Es frecuente que la Gran Igualadora te dé un empujoncito con el índice de
la mano izquierda, antes de endiñarte la colleja definitiva. No me refiero a la
vejez…eso es un soplo constante (y frío)…Nietzsche, Hörlderlin, Mahler, “Gorrión”…No quiero abrumarles.
A O.W. lo envió 5 años más allá…a las sórdidas y heladas calles de París
y a una rápida conversión al catolicismo consolador.
Tal día como hoy, del año 1895, O.W. fue condenado a dos años de “trabajos forzados” (¿) en prisión. Y tal
día como hoy, del año 1897 (dos años exactos después) salía de la cárcel de Reading
ligero de equipaje y con el billete de ida en el bolsillo…habiendo tomado
impulso hacia la nada definitiva.
Entró en la cresta de la ola y salió clamando “De Profundis”.
¿No te alegras Óscar?...
Dos años son suficientes para destrozarte, si son eficientemente
aprovechados…¡y lo fueron!
Los detalles de los procesos ya los conocen vds. Si no es así…Infórmense.
Quizás no sepan, sin embargo, que todo empezó por un giro inesperado (que
condujo el asunto desde la caridad al odio) “Bossie” la Belleza a la que aspiraba helénicamente el artista, era,
además de hijo del marqués de Queensberry, (energúmeno ascendido a la categoría
de Lord, e “inventor” de las reglas
del boxeo “amateur”, conocidas como “Reglas Queenberry”) más parecido a Alcibíades que a Lisis.
Todo empezó, decía, por una “obra
de caridad aristocrática” de “Bossie”:
regaló un abrigo a un indigente…sin darse cuenta de que en los bolsillos habían
cartas comprometedoras:
Chantajes…amenazas…denuncia por difamación, que se tornaron procesos por
sodomía.
Dios estaba escribiendo, sobre renglones aparentemente inmaculados, a
tontas y a locas…con la escondida intención, sin embargo, de humillar al
orgulloso y, de paso, dejar claro que a él tampoco le gustaba la sodomía…ni
tampoco el desnutrido “socialismo”
(Tolstoi, “Quinto Fabio Máximo”…)
El marqués no podía soportar que los “amateurs”
(¡qué incongruencia!) sospecharan que su hijo era un maricón de tomo y lomo y
decidió volcar toda su pugilística influencia en airear la ambivalente
naturaleza del artista, del cual se estaba representando durante esos días la
exitosa: “La importancia de llamarse Ernesto”,
una acumulación descarada y lúcida de las, digamos, limitaciones de la
moralidad victoriana y, de paso, una constatación de la ruptura con su hermano
“Willie”.
Toulouse-Lautrec lo había retratado. Sus conferencias eran reclamadas en
medio mundo (el de habla inglesa). Felizmente casado y padre de dos preciosos
hijos. Sus aforismos y “boutades”
eran reídas de dientes para fuera por ese medio mundo.
O.W. era el número uno de esa detestable “concepción estética de la existencia”…pero
no en el sentido budista (Schopenhauer), ni el sentido trágico del “dinamitero”…La belleza era la única
moral posible; El aburrimiento: el infierno; la profundidad: la fetidez; la
ligereza: la gloria; la superficialidad: el único sentido de la vida; el
ingenio: un elegante “abreostras”; la
elegancia intempestiva: una barrera contra la vulgaridad…etc…etc.
Bueno pues el tal “teórico del
pugilismo”, se presentó un día con un grupo de seguidores de sus reglas en
el domicilio de OW:
--Yo no conozco las “reglas de
Queenberry”… en mi casa, la regla es disparar a matar. ¡Esto se arregla a tiros
o ante un tribunal!” (valga
el “rodolí”)
OW acusó al Lord de difamación y la cosa se convirtió, de forma
imprevista, en dos procesos contra el artista, a resulta de los cuales ocurrió
lo ya enunciado arriba.
Fue algo así como lo de Sócrates. El “teórico
del boxeo” encabezó el odio del burgués populacho. Y el populacho señaló el
infierno con el pulgar de la mano derecha.
Hay un detalle que debería haber hecho temblar al poeta: Si a vd, querido
lector, en esa época en que, de forma heroica e insegura, se intenta conformar
su masculinidad, su novia le abandona y se larga con Bram Stoker, sin duda
alguna estaría todo el resto de su vida ojo avizor.
Fue conducido, tras dos breves estancias en sendas cárceles, a la prisión
de Reading…¡en la que no se le
permitía leer ni una letra (neo-lingua)! Y allí acabó de formarse su carácter: “Bram, amigo mío, el pobre O.W. no fue tan
malo como la gente cree…creo que esta situación le ayudará a purificar su
cuerpo y su alma” (de su hermano “Willie”
a Bram Stoker).
En la prisión de Reading lo perdió todo: Reputación, orgullo, fortuna,
esposa e hijos, salud, humor, madre, hermano, amante, amigos…y alcanzó el grado
cero de la indigencia.
Mientras el poeta se consumía en “Reading”, morían Millais y W. Morris
(W. Pater había muerto el año anterior) dejándolo más huérfano, si cabía…¡y
cupo!
La cárcel de Reading (en forma de cruz) fue reconvertida en centro de
reclusión (“recuperación”) de jóvenes
delincuentes. Los recortes neoliberales y la “racionalización” consiguiente la han inutilizado: se pretende una
concentración carcelaria que abarate los costes…etc…etc
“Los amigos de O.W” (¿amigos?) pretenden convertirla en
un centro de atracción turística…¡a buenas horas, mangas verdes! Además haría
falta una siembra intensiva de bares y ventorrillos. El paraje es desolador,
entre las vías de tren y un brazo del río Kennet, junto a unas ruinas
siniestras y un cuidado parque sólo frecuentado por grajos y “sin techo” a la espera del “abrigo” que les saque de la miseria…
Cuando salió del antro era una persona envejecida, encorvada, con su
hermosa cabellera trocada en estopa gris y convertido a la religión de la
piedad: El sufrimiento le había, dice, ayudado a conocerse, a poner su “alma al desnudo”, a dar conciencia y
peso a su estar en el mundo…a él, tan liviano y “superficial”.
Pero (ya saben vds.) no hay mal que por bien no venga. Fruto de esa
tortura: “De Profundis (una epístola)” (¿pistola?)…”Desde lo hondo, a Ti clamamos, Señor…”
Bajo una capa de despecho se oculta la esperanza (¿les abrumo si les digo
que su madre, activista de la independencia de Irlanda, firmaba sus
colaboraciones como “Esperanza”?).
Bajo una apariencia de ira, de reproches, de culpabilidad y arrepentimientos,
late la necesidad de reclamo.
Tuvo tiempo de meditar sobre el tiempo; sobre el arte; sobre Cristo y su
madre; sobre el amor; sobre la injusticia de la justicia; sobre la
desesperación y el suicido; sobre el no-significado de la soledad y, por si lo
anterior fuera poco, ir preparándose para desaparecer en el más completo olvido
y desconsuelo.
Pensó en la obra como si de una Encíclica se tratara y, por tal motivo,
quiso titularla: “Epistola: in carcere et vinculis”. R.B.Ross, a
quien a escondidas le enviaba los fragmentos, la llamó: “De Profundis” (1905).
…“Finis Comediae…Incipit Tragediae”…
No hubo NADIE esperándole aquella mañana del 19 de mayo de 1897: huérfano
de padre, madre y hermano (su hermana YA había muerto). Su mujer (con los dos
hijos) se había largado a Suiza donde cambió el apellido por el familiar “Holland”, en su defensa que nunca se
divorció del venido a menos y que siempre (un siempre demasiado corto) le pasó
dinero (con la condición de que no volviera a ver a infausto “Bossie”). Moriría paralítica en Génova
en 1898.
Mientras sale de la cárcel, aparece en las librería: ”Drácula”, de su antiguo rival. Mallarmé
publica “Divagaciones” antes de
centrarse y morir. Huysmans da a la imprenta “Allá arriba” y hacía las diligencias para dedicarse a una
vejez (a la vejez viruelas..¡siempre se
ha dicho!) de oblato. Moreau y Burne-Jons ya se han tomado medidas. Ruskin
esperará para irse al más allá en su compañía. Toulouse-Lautrec hace una cura
de desintoxicación para entrar limpio en el paraíso de los desgraciados.
Gauguin intenta suicidarse en Tahití, agobiado por la miseria, la invalidez y
la sífilis…
¿Dónde vas a ir, Óscar?... ¿”Allá
arriba”?...”¿Allá abajo?”…
La noche es cálida. La luna empieza lentamente a menguar. ¡Piensa, Óscar,
piensa! Pongo a tu disposición mis Ángeles Custodios.
…Y lo trasladaron (ahorrándose el viaje en barco hasta Dieppe) a
Berneval-la-Grand, que sólo tenía de grande el viento y la soledad (ahora…el
turismo y tal…).
Eres el “errabundo”…Sebastián
Melmoth. Los recuerdos te agotan, te producen pesadillas: nocturnos caballos
desbocados.
Aquí se aficionó (¿cómo no?) al Calvados y con su ayuda pudo dar forma a
ese poema estremecedor e impropio: “La
balada de la cárcel de Reading”, en memoria de Carlos T. Wooldridge antiguo
soldado de la Guardia Real de Caballería, ejecutado en la cárcel de Reading, en
Berkshire el 7 de julio de 1886 (precisamente el día, del año 1971, que enterraban a Jim Morrisson en el Père
Lachaise de París)
(…)
“Y sin embargo, sepan todos,
cada hombre mata lo que ama.
Los unos matan con su odio,
los otros con palabras blandas;
el que es cobarde, con un beso,
y el de valor, con una espada!
Unos lo matan cuando jóvenes,
y cuando están viejos los otros;
unos con manos de deseo,
otros lo estrangulan con oro;
y el más hábil, con un puñal
porque así se enfría más pronto.”
En este Finisterrae lo visitó
A. Gide, a quien ya conocía por medio de Mallarmé…Y también el demonio “Bossie” (que no se dignó a visitarlo en
la cárcel ni a enviarle una misiva). Tuvo una “recaida” que lo condujo a París,
primero, y a un pueblecito cercano a Nápoles, después. La cosa terminó por
cuestiones de intendencia…las ayudas que recibían estaban condicionadas: “en París me siento mal, pero aquí me siento aburrido: este último estado es el
peor”.
Así que marcha a París (1898). Allí se entera de la muerte de su hermano
(alcoholismo), a la que ha precedido la de su mujer (y el fin de la
subvención).
Sebastián “el errabundo”
deambulando por las calles del París de la “Belle
époque”, de la Exposición Universal…Picasso acaba de visitar “la ciudad de la luz” por primera
vez…empieza una nueva época. La Tour Eiffel tentando y las iglesias abiertas
para las almas descarriadas.
Ya nadie habla de ti, Óscar: Lo peor está sucediendo. Y no tienes ni una
manta, ni un perro que te ladre. La iglesia de san José te abre las puertas y
tú inclinas tu cabeza deshojada para recibir el agua bendita…y pones tus
labios, aún infantiles, para recoger la sal de la conservación eterna. Haces
una mueca y tragas. Montmartre rebosa de placeres…
y las calles de desorientados
maratonianos de los juegos olímpicos más desordenados de la historia (que
duraron hasta el otoño): los atropellaban los velocípedos, se perdían por inexistentes callejones, lloraban de
impotencia…Nadie llegó. Tuvieron que cazarlos como a perros callejeros…¡con
lazo!
Hubo competición de tiro al pichón (¡¡)…¡Pelota vasca!...
Torneo de croquet ¡con un solo asistente de pago!... un pintoresco caballero
inglés que se desplazó desde la soleada Niza.
A uno de los grandes triunfadores en las pruebas de natación le honraron
con una estatua de un caballo (¿y a los de hípica con una sirena?)
Baudelaire, Verlaine, Huysmans…Tú…¿Qué tendrá la muerte? ¿Qué poderío os
arrastra hacia el perfume de la cera ardiente? ¿Qué miedo…para vencer el
demonismo?...o….¡Acaso es lo mismo! (Huysmans).
“Mi futuro está en el café o en el claustro. Traté en el hogar, pero
fue un fracaso”.
Ni tu padre, el más famoso “oto-oftalmólogo”
del reino, puede curar tu infección de oído. La podredumbre alcanza las
meninges y la fiebre te hace nouménico…¡a ti!…¡amante de la superficie!
El 30 de noviembre de 1900, en el Hôtel D’Alsace, 13 de la rue Beaux
Arts, moría con el corazón roto y la cartera vacía, el más ingenioso hidalgo de
los ingenios: Óscar Wilde.
Si alguna vez tienen que hace noche en París, acérquense a “L’Hôtel” y pidan la habitación número
16. Matarán tres pájaros de un tiro, pues también Jim Morrisson (¡¡) se hospedó
en esa misma habitación en mayo del 71. No sólo se hospedó, sino que se arrojó
(¿se cayó?) por la ventana…se sacudió el polvo y siguió su ronda. ¿El tercero?
Borges.
Hablaremos de “saltos al vacío”
en otra ocasión.
No olviden fotografiar la inevitable “plaquita”
Y si tienen tiempo, porque su mujer acaba de fregar el suelo de la
cocina, o por cualquier otra enjundiosa razón, tómense una cervecita en el
soleado banco de madera de la “brasserie
La Charrette”…díganle al dueño
que van de mi parte… (o que hace un tiempo espléndido).
NB: Un hermano de Constance Holland (Lloyd) tuvo una descendencia
curiosa: ¡Cravan! boxeador metafísico.
¿Ven vds. como todo es un círculo? El inventor de las reglas para el “boxeo amateur” fue la causa eficiente de
la desgracia y el sobrino segundo, reivindicando al tío segundo, se bate a
muerte con la vida y con el campeón de pesos pesados del momento, para
engrandecer la memoria de la saga. Y, para colmo, se desvaneció euridicianamente.