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domingo, 2 de febrero de 2014

Propuesta para hoy, día 2 de febrero. SEGUNDA SERIE. Día de la marmota. McCuller. Alexander Selkirk.



Asteriscos (*) responden a razones efemerísitcas.
“Le gustaba ver trabajar a los demás, como les pasa a todos los vagos de nacimiento.”


 1.
–Vamos Hegel, le digo al perro, ¡otro día más!
U otro menos. Mi vida es tan corta…
–Y la mía tan predecible…
Melancólicos, como el famoso hidalgo, nos dirigimos a la cantina del Día. Calor para la época. Entramos. El cantinero parece que me espera. Me mira socarrón y sonríe. Este cabrón no me va a pillar, pienso, algo se trama. Pasa un minuto largo, como en un duelo en el corral del Día.
–Póngame un vino amargo, señor Farina*.
–Con usté no hay na c’hacer. Se las sabe toas. Es usté más leído que Pitágoras,
–Estudio, estudio… Y un poquito de perspicacia.
–Bueno, invito, ¿qué va a ser?
–Gracias enciclopédico mesonero. Estoy por pedir una horchata.
–El otro día llegaban las olas hasta aquí. No sé adónde vamos a parar. O cambiamos el modelo productivo o nos vamos a tomar p’ol culo– Sin insistir me pone un carajillo al cincuenta por ciento y saca un cubo con agua para el perro. Me lo pimplo biomecánicamente (*) y con respeto.
–Ah! ¿Quiere usté que hablemos de Zinaida Rajch?
–Preferiría no hacerlo.
Escondido entre la voz chillona de Rafael Farina y el estruendo de la cafetera, distingo un gorgoteo de ronquidos. Un cliente ocupa, como un náufrago en un mar de detritus, la única mesa del establecimiento…
–Parece una marmota–digo gracioso.
–Sí; la marmota Phil. Este predice el tiempo con ronquidos. Si ronca, tendremos calor pronto.
–Pues la rata esa de Pensilvania, ese von Chamisso hocicudo, tampoco ha visto su sombra, o sea que el final del invierno está cercano.
–Es como si los roedores se hubieran vuelto locos. 


Visitar la cantina del Día nunca es estéril. Aquí mana la sapiencia. Y el misterio.

2
“El primo Lymon no paró en todo el día, y su carita estaba sombría y tirante de pura excitación. Se preparó un bocadillo al mediodía y salió a buscar al topo. Volvió al cabo de una hora; se había comido el bocadillo y dijo que el topo había visto su sombra y que se preparaba mal tiempo…”




–Me alegra que cite a la McCuller. Como tabernero que soy le tengo en muy alta estima. Ella entendía de aguardientes y tenía en gran aprecio a las gentes que se refugian, por un motivo u otro, entre las cuatro paredes de un garito. El alcohol, querido Kino, es como el fuego a la escritura con zumo de limón; Usté escribe con zumo y no se ve lo escrito. Lo acerca a una llama y lo invisible, pero existente, se hace visible. Así el alcohol. No lo olvide. Aunque como murciano que es debe saber todas estas cosas.



Mientras decía lo dicho, cruzó los brazos sobre la barra y miró con pena al náufrago que, abrazado a la única mesa del local, roncaba de forma suicida.

–De ahí lo del primo Lymon… ¡Ah!.... ¡Ahora caigo! Y es que cualquiera… escuche. Escuche lo que escribió la McCuller: “La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.”

3

De la lectura de las primeras páginas de “La balada del café triste” puede deducirse que la mujer, de ojos grises, que se asoma, por las tardes, a la ventana de aquella extraña y vieja casa, que más que casa parece galeón pirata, puede tener entre 60 y 70 años. Menos no parecería verosímil. La novela se publicó en el 51.Fue escrita entre ese año y el anterior. Réstenle ustedes ¿65 años?… y nos plantamos en 1885 o el 86, el año de la invención de la Coca Cola o de la instauración de la esa rural costumbre del roedor, para entendernos. A partir de esa fecha vayan ustedes construyendo la línea del tiempo de la novela: Amelia se casa en 1905. El primo Lymon, (¡Ay, el primo Lymon), el enigmático primo Lymon, aparece en 1915 y el combate que culmina la obra tendría lugar, pues, en 1922.  

“La pelea tuvo lugar el Día del Topo, que es el 2 de febrero. El tiempo fue favorable, sin lluvia ni sol Con una temperatura mediana (…) Estaban todas las señales.”

Joyce cumple 40 años y, como regalo ha recibido el primer ejemplar de Ulises. Era jueves y la luna estaba en creciente. Día del avellano.


Desde entonces el café es una ruina: Carson McCuller, nacida de las ruinas del triste Café de Amelia. En realidad la única época alegre de Cheehaw (que) “de por sí ya es melancólico. No tiene gran cosa, aparte de la fábrica de hilaturas de algodón, las casas de dos habitaciones donde viven los obreros, varios melocotoneros, una iglesia con dos vidrieras de colores, y una miserable calle Mayor que no medirá más de cien metros... “

Este movimiento sentimental, desplazar al mundo físico los sentimientos humanos, es una marca de fábrica, que ahorra la psicología: ¿Fisicalismo moral-psicológico?  Abandono progresivo del esquematismo en exceso simbólico de la primera novela. Aparece el humor y la reflexión metalingüística.

–Yo, como usted sabe, querido Kino, soy un amante de la literatura sureña. Baste decir que cada noche escribo una novela que es exactamente igual que la homónima de Faulkner, así me sale ¿qué le voy a hacer? Y me fijo mucho– dice pasando el trapo por el mostrador de zinc– así que no entiendo por qué la buena de Carson se confunde con el color de ojos de Marvin Macy: Cuando aparece, tiene los ojos grises y cuando, después del talego, vuelve, los tiene azul profundo. Y eso, teniendo en cuenta que sabemos el color de ojos de todos los personajes y que no hay página en la que no se nombre un color, parece de una dejadez incomprensible.
–O un cebo.


Carson McCuller: “la desgraciada más talentosa” (G.V.), patrona de los deformes, abogada de los sufrientes, protectora de los alcohólicos, refugio de los amantes desorientados


Esquivó, por poco, el suicido (sin contar los que fueron suicidados) cuando era plaga. Denegó amablemente la invitación de Reeves que (cual von Kleist, Felix (A.Sch.) o, entre nosotros, Max Estrella) le propuso la desaparición definitiva; se fue solo. Klaus Mann, de familia le viene al galgo, propuso el suicidio colectivo de la intelectualidad europea; también se fue sólo. Carson avanzó, renqueante, hacia su pequeña muerte privada que alcanzó en 1967. En Inglaterra re-aparece “La campana de cristal”, ahora con el verdadero nombre de su autora, madre de suicida y suicida ella misma. En Georgia (EEUU), Flannery O’Connor, diríase que misógina, acaba sus sufrientes días. Su querida Anne Porter tiene 77 años. Violeta Parra, educada hasta en la muerte, da gracias a la vida y se pega un tiro en la cabeza. Dorothy Parker. Che Guevara. Bonny and Clyde. El Graduado. El verano del amor. Big Electric Chair. Cien años de soledad
En los USA se consigue que la definición de “Homicidio” incluya también el “asesinato de un negro”. Largo y cálido verano de 1967 en Detroit.

4
Murió de alcoholismo
envuelta en una manta
en una reposera
de un barco
de vapor.
todo lo que de ella
quedaba
eran sus libros de
aterradora soledad
todos sus libros sobre
la crueldad
del amor sin amor
como el turista que paseando
descubrió su cuerpo
y notificó al capitán
y fue despachada rápidamente
a otro lugar
en el barco
y todo
continuó simplemente
tal
como ella lo dejó escrito.
(Bukovski)

5
–Con clientes así da gusto trabajar.
–En ningún otro sitio tendría mejores oyentes.
–No lo dirá por ese…
–¡Precisamente!
–Pues, ahora, querido bebedor, déjeme que le cuente algo– y me sirve, parsimonioso, otro carajillo al cincuenta por ciento:




Corría el frío año de 1709: Coincidió con el Mínimo de Maunder. Se helaron hasta los topos. En la isla Más a Tierra, del archipiélago de Juan Fernández, reinaba, sin embargo, una primavera adelantada. Como todos los días, Alex, rememoraba la sucesión de minucias que, convertidas en acontecimiento, marcaron su vida. Y es que le repateaba que el capitán del Cinque Ports se paseara, provocativo, arriba y abajo con los dos brazos tatuados y luciendo tres aretes en las orejas. Y se lo dijo. Y. además, le exigió (sic) que se reparara el barco antes de seguir la singladura. A mí nadie me exige nada, dijo el oficial, que no era otro que el gran Dampier. Y, además, no me gustan los lokos con algas, ni la langosta, remató. De esa discusión se desprendió una conclusión inesperada: Alex se quedaría en tierra. Le dieron lo imprescindible para la supervivencia y la Biblia… y el barco desapareció… ¡por completo!... tragado por las aguas; los que consiguieron mantenerse a flote murieron de escorbuto. –¿Qué le parece? 

Y continúa…

Estos abandonos llegaron a ser costumbre. Normalmente redundaban en el apaciguamiento del confinado; Alex, sin embargo, siguió siendo pendenciero.
Pasaron cuatro años desde aquella discusión tan relevante. En ese tiempo, Alex, fue capaz de reconstruir el paso del Paleolítico y Mesolítico al Neolítico; y una mañana ventosa de febrero, precisamente tal día como hoy del año 1709 y mientras Farina, en la helada Colonia, describía su perfume a su hermano, avistó dos barcos que se acercaban a la isla. De los dos, uno, el Duque, atracó en la ensenada; la Duquesa esperó en alta mar. Bajó el capitán, Woodes Rogers, y con mueca propia de Sid Vicius*:



–¿Qué? ¿Se le han pasado las ganas de discutir las órdenes?– Su voz sonó mantecosa a causa del escorbuto–acota el cantinero.



No sé quién se llevó la mejor parte. Yo conservo mis dientes.

–¡Mire que le dejo aquí!

Alexander no pudo tomar en serio esa amenaza desdentada. Y se rio. Al reclamo apareció, desdentado, el ubicuo Dampier, navegante principal del Duque y ejecutor del abandono. No dijo nada por temor al ridículo. Alexander, rehecha su vida por la necesidad y por la Biblia, instó al olvido de los agravios y les ofreció un paquetito de Coclearia, a más de media cabra asada acompañada de algo parecido a la col kale. Comer fue un esfuerzo sobrehumano. El día de los enamorados se izaron las anclas.


Y así, de esta forma tan amistosa, concluyó la confinación del corsario Alexander Selkirk. Los barcos, con patente de corso, siguieron su camino y continuaron su labor corsaria a favor de la corona inglesa y a costa de las embarcaciones francesas y españolas… dentro de la llamada Guerra de Sucesión. La expedición que abandonaría a Alex había salido de Londres ¡el 11 de septiembre de 1704!
–¿Qué le parece?
–Apabullante.
*****

Alexander murió en alta mar en 1721 y fue lanzado a las aguas africanas dos años después de que Defoe inmortalizarasin pagar derechos, su hazaña. 



Si quieren ustedes leer un relato más convincente, ¡háganlo!:

6
Diez años exactos después de lo del ojo de Buñuel, encontraron en Moscú unos ojos atravesados, biomecánicamente, con espaditas lorquianas. Y es que el Realismo Socialista nunca fue una broma. Aquel que acostumbraba besarlos fue arrastrado como un despojo por los helados campos de Siberia. 


Algo tengo escrito en estas páginas sobre Meyerhold. ¡Léanlo!















RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...