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jueves, 7 de noviembre de 2013

Propuesta para hoy, día 7 de noviembre. “Octubre”. Toma del palacio de invierno.



Ya saben vds. que yo soy comunista de toda la vida: en mi casa eso lo sabía hasta el perro…¡que repartió su posesiones entre sus congéneres!
Así que no me vengan con que lo de los bolcheviques fue un vulgar “golpe de estado”. Vale que no acudieron centenares de miles a tomar el palacio de invierno (por otra parte, no hubieran cabido) pero los bolcheviques supieron captar el sentir de los trabajadores, soldados y campesinos y se adelantaron a las intenciones de la burguesía que, a partir de lo de Kornilov, eran diáfanas: suprimir de raíz los logros de la revolución de febrero e impedir su desarrollo…Por lo demás ¿Quiénes se aprestaron a defender al ”gobierno provisional”?...¿dónde estaban los valedores de Kerensky?...
Leningrado la conozco como la palma de mi mano…y sé que no encontraría una terracita para tomar unos vasos de vodka en un kilómetro a la redonda (del Smolny)…Además del frío… ¡Así que ni me muevo! Me hago mi tostadita con aceite y orégano griegos y 20 cl. del vodka ese de hierba de búfalo.
Lenin jugó (desde la reunión del 10 de octubre) al juego de los hechos consumados. El Congreso de representantes de los soviets, con la retirada de los mencheviques y de los eseristas de derecha, dejó el campo expedito. Fue en este momento que Trosky dijo aquello del “basurero de la historia”. De esta manera “el golpe” bolchevique fue asumido por el Congreso de los Soviets…y los bolchevique pudieron “formar gobierno”.
No voy a insistir en el carácter de “revolución social” de los hechos de Octubre: Las Revoluciones se miden por los cambios que producen en los medios y relaciones de producción. Tampoco (no es el momento) insistiré en su deriva. (Lean a Trosky, por ejemplo).
Tal día como hoy (según nuestro calendario) del año 1917, a las diez menos veinte de la noche, el “Aurora”, disparó la salva que iniciaba los festejos.
Pero, señores, ¿por qué a esas horas?... ¿No podían haber empezado antes…teniendo en cuenta que el Congreso se abría esa misma noche?...Vean vds. lo que pasó y recapaciten sobre la supuesta disciplina y estricta planificación bolchevique…y díganme si Berlanga no pudo haberse movido con soltura entre tanto despropósito (y amabilidad).
Sonará en el esputofaif:
·        A Octubre” de Shostakovich…que, además de banda sonora, le funcionó como credencial de “sovietismo”...¡tan necesitado estaba!
El Smolny olía a tigre. Los deliciosos aromas de las jovencitas ya hacía tiempo que, mezclados con las ácidas vaharadas de sindicalistas, soldados, bolcheviques, eseristas, mencheviques…y algún que otro, simplemente, guarro, se habían desvanecido euridicianamente. En la habitación 36 se tramaba el fin del mundo. Y el mundo, casi agradecido, se dejaba finiquitar.
Bueno, pasaron muchas cosas, entre otras el retraso del Congreso de los Soviets: del 20 al 25 de Octubre (según su calendario). Tiempo suficiente para que Lenin lograse imponer su estrategia. En realidad nadie sabía lo que iba a pasar y, es más, nadie deseaba que pasara lo que no sabían que iba a pasar: tomar del poder sin contar con los soviets.
El día 24 el CMR (Comité Militar Revolucionario), órgano militar de los soviets, en realidad un apéndice de la estructura bolchevique, había hecho lo que tenía que hacer: ocupar los centros neurálgicos…y dispersar a los congresistas del Palacio Marinsky, de tal manera que sólo quedaba reducir al Gobierno, “acuartelado” en el Palacio de Invierno.
Kerensky pedía ayuda desesperado y como la ayuda no llegaba, se marchó él…dejando a los ministros sumidos en la más profunda y patética situación.
Clamaban en el desierto y a su llamada sólo acudieron los humillados congresistas que, en formación, cantando “La marsellesa” y armados con peligrosos paraguas “antiguo régimen”, fueron dispersados a gritos y patadas en el suelo…como a una bandada de perritos animosos e inexpertos. Los bocadillos de mortadela “pre-Bábichev” que les llevaban a los enclaustrados fueron devorados por verdaderos perros que, agradecidos, ladraron ¡vivas! al nuevo poder proletario.
La toma del Palacio de Invierno, debía empezar después de que los cañones de la fortaleza de San Pedro y San Pablo dispararan su terrible batería, que sería seguido por una salva del Aurora…Antes, una luz roja brillaría en la cima del asta de la bandera de la fortaleza…¡Un plan magnífico!...pero que costaba “implementar”.
Lenin, se desesperaba, salió de la casa donde se encontraba y vestido con harapos y vendada la cabeza como una momia peruana, se dirigió por todo el centro de la ciudad, hacia la número 36 del Smolny (¡tuvo que colarse!) La policía lo detuvo, pero lo consideraron un pobre beodo y lo dejaron marchar en busca de la penúltima de la noche…Allí formaron el “Gobierno de Comisarios del Pueblo” (Trosky).
Los de la Fortaleza, no encontraron ninguna linterna roja, ni de ningún otro color…El comisario encargado de tan crucial misión fue en busca de algo que hiciera las veces…acabó en una zanja cubierto de barro, cual Diógenes sin linterna. Cuando, por fin, se encontró un sustitutivo…nadie pudo sujetarla al mástil…de tal manera que en el Palacio de Invierno, ni con potentes anteojos, pudieron ver la señal. El cañón de la Fortaleza era una inservible pieza de museo. Trajeron otros presentables…pero no había munición adecuada. Las horas pasaban…los representantes de los soviets iban entrando bajo riguroso control…el dúo Zinoviev y Kamenev, hacían proselitismo a favor de un “gobierno soviético” (Asamblea Constituyente, mediante)…Lenin bramaba y exigía la toma del poder antes de que se abriera el Congreso Panruso.
Por fin, tal día como hoy, a las siete menos diez de la tarde (ya noche) el CMR entregó el ultimátum a los habitantes del Palacio (que entre unas cosas y otras habían conseguido reunir a unos 3.000 “defensores”, incluyendo el temible ”Batallón de la Muerte”, mujeres que, cansadas de sus maridos le pisaran el suelo recién fregado, se decidieron por la lucha armada). Los ministros cenaban borscht, pescado ahumado y alcachofas que, como vds. saben estropean cualquier vino, por bueno que sea… (¡Y había vino del mejor!). Se les atragantó la cena…Días después las masas darían buena cuenta de las bodegas de Palacio.
15 cl. de vodka ese de hierba de búfalo, que funcionarán como el Dry del medidía.
El tiempo pasaba (los líos con la linterna y los cañones…) y el canguelo aumentaba. Las tropas de defensa se cansaron de esperar y se fueron a pisar el suelo mojado de la cocina, a cenar, a dormir y a soñar con las hordas proletarias. Sólo quedó el temible y femenil “Batallón”.
A las 10 menos veinte…se dio la señal y el Aurora lanzó la primera salva. Los ministros se arrojaron al suelo heroicamente y las mujeres, empezaron a gritar a su manera característica y se encerraron en la habitación más alejada y hermética. Los  bolcheviques dieron oportunidad para que los rezagados pudieran abandonar el escenario de la futura batalla…y ¡hala! Los cañones de la Fortaleza rugieron furiosos…el Aurora, gustoso, siguió lanzando salvas…las aguas del Neva se arremolinaron y salpicaron con furia las fachadas de los edificios de primera línea.
Los soldados entraron como Perico por su casa…las ametralladoras de la parte trasera (desde la ciudad) se hacían sentir. La cosa duró un plis-plas. Mientras esto ocurría daba comienzo el Congreso y, ahora sí, se podía anunciar que la toma del poder había sido un éxito. Lenin se había salido con la suya. Ningún proyectil de la Fortaleza de Pedro y Pablo…¡ni del Aurora! impactó en el Palacio…”El Batallón de la Muerte” fue despachado en trolebús y con instrucciones muy claras acerca de la fregaza del suelo.
Fuera de la “zona de guerra”…la ciudad permaneció tranquila y ajena  a los acontecimientos: John Reed pudo cenar tranquilamente en el Hotel France (antes de acudir al Palacio), el famoso bajo Shaliapin sigiuó cantando “Don Carlos” en el abarrotado Narodny Dom y el que quiso pudo asistir a la representación de Boris Godunov en el Teatro Marinsky (Kirov, para los amigos), a orillas del Moyka. Todos pudieron retirarse, en transporte público, cuando les pareció bien…A la mañana siguiente se despertarían en un “Estado Obrero”.
Shaliapin rugía como los cañones del “Aurora”…su voz estremecía los muelles del Moyka y, siguiendo secretos caminos subterráneos provocaba terremotos en los sitios más insospechados. Así que el ataque pasó desapercibido o confundido con una actuación especialmente inspirada del artista.
Eisenstein, siguiendo a Jonh Reed, diez años después, convertiría todo este desbarajuste en “mito”: masas, como ríos desbocados…etc…etc… La censura eliminó a Trosky del “reparto” y Shostokovich le añadió la música.
El valeroso John Reed no vivió para ver el estreno. Tras la conclusión del “Segundo Congreso de La Internacional” (1920), junto con Radek, Zinoviev, Bela Kun y Rosmer partió en un tren blindado hacia las lejanas regiones del Caspio, con el fin de asistir al “Congreso de las nacionalidades oprimidas” que se organizaba apresuradamente en Bakú. Las relaciones de los bolcheviques con los musulmanes nunca fueron fáciles…Bueno, pues, a la conclusión, se tomaron unos días de asueto. Sabrán vds. que el calor de comienzos de otoño, es terrible por aquellas tierras y que una sandía jugosa, fresca…¡es el no va más! Reed, ávido, se lanzó a por una tajada de sandía, el líquido rojo “regalimaba” por los labios, por la barbilla… como si le hubieran dado un tiro en plena boca…¡se estaba tragando millones de salmonellas! Murió. Lo enterraron en el Kremlin. Tatlin moriría por una lata de sardinas en mal estado…¡Así eran las cosas!
Desde el principio Trosky y Lenin habían depositado las esperanzas de supervivencia del estado obrero  en el triunfo de la revolución en los países de centro-europa…¡Alemania!
Pues bien, tal día como hoy, del año 1918, se constituyó la (efímera) república soviética de Baviera y se gestaba la insurrección en toda Alemania y en toda la contorná. La URSS, sumida en plena guerra civil, vivía los acontecimientos como providenciales…
Dentro de unos días volveremos a Berlín, para presenciar otra derrota… cuando más cerca estaba la victoria…
Pero mientras eso ocurra, estamos eufóricos y sonará:
·        La Internacional” en la sentida versión de Billy Bragg…¡que no pare!
Lo del condis parece que va para largo…Así que volveré a hacerme un bocadillo: de sardinas en aceite... ¡para tentar a la providencia! Carajillo y remolque de “vodka de búfalo”. Y como este “veranillo de san Martín” (en otras partes san Demetrio y que los poetas rurales llaman de los membrillos) continúa… ¡otro carajillo al cincuenta por ciento!... en “la Farrera”, nacional II…¡al solecito!...¡Paso al jubilado jubilosos!...
“Cuando esté agonizando me gustaría que me preguntaran si todavía veo la vida como antes, como un progreso hacia dios, un crecimiento del amor. Si no tengo la fuerza suficiente para hablar y la respuesta es sí, cerraré los ojos; si no, miraré hacia arriba”…
--“¿Qué le pasa, buen hombre?”...Fue la pregunta que le hicieron.
Miró hacia arriba, puso los ojos en blanco y una babilla definitiva buscó escondite entre sus barbas.
Se había escapado de su (famosa) residencia conyugal (estaba fregado el suelo de la cocina) y se dirigía (¿) al Monasterio de Optina…¿siguiendo los pasos de Gogol?…¿de los “hermanos Karamazov”?...¡o del mismo “padre Sergio”! (¿para hacer las paces con la Iglesia?...¿para donar sus bienes a los pobres?) quedó varado en la pequeña estación de Astapovo. Era el 7 de noviembre del año 1910…En su honor y en el de Natasha Rostov…¡20 cl. de vodka del buey! Nabokov, 11 años recién cumplidos, se entera de boca de su padre, al día siguiente en Berlín. "Santo Cielo!- exclamó la madre abrumada entrelazando las manos sobre su regazo. ¡A casa! - concluyí, como si la muerte de Tolstói fuera un presagio de algún desastre apocalíptico" (Habla memoria. Nabokov)
Hay una filmación de los hermanos Lumière, fechada el día 10 de noviembre, que recoge en directo la muerte, en la estación de Astapovo, de un pobre campesino. La presentaron como la muerte de Tolstoi (“la conciencia de la revolución”)…¡No digo más!
Para ir cogiendo el sueño, me pimplo lo que queda del “búfalo” y pongo en el DVD: “Octubre”.
De madrugada sigue la toma del Palacio de Invierno. Una babilla como la de Tolstoi, inunda la almohada.
Bona nit!

Propuesta para hoy, día 7-8 de noviembre. SEGUNDA SERIE. Cristallnacht. Le boeuf sur le toit. Laura y Bataille. El Ojo Cacodilato de Picabia.




I
Gare de Lyon. Acabo de bajar del tren que me ha traído desde Sucy, lindante con Ormesson, adonde había acudido por un asunto relacionado con Radiguet y su Diablo en el cuerpo

Lean la siguiente propuesta y se pondrán en situación:

http://kinomoriarti.blogspot.com/2013/04/propuesta-para-hoy-17-de-abril-segunda.html

Espoleado por la locura de las efemérides… en una horita larga me planto en la rue Colisée esquina con Franklin. Se encontrarán Udes. con un deslucido edificio emparentado con el art déco. Su altura y su apariencia desentonan de forma evidente con el resto. Tres arcos de medio punto. No hay pérdida. La oferta, que parece eterna, “Ostras a voluntad por 29 euros”, disolverá cualquier duda. Denle un margen de confianza y créanse que las ostras las renuevan. Atrévanse a entrar. Se encontrarán rodeados de ingenieros de Oklahoma, turistas con tupé a lo Trump, jefes de empresas de seguridad y artistas, decenas de artistas… No se arredren. Su entrada causará una impresión tan inmortal como inmortales parecen las ostras que se ofrecen de manera tan grosera. Sic transit gloria mundi… y se entroniza la vulgaridad. Díganle a cualquier camarero que se digne a echaros una mirada, que van de mi parte… si quieren ver la expresión exacta del estupor y la rechifla.

https://kinomoriarti.blogspot.com/2013/01/propuesta-para-hoy-10-de-enero-le-boeuf.html


 

–Bonjour!

–…our!– contesta el acristalado eco.

Quiero comer–llevándome repetidamente la mano derecha (con los dedos lánguidamente unidos formando una especie de breva) a la boca –Vengo sólo. Los camareros en vuelo rasante, como los vencejos, me esquivan en el último momento. Por suerte no luzco ni chubasquero, ni bufanda blaugrana de siete leguas. Visto con la misma displicencia que todos estos clientes. Muestro la misma soltura mundana que todos estos comensales. Sin embargo, algo verán en mí que hace que los camareros me esquiven cuando parecen que se dirigen directamente a mi solicitud. ¡Ah!, ¿sí?... ¡Pues ahora veréis! Cruzo la sala decidido y tomo asiento a una de las dos mesitas colocadas bajo la reproducción del  Ojo” de Picabia. Llega el camarero acompañado del maître.



–¿Tiene mesa reservada?

–¿Tiene Udes. regularizadas sus cuentas con hacienda?

–Bueno… pues tenemos todo lo que se anuncia en la carta. Me atrevo a recomendarle, sin embargo, el menú del día que no está nada mal para ser martes: Parmentier de canard confit avec la salade de jeunes pousses.

–Mire, oficial, mi respeto por el ilustre Parmentier es máximo, tanto como mi desprecio por el uso de su nombre para disimular un humilde y honrado puré de patatas. 

Leo atentamente el menú en los cuatro idiomas y finalmente me decido por:

–Escargots de Bourgogne marinés au Chablis… ¡Y que sean grandes! Y de beber, aparte de lo que les haya quedado de la maceración… ¡descórchenme un Grand Cru de la misma zona... de las laderas que miran al sur!

El maître insta al camarero a seguir mis instrucciones y se retiran a paso de marcha. El “Ojo” sonríe. 

–Oh! ¡Mon dieu!... ¡Nos ha caído el loco de los caracoles!– el camarero.

–O el inspector de hacienda– el maître.

–O el de las estrellas Michelin–ambos.

La noche del 9 al 10 de noviembre del año 1938, ¿para conmemorar el vigésimo aniversario de la Revolución Alemana?, un estruendo de cristales rotos sacudió los territorios de habla alemana… y su eco se oyó en toda Europa. Fue la Cristallnacht, anticipo de la fétida StilleNacht. Evitaron cuidadosamente el cristal de Bohemia que, no obstante, palideció. La causa antijudía viene de lejos pero su solución se pretendía cercana. En un palacete sobre el Wannsee se había diseñado el plan, que fue impletándose con un ritmo adecuado: Las leyes antijudías (+boicot) de 1933; las Leyes de Nuremberg del 35; la vuelta de tuerca del 37… hasta llegar a la confiscación de pasaportes del 38, poco antes de que Alemania exigiera la renovación de los permisos de residencia a los extranjeros (y judíos de origen extranjero). En la práctica esa medida significaba la expulsión de esa comunidad judía. Polonia se negó a aceptar a sus judíos. Alemania se anexiona Austria y, en octubre, los Sudetes. Al mismo tiempo se llevó a la práctica la expulsión, con lo puesto, de los judíos. Los judíos polacos se acumularon en la frontera germano-polaca. 4.000 pudieron entrar, pero los otros 13.000 se quedaron a las puertas (de Polonía y del invierno), con lo puesto, como he dicho. Finalmente se optó por lo que, desde el principio, parecía la solución más fácil y deseada: Campos de concentración, que les llamaban. 


Entre los estancados y finalmente deportados, se encontraba la familia Grynzpan, de nacionalidad polaca y vecinos de Hannover. Faltaba el hijo pequeño que, tras recalar en Bélgica, se había establecido en París donde un tío suyo. Sobrepasaba por poco el metro y medio, así que pudo pasar desapercibido… hasta que, harto de anonimato y de desprecio, saltó a las primeras planas de los periódicos de todo el mundo. Tenía 17 años, los mismos que el joven Radiguet cuando vivió la historia que reescribió en el Diablo…Los mismos que Stendhal cruzando el san Bernardo… los mismos que Rimbaud al recitar le Bateau îvre en la comida de Les Vilains Bonshommes el 30 septiembre 1871…

1938. Un caballero teutón, secretario del secretario del secretario de la embajada alemana,  ha salido a echar la caña. Está de suerte. Atrapa una pieza envi-diable: 17 años, bajo de estatura, con toda la malicia reflejada en su rostro evidente de judío. Lo invita a cenar en Le bouef sur le toit. Toman asiento bajo el “Ojo” de Picabia. Bataille hacía diez años que había escrito su oscura Historia del ojo y en esos diez años había habido tiempo para que el de Picabia tomara nuevas denotaciones (¿detonaciones?). Pidieron un plato de caracoles y una botella de vino espumoso de Champagne. Sorbieron los moluscos mirándose a los ojos. El ojo del culo del teutón, apellidado Rath, se hacía agua. El del judío se cerraba como lazo de horca. Llegaron a un acuerdo: te encumbro (perdón… ¡te enculo!) y salvo a tu familia de una muerte segura. El joven cedió. Pasaron los días con sus respectivas cenas, pero la cosa de fondo no avanzaba ni un ápice. Finalmente se estancó: Yo no soy nadie; mi influencia no traspasa las paredes de Le bouef sur le toit. 



Bien. Al día siguiente, el joven, compra una pistola, él quería una Facheux de 7 mm con tambor de seis balas, pues, aunque judío, quería emular la gesta de la novia necia. Se conformó con una antigua Browning del año 1922, cuyo inventor se llamaba Moses… ¡Como el propietario-fundador de “Le boeuf…”!

Louis Moyses había trasladado (diciembre del 21) su Gaya (a partir de ahora Le Boeuf sur le toit) de la calle Duphot a rue Boyssi-d’Anglas. Siete años dando tumbos por la misma calle, hasta que en 1928 colgó el Ojo en el nº 26 de Penthièvre. Fue la época dorada de Le Boeuf. En  1936 Le boeuf sur le toit se ubicó en el 39 de la avenida Pedro I de Serbia, justo en el espacio que ahora ocupa ese edificio desnudo, más propio de la periferia de Atenas, o de la plaza de Castilla de Barcelona, que de esta zona de París, en la que el precio medio de la vivienda asciende a 16.000 euros el metro cuadrado. Es decir que si Ud. se conformara con unos estupendos 15 metros ¡diáfanos! Tendría que abonar la friolera de 240.000 euros más los gastos del correntaje. Si no les alcanza, sepan Udes. que se alquila por plantas. Allí negociaban el secretario del secretario del secretario y el judío polaco. 
En plena guerra mundial (1941) el establecimiento se afincó en el 34 de rue Colisée, desde donde escribo lo que escribo y estoy siendo tratado de forma tan contradictoria.

El 7 de noviembre del año 1938 se presentó en la embajada alemana. Preguntó por el secretario del secretario del secretario de la embajada. Entró. Le disparó y fue detenido. Y el muerto convertido en héroe. Fácil todo.
Cuando la noticia llegó a Alemania, lo hizo convertida en una muestra del odio ancestral del judío contra la kultura y sus representantes en la tierra. Nadie miró el historial clínico del tercer secretario: varias blenorragias anales confirmaban su afición. Y las masas espontáneamente azuzadas se lanzaron contra los judíos y sus cosas. Hacer un recuento es inútil: Fue la noche de los cristales rotos. Los caminos de dios (?) son impredecibles. Dios (?) escribe como le da la gana en renglones que pretende rectos (o algo parecido). 


Los judíos que esperaban en la frontera, fueron encerrados en campos de concentración a la espera del exterminio… que fue puntual.
II
Mientras agonizaba el teutón… a 20 kilómetros al oeste de París, en una habitación oscura de Saint-Germaine-en-Laye, se desarrolla una escena buñuelesca, pero de una tristeza infinita. En la cama matrimonial una joven acaba de morir. Su hermosura está intacta, si no aumentada, por el último esfuerzo. La tuberculosis, que le viene de antiguo, ha irrumpido con fuerza definitiva. Tenía 35 años de vida y unos segundos de muerte. Hacía 4 que compartía vida con Bataille, si puede llamarse vida a ese continua flirteo con la muerte y a ese encadenamiento de clínicas mentales, sanatorios y humillaciones. A la derecha de la cama matrimonial, ahora lecho mortuorio, su madre y su hermana han esperado en vano que la joven se despidiera del mundo con la señal de la cruz. A la izquierda Bataille y algunos amigos, también desolados, pero dueños de la última victoria moral. Irreconciliables. El silencio va y viene por encima de la muerta. Bataille se apresura a cerrarle ¡los ojos!... donde aún se reflejan los excesos de Madame Edwarda… y el azul del cielo(¡No! ¡Debes mirar!... ¡Mira!). Le cerró los ojos. El placer doloroso de Edwarda me produjo un agotador sentimiento de milagro.

“¿Qué me importa dónde estoy
si sé dónde voy?
¿Puedo saber dónde voy
sin conocer dónde estoy?”– se había dicho la joven.




El día 8 agoniza despacio el secretario del secretario del secretario y el cuerpo de Laura va a ser depositado en el féretro. La composición es la misma que la de la víspera; sólo cambia el color: los hombres con traje claro y corbatas rosa y las mujeres de negro estricto. La madre intenta, por medio de un intermediario, la presencia de un cura. Bataille, no sólo se niega, sino que amenaza con matar al primer eclesiástico que cruce el umbral. La madre no cede: como no están casados, nada me impide hacer lo que tengo pensado, razona. Bataille muestra su concluyente Browning. Pasan las horas. Entran los operarios de pompas fúnebres. Elevan el cuerpo de la joven y lo meten en el ataúd. El silencio, espeso, sólo es roto por los antagónicos sollozos. Bataille se separa del grupo, se acerca a la caja y, en un gesto propio de prerrafaelistas, deposita un texto de El Matrimonio del Cielo y del Infierno de Blake que ella había pedido leer un poco antes de morir. Leiris arroja dos dados como emblema del azar que nos constriñe. La emoción alcanza el clímax. El intermediario va y viene. Y en uno de esos sus vaivenes: 

La madre de Laura querría besaros”. Y así fue. 

« Je t’ai tout livré de moi—même. Pour moi qui suis au delà des mots, j’ai trop vu, trop su, trop connu, pour que l’apparence prenne forme. Tu peux faire tout ce que tu veux, je n’aurai pas mal ».

“He odiado nuestra vida, a menudo he querido salvarme, partir sola a la montaña (era salvar mi vida), ahora lo sé”. 

Es algo que siempre hemos sospechado. A mí me falta la glándula sadista. No sé nada del éxtasis de la carne torturada. Soy más bien simple, plano…poco interesante.
Y Bataille recuerda: « Jamais personne ne me parut comme elle intraitable et pure, ni plus décidément souveraine ! »

Inevitable pensar en Souverine. Pero sigan leyendo, sigan.

Mientras esto ocurre, en la corte del zar rojo Beria sustituye a Yezhov… y se sigue para bingo. Los Procesos de Moscú (1936-38)… muerte de Gorki. Breton y Jacqueline han vuelto de su viaje a México y pasean por las terrazas de Montparnasse a su resentida hija Aube que durante la ausencia de sus padres ha sido depositada en casa de los Masson, de naturaleza anfitriónica y que ha vuelto a introducirse en el destartalado círculo surrealista. Artaud, sumido en una vorágine vaticinadora, recorre clínicas mentales. Los nacionales anuncian la toma del vértice Picosa, su llegada al Ebro y la ocupación de Mora. El parte republicano, escueto, habla de resistencia heroica. En Barcelona, diez días antes, ha tenido lugar el gran desfile de despedida de las Brigadas Internacionales.

III
–Vamos… ¡a hacer flashback!

1923…

« Voici ses dernières paroles :
Ecoutez, me dit-il le 9 décembre, écoutez une chose terrible. Dans trois jours je vais être fusillé par les soldats de Dieu ». Comme j’étouffais de larmes, que j’inventais des renseignements contradictoires : « Vos renseignements, continua-t-il, sont moins bons que les miens. L’ordre est donné. J’ai entendu l’ordre. »
Plus tard, il dit encore : Il y a une couleur qui se promène et des gens cachés dans cette couleur.
Je lui demandai s’il fallait les chasser. Il répondit : « Vous ne pouvez pas les chasser, puisque vous ne voyez pas la couleur ».
Ensuite , il sombra.
Il remuait la bouche, il nous nommait, il posait ses regards avec surprise sur sa mère, sur son père, sur ses mains.
Raymond Radiguet commence. »
(Cocteau)



Bataille se debate entre la cruz y el burdel. Gana el burdel. Nietzsche le ayuda en aquella encrucijada oscura. Ya es un hombre talludito: 27 años… ¡la edad demoníaca! Ingresa en la periferia del surrealismo, recién manifestado.
Conoce (1927), y matrimonia, a Sylvia Maklès (si quieren contemplarla vean Une partie de campagne, de Renoir) judía y ¡rumana!, la amiga de Prévert y oscuro objeto de deseo del gran Théodore Fraenkel. Leiris oficiará de testigo. Rosa, hermana de Sylvia, se casará con Masson. Y Sylvia Bataille, años más tarde, se convertirá en la segunda esposa de Lacan, a quien se le acumula el trabajo.


Un totum revolutum que simplificaba el trabajo y destrozaba los eslabones más débiles.

1928
–¡Niño, descuelga el Ojo que nos vamos!

Esta escena tan rutinaria pone fin a la época heroica del Le Boeuf. El Crac, el fascismo y la táctica criminal del Komintern (Tercer Periodo) acabarán con todo. Como era pieza delicada lo transportaron cual epitafio griego. Allí, en Penthièvre, estuvo hasta 1936, mirando y viéndolo todo. Bataille es un hombre de 31 años y, como Lord Auch (su primera novela la firmó como W.C.), se ocupa en la terrible fantasía de joven ex católico (pues sería inconcebible entre seres humanos desvencijados y perfectamente ateos) de George, Simona, Marcela, Sir Edmond, don Aminado… ¡y el torero! Y no digo más… Lean Uds., si quieren, lo que tengo dicho en una de las propuestas (inédita) para el día 7 de mayo, día de primeras comuniones.

Después vendrá la seminal Documents. Bataille, dice, ha revelado el carácter idealista del surrealismo y le opone el bajo materialismo. Aragón conoce a Elsa en la Coupule. Gala Eluard y Dalí se disponen a componer una de las parejas más odiosas de la historia del arte. Breton, puesta en claro su relación con Nadja, conoce a Suzanne. Simonne (¡!) no quiere dejar rue Fontaine. El vate, ahora cadavre desorientado, redacta el Segundo Manifiesto. Buñuel rasga el ojo de una vaca. René Clair pone el sonido y rubrica el fin con “Sous les toits de Paris”


Siguió Critique Social (31-34) y la efímera Contre-Attaque (35). Acéphale está en fase de proyecto. Breton y Bataille, los dos polos de la revuelta, se admiran enemistosamente. Ambos quieren poner sus fuerzas al servicio de la revolución. Ambos desde la izquierda anti estalinista, si no trotskista. Revistas pasajeras y crepitantes como hojas de otoño.

Colette Peignot (Laura), fracasado su matrimonio, se ha instalado en Berlín (1929) como mascota de un médico de cuyo nombre no quiero acordarme… amigo de Brecht y demás. La mañana que el galeno sádico le ofreció un bocadillo untado con su propia mierda, diciendo que era de nocilla, la chica dijo basta. Se quitó el collar de perro, se vistió de mujer y se largó a la URSS. Pilniak… Serge y, por su mediación, Souvarine, cuya hermana casó con Maurín que, cuando agonizaba Laura, estaba en las cárceles franquistas. París. Colette no cabe en el marco del matrimonio. Y fuera, se destruye. Bataille le echó el primer vistazo en 1931, de la mano de Souvarine. Y aceleró el proceso. Desde entonces fue LAURA, donde resuena el lirismo de Petrarca y el espíritu del divino marqués.


1934… 1938

Breton, más ligero desde que ha conocido a Jacqueline (mayo del 34) y tras la noche del girasol, teoriza el amour fou. Lean y comparen L’amour fou y Madame Eduarde, si quieren entender las discrepancias entre Bataille y Breton. Picasso no quiere quedarse atrás, arregla los papeles de divorcio con Olga y se oficializa con Marie-Thérèse; hecho lo cual, vagabundea por Les Deux Magot, pues intuye que le tocará en suerte alguna chica balthusiana.




Masson, cuñado de Bataille, se exilia en Tossa de mar (1934), entonces Babel de les Arts (Rafael Benet). Y allí lo visitará Bataille. Por allá pulularon, además, Chagall, Picabia, Meizinger, George Kars, Fred Uhlmann, Oskar Zügel, P.L. Landsberg… Dora Maar. Lo del “tío Alberto” (Serrat) y Ava Gardner es posterior.

Dora Maar viaja a Barcelona y se aloja en el Hotel Oriente. Probablemente en verano del 34. Mantenía relaciones con Georges Bataille al menos desde finales del año anterior, relaciones que, en aquellos días, el filósofo trenzaba con las que tenía con Sylvia, (su santa) y las incipientes con Colette Peignot (Laura). Sus (de Dora) fotografías de Barcelona demuestran que no era una mindundi y que, con o sin Picasso, era ¡Dora Maar!, la mujer a la que hicieron llorar. De Barcelona se dirigió a Tossa. Aquel verano Bataille viajó a Roma y fue, a su vuelta, cuando empezó su relación con la exacerbada Laura, aburrida de los comedimientos de Souvarine. De tal manera que Laura llegó a convertirse en el apoyo de los tres pilares de Critique Social. Bernier, Souvarine y Bataille. 

Rollo endogámico y tal… que se cobró sus víctimas, femeninas en mayor número.

El filósofo, pues, lanzaba, a tres frentes, arrebatadas declaraciones de amor incondicional y de entrega total. Dora pasó de él y se unió a Louis Chavance (montador de L’Atlante de Jean Vigo): "Quería escribirte para que vinieras. Estoy seguro de que serías feliz aquí. Te escribo desde la habitación más locamente hermosa que tú hayas habitado jamás, que yo haya habitado jamás... (...). Quisiera que tuvieras confianza en lo que nos une, una confianza de niño, como la mía"– suplicaba Bataille.

–(¿…?)–Contestó ella.

–"Sabías que tu carta me iba a hacer daño (...), creo que te equivocas si te alejas de mí (...), te pertenezco enteramente".– Sentenció el multidisciplinar.

Sin embargo, Dora siguió siendo el enlace entre Bataille y Breton.

En Moscú se celebra el Primer Congreso de escritores antifascistas. Cuando se celebre el segundo ya no quedará nadie para contarlo. El Congreso de París (junio 1935) toma el relevo. Breton le pega una bofetada a Erehnburg. Crevel, fracasado su intento de mediación en Les Croserie des Lilas, abre la espita del gas. Bataille y su cuñado recorren los lupanares de Barcelona (mayo). Sólo les faltó la  incomparable Criolla de la calle del Cid, que, al decir de Sebastià Gasch, estaba de obras, en vías de convertirse en una estandarizada vulgaridad. 


 Genet les podría haber hecho un resumen. Una bomba italiana acabó de forma gloriosa con lo que, desde el asesinato de Pepe el de la Criolla, estaba llamado a la decadencia más humillante. Ocurrió un mes antes del entierro de la definitivamente pacificada Laura.

Bueno, a lo que iba, hartos del fornicio, Masson y Bataille se dirigen a la montaña mágica-mística de Montserrat. Iglesia y lupanar. Lujuria y misticismo. Placer y sacrificio. Aquella noche de Montserrat inspiraría Aube de Monteserrat delicado cuadrito de Masson y algunas reflexiones del filósofo multidisciplinar. El proyecto de A-cephale va tomando cuerpo.


Se ve que a Bataille le hizo gracia la experiencia y la repitió (1937) con Laura, eligiendo como telón de fondo el aún más espectacular Etna: La noche del Etna… Otra noche que añadir a la ya larga lista de noches con pedrigrí.

En Tossa acabaría, aquel florido mayo del 35, El azul del cielo.

–¡Niño! ¡Descuelga el cuadro que nos vamos! (1936)

La comitiva salió de Penthièvre en dirección a Pedro I de Serbia. Pasó por rue Colisée y el encargado se apuntó el número de un bajo que vendría al pelo para el nuevo (y previsible) traslado. Clavaron unos tacos en la pared del nuevo local y colgaron el Ojo Catodilato, en torno al cual se organizaría el espacio.

En primavera ocurre, por medio de Eluard, la escenita de Dora y Picasso en Les deux Magots. La cosa se consumaría en Mougins, arriba de Cannes. Gorki muere y a Zinóviev y Kámenev le dan tanda. En España, la rebelión fascista tomaba forma de guerra civil-revolucionaria. El frente popular francés de derrumba. Maria Teresa y Rafael son recibidos como héroes en la corte del zar rojo. Bataille tiene en la cabeza la creación de una nueva revista. Será la definitiva, piensa: A-cephale (Sin-cabeza-falo…). Para eso ha acudido a Tossa. Quiere que Masson la ilustre. Miren Uds., Bataille estaba fascinado por el sacrificio, la crueldad, el éxtasis… y sus propiedades terapéuticas. Había que pasar a la acción. Ya estaba bien de palabras. A ver ¿dónde tenemos a alguien que quiera ser sacrificado en el altar del arte y la lujuria? Nada, hombre, será un momentito: un tajo limpio y pasará, el tal, a la historia… ¡y vosotros a la cárcel!, añado yo. 


Sería la revista definitiva. Un olor a cagalera se extendió por toda la costa brava y la pestilencia llegó a París. Tuvo que ser la desquiciada Laura la que se ofreciera al martirio. Haced de mí lo que queráis…total… ya estoy muerta, se dijo. Nadie, ¡pero nadie!, se atrevió a cortarle el cuello. Bataille le había ofrecido el honor a Roger Caillois, que, como era de esperar, calló. 
Para Bataille la cosa tenía su simbología: la muerte de las jerarquías asociados a la cabeza como redutio ad unum, como transcendencia y persistencia frente a la ruina o al tiempo (como diría Casals).

Y, en efecto, aquel 8 de noviembre del año 1938, el cuerpo de Colette-Laura es depositado en el féretro. En Alemania se brinda con cristalería de Bohemia.












RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...