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domingo, 19 de mayo de 2013

Propuesta para hoy, día 19 de mayo. Oscar Wilde: Últimos años.





Es frecuente que la Gran Igualadora te dé un empujoncito con el índice de la mano izquierda, antes de endiñarte la colleja definitiva. No me refiero a la vejez…eso es un soplo constante (y frío)…Nietzsche, Hörlderlin, Mahler, “Gorrión”…No quiero abrumarles.
A O.W. lo envió 5 años más allá…a las sórdidas y heladas calles de París y a una rápida conversión al catolicismo consolador.

Tal día como hoy, del año 1895, O.W. fue condenado a dos años de “trabajos forzados” (¿) en prisión. Y tal día como hoy, del año 1897 (dos años exactos después) salía de la cárcel de Reading ligero de equipaje y con el billete de ida en el bolsillo…habiendo tomado impulso hacia la nada definitiva.

Entró en la cresta de la ola y salió clamando “De Profundis”.

                      
El asunto de la sodomía, en Inglaterra sobre todo, ha sido tratado como un claro mecanismo de defensa, en el más estricto sentido psicoanalítico. Hacía diez años que la “Enmienda Labouchere a la Ley de Enjuiciamiento Criminal” incorporaba la cadena perpetua para los sodomitas, diez años por intentar sodomizar y dos años de trabajos forzados por “cualquier acto de flagrante (¿fragante?) indecencia”. Aún tuvo suerte: lo condenaron únicamente por el menor de los tres delitos…

¿No te alegras Óscar?...

Dos años son suficientes para destrozarte, si son eficientemente aprovechados…¡y lo fueron!

Los detalles de los procesos ya los conocen vds. Si no es así…Infórmense.



                                                                     
Quizás no sepan, sin embargo, que todo empezó por un giro inesperado (que condujo el asunto desde la caridad al odio) “Bossie” la Belleza a la que aspiraba helénicamente el artista, era, además de hijo del marqués de Queensberry, (energúmeno ascendido a la categoría de Lord, e “inventor” de las reglas del boxeo “amateur”, conocidas como “Reglas Queenberry”)  más parecido a Alcibíades que a Lisis.

Todo empezó, decía, por una “obra de caridad aristocrática” de “Bossie”: regaló un abrigo a un indigente…sin darse cuenta de que en los bolsillos habían cartas comprometedoras:
Chantajes…amenazas…denuncia por difamación, que se tornaron procesos por sodomía.
Dios estaba escribiendo, sobre renglones aparentemente inmaculados, a tontas y a locas…con la escondida intención, sin embargo, de humillar al orgulloso y, de paso, dejar claro que a él tampoco le gustaba la sodomía…ni tampoco el desnutrido “socialismo” (Tolstoi, “Quinto Fabio Máximo”…)

El marqués no podía soportar que los “amateurs” (¡qué incongruencia!) sospecharan que su hijo era un maricón de tomo y lomo y decidió volcar toda su pugilística influencia en airear la ambivalente naturaleza del artista, del cual se estaba representando durante esos días la exitosa: “La importancia de llamarse Ernesto”, una acumulación descarada y lúcida de las, digamos, limitaciones de la moralidad victoriana y, de paso, una constatación de la ruptura con su hermano “Willie”.





                          
Toulouse-Lautrec lo había retratado. Sus conferencias eran reclamadas en medio mundo (el de habla inglesa). Felizmente casado y padre de dos preciosos hijos. Sus aforismos y “boutades” eran reídas de dientes para fuera por ese medio mundo.

O.W. era el número uno de esa detestable “concepción estética de la existencia”…pero no en el sentido budista (Schopenhauer), ni el sentido trágico del “dinamitero”…La belleza era la única moral posible; El aburrimiento: el infierno; la profundidad: la fetidez; la ligereza: la gloria; la superficialidad: el único sentido de la vida; el ingenio: un elegante “abreostras”; la elegancia intempestiva: una barrera contra la vulgaridad…etc…etc.

Bueno pues el tal “teórico del pugilismo”, se presentó un día con un grupo de seguidores de sus reglas en el domicilio de OW:

--Yo no conozco las “reglas de Queenberry”… en mi casa, la regla es disparar a matar. ¡Esto se arregla a tiros o ante un tribunal!” (valga el “rodolí”)

OW acusó al Lord de difamación y la cosa se convirtió, de forma imprevista, en dos procesos contra el artista, a resulta de los cuales ocurrió lo ya enunciado arriba.

Fue algo así como lo de Sócrates. El “teórico del boxeo” encabezó el odio del burgués populacho. Y el populacho señaló el infierno con el pulgar de la mano derecha.

Hay un detalle que debería haber hecho temblar al poeta: Si a vd, querido lector, en esa época en que, de forma heroica e insegura, se intenta conformar su masculinidad, su novia le abandona y se larga con Bram Stoker, sin duda alguna estaría todo el resto de su vida ojo avizor.





                               
Fue conducido, tras dos breves estancias en sendas cárceles, a la prisión de Reading…¡en la que no se le permitía leer ni una letra (neo-lingua)! Y allí acabó de formarse su carácter: “Bram, amigo mío, el pobre O.W. no fue tan malo como la gente cree…creo que esta situación le ayudará a purificar su cuerpo y su alma” (de su hermano “Willie” a Bram Stoker).
En la prisión de Reading lo perdió todo: Reputación, orgullo, fortuna, esposa e hijos, salud, humor, madre, hermano, amante, amigos…y alcanzó el grado cero de la indigencia.
Mientras el poeta se consumía en “Reading”, morían Millais y W. Morris (W. Pater había muerto el año anterior) dejándolo más huérfano, si cabía…¡y cupo!

La cárcel de Reading (en forma de cruz) fue reconvertida en centro de reclusión (“recuperación”) de jóvenes delincuentes. Los recortes neoliberales y la “racionalización” consiguiente la han inutilizado: se pretende una concentración carcelaria que abarate los costes…etc…etc
“Los amigos de O.W” (¿amigos?) pretenden convertirla en un centro de atracción turística…¡a buenas horas, mangas verdes! Además haría falta una siembra intensiva de bares y ventorrillos. El paraje es desolador, entre las vías de tren y un brazo del río Kennet, junto a unas ruinas siniestras y un cuidado parque sólo frecuentado por grajos y “sin techo” a la espera del “abrigo” que les saque de la miseria…

Cuando salió del antro era una persona envejecida, encorvada, con su hermosa cabellera trocada en estopa gris y convertido a la religión de la piedad: El sufrimiento le había, dice, ayudado a conocerse, a poner su “alma al desnudo”, a dar conciencia y peso a su estar en el mundo…a él, tan liviano y “superficial”.

Pero (ya saben vds.) no hay mal que por bien no venga. Fruto de esa tortura: “De Profundis (una epístola)” (¿pistola?)…”Desde lo hondo, a Ti clamamos, Señor…”

Bajo una capa de despecho se oculta la esperanza (¿les abrumo si les digo que su madre, activista de la independencia de Irlanda, firmaba sus colaboraciones como “Esperanza”?). Bajo una apariencia de ira, de reproches, de culpabilidad y arrepentimientos, late la necesidad de reclamo.
Tuvo tiempo de meditar sobre el tiempo; sobre el arte; sobre Cristo y su madre; sobre el amor; sobre la injusticia de la justicia; sobre la desesperación y el suicido; sobre el no-significado de la soledad y, por si lo anterior fuera poco, ir preparándose para desaparecer en el más completo olvido y desconsuelo.

Pensó en la obra como si de una Encíclica se tratara y, por tal motivo, quiso titularla: “Epistola: in carcere et vinculis”. R.B.Ross, a quien a escondidas le enviaba los fragmentos, la llamó: “De Profundis” (1905).

…“Finis Comediae…Incipit Tragediae”…

No hubo NADIE esperándole aquella mañana del 19 de mayo de 1897: huérfano de padre, madre y hermano (su hermana YA había muerto). Su mujer (con los dos hijos) se había largado a Suiza donde cambió el apellido por el familiar “Holland”, en su defensa que nunca se divorció del venido a menos y que siempre (un siempre demasiado corto) le pasó dinero (con la condición de que no volviera a ver a infausto “Bossie”). Moriría paralítica en Génova en 1898. 





                                                     
Mientras sale de la cárcel, aparece en las librería: ”Drácula”, de su antiguo rival. Mallarmé publica “Divagaciones” antes de centrarse y morir. Huysmans da a la imprenta “Allá arriba” y hacía las diligencias para dedicarse a una vejez  (a la vejez viruelas..¡siempre se ha dicho!) de oblato. Moreau y Burne-Jons ya se han tomado medidas. Ruskin esperará para irse al más allá en su compañía. Toulouse-Lautrec hace una cura de desintoxicación para entrar limpio en el paraíso de los desgraciados. Gauguin intenta suicidarse en Tahití, agobiado por la miseria, la invalidez y la sífilis…

¿Dónde vas a ir, Óscar?... ¿”Allá arriba”?...”¿Allá abajo?”…
La noche es cálida. La luna empieza lentamente a menguar. ¡Piensa, Óscar, piensa! Pongo a tu disposición mis Ángeles Custodios.
…Y lo trasladaron (ahorrándose el viaje en barco hasta Dieppe) a Berneval-la-Grand, que sólo tenía de grande el viento y la soledad (ahora…el turismo y tal…).

Eres el “errabundo”…Sebastián Melmoth. Los recuerdos te agotan, te producen pesadillas: nocturnos caballos desbocados. 





                                
Aquí se aficionó (¿cómo no?) al Calvados y con su ayuda pudo dar forma a ese poema estremecedor e impropio: “La balada de la cárcel de Reading”, en memoria de Carlos T. Wooldridge antiguo soldado de la Guardia Real de Caballería, ejecutado en la cárcel de Reading, en Berkshire el 7 de julio de 1886 (precisamente el día, del año 1971,  que enterraban a Jim Morrisson en el Père Lachaise de París) 



 
  (…)
 “Y sin embargo, sepan todos,
cada hombre mata lo que ama.
Los unos matan con su odio,
los otros con palabras blandas;
el que es cobarde, con un beso,
y el de valor, con una espada!
Unos lo matan cuando jóvenes,
y cuando están viejos los otros;
unos con manos de deseo,
otros lo estrangulan con oro;
y el más hábil, con un puñal
porque así se enfría más pronto.”

En este Finisterrae lo visitó A. Gide, a quien ya conocía por medio de Mallarmé…Y también el demonio “Bossie” (que no se dignó a visitarlo en la cárcel ni a enviarle una misiva). Tuvo una “recaida” que lo condujo a París, primero, y a un pueblecito cercano a Nápoles, después. La cosa terminó por cuestiones de intendencia…las ayudas que recibían estaban condicionadas: “en París me siento mal, pero aquí me siento aburrido: este último estado es el peor”.

Así que marcha a París (1898). Allí se entera de la muerte de su hermano (alcoholismo), a la que ha precedido la de su mujer (y el fin de la subvención).

Sebastián “el errabundo” deambulando por las calles del París de la “Belle époque”, de la Exposición Universal…Picasso acaba de visitar “la ciudad de la luz” por primera vez…empieza una nueva época. La Tour Eiffel tentando y las iglesias abiertas para las almas descarriadas.

Ya nadie habla de ti, Óscar: Lo peor está sucediendo. Y no tienes ni una manta, ni un perro que te ladre. La iglesia de san José te abre las puertas y tú inclinas tu cabeza deshojada para recibir el agua bendita…y pones tus labios, aún infantiles, para recoger la sal de la conservación eterna. Haces una mueca y tragas. Montmartre rebosa de placeres…

y las calles de desorientados maratonianos de los juegos olímpicos más desordenados de la historia (que duraron hasta el otoño): los atropellaban los velocípedos, se perdían por inexistentes callejones, lloraban de impotencia…Nadie llegó. Tuvieron que cazarlos como a perros callejeros…¡con lazo!
Hubo competición de tiro al pichón (¡¡)…¡Pelota vasca!...
Torneo de croquet ¡con un solo asistente de pago!... un pintoresco caballero inglés que se desplazó desde la soleada Niza.
A uno de los grandes triunfadores en las pruebas de natación le honraron con una estatua de un caballo (¿y a los de hípica con una sirena?)

Baudelaire, Verlaine, Huysmans…Tú…¿Qué tendrá la muerte? ¿Qué poderío os arrastra hacia el perfume de la cera ardiente? ¿Qué miedo…para vencer el demonismo?...o….¡Acaso es lo mismo! (Huysmans).

 “Mi futuro está en el café o en el claustro. Traté en el hogar, pero fue un fracaso”.

Ni tu padre, el más famoso “oto-oftalmólogo” del reino, puede curar tu infección de oído. La podredumbre alcanza las meninges y la fiebre te hace nouménico…¡a ti!…¡amante de la superficie!

El 30 de noviembre de 1900, en el Hôtel D’Alsace, 13 de la rue Beaux Arts, moría con el corazón roto y la cartera vacía, el más ingenioso hidalgo de los ingenios: Óscar Wilde.

Si alguna vez tienen que hace noche en París, acérquense a “L’Hôtel” y pidan la habitación número 16. Matarán tres pájaros de un tiro, pues también Jim Morrisson (¡¡) se hospedó en esa misma habitación en mayo del 71. No sólo se hospedó, sino que se arrojó (¿se cayó?) por la ventana…se sacudió el polvo y siguió su ronda. ¿El tercero? Borges.

Hablaremos de “saltos al vacío” en otra ocasión.      


No olviden fotografiar la inevitable “plaquita

                             
Y si tienen tiempo, porque su mujer acaba de fregar el suelo de la cocina, o por cualquier otra enjundiosa razón, tómense una cervecita en el soleado banco de madera de la “brasserie La Charrette”…díganle al dueño que van de mi parte… (o que hace un tiempo espléndido).



 
NB: Un hermano de Constance Holland (Lloyd) tuvo una descendencia curiosa: ¡Cravan! boxeador  metafísico.

¿Ven vds. como todo es un círculo? El inventor de las reglas para el “boxeo amateur” fue la causa eficiente de la desgracia y el sobrino segundo, reivindicando al tío segundo, se bate a muerte con la vida y con el campeón de pesos pesados del momento, para engrandecer la memoria de la saga. Y, para colmo, se desvaneció euridicianamente.



                                     














RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...