Buscar este blog

martes, 7 de mayo de 2013

Propuesta para el 7 de mayo. Primera comunión y algo más



Asteriscos remiten a “efemerísticas razones”.

Fue un 7 de mayo de hace muchíiiiisimos años. Casi medievo.

Fue el día más feliz, dicen, de mi, entonces, corta vida. Yo vestía de torero, dorado y marfil, exactamente igual como el año anterior había vestido mi hermano (el de en medio) y cuatro años antes, el mayor. Exactamente igual como irían durante generaciones, dorado y marfil, los niños de mi calle. El trajecito, finalmente, sucumbió a tantas esperanzas depositadas en él. Abuelos, dicen, haber vislumbrado bajo higueras estériles jirones de ese vehículo que nos acercó a medio pueblo a los pies del santísimo: “Así transita la gloria de este mundo”. Tengo para mí que el tal trajecillo fue depositado en manos de mi abuela materna por la misma maría santísima, allá por las postrimerías del XIX. Cuando todos nosotros llegamos… ¡él ya estaba allí! Cuando nos vayamos, seguirán vislumbrándose jirones, dorado y marfil, bajo higueras estériles…

¡Si las cabras no lo han devorado por completo!










Decía que, dicen, fue el día más feliz de mi vida: me dedicaron una canción por la radio (que no pude oír). A esa felicidad aportó algo mi natural artero: El año anterior había vendido las estampitas (que se acuñaban para la ocasión) correspondientes a la comunión de mi hermano, lo que me reportó mis buenos tres duros y a él una melancolía infectada de odio fraterno. Tres duros a los que sumé el contenido del “cepillo” de las limosnas…con lo que pude comprarme todos los tebeos atrasados de “El Jabato”. Cuando se hubo descubierto el engaño y el robo, y mi naturaleza fulera quedó manifiesta, “El Jabato” pasó a ser símbolo de lo agridulce. Aunque analizando la cosa con más detenimiento y con criterios menos laxos, tendría que haber sido, en realidad, de la maldad más aviesa. Sin embargo no devolví lo adquirido. Ni lo confesé. Es una losa que siempre he llevado y llevaré sobre mi conciencia. Por eso, incluso en las mayores manifestaciones de alegría y contento, se abate sobre mí la pesada sombra de Ursus y la liviana de “Fideo” que dibujan en mi jeta un vislumbre de descontento existencial.
 
Fue algo así como una versión, menos hiriente, del “timo de la estampita”, núcleo duro de “Los tramposos” (Toni Leblanc.*) que se rodaba exactamente por entonces.

 La felicidad no está exenta de unas gotitas de angostura.

La catequesis protocolaria había sembrado mi razón (recién adquirida) de extrañezas y maravillas: El valor de un plato de lentejas; una barca con todo tipo de animales que flotaba sobre el mundo sumergido; una serpiente que comía manzanas; una ballena voraz; las tribus de Israel; el sol de Josué; una quijada de burro; peces que se multiplicaban; el agua que se hacía vino; un matorral que ardía sin consumirse; un niño perdido y hallado; alguien que se ahorcaba en un alcornoque… ¡¡ oro, incienso y mirra!!... Unas calderas en donde se cocían eternamente los que habían robado el cepillo de las limosnas; un ángel con espada de fuego; un tren de vapor que circulaba por la línea del horizonte del Paraíso (el humo se acumulaba en un rincón del Edén); un romano, con reloj de pulsera, que atravesaba las costillas del crucificado…













Y de verdaderas madejas conceptuales…a las que no había manera de encontrar la hebra buena: vigilia, ayuno, abstinencia, propósito de enmienda, contrición, remisión de los pecados, asunción, ascensión, anunciación, encarnación, redención… ¡¡uno y trino!!...que yo rumiaba mientras merendaba una rebanada de pan empapada en vino de Jumilla… ¡de perdidos al río!

Eso en cuanto a la preparación teórica.

La mecánica la fuimos asimilando de manera natural: filas de a dos. Manos juntas (palma contra palma y con el rosario nacarado enredado entre los dedos) apoyando los pulgares en el esternón. Cabeza inclinada como si olieras los índices. Ojos cerrados (podías abrirlos un poquito para no pisar al de delante). Llegar a la sombra del cura, arrodillarte, sacar la lengua (aquí sí: ¡ojos cerrados!) y cuando notaras el contacto áspero de la hostia, introducir la lengua a cámara lenta, como un camaleón impedido y ¡sobre todo! no tocar la sagrada forma con los dientes. No morder al niño Jesús (ya nos imaginábamos la sangre desbocándose por las comisuras)…levantarse del reclinatorio, y dirigirte hacia el grumo familiar, que te esperaría con ojos fijos de  lechuza psicópata. 




El hijo del secretario del ayuntamiento apareció con un ¡traje de marinero!...Será normal en ciertos sitios…pero en Fortuna, donde el agua, como saben vds. era una idea, tal ocurrencia no pasó desapercibida. Más apropiado un traje de pastor o ¿por qué no? de torero (el “festejo taurino” había dejado huella). El secretario se creyó el Mesías de los nuevos tiempos. Pensó que bastaba con que su retoño vistiera un traje acuático para que el agua hiciera acto de presencia. Pasarían años hasta que llegara el agua corriente y decenios para la primera piscina. El traje de marinero era, en efecto, algo estrafalario (cuando no provocativo). Y así se le hizo saber: ¡la próxima vez vístalo como a todos!

Yo entré con mal pie en el uso de razón: ¡sacrilegiando!... ¡no había confesado mis tropelías! En su lugar me desahogué proclamando mis malos pensamientos. Ahora que… ¡peor entró Ginés! que no guardó las preceptivas cuatro horas de “ayuno”…lo vimos llevarse a la boca, cuando íbamos de a dos, enfilados hacia la gloria, un moco considerable que, digo yo, se mezclaría con el cuerpo divino del niño Jesús. Nadie pudo mantener los ojos cerrados. Avanzábamos…y el desgraciado se iba acercando a la perdición. Un rayo caería sobre él en el momento del contacto con la redonda blancura. Esperábamos algo así como el apocalipsis (¿)…¡y no pasó nada!... Ginés se levantó y con los ojos entreabiertos se dirigió hacia los suyos. Nosotros, mientras tanto, hacíamos lo imposible, para despegar con la lengua la masa harinosa del cielo (¡el único!) del paladar. Con el tiempo aprendería (yo) a despegar los restos harinosos con un copuzo de aguardiente.

Mientras esa procesión de los inocentes fluía por el pasillo central, las mujeres entonaban cánticos: “Con flores a María…” (o algo parecido). Yo no sabía (ni sé) la letra; no sé que dice después de “mil queru…no se qué… beeellos / Holanda puso ser” (¿). Naturalmente aún no estaba avezado en las jerarquías celestes.
También pudo haber sonado la “Novena” (*) de Beethoven (adaptación para zambomba, chirimía y triángulo). (ver 9 de mayo).

Después venía (el convite) la tortada de merengue blanco y esponjoso…y la venta de estampas. Los vecinos huían, se refugiaban en los rincones más disimulados de sus casas y ponían los ahorros a buen recaudo:

–¡Otra vè será, hijico!
–¡Cómo que otra vez!...¡La primera comunión es única!
–¡Vete con dio’h, he’moso!

Nosotros, más la tía matafulas, la Josefa de los pavicos, la tía Isabel… tuvimos leche merengada con corteza de limón y canela.

Eso de los sacramentos (¡imprimen carácter!) es todo un mundo: Los hay de iniciación, de curación y de servicio. Del primer grupo los he tomado todos: Bautismo, Eucaristía y Confirmación. Del segundo me he internado en los dominios de la Penitencia, pero me falta la Unción (siniestra liturgia de la Iglesia apostólica romana) de enfermos. Del tercero: el Matrimonio. Recapitulando: me falta el Orden sacerdotal y la Unción de los enfermos (Santos Óleos). Es todo un aliciente en la vida. Así como alpinistas de renombre persiguen los ocho ochomiles, así yo en pos de los siete sacramentos: Me haré cura y antes de estirar la pata pediré el aceite sagrado. Habré sido el terrícola con más carácter.

Aunque siempre hay alguien que va por delante:











Tal día como hoy, del año 1934, Adolf (¡¡) Eichmann, con la misma mano con la que alimentaría a sus pequeños, con la misma mano con la que estranguló a más de uno, con esa misma mano… escribió en el libro de visitas (allí donde yo garabateé “Socialismo o Barbarie”) del convento de Windberg: “Treue um Treue”, “fidelidad por fidelidad”: Imbuído de  la mística rastrera y nibelunga de la “tierra y la sangre”. El por entonces sargento segundo ya rastreaba judíos y preparaba lo que sería el protocolo de Wansee. Sin embargo amaba el retiro, la meditación y la plegaria…preparándose para el postrer (¿) sacramento: El Holocausto. Lo tomaría con fruición.

Dentro de unos días lo veremos volar de Buenos Aires a Israel.

Quizá sea el momento de oír el “Réquiem alemán” (Brahms, nacido el 7 de mayo de 1833)

“(…) Entonces toda la carne,
es como la hierba
y todo el esplendor del hombre
es como la flor de los prados.
La hierba está seca
y la flor está marchita.(…)



Tal día como hoy, del año 1906, un jovencito Hitler, condiscípulo de Wittgenstein, escribe a un amigo desde Viena y le asegura que asistirá al Tristán (de Mahler y Roller), al Holandés errante, y, posiblemente, al estreno de Salomé











Propuesta para hoy, día 7 de mayo. SEGUNDA SERIE. “Historia del ojo” (por decir algo). Granero.


1

7 de mayo 2019: ¡¡50 Aniversario de mi primera comunión!! Se me saltan las lágrimas al recordar aquel trajecito de torero, dorado y marfil, que pareció eterno durante varias generaciones y cuyos jirones pueden verse rodar desorientados por los desiertos de Fortuna.
Vuelvo a Valencia. Paseo con el alma (¿?) encogida por la formidable fugacidad del tiempo... y empujado por el viento furioso de las efemérides que me arrastra de aquí para allá con la misma implacable fatalidad con que el viento arrastra aquel trajecito de torero… y al ángel novus.
A lo lejos vislumbro el enjambre metálico que busco. El sol se refleja en sus infinitas facetas y aquello parece la zarza ardiente. 


Delante de la sombrerería Albero decido comprarme un panamá. Aquel otro panamá (¡y la budiónovka!) que me acompañó durante años, desapareció de forma misteriosa dejándome la cabeza expuesta a las más vulgares influencias. Sólo la terrorífica vecindad de la sucursal de Gaes me hace desistir. Cruzo la avenida como alma que lleva el diablo y me veo en presencia del grumo metálico que podría pasar por una representación imaginativa del famoso nudo gordiano o, como he dicho, la zarza ardiente. Me acerco con aprensión. 

2

Granero, ese príncipe de los toreros (al decir de la Stein), actuó con la misma ligereza y fatuidad con que lo hizo Joselito ante las advertencias telúricas de su paisano Blanquet. Y es que cuando el gran Blanquet percibía, saliendo de las profundidades de la tierra, un olor a cera frita, era señal incontestable de la presencia de la muerte. No lo creyó Joselito… y ya ven. No lo creyó Granero… ¡y ya verán! Tampoco se lo creyó Sánchez Mejías y… ¡Ya vio Blanquet!


“… Lo que sucedió después se produjo sin transición y casi sin hilazón aparente, no porque las cosas no estuviesen ligadas sino porque mi atención ausente permaneció totalmente disociada. En pocos momentos vi primero a Simona mordiendo, para mi espanto, uno de los testículos crudos, luego, a Granero avanzar hasta el toro con un paño escarlata, y, más o menos al mismo tiempo, a Simona, acalorada con un impudor sofocante, descubrir sus largos muslos blancos hasta su vulva húmeda en la que hizo entrar, lenta y seguramente el otro globo pálido; a Granero, derribado, acosado contra la barrera, en la que los cuernos lo tocaron tres veces a voleo: una cornada atravesó el ojo derecho y toda la cabeza. El grito de terror inmenso coincidió con el orgasmo breve de Simona que, levantándose del asiento fue lanzada contra la baldosa, boca arriba, sangrando por la nariz y bajo un sol que la enceguecía. Varios hombres se precipitaron para transportar el cadáver de Granero, cuyo ojo derecho colgaba fuera de su órbita.” Era el 7 de mayo del portentoso año de 1922. 
Día de comuniones.

Pueden leerlo también en Hemingway y en tantos otros que dejaron testimonio. Lo de Bataille es una fantasía de adolescente y macho. Ha pasado, sin embargo, como una reflexión, casi teológica, sobre los límites… y el exceso. 

Una línea une el ojo cacodilato de Picabia, el ojo rasgado del Buñuel, los de Magritte… y este otro de Bataille. Así como hubo una década malva, pude afirmarse la existencia de la década del ojo que cubrió los años veinte.

Se lo había advertido Blanquet: Maestro aquí huele a chamusquina.- ¡Ca!- respondió el diestro.

3

Por entonces Millán Astray, perdido medio cuerpo, pierde también el ojo derecho y se acoge a la moda instaurada por El Saltillense.
Tres días más tarde, Lenin sufriría su primer ataque. No hacía ni tres meses que habían guillotinado a Landrú. Los mismos que hacía que Joyce tenía en su poder el primer ejemplar de Ulises (donde, por cierto, se cita a Belmonte). En marzo se había estrenado Nosferatu

La Vanguardia de Barcelona se vuelca en las comuniones: alquiler de trajes, salones de banquetes (a pesar de la carestía de la carne de ternera), digestivos. Siguen los conflictos laborales y los rifi-rafes con los del sindicato libre y catalán. La Ciudad Blanca anuncia grande rebajas en lencería. La sombrerería Rius publicita sus panamás. En el Liceo, anunciada como una corrida de toros: Hoy cuarta de propiedad y abono, a las cuatro en punto… ¡Lohengrin!  En San Andrés de Palomares (sic): el Barbero de Sevilla y Rigoletto. En el Palau se anuncia el último concierto (día 9) de Rubinstein y en el Palace dirige Casals.

Alguien manifiesta la intención de comprar una guillotina, usada, con corte de 80 a 85 cms. Se ruega a los interesados que escriban con precio y condiciones a C/ H. Arolas, 5. Entresuelo. En el bien entendido que se rechazará la recientemente usada en el cuello de Landrú.

Se venden dos camas de enfermo (blancas, metálicas, supongo). Interesados: C/ Guillermo Telli, 2. Torre. San Gervasio. De 5 a 7 de la tarde. Se advierte que no se venderán a ningún ruso…

En el ABC de Madrid se anuncia el encuentro internacional de fútbol que tendrá lugar  entre el  (ya) Real Madrid y el Civil Service de Londres. En los locales se alinea Bernabeu, brusco pero eficaz delantero. Ser pichichi (avant la letre) no lo catapultó a la selección nacional. 

Por doquier se homenajea a Ramón y Cajal y por fin pudo ser entregada la Medalla de Echegaray. 

Un sargento licenciado en África busca colocación como escribiente, mecanógrafo o contable. Urgen criadas, institutrices, cocineras, lavanderas… ¡Católicas! y, a poder ser, con dominio de lenguas. También en la villa y corte se anuncian digestivos y remedios contra los desarreglos femeninos y los excesos masculinos. Andrés Segovia. Heno de Pravia. Elixires contra la alopecia y la halitosis. 

En Valencia escapan 28 leprosos del lazareto de Fontillez (sic). Son detenidos, al amanecer, en Oliva. Dijeron ir en busca de un curandero. Digno de una esquinita del Jardín de las Delicias.

4

El cuarto de la tarde (¡el fatídico!) era un bicho pegajoso y burriciego;  Pocapena le pusieron a priori, porque a posteriori sintió mucha pena por ese príncipe convertido en matarife. Se dejó hacer; admitió dos chicuelinas, recentísimamente introducidas en el toreo serio por Chicuelo, y se dijo entre cuernos: si intenta la tercera lo clavo en la barrera. Y tal como lo pensó, lo hizo. Granero, sin embargo, sumido todavía en los arreboles, ni se enteró de que Pocapena lo había sentado en el estribo de la barrera. Pensaba en su magnífica chicuelina cuando el cuerno, entrando por el ojo, atravesó sus pensamientos.


Como los lunes no había periódico, la noticia salió el martes, día 9 de mayo.

4.

El sexo en Historia del ojo, es un ritual atravesado por la muerte, enaltecido por la sangre, por la orina, por las heces, por los fluidos. Tal vez no haya una relación más recíproca que la que se da entre el erotismo y la religión. Bataille la señaló así: “El conocimiento del erotismo, o de la religión, requiere una experiencia personal, igual y contradictoria, del interdicto y la transgresión”. La apuesta de Bataille fue establecer una paradoja definitiva entre prohibición y transgresión. Para crear un mito, hace falta un rito. Y para profanar el mito hay que perturbar el ritual, sobreponiéndole otro ritual desacralizador en su lugar. La leche, los ojos, la depravación encarnada en una virgen, la coprofilia, el orín como excitación, las corridas de toros, la iglesia de Don Juan, el confesor, la confesión, el vino, el cáliz, el copón de Bullas, el cuerpo de Cristo, el ojo vaciado, la vagina convertida en ojo voraz… todos son espacios y elementos rituales sometidos a un acto desacralizador. 


Bataille escribía para derrumbar un orden moral. Lo hizo desde el humor negro, desde el tabú sexual… o ese pensaba él… ¡Y yo pensando en mi primera comunión!

“Lo que es pornografía para un hombre es la risa del genio para otro”. (D.H.L.)

5

La historia del ojo se remonta hasta mediados del siglo XIX, cuando Manuel Domínguez, Desperdicios, tuvo a bien empezar la serie. Pasó a los libros como inventor del “farol”, esa semiverónica con vuelo. Y en esa gloria pensaba Manuel, aquella desgraciada tarde en el Puerto de Santa María, cuando el toro, Barrabás para más inri, le sacó con habilidad el ojo derecho. Manuel, que como el mismo Moisés, había establecido un duro decálogo del toreo, como después haría Chicuelo con más gracia, lo cogió al vuelo, tiró de él y lo arrojó a la arena: ¡Son sólo despedicios!, dijo. La facundia e ingenio del sur no necesitó más y clavó ese mote sobre la cruz del diestro.
Es mérito de “El Saltillense la introducción del parche en la indumentaria habitual de los toreros. Perdió el derecho, lo que no fue “óbice, obstáculo, cortapisa ni valladar” para dedicarse a la fotografía taurina.

Sandín perdió el ojo en el coso sevillano. “Santanero” se apodaba su enemigo. Ya en pleno postmodernismo. Su altruismo y perseverancia lo condujeron a la práctica de la oftalmología.

El niño de la Taurina”, Taurina en honor al bar de la familia, perdió el suyo en Algeciras. Una tarde de primavera del año 1988, un rehilete, adornado con rizos patrios, hizo lo propio.
El Domingo de Resurrección del año ¿1990? El fino estilista Luís de Pauloba (sic) pierde el ojo izquierdo. La singularidad está en que el pitón le entró por la boca. Y es que la técnica avanzaba imparable.

Javier Vázquez, en el hermoso mes de mayo (del 96), toreaba en Villanueva de Perales: “Ya no recuerdo si me buscaste o te busqué. Si me encontraste o te encontré. Se me olvidó. Si me llamaste o te llamé… Se me olvidó” Ese reciente éxito del gran Perales recorría fantasmalmente el circuito auditivo del maestro. Cuando entró a matar una banderilla le saltó el ojo izquierdo que quedó colgando creando irisaciones de canica.

Al año siguiente la ola llegó a México y le tocó a José Rubén Arroyo. La novedad estibó en que no fue el toro sino un derrote seco del manso. Fue el derecho. Globalización.

Leonardo Hernández, hijo de rejoneador y rejoneador él mismo, fue el siguiente. Perdió el derecho en un trance similar: ¡malditos rehiletes! Fue en Íscar, provincia de Valladolid. Durante la fiesta de los mártires de 2007. La fatalidad de tener, además, vago el ojo izquierdo, lo abocaban a la oscuridad más completa. No fue así y pudo seguir con la matanza.

7 de octubre del año 2011. Juan José Padilla. 4º toro de la tarde. Coso de la Misericordia de Zaragoza. Un bravo toro, aunque de nombre Marqués, le arrancó la cara, incluido el ojo izquierdo. Bah!, son gajes del oficio. 40 cornadas a cambio de miles de toros destruidos. Además lo del ojo ya es lo de menos, me falta medio hígado, me han extirpado un riñón, el pelo es peluca, tengo una cicatriz que me une el ombligo con el rosario de mi madre. No oigo. Dios es mi pastor ¡aleluya! ¡¡Soy el único torero con parche pirata!!... Ahí te equivocas, Juanito, El Saltillense se te adelantó. Y tampoco, para tu desesperación, eres el único fascista que circula por los cosos taurinos. Pero, vamos, que eres de lo más llamativo, tenlo por seguro. Es Vox populi.
Ofreció el ojo del culo, pero el toro no acudió al engaño. ¡”Por mi maere, dijo, rómpeme el culo pero no me dejes ciego!” El toro hizo caso omiso y le se lanzó a por ojo de la cara. El izquierdo. Era, como he dicho, en el Coso de la Misericordia. 


Poco antes de su retirada definitiva había actuado en Íscar, provincia de Valladolid.

Paco Ureña, de Murcia, figura del toreo en todo el sureste peninsular, recibió un pitonazo también en el ojo izquierdo… y siguió toreando. ¡Arrebatos de  psicópata! ¿Quién puede decir que Sade no amaba a sus víctimas? Sin duda es un amor desconocido para la mayoría de los mortales. Aman al toro con el mismo desprecio con que se aman a sí mismos. No les importa causar sufrimiento; ellos también sufren… y esa es la combinación perfecta que busca el sádico (masoquista). Fue en Albacete en septiembre de 2018 cuando pensábamos desaparecida ya la afición. 

El año anterior había triunfado en Ïscar, Valladolid.

6

Les adelanto la perentoria moraleja: Si se llama usted Serranito cuídese mucho el ojo del culo. 

La noche anterior a la apoteosis de Astorga, Serranito (al que llamaré Serranito I) y amigos departían en un colmado de Madrid. Y entre “machaquito” y “machaquito” se le advirtió que llevara cuidao en Astorga; del peligro de las mantecadas en plena canícula; de que se abstuviera del cocido maragato… que, en fin, los toros de Ángel Rivas tenían fama de viejos y que más sabía el diablo por viejo que por diablo. Recibidas las admoniciones, cogió un taxi, después el tren y se plantó en Asturica Augusta.  Era el domingo 23 de agosto del año 1908. Astorga celebraba las fiestas de su patrona Santa Marta. Sólo llevaba cuatro corridas en su haber y las cuatro como sobrero de cartel. No fue diferente en este caso. Sustituía a Conejito.

Serranito, apellidado Carpio, se enfrentó a Cazuco, un toro cárdeno, meano, corniapretado, grande y de mansa condición. El bueno de Serranito perdió pie y el toro se le vino encima, no hubo nadie que le echara un capote ni, menos, que lo sustituyera en esta hora postrera. El toro lo empitonó por el culo y, así, embolado, se paseó por el redondel. Fue entonces cuando pensó en lo bien que había en hecho al no almorzar cocido maragato. Murió como consecuencia.

Otro que tuvo a bien aceptar el apodo de Serranito, y al que llamaré Serranito II, fue cogido en la zona de influencia del ojo del culo. Era julio del año 1929 y el lugar, el Coso de los Tejares de Córdoba. Le cortaron la pierna, como a Rimbaud, y le repararon la cañería. Se convirtió en aguador y fue así, ejerciendo el oficio, como le pilló la muerte: una bomba de los fascistas le alcanzó a él y a su borriquilla… cerca del Coso de los Tejedores. Córdoba. Dios (¿?) los tenga en su gloria.

Paúl Abadía Serrano, Serranito para los entendidos, (y Serranito III para mí) cierra momentáneamente la lista. Fue en Huesca, el ano (perdón, año) pasado, creo. Vean la foto y así me ahorro la redacción.



Agapito García, Serranito (Serranito IV para mí), se escapó por suerte del destino de la saga; fue una cogida grave, pero no vergonzosa. Por cierto, nada que ver con el mayor moroso del Estado.

En fin, que hay más cornadas en el culo que rutas del vino. Les he presentado un florilegio.

7

A todo esto se me han ido las ganas de comer. Estoy en un miserable bar de la estación. Acaban de anunciar un cercanías con destino a Xátiva. Me he pedido un carajillo al cincuenta por ciento… Y me asalta la segunda parte de esta desgraciada propuesta. 

6.

Los consorcios público-privados han sido siempre muy efectivos, que le pregunten, si no, a H.H.Holmes, figura indiscutible de la Exposición Internacional Colombina de Chicago del año 1893. 

Chicago intentaba reponerse del tremendo incendio del 71 y de la conmoción de Haymarket… Así que se decidió por una Exposición Universal, tipo París. que conmemoraría los 400 (golpes) años del Descubrimiento. La denominarían Colombina (muchos fueron los detalles que lo corroboraron) y se desarrollaría en una nueva ciudad, Ciudad Blanca, que sería construida (y destruida) al efecto.

Se reconstruyeron las carabelas, Niña, Pinta y Santa María. La reconstrucción fue pagada por Estados Unidos y realizada en Barcelona las dos primeras, y en San Fernado, la tercera. Su destino siguió parejo al de mi trajecito de comunión. Aquella carabela del puerto de Barcelona, símbolo de la cutrez,  nido de ratas y fondo miserable de fotografías nupciales, era obra de atrezzo. Superó atentados sin cuento y yace en el fondo marino que se extiende entre Arenys y Canet. 


Se construyó una réplica exacta, dicen, del monasterio de San Carlos de la Rábida. Es claro que en Chicago no circulaban el Tinto ni el Odiel; sólo el Bourbon y desde no hacía mucho.

La casa de Alba cedió unos manuscritos del mismísimo Colón.

Dejando aparte lo que después citaré, lo más interesante de la muestra fue la “Rueda de Chicago”, una enorme noria de 80 metros de altura en la que se podían acomodar ¡más de 2000 personas! Algo así como una plaza de toros puesta en vertical. Esta novedad estaba llamada a la inmortalidad ubicua. Así, hasta en las aldeas más remotas que rodean la villa de Fortuna, puede verse en las fiestas patronales un remedo de este magno ingenio, sólo superado por el cucurucho de helado, presentado en la Exposición de San Luís de 1904. 


Después vino la del Prater vienés que conmemoraba los 50 años del reinado de Francisco José, a quien le quedaba, todavía, la friolera de 20 años en el cargo.
Schnitzler. Orson Wells…
La tal noria evitó la bancarrota del evento, pues ni el espectáculo de Búfalo Bill ni el Holmes Castle, los más visitados, estaban incluidos en nómina.

Alemania, maestra en sutilezas, presentó un antecesor del Gran Berta que hizo las delicias del incipiente complejo político-militar.

Bueno… ¡a lo que voy!

Herman Webster Mudgett tenía 30 años cuando acudió a Chicago atraído por las posibilidades que se abrían. Conan Doyle acaba de cumplir los 32 y Sherlok Holmes, nacido en 1854, estaba “en la mitad del camino de vida”, aunque su vida pública empezara por entonces.

El proyecto vital y financiero de Herman necesitaba apertura de miras…y tierra virgen. Para dar más sentido a la cosa (y, de paso, homenajear a su admirado Holmes) pasó a llamarse Henry Howard Holmes (H.H.H.) que simplificó en un efectivo “Dr. Holmes”, aprovechando que había aprobado algunas asignaturas de medicina.

El tal Dr. Holmes, ducho, además, en ingeniería financiera y en pufos (si me permiten esta distinción), e inundado del espíritu de emprendeduría donde lo importante es, y sólo es, la buena marcha del negocio, construyó un edificio-hotel (Calle Wallace con la 63) que, salvando el estilo, podría haber sido, en la intención, atribuido al arquitecto de Bernhard: la muerte del morador. El plan era simple: atraer a jovencitas de buen ver (tenía, en realidad, manga ancha) que acudieran a la Exposición. A poder ser de lejanas tierras y solas, pero con posibles. Su imaginación (y don de profecía) fue portentosa. Una especie de Roger Bacon de fin de siècle.  Funcionó a tope mientras duró el evento.
Instalaciones eléctricas (la corriente alterna de Tesla  había ganado la batalla, a Edison, aunque al americano sólo le importara la buena marcha del negocio) que permitían seguir los movimientos de sus víctimas en un indicador instalado en su despacho; Grifos de gas manejados a distancia; montacargas y “toboganes”, ácido sulfúrico, horno, cal viva. Sala de tortura llena de innovaciones asombrosas como la máquina que mataba de risa. Y todo, todo, como Apolo: a distancia.  Todo un parque de atracciones. Locus Solus.


H.H.H. inauguró la serie de los asesinos en serie. ¡A él la gloria! Los 27 asesinatos que confesó se convirtieron en más de 200 tras las pertinentes investigaciones.
¿Qué cómo se descubrió todo? Pues… ¡Infórmense Uds.!

Murió tal día como hoy del año 1896. La comunidad científica del Reino Unido estaba sumida en debates, que llamaban éticos, sobre la vivisección de animales. G.H. Wells publicaba La Isla del doctor Moreau. La Ingeniería Genética, más limpia, aún no había nacido. Rodin esculpía la disyecta “Mano de Dios” y Cézanne estaba con “la mano de cartas”. En Estados Unidos se disfrutaba probando en perros la capacidad mortífera de la corriente alterna / continua. El éxito de los ensayos se proyectó en la silla eléctrica.

… Y a mí, creo, se me ha ido la mano.

Pago el carajillo y voy a comprarme el panamá. La zarza ardiente sigue en su sitio. Y los de Gaes, también.

INFORMACIÓN PLUS.
Toreros y demás que pagaron con su vida aquel pródigo año de 1896:
José Sevillano Mauricio, picador.
Pablo Moro, monosabio.
Severino Pérz , Titet, orellut, de Castelló. Cogido en Perpiñán.
Modesto García, Serranito (Serranito 0 para mí).
Frascuelito, maño, infeliz, huérfano y hojaletero… Dios (¿) lo tenga en su gloria.
Francisco Rodríguez, fugaz.
Espartero de Valencia.  Cogido en Nîmes.
Juan Gómez de Lesaca, Cogido en Guadalajara. Sustituía  a Lagartijo, herido en un ojo. Juan huía del toro, y cuando creía que estaba a salvo, la bestia lo engarzó por el culo y el diestro no pudo acabar de saltar la barrera.


El Manchado. Cogido en Durango, México. De los pocos toreros con bigote.
Rafael Rodríguez, banderillero de Guerrita. Cogido en Córdoba, en el Coso de los Tejedores, como al bueno de Serranito II.

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...