“(…)
Y Pereira dijo que sí, sostiene, colgó el auricular, se secó el sudor y después
se le ocurrió una idea magnífica, la de crear una breve sección titulada
“Efemérides”, y pensó en publicarla enseguida, para el sábado siguiente, y así,
casi maquinalmente, quizá porque estaba pensando en Italia, escribió el título:
“Hace dos años desaparecía Luigi Pirandello”. Y después, debajo, escribió el
subtítulo: “El gran dramaturgo había estrenado en Lisboa su “Un sueño (pero
quizá no)”
Era
el 25 de julio de 1938 y Lisboa refulgía en el azul de la brisa atlántica,
sostiene Pereira.”
Lo que empezó de manera festiva y en tono casi de farsa, acabó
de la forma que vds. ya saben, en el
segundo piso de la Rua da Saudade, número 22 y en el exilio parisino.
Pereira transita desde J.K. Toole a
personaje neorrelista propio de
Rossellini: de lo tragicómico a lo trágico, empujado por circunstancias que
fuerzan la evolución de su “yo hegemónico”.
La Rua da Saudade sube hacia el castillo
y en su subida se convierte en otra. Sigan vds. subiendo y justo en el arco de
entrada al castillo encontrarán un restaurante apropiado para la lectura de
esta espléndida novela. Estamos en la Alfama, en el corazón de la “ciudad blanca” de Alain Tanner. La
pareja (francesa y portugués) les acogerá amablemente, si le dicen que van de
mi parte. Sólo tiene cuatro mesas (¿o tres?)…si están ocupadas peleen por la
mesita de fuera. Tómense un oporto seco y esperen.
Consejo: lleven vds. la petaca de Terry y
contemplen la puesta del sol. Cuando vuelvan denme las gracias.
Yo no tengo problema: Soy de la familia.
Mi natural mitómano me empuja a pedirme
una “omelette” y una limonada, pero puesto que en el libro no
se cita ni una sola vez el bacalao, me inclino por un plato de bacalao (sin
nata) y una botella de vino tinto de la casa.
Pereira está en el Panteón de mis figuras
literarias favoritas…también por su afición a las “Efemérides” y su decidida renuncia al dogma de la “resurrección de la carne”.
Celeste, la portera-chivata de su “oficina”, lleva el nombre del
restaurante habitual de Meursault. Hubiera sido demasiado evidente llamar “Celeste” al café-restaurante “Orquídea”, así que produce un
desplazamiento consciente, un eco, que nos conduce a aquellos tórridos días en
los que el indiferente Meursault…etc…etc.
“París
bien vale una misa”, dijo Enrique IV (*) y también Majno (Mahnó*) escogió
París: Acabó su heroica vida, como obrero que era, tuberculoso y trabajando en
la Renault. Si la vida es injusta, lo demostró con creces con Majnó. Salvó a
los bolchevique por dos veces y por dos veces fue menospreciado. Aunque siendo
ecuánime, los anarquistas se han merecido su historia: heroísmo inútil y
absoluta ceguera del sentido de la historia. Hablaban del futuro y no
comprendían el presente. Dejaron, como siempre, pasar las aguas turbulentas y
nunca lanzaron la caña. Siempre, al
final, vieron las cosas un poco más claras: Majnó se ve con Durruti y
consideran la necesidad de una organización fuerte con una finalidad definida:
la toma del poder…¡pero sólo al final! La oportunidad lleva el flequillo en la
frente, por detrás va “al cero”.
Pasada, no puedes agarrarla por ningún sitio. Mis respetos a Majnó y a la “Plataforma” que nunca pudo ser
consolidada.
Mis Ángeles me invitan a sobrevolar el
Tajo, al atardecer: Como gaviota borracha me dejo llevar y grazno de puro
contento. ¡Hermosura!
--¿Sabéis
que tal día como hoy, del año 1909, Louis Blériot cruzó por primera vez el Canal
de la Mancha en algo que se pudo llamar aeroplano?
--¿Y
sabes tú, desgraciado, que un pobre perro fue arrollado por las hélice y murió
en el acto?
--¿Te
parece bonito que el tal siguiera el viaje como si nada?
--¿Es
más importante un récord de mierda (oh!, perdón) que la vida de un mamífero?
--Seguramente
movía la cola. De contento.
Las cuatro dijeron lo que tenían que
decir. Y la hermosura desapareció por ensalmo.
Aturdido por la belleza del ocaso y descompuesto
por el bacalao y la tristeza, recuerdo una cita extraña del innobel Borges:
“La
noche del 25 de julio de 1880, Billy the Kid atravesó al galope de su overo la
calle principal, o única, de Fort Summer. El calor apretaba y no habían
encendido las lámparas; el comisario Garrett, sentado en un sillón de hamaca en
un corredor, sacó el revólver y le descerrajó un balazo en el vientre. El overo
siguió; el jinete se desplomó en la calle de tierra. Garrett le encajó un
segundo balazo.”
O Borges computaba según el juliano, o es
una de sus fabulaciones, o la fecha es del todo equivocada: “El Niño” fue muerto en la noche del 14
al 15 de julio. Y no fue en la calle precisamente. Vean vds. la entrada
correspondiente (inédita) y se enterarán de las circunstancias.
Según Garrett el segundo fogonazo fue
inútil. Pero suponiendo que no hubiera sido así
y que hubiera necesitado de auxilios, les recuerdo que tal día como hoy,
del año 1492, se realizó la primera “transfusión”
de sangre de la historia: El hijo de puta (que me perdonen las feministas) de
Inocencio VIII (papa) bebió, por consejo médico, la sangre de tres niños de
diez años, para salvar su insalvable vida. Los niños murieron por choque
hemorrágico y él por hijo de mala perra (que me perdonen las perras). Su alma
se salvó y reposa en el estercolero en
el que descansan las almas de los santos.
Ni América, ni la imprenta…ni hostias;
tal día como hoy pasa a mis efemérides como el día en el que el Papa asesinó a
tres niños para salvar su cuerpo: su alma (¿) estaba, de antemano, condenada.
Aprovechemos el día en Lisboa y bajemos
hacia la catedral. Sitios hay para tomar
aguardiente y escuchar, si lo desean, fados. Lisboa es una ciudad hermosísima (¿lo he
dicho?). Lo malo es que si no llevan
vds. gafas de sol y beben aguardiente, las consecuencias pueden ser
graves.
Disfruten de los ocres, de los azules, de
los blancos, de los azulejos… Y prepárense para la muerte de Gerda Taro (Kappa)
que, en estos momentos, está siendo atropellada por un tanque republicano. Cayó
del estribo del coche en el que viajaba cubriendo la batalla de Brunete. Una
semana antes había muerto Julian Bell, sobrino de Virgina Woolf. Brunete tuvo
mal fario…¡como siempre!
Sigan pimplando por la orilla del Tajo.
Dejen que la noche les envuelva. Esperen a las 4’35 y vuelvan como puedan.
Yo no tengo problema.
-- Ángeles
míos, hermosuras de la creación, olvidad mi insensibilidad y llevadme a casa.
Él tardó 37’.
--
Creo que te has pasado. Deberás volver por tus medios. Chiara.
--
A la próxima te abandonaremos para siempre.Aurora.
El resto calló. Era más que suficiente.
Tren de vuelta y ya llegaremos.