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lunes, 25 de febrero de 2013

Propuesta “¡Quién pudiera!” para hoy, 25 de febrero. Paris, febrero 1848. Eliot. Mann.

(asteriscos * remiten a razones efemerísticas)


Seguiríamos en París, donde el frío continua; una ligera brisa del N.E. nos hiela el corazón. Bufanda y gorro “Ignatius. Naturalmente, hubiéramos traído ropa interior…...etc..etc. En el Hotel de la Régence, aunque no les hubiera parecido adecuado, tendrían que habernos servido dos calvados acompañando el desayuno continental. Y así, con el puntito cogido, nos dirigiríamos hacia L´Hôtel de la Ville.

Sin embargo estoy aquí, recién pensado lo dicho, acariciando la huesuda cabeza del perro que, ¡ya!, pide el paseo matutino...etc..etc

Bajaríamos a Rívoli y seguiríamos rectos hasta que nos diéramos de bruces con el magno e histórico edificio. Veríamos vitrinas repletas de mercancías de lujo...y pensaríamos en cómo el urbanismo ha sido un arma poderosa de desposesión de lo común en manos de nuestros enemigos.
A la altura del Louvre el airecillo habría vencido la resistencia de nuestras defensas y nos apetecería un fif-fifti para entrar en calor. En la barra, a lo Jean Marais, echaríamos (con muchísima delicadeza y precisión) un poquito de calvados en la tacita del petit creme y el resto (?) lo beberíamos de un trago. Un pequeño golpe al dejar la copita, limpiarnos con el dorso de la mano y... ¡a la calle! El bar: “Alter Ego”.

El 25 de febrero, aún sin proclamar la República, las carteras estaban repartidas y se preparaban para una partida eterna de ajedrez. Raspail se dirigió al Hotel de Ville y, en nombre de proletariado de París (y pistola en mano), dio jaque mate: ordenó al gobierno provisional que proclamase la República. Tenían un plazo de 2 horas, de lo contrario volvería con 20.000 hombres y no quedaría piedra sobre piedra. Les sobró tiempo. París se inundó de carteles que anunciaban la proclamación de la República. La exigencia de trabajo para todos se concretó en la creación de los Talleres Nacionales (de corta vida). Pero...incluso para esto hizo falta la presencia de los mentados 20.000 obreros que exigieron un ministerio propio de Trabajo.
El encargo recayó sobre Blanc y Albert, que, sin presupuesto, tendrían que encontrar los medios. Les dieron una “oficina” fuera del edificio... ¡Hasta tal punto les era odiosa su mera presencia!

Cerca de nuestro destino, en la rue Saint Martín, compraríamos un Gitanes y nos sentaríamos en la terraza, contigua, del “Inn”, bajo una tubería petroquímica: Cogeríamos cualquier periódico e intentaríamos el sudoku con la ayuda de un Dry, estilo Buñuel.

Confundieron lo que era la conquista del campo de batalla en el que luchar por su emancipación, con la emancipación misma. Detrás de la Corona se escondía el Capital: Así se puso de manifiesto, en su forma pura, la dominación de clase. ¡Otra ocasión perdida! El proletariado no podía tocar ni un pelo del orden burgués mientras no sublevara contra ese orden a la MASA (campesinos, pequeña burguesía) de la Nación, que se interponía entre las dos clases en pugna y hacía ineficaz la lucha del proletariado; mientras no obligara a esa masa a unirse a la causa proletaria. “Sólo al precio de la tremenda derrota de Junio podían los obreros comprar esa victoria” (K.M.).
El proletariado volvió a confiar en la burguesía (en algunos sectores “liberales”). Y volvió a pagarlo caro. Dio la cara por ellos y se lo pagaron como siempre: “¡Así paga el diablo a quien bien le ayuda”!
Hasta Junio fue una continua contraofensiva del capital y un desarme paulatino del proletariado: Elecciones, impuestos agrarios, encarcelamientos...maniobras con la deuda pública, retirada de fondos, huelga de capitales, “corralito” (conversión de depósitos en deuda...impagable) ¡En fin cosas que nos son, de sobras, conocidas!

¡¡París!!

Acabaríamos el Dry, pese a que nos apetecería escupirlo. Y dejaremos el sudoku a medias y lleno de tachadura para irritación del siguiente cliente.
No tendríamos ganas de seguir deambulando. Dejaríamos Paris, sumido en la fiesta, ciego a la matanza que se avecina.

Algo quedó claro en Febrero: El proletariado NO PUEDE esperar nada de su enemigo. La extensión (el triunfo) de la Revolución (“Primavera de los pueblos”) hubiera sido determinante: Internacionalismo y Revolución Permanente.

Pero estamos aquí. Hemos puesto orden en la casa y hemos cocinado (verdejo de Rueda) unos garbanzos con bacalao (adornado con guindillas de Tudela. ¡Can Roca!). Nos pimplamos una botella de vino “hors de série” y acabamos con fifti-fifti con remolque.

¡Que suene en el Esputifiaf la segunda* de Mahler! ¡Y después los últimos cuartetos* de Beetoven! Y después debería sonar Schönberg*, pero no sonará. Vds. me perdonarán, pero no estaré en condiciones.
Tal día como hoy, del año 1947, se publica “El doctor Fausto” (Th. Mann). Empezada el 27 de mayo de 1943 (Las cifras tienen su importancia!) en plena campaña de bombardeos aliados contra las ciudades alemanas.

Hace tiempo (¡demasiado!) escribí:

Las congojas del amor ejercen un curioso efecto en las naturalezas que, como la mía, son proclives a lo artístico, pero su fuerza creadora es escasa. Deben contentarse con roer la cáscara del sentido. Han, penosamente, de limitar su actividad a la pura mecánica quisquillosa de buscar relaciones y signos...” (¡Aún seguimos en esas!) (...) “Pues están imposibilitados para la verdadera creación” (...) “Un jugador compulsivo sólo busca el juego y perder el tiempo, que es en realidad lo que se juega. A veces parece (no le pongo convicción) como si las suertes se esforaran en mostrar la morada del noúmeno (...) Juego y Amor. Y Muerte: o sea: Mundo, Demonio y Carne.”

Esto lo escribía en el 30 aniversario de Mann (y del 44 anversario de Adrián L. El desgraciado personaje de la novela).
Conocemos el argumento de la novela. Yo pretendía entonces revelar la común estructura formal de la novela con la del Apocalipsis de San Juan. Quien haya leído la obra convendrá que la idea no es, en absoluto descabellada: En la novela se destilan, y confluyen tres Apocalipsis (en el sentido de “apocalíptico”):

1. La obra culmen del músico-protagonista (en realidad es un Nietzche-músico que ha tomado algo de Mahler...), que coincide con el colapso del artista sobre el piano (¿caballo de Turín?)

2. El derrumbe de Alemania

3. y el de todo el mundo civilizado.

Cada uno de estos tres desastres se va desarrollando en la novela siguiendo un juego numerológico diferente. Finalmente confluyen y se produce el derrumbe conjunto.
El 7, el 9, el 13 (y las combinaciones cuyos dígitos suman esas cifras)...Juegos demoníacos.

No daré más detalles. Pero mi intención última era demostrar que Mann, humanista reconocido, cayó en el error por excelencia de los humanistas: el formalismo. Mientras el autor reprocha a Adrián el haber vendido su alma al diablo (por el triunfo de su arte (dodecafonía) en unas circunstancias que hubieran exigido otra cosa.).¡ÉL está haciendo lo mismo!: se entrega a juegos formales, a numerologías, al establecimiento de relaciones formales que lo vuelven incapaz de comprender lo que está pasando. Y esa incapacidad es un granito de arena que añadir a la montaña del desastre.
Mann no es ajeno a esta constatación y, creo, que, en el fondo, la novela es una autocrítica por su (del humanismo liberal europeo de entreguerras) incapacidad prospectiva (e inactividad). Para muchos el dilema se presentó de forma clara: Socialismo o Barbarie. ¡Basta con lo dicho! ¡Lástima que los días sean tan cortos!

Un gin-tonic mientras concluye el último cuarteto de Beethoven.

Mientras aprovechamos el último sol de la tarde, paseamos al perro. Nos viene a las mientes aquellos versos de Eliot (“Cuatro Cuartetos”, publicados el 25 de febrero de 1943):

De agravio en agravio avanza el exasperado
espíritu, a no ser que lo restaure ese fuego purificado (r)
donde hay que moverse según medida, como un bailarín”. (...)
Pasado y futuro conquistados y reconciliados”.

Esos “Cuatro Cuartetos”, dedicados a los cuatro elementos naturales (el airoso Burnt Norton, la sólida East Coker, las líquidas The Dry salvages, y el ígneo pueblecito de Little Gidding) y puestos bajo la advocación de Heráclito (todo cambia), no pueden entenderse fuera del marco cristiano de la culpa y la redención...y quizás sin su condición de herniado.

«Hace días que cohabito con T.S.E. [es decir, T. S. Eliot] con gran placer por mi parte y con algo menos por parte de mi familia, que se ha revelado un tanto insensible a los encantos de la prosodia inglesa. Hablan de echarnos a los dos a la calle». (Gil de Biedma a Paco Mayáns. Ver documental de RTVE: “Jaime Gil de Biedma. Retrato de un poeta)

"Está claro que mantuvo a lo largo de su vida puntos de vista claramente fascistas sobre cuestiones claves. Fue un tanto antisemita y sumamente clasista. Procedía de una élite de la sociedad norteamericana sumamente exquisita que ha desaparecido completamente del mundo" (Gilbert).

Pero, a veces, a los poetas, sin querer, les salen palabras inesperadas por la boca (quizá cuando duermen)... los versos anteriores podían haberse intercalado en las meditaciones de la mañana.

El perro, sin que le diga nada, se acerca a la (su) farola y me invita a un fifti-fifti. Volvemos a casa rumiando, yo lo del fuego purificado (r)...y el perro un hueso de ¡a saber!
¿Veis la vida?: se pasa recordando. Epicuro recomendaba llenarla de actos valerosos y felices para solaz de la “época de la tarjeta dorada”.

Espinacas del huerto (verdejo de Rueda) rociadas de piñones y pasas de Corinto. Medio de tintorro y fifti-fifti. En el esputifaif: Caruso (nacido tal día como hoy del año 1873).
Con Caruso la industria consiguió un hito importante: The Gramophone Company le persuadió para que grabara diez arias. Su voz era perfecta para el gramófono (la primera grabación eléctrica se realizaría 23 años después, un 25 de febrero): convertía sus defectos en virtudes. Le reportó 20.000 libras al año que, pronto, se multiplicarían por diez. Mientras Lenin se preguntaba “¿Qué hacer?”, Caruso lo tuvo claro.
Cantó en el teatro del Amazonas (Manaos) “Ernani” (Verdi)...(Fitzcarraldo).

Para concluir el día (DVD) tendremos que hacer una elección digna de Kierkegaard:
El crimen de Cuenca” (estrenada, con escándalo, en el festival de Berlín de 1980);
La naranja mecánica” (A. Burgess nació tal día como hoy del año 1917);
Alguna del gran (y un pelín facha) Alberto Sordi (muerto tal día como hoy de hace, exactamente 10 años).
Landrú” de Chabrol;
Monsieur Verdoux” de Chaplin (estas últimas inspiradas en Landrú, guillotinado en la cárcel de Versalles tal día como hoy del año 1922).

Me decido por “La Gran Guerra”: Un monumento a los antihéroes que fueron obligados a luchar en la primera guerra y, ni aún así, lo hicieron.

A soñar con las transparencias de Rothko (suicidado el 25 de febrero de 1970) espero que no aparezcan como cortinajes de “L’Hermitage”, mansión construida por Landrú: La guerra se lo puso fácil...abundaban las viudas...las desplumaba y las quemaba en el horno del hogar. Ni que aparezcan como sábanas del lecho mortuorio del pintor, que acabó su vida entre antidepresivos y alcohol.

El perro se acurruca junto a mi cama dispuesto a desgarrar cualquier atisbo de pesadilla.






RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...