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sábado, 1 de febrero de 2014

Propuesta para hoy, día 1 de febrero. "Pastoral Americana".


"Si ya el recuerdo es triste, ¡cómo será lo que se evoca!", decía Kafka. Sin embargo, ¿no es cierto?, esperamos con una recóndita alegría las reuniones de antiguos alumnos, o antiguos lo que sea. Yo he asistido a dos en mi vida y, lo juro, las dos veces he sentido casi lujuria:Ver cómo se han destrozado tus antiguos compañeros, cómo se han reducido a nada... y el consuelo de poder decir, como aquel personaje de Fargo: "¡Pues si vieras al otro!".





Ver (¡constatar!) en directo la desolación que sigue a las "ilusiones perdidas", es algo que llena de sentido mi vida. Hayas hecho lo que hayas hecho, siempre habrá alguien, entre los quince o veinte, pues el resto se ha muerto o ha presentado excusas, no sólo sospechosas, sino directamente increíbles, que convertirá lo tuyo en orfebrería. Sé que no está bien alegrarse de las desgracias ajenas, pero en estos casos, hay dispensa papal. Aquel idiota que se vanagloriaba de su pelo, está alopécico. Aquel que se destacaba por su éxito entre el género femenino, viudo y sin futuro; aque otro, el lumbreras, al que todos pronosticábamos un futuro académico de primer orden, en efecto, lo consiguió, pero sigue siendo un imbécil. Aquel, dominador de la gimnasia sueca, se ha revelado como una estructura aluminósica...

Después está aquel al que que no reconocerías ni aunque el tiempo girara sobre sí mismo y se enfilara hacia atrás, pues tanto han sido los cambios que has estado a punto de preguntar por la identidad del desgraciado, aunque después lo has reconocido, sin resquicio para la menor duda, por su inconfundible hedor de boca, que ha permanecido inalterable. Esas reuniones son un ejemplo perfecto de que Parménides y Heráclito no estaban tan alejados como se pretende.

Y ocurre también que ahondas en los rostros a la búsqueda de tu antiguo mejor amigo y te enteras de que no ha podido ser encontrado y es entonces cuando te das cuenta del ridículo que estás haciendo y que mucho mejor hubiera sido haber alquilado una habitación en una ignota casa rural.



"Pero lo más asombroso de todo es que nos estamos aproximando a la edad que tenían nuestros abuelos cuando iniciamos el primer curso en el Pabellón el 1 de febrero de 1946; lo asombroso es que, nosotros, no teníamos ni idea de cómo irían las cosas, ahora sabemos exactamente lo que pasó." (Ph. Roth. Pastoral americana).

La escena se desarrolla en 1995 y la novela es, pues, un flash-back. Y me la imagino, porque quiero, en el último piso del restaurante don Pepe en la Cherry Street, no lejos de las "Cuatro Esquinas" de la ciudad de Newark. Proliferan más los restaurantes Pepe que los bares La Amistad. Bueno se trata de un remedo de cortijo cordobés, situado entre rascacielos de cristal y aluminio en el límite de la civilización, si se me permite utilizar esa expresión. Delante, una explanada sirve de aparcamiento (¡voto a bríos! que la aprovechan), y el río ferruginoso que, de aguna manera enrevesada acabará, fronterizo con Nueva York, en el océano. Por los ventanales, verán las grúas portuarias y, si no son herméticas, oirán hablar mejicano con más frecuencia de la que desearían. Sobre la mesa, una paella marinera que más parece una naturaleza muerta.



Seguid, seguid, malditos*. Os falta el postre. Con la copita pondréis en claro en qué consistió exactamente lo que pasó. ¿Cómo ocurrió el desastre? ¿Cómo de ciudad exitosa, Newark, se ha convertido en modelo de fracaso? ¿Cómo las "Cuatro esquinas", el cruce más frecuentado y rentable de los USA, ha devenido un galimatías improductivo? Cuando entrasteis al Pabellón, la ciudad alcanzaba su apogeo. Al año siguiente exacto nacería Paul Auster, sí, en Newark.

Pastoral se refiere al cuidado y asesoramiento espiritual proporcionado por pastores, capellanes y otros líderes religiosos a miembros de sus iglesias o congregaciones o a miembros de otras confesiones.

Philip Roth dirige, pues, una pastoral al pueblo americano. Esa es la intención general. La parábola toma como figura principal al Sueco (y a Zuckerman). De admirado y envidiado, ha devenido, tras una madurez exitosa, como consecuencia, cree, de su vida tranquila y laboriosa, ordenada y sujeta a los valores eternos de la nación americana, en un pobre hombre desconcertado y reducido a la nada por el desarrollo de las cosas.

Roth, escritor en su función de pastor, no puede evitar valorar unos actos que se valoran por sí mismos. Hay que ser, por otra parte, verdaderamente lerdo, para no darte cuentas de las cosas hasta que tu hija, un verdadero demonio, pone una bomba (1968) en la oficina de correos de tu barrio. Pero si su hija ya es una descerebrada (y tartamuda) ¿Qué me dicen de su compañera-maestra? ¡Una perra! No hacía fata extremar las cosas. No es necesario llegar hasta esos extremos para que una persona normal consiga comprender en qué mundo vive. Si la conclusión se derivara exclusivamente de ese grupo de premisas, la "izquierda" sería un conjunto con cardinal 1, pues no es fácil que se dé la conjunción de tantas fatalidades.

Y, por supuesto, el repertorio de activistas en aquellos años era variado, no se componía, al cien por cien, de psicópatas y "diagnosticados".

Sobre los infortunios familiares ha ido infuyendo el proceso de acumulación capitalista y las deslocalizaciones que ocasiona... en fin toda una nube de adversidades que, a duras penas, y sin eficacia, abren los ojos de "Sueco", judío de segunda generación, a la que, como es prescriptivo, le sigue la tercera que lo tira todo por la borda.

Tampoco era obligatorio añadir a todo este desastre una desgraciada operación de próstata.

Y mientras su hija tartamuda hinca el estoque en la cerviz de padre, Nguyen Ngoc Loan se inmortaliza en la forma como recoje la fotografía y, de paso, inmortaliza al muerto. Loan pudo montar una pizzería en Virginia, que hubiera podido confundirse con el MacDonald de las "Cuatro Esquinas". Fue el día 1 de febrero del 68.





Llega la hora del café, copa y puro...¿no fuman? ¿no beben?... ¡Sigan lamentando su destino incomprensible, fatal! Desde la mesa de la conmemoración, si miraran a las ventanas, verían, a lo lejos, amenazantes desconocidos, de turbios colores y maneras, entretenidos en las faenas de carga y descarga. No son, ¿verdad?, como Vdes., que, en su mayoría, europeos de sur y del este de Europa, engrosaron hasta el límite el espacio ciudadano. Pero es que Nosotros*...

A pesar de toda la decadencia que se abate sobre la ciudad y, en consecuencia, sobre el "Sueco" y toda su familia, siguen sin comprender nada. Miran, parece que observan, pone cara de Buster Keaton*, pero siguen sin comprender nada. Mirando los rascacielos se lamentarán, sin comprender, de los buenos tiempos perdidos. Se acordarán de cuando la ciudad era centro nacional, mundial, diría, del curtido de pieles y, como es natural, de objetos de piel, entre los cuales los delicados guantes de cabritilla y otros de inferior calidad, destinados a soldados desconocidos. Después vino el celuloide... Y cuando todo se llenó de inseguridad, proliferaron las compañías de seguros.





Si esto es, para muchos, lo mejor de la literatura actual, apaga y vámonos. Es literatura de Óscar, de Grammy, hecha desde una conciencia no esclarecida y desde un estilo periclitado.

Tal día como hoy, de año 1524, más de veinte mil moradores de Londres, con las pertenencias que pudieron, se largaron a las zonas altas para eludir el anunciado fin del mundo, que seguiría a una inundación pavorosa y, naturalmente, definitiva. El fin del mundo no llegó, pero muchos perdieron a vida en la fuga. Diríase que estos ex-alumnos se han vuelto a equivocar: deberían haber reservado mesa en un restaurante como El Cordero, allá por Torre Baró, alejado del mar y de los traidores ríos.

Hegel mira desolado la mesa de la conmemoración. Nadie le echa un trocito de nada y miren Vdes. que ha sobrado... Alguien dice algo sobre ciertas obligaciones ineludibles que debe afrontar esta misma tarde:

-- Pero, hombre, ¿te vas a ir cuando estamos en lo mejor? ¿Te acuerdas de...?

Todos los intentos de disolución van siendo contrarrestados. Se pone el sol. Cae la noche. Piden la cena. No hay forma de salir: el ángel exterminador planea.






INFORMACIÓN BONUS:

Día de primeras ediciones:
  • Primera edicion de La Vanguardia (1881. Era martes)
  • Primera edición de a Enciclopedia Británica (1771)
  • Primera edición de Oxford English Dictionary (tomo de la A a Ant) (1884)
  • Primera exposición individual de dibujos de Picasso (Quatre Gats, 1900)




RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...