguía un camino parejo) se nos hurtó. Y todo en nombre de la
“liberación de la disonancia”,
expresión hermosa donde las haya.
Cuando
leí la novela me pareció bien el colapso de Adrian. Adorno, rabioso contra su
apellido, echó leña al fuego: Nada de adornos. Nada de ornamentación. Nada de
“calor de establo”. Nada de “pathos”… ¡Frialdad!... Ya se pasó demasiado calor
en los hornos crematorios. Schönberg aún COMPONÍA ateniéndose a la necesidad
interior y su música nos conmueve. De Berg puede decirse otro tanto. Pero según
iba creciendo el árbol (roble) genealógico, la “necesidad interior” se
convertía en lógica (“topológica”).
Hablar
de “Fausto” y venir a las mientes Goethe es todo uno. Y pensar en Goethe sin en
su querida Weimar es imposible. Yo no sabría dónde imaginármelo ( a no ser en
sufriendo de amores seniles en Marienbad). Me pasa lo mismo con Liszt, el padre
de Cósima, la protonazi. Y Weimar te conduce de forma inexorable al bosque de
Ettersberg, rico en hayas y robledos. Meta de excursionistas románticos. De
entre todos los árboles del lugar destacaba un roble, por su envergadura, su
longevidad, su altanería. Tanto destacaba que la tradición unió su destino al
de Alemania… como el de Adrián: así que tenemos el roble, Adrian-Nietzsche y el
Reich, atados en un nudo gordiano que sólo será desatado a bombazos… sin
olvidar el tilo que hacía soportables las tardes estivales de Adrian.
Goethe
y su estimada amiga von Stein solían sentarse bajo su cípula y comerse unos
emparedados de pepinillo con anguila ahumada y, entre bocado y bocado, hablar
de los misterios de la naturaleza o de la grandeza de la Hélade. Bajo este
roble, dicen, Goethe escribió el episodio de la “noche de Walpurgis” del
“Fausto”.
Oigan
Vds., ahora, “Nocturno” en la versión del impasibe Fausto Papetti*
Y,
por cierto, una de las primeras traducciones del “Fausto” (sino la primera) al
francés fue obra de Nerval, cuyo 114 aniversario celebramos. Su viaje a Oriente
tampoco le ayudó a calmar los nervios.
Ahora
se nos presenta otra ocasión estupenda para discurrir sobre la ironía de la
cosa. Como inspirados por el mismísimo “Mefistófeles”, llegaron grandes
máquinas, sierra enormes, leñadores fornidos, ingenieros, maestros de obras y
fieles funcionarios del infierno. Se taló todo lo talable alrededor del roble.
Se sembraron infinitas primeras piedras y, sobre ellas, se edificaron
series repetidas de barracones y bonitas casas para el funcionariado. Se
levantaron edificios más sólidos para vertebrar la vida del campo de
concentración de Buchenwald. Ni hizo
falta la “glosolalia”: Bastó con una jauría de perros guardianes y unas chimeneas con buen tiro.
hecho fue famoso por sus
“investigaciones” médicas.
No
se atrevieron a llamarle “Campo de Attersberg” para no ensuciar la memoria del
humanismo alemán. Le llamaron “Bosque de hayas”. Y allí estuvo, presidiendo el
discurrir de la barbarie, él (el árbol) que era el símbolo de aquel humanismo.
Marcó el ritmo de las estaciones… como un calendario (aproximado).
De
sus ramas colgaron “extraños frutos”. Los perros, que no alcazaban los miembros
de las víctimas, devoraban el tronco del árbol. La primavera del 43 no
reverdeció (Adrian, tampoco). Los prisioneros sabían que el destino del roble,
así se decía, estaba unido al destino del Reich… y se consolaban de la pérdida.
En el 44 una bomba aliada prendió en la lavandería. El roble, entre la
recóndita alegría de los “concentrados”, ardió durante toda la noche. Ese mismo
agosto fue desarraigado. El Reich le sobrevivió nueve meses: el tiempo que dura
un embarazo.
Lean
el artículo completo: el último artículo de Roth (ignorante del destino final
del árbol):
"¡En honor a la verdad! Corren
falsas noticias sobre el campo de concentración de Buchenwald; se hablaría de
pretendidas atrocidades. Me parece que ha llegado la hora de reducirlas a su
correcta proporción... Lo primero, Buchenwald no se ha llamado siempre así,
sino Ettersberg. Con ese nombre, fue antaño célebre entre los conocedores de la
historia de la literatura. Goethe solía encontrarse allí a menudo con la señora
Von Stein, bajo un hermoso y viejo roble. Éste se encuentra bajo la denominada
Ley de Protección de la Naturaleza. Cuando en Buchenwald, o sea, en Ettersberg,
se comenzó a talar el bosque a fin de instalar, para los habitantes del campo
de concentración, una cocina al sur y un lavadero al norte, se dejó en pie sólo
el roble. El roble de Goethe, el de la señora Von Stein. El simbolismo nunca ha
estado tan barato como hoy en día. En la actualidad, es poco menos que un juego
de niños escribir eso que llaman 'glosas'. Se las manda a uno la historia
mundial, gratis y libre de franqueo, a casa, listas para la pluma y la máquina
de escribir. Para un escritor, escribir una glosa que concierna al Tercer Reich
es directamente un asunto que afecta al pudor. Los robles alemanes bajo los que
Goethe se sentó con la señora Von Stein siguen en pie, entre la cocina del
campo de concentración y su lavadero, sólo gracias a una ley de protección de
la naturaleza. Entre la Ley de Protección de la Naturaleza, que se promulgó
hace muchos años, y la ley contra natura que se ha declarado de unos años a
esta parte, o sea, para hablar en tono neoalemán, entre lavadero y cocina, está
el roble de proteccion natural de la señora Von Stein y Goethe. Junto a ese
roble desfilan a diario los presos del campo de concentración, es decir, pasan
por allí. ¡La verdad! Corren falsas noticias sobre el campo de concentración de
Buchenwald; se hablaría de pretendidas atrocidades. Me parece que ha llegado la
hora de reducirlas a su correcta proporción: hasta hoy y por lo que sé, aún no
se ha atado a ningún preso del campo de concentración al roble bajo el que se
sentó Goethe junto a la señora Von Stein; más bien a los otros robles que no
escasean en ese bosque".
Y
ya que de defunciones vamos, acabemos la función con las siguientes notas:
El
21 de mayo del año 1949, y siguiendo la costumbre, el indómito Klaus Mann puso
fin a su vida con un subidón de opiáceos en un hotel de Cannes. Ese año, en el
festival, las grandes triunfadoras fueron “El
tercer hombre” y “Demasiado tarde”
(¡¡).
Mediados
los 30, con los nazis ya en el poder, consiguió llegar a los Estados Unidos. Su
hermana Erika lo haría un poco más tarde (1937), tras conseguir la nacionalidad
británica gracias a un matrimonio de conveniencia con Auden (1935)
Allí
trasladaron su “molinillo de pimienta”
(Munich 1933) cabaret antifascista que dio trabajo a los Weill, Toller, Sekula
y otros exilados. Y allí estrecharon relaciones con “el bello ángel devastado”
(como la llamó su ambiguo “suegro”), el “ángel
tenebroso”… la inconmensurable, pues
no hay vara de medir posible, Annemarie Schawrzenbach, nacida el 23 de mayo del
año 1908, que cayó locamente enamorada de Erika (quien, sin embargo, siempre la
consideró su amiga) y estupefacientemente de Klauss a quien consideró su “marido ideal”.
Todos
estuvieron en la revolución española (1938).
La
tal Annemarie, a quien Carson McCuller ofreció su joven corazón salvaje, acabó
sus días en Sils-María. Allí donde Nietzsche había descubierto la potencia
moral del “eterno retorno” y adonde Rée, miembro de la
patética trinidad, alejado ya de Lou y caminando por el lado peligroso de la
vida, retornó, para suicidarse de forma involuntaria. Lou y Rilke acaban de
volver de su “gran (y mayal) viaje a Rusia”.
No
olviden, si pueden pronunciarlo, este nombre: Annemarie Schwarzenbach.
Erika
fue la única mujer que cubrió los “Juicios
de Nuremberg”.
XII
Y para,
definitivamente, acabar, lean Vds. el poema “29 de mayo” de Borges…
¡digno colofón!