(Los asteriscos
(*) remiten a efímeras “razones efemerísitcas”)
Sepan vds. que,
en contra lo que dice el dicho, los locos nunca están solos. Y cada vez son
más. Locos e idiotas que sólo ven lo propio se multiplican por el universo
mundo como inmortales células cancerosas. Amantes tiernísimos de lo propio, se
vuelven hienas ante lo que consideran ajeno. Signo inconfundible de locura es
el frenesí por la homogeneidad. Otro: el soliloquio, sembrado de exabruptos que
contentan a su cofradía. Otro: creer que su padre es Napoleón (ellos son Dios).
1.
“Como decíamos ayer” (*), ya que están
Vds. en París, rue Clichy, déjense caer hasta los Grandes Boulevares, sigan a
la izquierda hasta la puerta de Saint Denis y asciendan por el Boulevard de
Strasbourg…se toparán con el Teatro Antoine y, a su vera, “Le petit café”. Si soportan el sucio invierno de París, siéntense
en las heladoras sillas de aluminio y
pídanse unos calvados; si no, entren y pídanse unos calvados. Cuando acaben,
pídanse una botella entera y ¡de perdidos al río!
Tal
día como hoy, del año 1922, se estrenó en este
teatro que se mantiene grácil: “Locus
Solus” del fríamente poético Raymond
Roussell. No tiene nada que ver con la introducción. Se trata de un “lugar” calificado de “solo”. Una “novela” convertida en “obra
de teatro”. Un prestigioso crítico, prologando unas disquisiciones de
Foucault, la resume así:
«Un
científico e investigador importante, Martial Canterel, ha invitado a un grupo
de colegas a visitar el parque de su finca, Locus Solus. Cuando el grupo visita
la finca, Canterel les muestra invenciones de una complejidad y rareza cada vez
mayores. De nuevo, a la exposición le sigue la explicación, la histeria fría de
la primera dando paso a las innumerables ramificaciones de la segunda. Tras un
martinete áreo formado por un mosaico de dientes y un enorme diamante de
cristal relleno de agua en la que flota una chica que baila, un gato sin pelo y
la cabeza conservada de Danton,
llegamos al pasaje central: la descripción de ocho curiosos “tableaux vivants” que tienen lugar en
una enorme jaula de cristal. Aprendemos que los actores son en realidad gente
muerta que Canterel ha resucitado con “resurrectine”,
(acordémonos
del elixir de Blas de Cubas, o del fluido del “Supermacho” y de tantos otros elixires extraordinariamente
inútiles, dignos de la botica del “más
allá”) un fluido de su invención que
si se inyecta a un cadáver reciente hace que represente el incidente más
importante de su vida».
Ya sé que Vds.
están duchos en la ironía socrática. Ya sé que conocen sus fases e intención.
También es irónico el empleo de una fuerza desmesurada para vencer una
resistencia mínima. Es ironía describir minuciosamente, hasta la obsesión, un
mecanismo complejo destinado a producir efectos intrascendentes. Es ironía el esfuerzo
divino para crear un mundo intrascendente e inútil como el que habitamos. Es ironía la
desproporción exagerada y grotesca. Así,
pienso que le “nouveau roman” es
irónico, en la medida en que pone ingentes medios para la descripción de
objetos fugaces y fútiles. Irónica es la escritura de Raymon Roussell a quien
tengo el gusto de presentarles: bajo un manto de la más aséptica objetividad se
oculta la inutilidad divertida (patafísica)
que llena de poesía el universo-mundo.
Roussell, se
detiene en un detalle, se remonta a la pieza completa, se eleva a la
inspiración origen de la pieza, y vuelve sobre el comienzo…pero ahora con una
nueva comprensión del todo. También se le llama “dialéctica” a este procedimiento. “Ironía dialéctica”: ese es mi diagnóstico definitivo. Así como Marx
empieza su análisis del sistema capitalista
con el análisis del objeto preparado para ser vendido, y se remonta
hasta las condiciones que hacen posible su producción, para volver de nuevo
sobre el objeto, comprendido, ahora, como mercancía; así Roussell parte de una
máquina incomprensible, una pieza de pura sintaxis desconocida, para,
elevándose hasta las condiciones (semántica) de su producción, hacer
comprensible su función, una vez hemos comprendido su funcionamiento mecánico y
su manantial poético.
La “realidad” se presenta incompresible en
sus detalles, sino captamos la intención general que la guía.
Roussell, en
plena época de fascinación por la máquina, se ríe de esas desgraciadas
criaturas e intenta salvarlas poniéndolas al servicio de las fuerzas de la
vida: la poesía y la delicadeza. Los futuristas, a su lado, son unos bárbaros,
en el más innoble sentido del término. Picabia y Duchamp habían entendido el
mensaje.
En fin, el mismo
Raymond Roussel dejó escrita la clave de sus escritos. Y no es ajena a esa
clave Arsène Lupin (*) ni Sherlock Holmes (*).
Mientras relamen
el cuello de la botella con ojos desquiciados, imaginen lo que paso a
contarles: Aquella noche se estrenaba la mencionada obra y “La guerre en pantufles”, como
guarnición. Ya hacía tiempo que los futuros surrealistas y, ahora, huyendo de
los “ataques de sueño” y del dadaísmo
(Breton y compañía), conocían la obra de Roussell a quien consideraban de los
suyos. Suerte tuvo Raymond de heredar lo suficiente hasta que se hastió de la
vida. O quizá fue al revés: Se acabó el dinero y se hastió de la vida. Mañana
se tratará de otra herencia.
Bueno pues,
Aragon, Desnos, Breton y los demás, se repartieron por la sala dispuestos a
armar la de dios (¿) es cristo (¿). Aplaudían fuera de tiempo, aclamaban al
autor como al caudillo de la nueva poética, insultaban a los ofendidos,
exaltaban a los emocionados, animaban a los indecisos, robaban el sombrero a
los maleducados que no se habían dignado a despojarse de la prenda… Y, después,
lanzaron vivas a Alemanía y “abajos”
a Francia. Y “¡merdre!” por doquier.
Roussel, definitivamente, se hizo un nombre. Aquellos eran espectáculos. Como
cuando la sonada bofetada de Desnos a aquel biempensante espectador (ya se lo
contaré otro día). O como cuando Breton le rompió el brazo a Massot de un
escénico estacazo. Las cosas se hacían a lo grande.
Imaginen Vds.
con ese nombre la de secuelas y parodias que aparecieron del tipo “Cocus Solus” y algunas aún más
graciosas.
Ernst, Miró,
Dalí. Masson, De Chiricco….No serían lo que son sin R.R.
2.
No tengan prisa,
fuera hace un frío que pela. Pídanse unos caracoles y dejen que las cosas
fluyan, resbalen… Aquí no cierran hasta que no acaba el espectáculo. Pídanse,
acabado el calvados, una granadina, más tirando a carmesí que a grana. Exijan
al “garçon” que consiga el tono justo
de la escarlata… ¡que estudie! La escarlatina es otra cosa. Díganle que
conmemoran la primera aparición de Sherlock Holmes o la llegada de Lenin a su
exilio parisino. Miren la media luna de París e imaginen al estólido Eugene Cernan paseando con su
jeep lunar (máquina Rousselliana) a la azulada luz refleja de la tierra y
dándole al “caletre” para formar una
frase heroica y perdurable que hiciera sombra a la que el servicio de
inteligencia construyó para Armstrong. Finalmente se dejó llevar por la vena
poética que, sin duda, fluye por Selene y se descolgó con un desabrido: “El reto estadounidense de hoy ha forjado el destino del Hombre del mañana".
Dado la mengua continua del caudal poético, el “Pentágono” suspendió las misiones Apollo. Así que Cernan fue el
último ser humano que pisó la luna (¿) (Carrero Blanco no cuenta)…Se hubiera
llegado a aquello de “¡Ja sòc aquí!”.
Tal día como hoy, del año 1972, Cernan,
tras un día en la luna, subió al apolíneo vehículo y recayó en la dura
realidad.
Como les pasará
a Vds. El camarero de malos modos, como es connatural con la profesión, les
arrojará a la cara la cuenta y les retirará los vasos sin permitir que los
laman. Se acabó la función.
–Pero…¡Oiga!
¡Me falta una conmemoración!
–La
del estacazo que le voy a dar como no se levante inmediatamente.
–¡Exijo
que me sirva un B&B!
El camarero,
intrigado, le echará, al que habla por todos, una mirada fría como el pavés de
París, ¿Qué ha dicho Vd.? ¿B&B? ¿Un Brigitte Bardot?
–Veo
que Vd. ignora uno de los mitos de la coktelería universal
–Grrr…Grrr…
–Se
trata de una juiciosa mezcla de Brandy
y Benedictine, envejecido en roble.
Preferida (entre otras muchas preferencias) por Hemingway y por Alma Mahler
(*).
–Y
se puede saber qué “merdre” de efeméride trata Vd. de conmemorar con esa
“merdre” de bebida………………………………………………
–Olvídese.
No tengo ganas de pensar en almas.
“Hegel” se lanza sobre mí y exige las
croquetas y el arroz. De un bocado destroza la luna que, como escafandra,
envuelve mi cabeza y tira la botella de calvados que revienta con estruendo y
tristeza. ¿Cómo he podido olvidar mis obligaciones para con el perro?
–¡Eso
digo yo!¿Cómo has podido? No parece que te haya sido muy difícil.
–Lo
siento, no volverá a ocurrir…
–Eso
ya lo dijo el rey…
3.
“Así
pues era un diciembre blanco, cubierto de nieve. Vertiginosamente avanzaba
hacia su mitad, los destellos de la navidad se sentían ya en las nevadas
calles. Pronto iba a terminar el año 18” (“La Guardia Blanca”.
Bulgákov. No la confundan con la de Conan Doyle)
13 años antes,
el mismo día y en la misma ciudad, los obreros de Kiev, reunidos en el distrito
de Shuliavka, declaran la república revolucionaria de Shuliavka. Duró una
semana, pero tuvieron tiempo para exigir: la abolición de la monarquía
absoluta, la libertad de expresión y de reunión, los servicios sociales, la
amnistía de los presos políticos, la emancipación nacional de los ucranianos,
polacos, judíos… y el cese inmediato de
los pogromos judíos, “que avergüenza a
nuestro pueblo”.
Además, los
trabajadores exigieron una pensión, condiciones normales de trabajo, la
eliminación de multas innecesarias, mejores servicios médicos, y un sistema de estatal
de protección. Corría el año 1905. Había luna llena. Cuando empezó el cuarto
menguante los cadáveres llenaban las cárceles y las heladas calles de Kiev.
Precisamente
ahora los de “Maidan”, bendecidos por
cruces “de Caravaca” y exhalando humo
infernal de tanto frío y odio, celebran el derribo de la estatua de Lenin.
Kruschev, sin duda, hizo un regalo envenenado. La nueva “Guardia Blanca” vuelve a acechar.
La historia bien merece un tango (*).
La 2ª serie de
este 11 de diciembre promete ser MUCHO mejor: Sam Cooke, Musidora, Betty Page…