“El
5 de noviembre de 1718, fecha que para el caso era tan cercana, a los nueve
meses naturales, como mi padre podía razonablemente esperar, aparecía yo, el
caballero Tristram Shandy, (¡Oh, melancolía bisílaba de la voz!) en este nuestro ruin y desastroso mundo. Yo
hubiera preferido nacer en la luna o en cualquiera de los planetas (salvo
Jupiter o Saturno….)
Santo Tomás era de la opinión de que, al
ser el bautizo un (re)nacimiento a la gracia, debía ser necesario que el niño
YA hubiera nacido. Otros, con menos autoridad…pero más implacables, se
inclinaban por la conveniencia de un bautizo intra-uterino…aunque, eso sí, el
no-nacido debía de mostrar una férrea decisión mundana…dejaban, sin embargo la
última decisión al Santísimo Padre.
Eso era un bautizo “por jeringuilla”, dado que con ese instrumento se le inoculaba la “gracia”, necesaria para que el tal no
deambulara eternamente por infernales guarderías o por límbicos jardines de infancia.
Tristram Shandy fue bautizado de ese
modo…aunque ¡quién sabe!
El bautizo tiene su qué…¡desde
Pelagio!... ¿Es válido un bautizo oficiado por manos impuras o la eficacia es “per se”? Dado que las palabras que deben
se pronunciadas están bien establecidas…¿es válido otorgado por un “gangoso”: “en el nogbre deg padre deg hijo y del egpiritu santo?”…
Todas estas cuestiones y otras de similar
o superior trascendencia están planteadas sin renuencia (y algunas incluso
resueltas) en este libro de clara ascendencia rabelesiana y cevantina.
Aceite y sal, contra la corrupción, son
los ingredientes de un bautizo en toda regla… ¡Yo añado orégano!...y bautizo el
día mediterráneamente.
Si Voltaire hace de “Candide” una víctima del sistema de Leibniz, L. Sterne utiliza la
filosofía de Locke como guía de sus desvaríos. Y establece, sobre esa base, la digresión
y el excurso como género literario: Lo inconcluso como propuesta definitiva… ¡de
familia le viene al galgo!
Cuando Gila nació su madre no estaba en
casa…así que tuvo que arreglárselas solo. Tristram, nace en el tercer libro,
después de testificar con pelos y señales los antecedentes y circunstancias de
su nacimiento: ¡Estaba antes de nacer!
Sterne, pulveriza las historias e
intercala los restos de la manera que le parece…Estén seguros, sin embargo, de
que todo encajará: de tal manera que el tío Toby puede fosilizarse antes de
acabar la “fortificación” de Namur… pues
el relato ha tomado las de Villadiego.
Sin embargo no pimplan ni una sola
vez…¡vds. me corrigirán!
Para equilibrar la cosa, me soplo un
carajillo de Terry, con remolque..y enchufo el esputofai (razones
efemerídicas):
·
Herman’s hermits: “No milk today” (¡¡)
· Peter Hamil y “Van deer Grat Generator”…No me hagan explicar ahora la diferencia
entre el Generador Van deer Graft y
la cubeta de Faraday.
·
Bryan Adams (Ortiz): aquella de “have you ever…no sé qué más”…por
Konchalovsky.
·
Leonardo Favio: todo lo que encontremos.
El lejano verano del 71 lo pasé en
Alemania (Nienburg); en una fábrica de marcos (¡de ventana!) de maderas de
calidad…la verdad es que no creo que YO les saliera rentable. No sólo por mi
trabajo, sino, sobre todo, porque el dueño de la empresa, casado con una
cartagenera, me dejó, amablemente, una casa preciosa en medio de un campo de
patatas y se la devolví hecha una ruina. Pues bien…sólo tenía una cinta de
casete: “Grandes éxitos de Leonardo Fabio”
(¿Favio?). No sé ni cómo fue a parar a mi aparato ni cómo desapareció. Estuvo
conmigo ese verano y se desvaneció (¿euridicianamente?)…”Fuiste mía un verano…solamente un verano…”. Así que ¡¡nadie me
toque a Leonargo Fabio”. (¿Favio?).
El vino sólo se nombra tres veces (las
demás, son en tercera persona del pasado del verbo venir); la ginebra dos veces
y el coñá, una (libro V. cap 37, 38 y 40)…¡vds. me corrigirán!...Sin embargo
uno tiene la certeza de que el tío Toby no ha probado el agua salvo en caso de
estricta necesidad.
“El
propósito de la publicidad es que el espectador se sienta marginalmente
insatisfecho con su modo de vida presente. No con el modo de vida de la
sociedad, sino con el suyo dentro de esa sociedad. La publicidad le sugiere
que, si compra lo que se le ofrece, su vida mejorará. Le ofrece una alternativa
mejorada a lo que ya es.”
“La
publicidad está dirigida a aquellos que constituyen el mercado, al espectador-comprador
que es también el consumidor-productor del que se extrae un doble beneficio:
primero como obrero, y después como comprador. Los únicos lugares relativamente
libres de la publicidad son los barrios de los muy ricos; su dinero ha de
seguir siendo suyo.”
“Toda
publicidad actúa sobre la ansiedad. Todo se cifra en el dinero, en hacer dinero
para superar la ansiedad. La ansiedad básica con la que juega la publicidad es
el temor de que, al no tener nada, no eres nada.”
“La
publicidad dirigida a la clase obrera suele prometer una transformación
personal a través de las virtudes del producto concreto que se está vendiendo
(Cenicienta); la publicidad de clase media promete una transformación de las
relaciones mediante la atmósfera general creada por un conjunto de productos
(El Palacio Encantado).”
“La
veracidad de la publicidad no se juzga por el cumplimiento real de sus promesas
sino por la correspondencia entre sus fantasías y las del espectador-comprador.
Su verdadero campo de aplicación no es la realidad sino los ensueños.”
“La
sociedad industrial que ha avanzado hacia la democracia y se ha detenido a
medio camino es la sociedad ideal para generar una emoción así (envidia
social común y generalizada). La
persecución de la felicidad individual está reconocida como un derecho
universal. Pero las condiciones sociales existentes hacen que el individuo se
sienta impotente. Vive en la contradicción entre lo que es y lo que le gustaría
ser. Entonces, o cobra plena conciencia de esta contradicción y de sus causas,
y participa en la lucha política por una democracia integral, lo cual entraña,
entre otras cosas, DERRIBAR EL CAPITALISMO; o vive sometido continuamente a una
envidia que, unida a su sensación de impotencia, se disuelve en inacabables
ensueños.”
“La
publicidad convierte el consumo en un sustituto de la democracia. La elección
de lo que uno consume ocupa el lugar de la elección política significativa.
Ayuda a enmascarar y compensar todos los rasgos antidemocráticos de la
sociedad. Y enmascarar también lo que está ocurriendo en el resto del mundo.”
“En
la cultura del capitalismo es inimaginable ya cualquier otra clase de
esperanza, de satisfacción o de placer.” (que la que la publicidad promete)
“La
publicidad es la vida del capitalismo-en la medida en que sin publicidad el
capitalismo no podría sobrevivir- y es al mismo tiempo un sueño.”
“El
capitalismo sobrevive obligando a la mayoría -a la que explota- a definir sus
propios intereses con la mayor mezquindad posible.” (imponiendo un falso
criterio sobre lo que es y no es deseable).
¡AÑADAN vds. el miedo!... Lo anterior fue
escrito hace 40 años.
Con esta larga cita se ha pasado la
mañana y llegamos a la hora del ángelus: Dry del mediodía.
Y ¡otra vez salmorejo!...barato y bueno
para (contra) la hipertrofia benigna de próstata…y bonito.
Mientras Berger escribía lo anterior, y
yo destrozaba la casa y las ventanas de la cadena de montaje, Pedro Carrasco
conseguía, tras una “incierta” pelea
con Mando Ramos, finiquitada por descalificación del mejicano (aunque
estadounidense) en el decimosegundo asalto, el título mundial de “peso ligero”
(WBC). Los periódicos hacían su agosto y la gloria volvía (después de “Sangchili” y de Legrá) a caer sobre este
oscurísimo país. El púgil tenía 28 años y toda una vida desgraciada por
delante.
…¡Ya les contaré!...
¿Qué puede hacer un niño alimentado con
vino materno y licores de abuela, sino llenarse de nostalgia por el Espirituoso
Santo?
O bien: el ala del Espirituoso Santo rozó
la boca del infante desde la cuna.
O bien: le faltó de todo menos vino.
Nació en la Navidad (como el que esto
escribe) del año 1883 y murió tal día como hoy, del año 1959.
Maurice (¡qué bonito nombre!) Utrillo, hijo de María-Clementina Valade (que pronto cambió su cítrico nombre por el más aristocrático de Suzanne Valadon) y de padre disputado: el borrachín Boissy (que celebró el nacimiento del niño en un tabernucho de rue Norvins, con vino de “barrière”, pepinillos en vinagre y dejó a deber el convite), Puvis de Chavanne (¡quién lo diría!) o Miquel Utrillo (que le cedería el apellido)…De padre desconocido y mujer “pública”.
Nunca un hijo de tantos padres se ha sentido
tan huérfano…Incluso de madre…y sin embargo no fue un “hijo de la ira” (de alguna manera había que citar que tal día como
hoy, del año 1944, Dámaso Alonso publicó “Hijos
de la Ira”).
Suzanne (María, en los círculos
artísticos), ejerció de modelo y de “maitresse”
de los insignes Toulouse-Lautrec, Puvis de Chavanne, Rusiñol, y los dreyfusistas
Renoir y Dégas (entre otros) y sólo de “maitresse”
de Eric Satie, quien le envió centenares de cartas en decenas de días.
Toulouse-Lautrec, también enamorado, tenía el detalle de dejar a la puerta de
su casa (7 de rue Tourlaque) unas flores con un “vale por algunos vasos de absenta” que “la terrible María” se encontraba cuando volvía de sus rondas de
noche.
En recuerdo se esta “relación” que suene
en el esputofaif:
·
“Vexations” (Satie): 18 notas “para tocar 840 veces…será bueno prepararse
con antelación, y en el más profundo silencio, para la más intensa inmovilidad”.
J. Cage entenderá el mensaje.
Utrillo había nacido en 1883 (su madre
tenía 16 años) y era un niño (alcohólico) cuando todo esto ocurría. Estaba al
cuidado de la abuela (materna, naturalmente).
Degas dirigió a Suzanne hacia la pintura
y ella consiguió encontrarse a gusto en ese nuevo destino. Antes había hecho de
todo, incluso, accidentada, trapecista del circo Fernando (que después sería,
reconstruido (1897), el Circo Medrano), hay quien habla del circo Melier.
…Llegó a ser una cotizada pintora. Y
perfeccionó el arte de la rompedora excentricidad: llevaba siempre un manojo de
zanahorias, su casa era un arca de Noé…la cabra se comía las malas pinturas…y a
los gatos, los viernes, los alimentaba con caviar. ..¡De tal palo, tal astilla!
A Maurice “litrillo” (se soplaba entre 8 y 10 litros de vino al día) debemos
la visión estandarizada que tenemos de Montmarte y Montmarte le debe parte de
su brillo. Pero antes de llegar a dominar, a su encantadora manera, el arte de
la pintura, pasó por una etapa musical en la que no consiguió descifrar la
función de los agujeritos del clarinete, ni llegó a hacerse una idea cabal del
aparato en su conjunto. Lo utilizaba como instrumento de percusión, con el que
acompañaba sus gritos desesperados. No estaba hecho para la música.
La madre, a todo esto, había encontrado a
una especie de banquero con posibles con quien se casó. El “niño” pudo ir a estudiar a una
prestigiosa escuela suiza y hacer algún amigo. Acabada la relación con el
banquero, se casa con André Utter (1914), el mejor amigo de su infortunado
hijo, tres años más joven que el retoño y veinte menos que el árbol principal:
“Trinidad trágica”, que en realidad era un tetraedro (¡la abuela!)
Fracasada la etapa musical, intentan la terapia pictórica: lo encerraban en el cuarto con un montón de postales y: ¡hasta que no las pintes todas no sales!...Y miren vds. por donde, el licántropo encontró una afición que le duraría toda la vida y sería el fundamento de su gloria…Por lo demás, seguía pimplando sus 8 litros de vino cotidianos.
Maurice, para mayor exactitud, contaba,
aplicado, los adoquines de la calle; inspeccionaba de cerca las grietas de los
edificios; medía el tamaño de las hojas; mezclaba durante horas los colores
hasta dar con el color exacto… Se pimplaba dos botellas y perdía la cuenta
y…¡vuelta a empezar! Más que pintor actuaba como naturalista-entomólogo.
Normalmente acababa acogorzado en medio
de la calle vencido por las dificultades y el morapio.
Cambiaba cuadritos, por tintorro;
cuadros, por absenta; meses de trabajo, por la manutención. Tuvo que ser una “madame” quien recayera en la genialidad
de ese pobre beodo…Completamente inútil para la vida.
Dispuesto a reventar el mundo, se encerró
en una miserable habitación de hotel con una carga de “masclets” y diversa pirotecnia: Tembló el edificio, la calle se
llenó de humo, mientras el alma del orate sintonizaba con aquel desorden
esplendoroso: ¡Au feu! ¡Au feu!...y
los más socarrones: ¡Au fou! ¡Au fou!... Tal día como hoy, del año
1987, se encontró en la Antártida un témpano aislado más grande que
Catalunya…¡Fíjense vds. hasta dónde llegó el calor de las
explosiones!...¡Mundial, este Utrillo!
No
estoy loco…¡soy un alcohólico! Perdóname mamá. Soy el infierno y tú el paraíso.
Te quiero.
Pobre,
hijo mío…¿qué será de él cuando yo falte?
Pero como dios ahoga cuando no aprieta
(uum?)…cuando más profunda era la oscuridad y ya era imposible ver ni las
primeras horas del día siguiente, se hizo el milagro acostumbrado (y merecido
por estos santos bebedores): Una pareja de amateurs,
rica por demás, quiso conocerlo, pues ya su fama empezaba a extenderse más allá
de La Butte. Lo encontraron, como
siempre, en una taberna, sentado y mirando el pavimeto…contando irregularidades
que plasmar y calculando el color exacto del escupitajo que acababa de lanzar
un asiduo.
El varón de la pareja, ¿banquero? belga,
murió y dejó el campo libre para que se desarrollara el milagro: Lucie Valore
(pintora aficionada) y Maurice Utrillo, enamorados, se casaron, fueron felices
y comieron perdices (escabechadas con el mejor vino de la región).
Murió Suzanne y él no pudo asistir al
entierro…¡Imaginen vds. la borrachera! Empezó a beber para sedar el sufrimiento
y cuando se vino a dar cuenta no podía dar ni un paso.
Mamá,
te quiero… ¡pero no puedo moverme!...¡Ve con Dios tú sola!
Esta instructiva historia tiene
ramificaciones, que serán objeto de diferentes propuestas.
Años más tarde, cuando Montparnasse tomó
el relevo y Kikí reinaba, acudió al estudio del pintor para que le hiciera un
retrato. Tras horas inmóvil como aplicada modelo y acabado el trabajo, se
levantó para ver la obra y estalló en una carcajada (¡tan suya!) que aún
resuena por la “rive gauche”: el
pintor había dibujado una casita de campo, con su chimenea humeante y la cerca
correspondiente.
Y post mortem, tuvo lugar el homenaje más
grande que recibió jamás: Malraux, por entonces ministro de cultura de De
Gaulle, organizó un “auto de fe” en
la plazoleta de Ravignan, con las incontables falsificaciones del finado. Las
llamas superaron los “tejados de París”. Y con el humo, su gloria se
extendió por el universo-mundo.