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lunes, 25 de marzo de 2013

Propuesta para hoy, día 25 de marzo. La Nariz (Gogol)

Imagínense que están tan lindamente cortando el césped de su parcelita y se encuentran una oreja; no un orejón, no, una oreja humana. Como un resto olvidado de una performance vienesa, vamos. Desde un dron se descuelga la plácida y comestible melodía Blue Velvet.

 O bien, atrapados por la melancolía y la nostalgia, abren la lata de colacao donde la abuela guardaba las fotografías y se encuentran con una víscera etiquetada como “corazón de Lord Byron”. No sería raro. Nada hay más ubicuo que el corazón del poeta.

O, para acabar, imagínense que están comiendo en familia el roscón de reyes. 

 

A usted, como es natural, se le ha servido un trozo. A quien le salga el regalito comerá doble ración. Usted coge el cuchillo con la mano derecha y con la izquierda sujeta el dulce. El cuchillo se detiene ante lo que parece ser el pitufo. Papi ¿me lo darás?  rogará la niña. Sí cariño. Con cuidado abre la masa y lo que encuentra no es el esperado pitufo sino una nariz descomunal con un granito purulento en el lado izquierdo. ¡Qué asco! gritará el niño. Su mujer le mirará con mirada asesina como si usted fuera el culpable de esta anomalía. 


 
El 25 de marzo (pongamos del año 1836)tuvo lugar en San Petersburgo un suceso de lo más extraño.

(Ya tiene que ser extraño para que se califique de extraño en una ciudad como esa, acostumbrada a lo insólito y a las brumas que convierten en insólito lo acostumbrado).

En la avenida de Vosnesenski vivía el barbero Iván Yakovlievich; su apellido se había perdido, y no figuraba en la placa donde aparecían pintados un señor con la mejilla enjabonada y el siguiente letrero: «Se hacen sangrías». El barbero Iván Yakovlievich se había despertado bastante temprano, reparando al punto en el olor a pan caliente. Incorporándose un poco en la cama, vio que su esposa, una señora de aspecto bastante respetable, muy aficionada al café, sacaba del horno pan recién cocido. -Hoy no tomaré café, Prascovia Osipovna -dijo Iván Yakovlievich-. En lugar de ello, tengo ganas de comer pan caliente con cebolla. Es decir, Iván Yakovlievich quería lo uno y lo otro, pero sabía que era imposible exigir ambas cosas a la vez, pues a Prascovia Osipovna no le agradaban semejantes caprichos. «¡Que coma pan el muy tonto! Tanto mejor para mí -pensó su mujer para sus adentros-; así quedará más café.» Y echó un pan sobre la mesa.

Y ¿qué encontró en el interior de la hogaza? Pues, sí. Una cyranesca nariz con ese adorno que he apuntado arriba.

Mientras tanto Kovalev, aspirante a la gloria burocrática se despierta sin apéndice nasal… y lo que es peor, se le han agotado las mascarillas.

Sobre este bastidor se monta una historia simple y significativa, una parábola, por así decir.

Kovalev sentirá un escalofrío y se creerá devorado por la temible fascitis necrocitante. Su mujer, después de gritar aterrorizada, popondrá rogarle a la india Kateri Tekawitha…etc…etc

Este intervalo fabuloso durante el que La Nariz pudo ejercer de sinécdoque, de atributo sin hombre...este milagro, por así decir, se demostró transitorio el 7 de abril. 

La nariz volvió  a su sitio natural y Kovalev pudo seguir sus aspiraciones (de rape). Nada dejó entrever la intercesión de la india Kateri.

 "En este mundo ocurren las cosas más disparatadas. A veces, sin una pizca de verosimilitud. De pronto, aquella misma nariz que paseaba bajo la figura de un consejero de estado, y que causó tanto revuelo en la ciudad, apareció, como si nada hubiera ocurrido, en su sitio, o sea entre las dos mejillas del mayor Kovalev. Esto sucedió el 7 de abril".

 

Érase una nariz a un hombre pegada...

 

 

Estas pequeñas historias (“Historias de San Peterburgo”) son el origen de toda la literatura rusa posterior, Dostoievski dixit.

Léanla y después sigan la estupenda y muy divertida (no para todos) adaptación operística de Shostakovich quien, por cierto, al año siguiente, compondrá la música incidental para “La chinche” (Mayakovsky) obra emparentada con esa tradición gogoliana de la que un eslabón importante lo constituye Chéjov (“La muerte de un funcionario público”)

…¡Y ya hablamos!

 

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...