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jueves, 16 de enero de 2014

Propuesta para hoy, día 16 de enero. Restos. Heym.


Ya veo a Hegel en la terraza. Husmea el aire. Ha reconocido el angelical perfume de mis Custodios. Según descendemos, mueve la cola con más alegría y cuando pongo el pie en tierra se me lanza con intenciones desconocidas.

–¿Qué bien hueles.  ¿De dónde vienes?

–¡Del Infierno!

–Nadie lo diría.

Por olvidar, he olvidado hasta la bolsa del Condis (¡con la ropa interior!) y, lo siento, el ¿Master Jager? ¿Mike Jaeger?...bueno la bebida del ciervo,  para el vecino.

El nombre de Rosa fue creciendo hasta  cubrir todo el cielo de Berlín. Y llegó a las estepas rusas. Desde allí llegan los lamentos de Kopionkin, trozos congelados de su amor apasionado por Rosa, la Roja.  “Fuerza Proletaria” relincha con furia y desconsuelo.  Chevengur, ese eterno hueco en el espacio-tiempo, está de luto.  Kopionkin, como Alonso Quijano (*) salió esta mañana al despuntar el alba a ajustar cuentas con Berlín. Se lamenta de que al lucero del alba no le llamen “Rosa”. Cuando llegue encontrará una ciudad desconocida y nadie podrá darle razón de su amada… ¡ni de los sicarios!



Bávichev, orgulloso y ejemplar; codicioso y suspicaz ciudadano soviético, director de una fábrica de alimentos que quiere convertir  en portentosa, deja una nota:

“Camarada Prokudin:
Los envoltorios de los caramelos (adjunto a la presente le envío doce muestras) se deben diseñar teniendo en mente al consumidor (chocolate, rellenos, etcétera), pero con un estilo nuevo. Rosa Luxemburgo no (he averiguado que ya se utiliza: ¡¡es un merengue con sabor a fruta!!) lo mejor sería encontrar algo científico o poético: ¿geografía?, ¿astronomía?). Un nombre serio con un sonido atractivo: ¿Esquimal? ¿Telescopio? Telefonéeme mañana miércoles a la oficina, entre las una y las dos. Sin falta”

¡Da la vida por la revolución para que tu nombre se asocie a un merengue afrutado!



George Heym, muerto tal día como hoy, del año 1912:

UMBRA VITAE.

“La gent esguarda enlaire pels carrers
I llença la mirada als grans senyals del cel,
On els cometes amb els nassos de foc
Llisquen amenaçadors per les torres de punxes.

I totes les teulades són plenes d’astr`legs,
Que amb uns grans telescopis apunten cap al cel,
I d’encantaires, sorgits dels forats de la terra,
Inclinats en la fosca, un astre conjurant.

Suïcides passen en la nit en hordes grans
Que van cercant llur essència perduda,
Encorbades a migjorn, a llevant i a ponent, i a tramuntana,
Agranant la pols amb escombres-braços.

Es lo que se dice premonición. Heym imaginó a las multitudes escudriñando el cielo en busca de nombres adecuados para los caramelos de Bávichev. No se quedó ahí su capacidad visionaria, sino que también cantó a Ofelia (Bávichev ¡la realizó!...¡Lean Vds. “Envidia” de Olesha!).

Seguro que les recuerda algo más:

OFÈLIA.

“En els cabells un niu de rates d’aigua,
I les mans amb anells com aletes
Dins del corrent, així va surant per l’ombra
De la gran selva que reposa dins l’aigua.

El darrer sol, que era per la fosca,
S’ensorra endins de l¡escriny del seu cervell,
Per què morir? Per què sura tan sola
Per l’aigua entrbolida de falgueres i herbes?
(…)
Ella llisca invisible en l’escorta de l’aigua,
Però per allà on passa la gentada empaita
Amb ala inmensa cap a una fosca pena,
Que ombreja ampla una riba i l’altra.
(…)
El riu se l’emporta, ella s’ensorra,
I passa per ports endolats d’alguns hiverns.
Baixa pel temps. Etrnitats avant,
Per on com foc fumetja l’horitzó.





El poeta tenía 25 años y un alma expresionista. Los que entendían lo tenían por un genio poético y los que no, lo tenían por un infeliz que se pirraba por el patinaje artístico. La mañana del 16 de enero del 19, él y un amigo fueron de excursión al Wansee. Era martes… ¡ni te cases ni te embarques! Y, despreciando la sabiduría popular, se embarcaron a patinar por la superficie helada del río-lago. Al mediodía salió el sol. El hielo sudaba. Un observador atento hubiera estado al caso. ¡Pero ellos eran jóvenes!

Bueno, vale: pues se abrió el hielo y el lago se los tragó. Heym llevaba el corazón lleno de versos y se hundió rápidamente. El amigo, lo siguió por fidelidad.



Un siglo antes, von Kleist y su amiga “Henriette” Vogel (¿Les suena el apellido? ¿Les suena el tiro que rompió la cabeza de Rosa, la sanguinaria?… y es que los pájaros vuelan por doquier) jugaron al juego de “Ofelia”.

¡Si dragaran el Wansee!...¡o si se recogieran psicofonías!...

Y 57 años, exactos, después, Jun Palach se inmola en la plaza de Wenzel de Praga. Y es que la (contra)revolución no privilegia ningún “elemento original”… pues también los ha habido enterrados vivos…  y asfixiados.

–Perdona, Hegel, pero estoy “derrengao”. ¡Come lo que pilles!











RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...