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viernes, 4 de octubre de 2013

Propuesta para hoy, día 4 de octubre. El negro de Banyoles y varios.



Tal día como hoy, del año 1582, cayó en jueves. Hasta aquí no hay nada extraordinario. Lo que estuvo fuera de toda norma fue que la noche del jueves, 4 de octubre, enlazara directamente con la madrugada del 15 del mismo mes (pasando por encima del cadáver de Janis Joplin): aquel caprichoso año no tuvo su “fiesta de la raza”, ni  la “Benemérita” pudo celebrar su santa patrona.
 
     
            








Cosas del espacio y del tiempo, que…como vds. saben…se comporta de manera, para nosotros, caprichosa. Como si se repartieran los días como las cartas en una partida de “la canasta”. El cambio empezó en Roma y fue extendiéndose, con retraso, por toda la Cristiandad. A Finisterre llegó el mismo día 15… ¡y no tuvieron que hacer cambio alguno!...Bueno sí: convertir el lunes en viernes…¡mejor!
 

¿y qué decir del espacio?...¿qué pintaba el “Negro” en el museo Darder de Baynoles? ¿Quién lo había abducido? ¿A través de qué agujero (negro) había venido a dar con sus huesos en esta pintoresca ciudad catalana?...Siempre me pareció Buster Keaton (nacido tal día como hoy, del año 1895) disfrazado, aguantando el tipo y la mirada…sin esbozar ni un asomo de sonrisa (¿había motivo?)…esperando la ocasión para ponerse a dar vueltas, impertérrito, al olímpico estanque.

¿Han visto vds. la mirada del “Negro”?... mezcla de incomprensión y curiosidad expectante…Esperando algo que nunca llegaba. Dentro de un paréntesis de tiempo-espacio-individual momificado. Por suerte su cabeza estaba llena de serrín y su corazón de hierbajos.

       
 



                La historia es verdaderamente siniestra y común (hay cientos de restos repartidos por las iglesias y metrópolis de medio mundo)…Pero lo que más me impresiona del asunto es que, después de que la ONU, la UNESCO, la Organización para la Unidad Africana y el mismo gobierno de Botsuana (patria del despojo), hubieron discutido el asunto y pedido al ayuntamiento que acelerara los trámites…La Asociación “Amics del museus”  recogieran más de 7.000 firmas en contra de la posibilidad de repatriación de los restos…¡Vale…que no se exponga…pero que quede al servicio de la ciencia! …así razonaban… ¿Qué les parece?... ¡7.300 individuos!... ¡hombre, era como de la familia…¡nos reíamos tanto con él!
 
...¿Hablamos de “memoria histórica”?...o la memoria y la historia se reparten también como naipes en una partida de póker (por internet).

Ahora el museo se vuelca en asuntos relacionados con el “lago”.

Continúo la historia desde la cafetería del Paseo Darder (¡el benefactor!), a la orilla del estanque. Esto exige una ratafía (“rata fiat”= ¡trato hecho!) doble…¡no le hago ascos!...al contrario, es un aguardiente delicioso…sólo que le falta algunos graditos y le sobra azúcar.

El “Negro” se exhibía desde 1916 sin problemas. Hasta que llegó (1991) Arcelín, catalán de Haití y señaló con su índice la incongruencia. El tal Arcelín, médico de profesión y concejal (PSC) en el Ayuntamiento de Cambrils, se tomó la cosa como propia…a fin de cuentas también él era negro y sus ancestros africanos. 

Movilizó lo movilizable. Su voz llegó a las alturas y bajó en forma de dictamen favorable. Arcelín, se había embarcado en juicios que no se realizaron y cuyas costas le fueron reclamadas. Aquí nadie respondimos. Sus sueldos fueron embargados… En Botsuana se hicieron colectas para sacar del apuro al osado. Su situación llegó a ser tan imbricada como los laberintos de Piranesi (n. 1720). Murió en Cuba en el 2009 habiendo alcanzado el objeto de sus afanes. AÚN sigue siendo “persona non grata” para algunos.

--Cambrer…podría menjar qualsevol cosa?

--tenemos bocadillos fríos y calientes.

--¡Póngame uno de blanco y negro!...y una botellita de rosado…y así cubrimos todo el espectro.

-¿?

La cosa empezó por casualidad. Una visita de Arcelin a la localidad le había dejado perplejo: ¿Qué pintaba allí, en el museo de la localidad, un congénere, embalsamado y como a la espera del beso revificador? Envió una carta escueta a la Casa de la Vila pidiendo su retirada. El Ayuntamiento reaccionó como si se tratara de la petición arrebatada de un inconstante…¡se equivocó de todas todas!

               
              



Era el año 1991 y las olimpiadas se iban a realizar al año siguiente en Barcelona (y Banyoles)…Así que amenazó con airear el asunto y protagonizar un escándalo internacional que pondría en peligro la celebración de tan magno y esperado evento….Una carvallesca trama…que dio resultado (“El Punt”, “El País”).

No un resultado inmediato…antes tuvo que arruinarse y ser objeto de campañas difamatorias y de amenazas sin cuento.

Toda la historia está perfectamente resumida en la estela conmemorativa:

“Muerto en 1830. Hijo de África. Llevado a Europa muerto
Regresado a casa, en suelo africano
Octubre del 2000.

El 4 de Octubre del año 2000, el cuerpo de un hombre Africano, conocido como “El Negro” llegó a Botswana.
(…) 
En 1997, la Organización para la Unidad Africana, solicitó la repatriación de su cuerpo desde España.
Botswana fue demandado en nombre de África
A reintegrar el cuerpo en suelo africano.

Botswana, orgullosamente aceptó.

“El Negro” ha sido exhibido en Europa durante 170 años. Era conocido originalmente como “Le Bechuana” (el Motswana).
Los historiadores mantienen que este cuerpo fue llevado desde África a Francia en 1830 por dos hermanos, Jules y Edouard Verraux.
Ellos robaron el cadáver de su tumba en la noche después de que fuera enterrado.
(…) 
La principal atracción del museo era “Le Bechuana posando en una urna de cristal sosteniendo una lanza de pescar y un escudo.”

¿qué se puede añadir a esta historia?...¡algunos detallitos!

En efecto, fue robado, fresco, y embalsamado, en caliente. Expuesto efectivamente en París (1831) en el marco de una gran exposición “antropológica” y “naturalista” (estos exploradores han sido siempre y siguen siendo expoliadores al servicio de la empresa privada) (¿)…



Se le pierde la pista.


Reaparece en 1888 cuando Francesc Darder (profesional del asunto) lo expone como parte de su colección en el Passeig de Gràcia…”al lado del café de Novedades” (según catálogo)…entre el Carrer de Casp y la Gran Vía.



                             



 Vuelve a perderse de vista. Recuerden vds. el papel de las momias peruanas en el “surgimiento del arte moderno” (simplificando)…en Picasso (algún Matisse) y los albores del cubismo…¿o fue el arte ibérico?...



Aparece el camarero con una desgana propia de “fuera de temporada”…de momento con el vino... ¡del tiempo!. Le pido que le dé un golpecito de congelador. Se va refunfuñando.



Vuelve a aparecer (“El Negro”), ya en su lugar definitivo, en 1916…donación del taxidermista y veterinario Darder (¡el benefactor!) a la ciudad de Banyoles. De donde ya no saldrá más que para visitar al médico (Hospital de Girona) y para su desintegración y vuelta a su tierra.



¿Qué ha pasado mientras tanto?




       



Darder, el benefactor, había depositado toda su colección (a la venta) en el Museo Martorell (actual Museo de Geología): los precios iban desde 15 pesetas que pedía por una “cabeza de asesino…Abril”…hasta las inalcanzables 7.500 por el “Negro”…pasando por un elefante (2.500 pesetas)… las 25 pesetas que pedía por ”un gran mono africano” o los veinte duros que decía valer…un “cerdo del país” (precio excesivamente caro, a todas luces, dada su abundancia).


Este depósito se mantuvo desde febrero del 87 a Enero del 88, fecha en que fue retirado el material, ya que el Ayuntamiento no se hizo cargo de él. Hasta 1916, se supone que los restos estarían expuestos en su “museo” del Passeig de Gràcia…¡como reclamo!

El asunto siguió su marcha y, finalmente, se aprobó el traslado de los restos a su patria verdadera, en donde estaba destinado a convertirse en héroe nacional (que digo nacional…¡internacional!...¡continental!): símbolo de la ferocidad y nobleza de los guerreros africanos y como señalamiento perpetuo del malhacer colonial.

Allí reposaría “El Negro de Banyoles” a dos metros bajo tierra, pero muy por encima de las miserias de la época.

Aún faltaba un pequeño detalle: su paso por Madrid. Dada su “pinta” sería sometido a un completo control…no fuera que aún quedaran restos de fuegos fatuos o de fósforo óseo capaz de provocar alguna desgracia.

Aquí en Banyoles, donde ahora empieza a llover y el otoño se define, se quedó el atrezzo y en viaje secreto, para evitar las protestas de los buenos ciudadanos, fue enviado al Museo de Antropología de la capital del Reino… Allí fue deconstruido en una operación digna de un Frankenstein disléxico.

Fue despojado de su “piel”…en realidad un cuero tintado y corroído por ácaros; desposeído de lo que nunca perteneció a su anatomía: alambres, fibras vegetales, maderas, clavos…el cristal de los ojos…el pelo… Finalmente quedó reducido a un montoncito de huesos semejante a los restos de una costillada que, cuidadosamente, llevamos al perro doméstico.
Se le sustrajeron los órganos genitales, rellenos de no sé qué para que le diera apariencia adecuada y produjera efecto hilarante.


Toda una verdadera” Lección de Anatomía” (Rembrand. + en 1669).

                  


  
 
  

  Todo eso se conserva en Madrid.

Era lo homologable. No vas a enviar unos restos que más parecían un “ninot de falla” que unos desgraciados despojos humanos.

--Camarero, sírvame el “blanco y negro”…¡¡y el vino!! en el interior…¡que llueve!

Todo lo que sobró de este repelar fue empaquetado y enviado a su país…pues por allí, más o menos, fue de donde lo sustrajeron esos comerciantes, disfrazados de naturalistas.

Mientras tanto en el Ayuntamiento de Gaborone se había montado la capilla ardiente: Un dignísimo ataúd, con una ventanita de cristal por donde se podía mirar y ver el polvo de la historia. Miles de ciudadanos desfilaron cantando himnos: madres con hijos a sus espaldas…impedidos ayudados por parientes cercanos…profesionales de todos los ramos de la industria local.

Alguno miraba por la ventanita y no veía nada…esperaba encontarse, cara a cara, con Harry Belafonte o Sydney Poitier y se toparon con “polvo de historia”.

De verdad que la gente no se esperaba esto…Después de tantos años esperando. Deseaban al guerrero, al símbolo de la nobleza negra…



En realidad eso fue lo que recibieron: el símbolo de la negritud: un montón de huesos cubiertos de polvo.

Muchos lo consideraron como una muestra más del irreparable espíritu colonial de los europeos. Otros dijeron que no era para tanto y que bien podían haber incinerado discretamente los restos…Además, ¿cómo trataban ellos mismos a los “bosquimanos”?

Escolta de gala: negros con guantes blancos condujeron el ataúd a su destino definitivo (¿) entre el clamor desatado de la multitud…como si de un maratoniano se tratara.

Alphonse Arcelin ocupaba un puesto de honor.

Hoy 170 años más tarde, estamos reunidos no sólo para acoger el cadáver en suelo Africano al que pertenece, sino también para restaurar la dignidad de un ancestro común, apaciguar los espíritus de África y por encima de todo, corregir un error histórico”. Así habló el Ministro de Asuntos Exteriores.

Fue enterrado, tal día como hoy, del año 2000, en el parque Tsholofelo, en Gaborone (Botsuana). La ceremonia fue majestuosa…pero dejó un amargo sabor de boca.

“Negro” se ha convertido en un mote entre los jóvenes de Gaborone. Otros piden que se le  dedique una calle o algo parecido (¿). 

De momento su tumba ocupa la posición aproximada del medio-centro-derecha en el campo de fútbol provisional del parque de Tsholofelo. Los chavales se quejan de que cualquier día le van a pegar una patada a lo que queda del cráneo del desgraciado y ¡ya veremos qué pasa!...En lugar de flores una raya de cal blanca.
                          
                                       


Carajillo con remolque de ratafía. Imagen perfecta de otoño: Hojas revoloteando…ocres imponiéndose y unos insulsos cisnes que parecen estar de “servicios mínimos”.

No puedo dejar sin mención el brazo, el corazón y la mano, incorruptos, de Santa Teresa.

Este caso es, si quieren vds. pintoresco…nada que ver con otros que pusieron de manifiesto, no ya la perversión del colonialismo, sino la intrínseca perversión de la especie y del cosmos…(ahora mi “conciencia” me obliga a esta apostilla ridícula…”en determinadas condiciones históricas”):

Ota Benga (que se pegó un tiro en el estómago, harto de ser expuesto a la rechifla general); Saartjie Baartman (“la Venus hotentote”) que se lanzó directamente a la prostitución y a la sífilis para evitar que se la jodieran en reuniones privadas…Y tantos otros. 

                                                      

 Leopoldo II, ¡sea maldita su memoria! y su labor “civilizatoria” en el Congo “Belga”…
merecen comentario aparte!

De vuelta…J. Joplin: "Buried Alive in the Blues", quedó incompleta pero fue incluida (instrumental) en “Pearl” como homenaje póstumo. Dejó un pastón para que a los asistentes al funeral (murió recién empezado el 4 de Octubre de 1970) no les faltara de NADA. ¡¡A su salud este culín de “ratafía”!!
Los del “pueblo del Arco Iris” la tienen como mártir.

























Propuesta para hoy, día 4 de octubre. Nadja y el azar.

El azar es una cosa muy seria.

No hay misterio más profundo que el azar; ni más apasionante. El término azar, como todos los conceptos, nombra un conjunto de sucesos, cada uno de los cuales nos es desconocido. Y todos juntos constituyen la causalidad,  el azar cogido por las hojas.

El arte moderno es arte de azar.

Establezco el 4 de octubre como día internacional del azar (y de los animales, naturalmente).

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Con mi proyecto de perro me he plantado en París. Mis Ángeles nos han depositado, al estilo Pontormo, en medio de ese “triángulo misterioso” (L-P. Fargue) que forma Poissonnières, Grands Boulevards y Magenta,  concretamente en los desolados escalones que conducen al pórtico jónico de Saint Vicent-de- Paul. Amanece. Hegel exonera el vientre y me mira exigiendo que retire las vergüenzas. Extraños personajes deambulan por La- fayette, Campos Elíseos del distrito X, en busca de hierofanías. Lo sagrado se manifiesta sutilmente en forma de ingenuo perfume de repostería recién fabricada… que se mezcla con el de cadera de ángel en ascensión (a lo Giotto).

  

–¡No me dejéis tirado todo el día!

–Volveremos al anochecer. Disfruta– y dejan caer desde las alturas mi bufanda de siete leguas– Te hará falta…

“El 4 de octubre último (1926), al final de una de esas tardes ociosas y tristes, cuyo secreto de saber pasarlas yo tengo, me encontraba en la calle Lafayette. Después de haberme detenido unos minutos ante el escaparate de la librería de L’Humanité y haber comprado la última obra de Trotsky, seguí andando en dirección a la Ópera…”

Consciente de que la espera será larga, nos dirigimos a la ridícula terracita de la Maison Bleue.

…Y es que, claro, hasta el azar objetivo necesita de ciertas condiciones y condicionantes. Díganme ustedes si yo, con mi rutinario discurrir de casa al Condis y del Condis a casa, puedo tener la suerte de encontrarme con una prefigurada Najda. Hay que salir a su encuentro, vale, pero, ¡hombre!, que tengas ciertas probabilidades de éxito. De encontrarla sería, definitivamente, indicio del fin del mundo (al menos como lo conozco). Y que no venga el poeta con aquello de que “hay otros mundos pero…




 

 

 

 

 

 

Encajados en este mínimo espacio esperamos la aparición del camarero, tan milagrosa como la de Nadja subiendo por Lafayette. Por cierto, no es necesario que se rompan la garganta intentando pronunciar esa “j” maravillosa que sigue a la “d” y precede a la “a”: digan simplemente Nadia. Es como si se llamara Espe.

“Acababa de cruzar una plaza cuyo nombre he olvidado o ignoro, allí delante de una iglesia. De repente, a unos diez pasos de mí, andando en dirección contraria a la mía, veo a un señor, traje verde acelga, y él también me ve. Camina con la cabeza levantada, agitando de vez en cuando sus pelambres. Es pesado  y fuerte como un león. Una imperceptible sonrisa depredadora aflora, diríase, en su rostro. Me dirige la palabra sin contemplaciones, le digo que tengo prisa, que tengo cita en una peluquería de Magenta. Le es igual; casi obligada, tomo asiento a una mesita de un café cercano a la estación del Norte. Me hace contarle media vida. Invento una historia de un amor desgraciado y él parece gozar con mi sufrimiento. A su pregunta  respondo que me llamo Nadja (¿qué le importará a él mi verdadero nombre? Podría haberle dicho que Mercedes* o Violeta*). Él dice llamarse André… y, por lo que presiento, necesitado de poesía y de misterio… ¡Qué pesadez!.. 

  

Impertinente estuvo una semana larga. Harta, le espeté socráticamente: Yo estoy destinada al manicomio, pero tú, querido amigo, lo estás a la gloria… ¡Quién sabe quién se lleva la peor parte!”

Lo dicho, el camarero no aparece, de hecho ni siquiera está abierto el local. Hegel me mira exigente y parece indicarme que el bar de enfrente está abierto. Cruzamos la plaza en dirección inversa a como lo hizo Bretón aquel memorable atardecer. Nos colamos en la pecera del Riviera y esperamos. Este bar, o como se le llame por estos lares, en Lafayette, hace esquina con la plaza de la iglesia.

–Prisa tienen ustedes–en castellano antiguo.

En efecto, las mesas aún no están completamente desplegadas y al camarero le faltan algunos detalles: meterse la camisa por dentro del pantalón, cambiarse las zapatillas de fieltro por unos zapatitos presentables y pasarse el peine. A más de subirse la cremallera del pantalón.

–No se preocupe por nosotros. Estamos… pero no como si no estuviéramos. Siga usted, buen hombre, con sus quehaceres.

–Mejor vuelvan dentro de media hora.

Así fue como, antes de lo previsto, retrocedimos unos metros hasta el número 120 de Lafayette, antigua sede de l’Humanité. “Las oficinas y talleres empezaban a llenarse. De arriba debajo de las casas se abrían puertas, algunas personas se estrechaban la mano en las aceras, que empezaban a animarse…” Así más o menos lo describió Bretón. Él, al atardecer; nosotros, al amanecer.

En lo que fue sede hay, ahora lo sé, una “École de droit”; Head es su nombre e imparte “parcours d’excellence”… (Y es que la forma de una ciudad cambia más rápido ¡ay! que el corazón humano)

Nada que ver; nada que mirar. También esto es una revelación del destino. Picasso, en Lafayette, dibujaba cabezas, construía extrañas guitarras y jugaba con objets trouvés; Aragón-campesino perseguía el azar por los pasillos del pasaje de la Ópera. Los cadáveres exquisitos ya habían sido inventados y Duchamp… reflexionaba sobre una celada irresistible mientras intentaba colocar los cuadros de Picabia. Blaise Alias (según confesión a Maurice Sach) se encuentra con “une fille pâle un peu anglaise (lainages, oeil bleu, romance, vacance, etc.) qui dès qu’elle est dans un dancin a de véritables transports.” Recorren rue Pigalle, la zona de Loreto, rue Blanche, Clichy… Y es que París contaba con 644 bailes públicos, 2.000 restaurantes, sin contar bares, cafeterías, salas de juegos y “maisons oû la femme “curieuse” d’un homme, s’arrangeait pour satisfaire cette suriosité”. Así que no es nada extraño que André, el patético, se topara con una Nadja. Lo raro fue que no se encontraran con Alias y la inglesita. París estaba lleno de aventureros en busca de su aventura.

París, 1926. Walter Benjamin se enamora de la ciudad, pero ella no le corresponde… Incomprendido y desconocido, en ocasiones se siente profundamente solo. Lo que no le impide empezar a trabajar en la que será la obra de su vida, El libro de los Pasajes. Por su parte, cada noche, Ludwig Hohl camina por París, descubriéndola barrio por barrio. Su mirada de extranjero se cruza con la de Léon-Paul Fargue, auténtico parisino, nostálgico y brillante. Y entre ellos aparece también el gran paseante Franz Hessel.

Como iba diciendo, Breton  entró en L’Humanité y compró lo último de Trotsky; aventuro que sería ¿Adónde va Inglaterra? Última de sus obras traducida al francés y que el propio autor, en Crimea, prologó… Y es que ya estaba con la maleta hecha

Así que Bretón abrió y leyó: Inglaterra se halla actualmente en un atolladero mucho más, no cabe duda, que cualquier otro país capitalista… cerró el libro y lo guardó en uno de sus enormes bolsillos de su chaqueta color acelga.

Justo en ese momento, en el momento en que Breton guardaba el libro en el enorme bolsillo de su chaqueta color acelga, nacía en Caravaca de la Cruz el más grande los escritores desconocidos: Miguel Espinosa.

Infórmense Vds. Infórmense y no me sean catetos.

Volvemos al Riviera y ocupamos una mesita. La calle ha alcanzado su tráfico rutinario. El camarero, peinado y con la camisa por dentro de los pantalones nos pide la comanda:

–Caracoles! sil vu plé. Y un poquito de agua para el perro.

–¡Lo sabía! Yo, por mí, no tengo inconveniente en que usted se suicide…  pero ¿cómo se los pido al camarero a las 8 de la mañana?

–Dígale que son para mí.

El cocinero, que algo ha oído, sale de su refugio enarbolando un rulo de amasar. Nos levantamos y seguimos nuestro triste, esforzado y efemerístico peregrinar. ¡Qué dura es la cultura!

Nuestros pasos (definitivamente perdidos) se encaminan hacia los alrededores de la Estación del Norte. De la estación hermana nos llegan los ecos de la celebración del nosécuantos aniversario del Orient-Express*. Antes de que nos abrume la tristeza giramos hacia Magenta. Hegel camina comiendo el zumbido de los abejorros y alejando de su acero a la marta y al armiño. Y de esta forma tan sublime llegamos, por Chabrol, al cruce de Lafayette con Poissonnières.

Mis rituales son simples, inocentes, diría. Soy mitómano rural, sin pretensiones… En el fondo lo que me importa es pimplar (a la salud del hecho conmemorado). Ya imaginan, pues, a qué vamos a Poissonnièrs. Es duro. Trasegar todo el día bajo la malévola mirada de los camareros de París es algo que no se lo deseo ni a mi peor enemigo (que se dice). Claro que peor estaría en Viena rememorando el estúpido acto de Weininger*.

Entramos en la Brasserie Les Volcans.  No hay ni dios.

–¡¡¡ Le masque facial !!!– voz en off.

Y es que he olvidado por completo que estamos en los días señalaitos.

–¡¡¡ El perro !!!– voz en off

Hegel mueve la cola al verse reconocido.  No hay ni dios. Se oye el eco de la cola del perro cortando el aire.

–Si hay alguien en la sala que se corporice y dé la cara.

Desde detrás de la barra, como si amaneciera, surge una cabeza rapada y roja. Por un momento he creído que era desecho de guillotina. O una colada de lava… Pero no, la cabeza iba unida a 1’80 cm. de masa muscular y, por lo que siguió, de creatividad sin restricciones. Según entraban los desafortunados clientes iban siendo distribuidos según el color de la ropa que portaban: los marrones a la izquierda, los negros a la derecha… a las mujeres las colocó en la mesa del centro. A mí y a Hegel nos colocó a ambos lados de la puerta como estatuas de porcelana. En un momento determinado empezó a sonar el Bolero. A cada repetición de la frase musical  nos exigía… Bueno, ya saben ustedes como va eso de los happenings. Cuando concluyó el azaroso martirio nos confesó su debilidad por las efemérides y nos recordó que hoy, 4 de octubre del año 2021, conmemoraba el 62 aniversario del primer happening público (con permiso de Cale) y de la inauguración de la galería Reuben (NY). Era su particular homenaje, humilde y apasionado, a Kaprow.

Infórmense Vdes. Infórmense.

Que en París exista un camarero tan fogosa y ardientemente, volcánico diría, aficionado a las efemérides  y que el azar lo haya puesto en mi camino… Y que se llame André…

Por aquellos exactos días, comenzaba el juicio contra Durruti, Ascaso y Jover: Por aquello de Alfonso XIII (más vidas que un gato), ya saben ustedes. Bretón no hace ninguna referencia, pese, o quizás por ello, a estar al servicio de la revolución.

Nuestro papel de adornantes figuras de cerámica nos ha dejado con el síntoma de Raynaud: exigimos café y cruasán gratis. Hegel, que no toma café, reclama doble de cruasán.

A todo esto ya han dado la del ángelus.  Invoco a mis ángeles y doy por terminada esta jornada que se premonizaba poética. La ascensión tiene lugar en los mismos sórdidos escalones de Saint-Vicent-de- Paul.

–Has vuelto a perder la bufanda– a modo de saludo.

Si Bretón hubiera presenciado nuestra espiral ascensión (a lo Pontormo) hubiera escrito algo que explicara el azaroso y repentino despliegue de la dialéctica hegeliana sobre el cielo de París.


 

 

 

 

 

 

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...