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lunes, 4 de noviembre de 2013

Propuesta para hoy, día 4 de noviembre. SEGUNDA SERIE. El matrimonio Schöenberg y Gerst. Deleuze. Varios.


¿Qué les había dicho? ¡Toda la semana atufando a muerto!

Ayer decía: "Oigo que alguien llama a una tal Matilde que, creo, acaba de pasar por delante de la cantina. Hegel ladra: Ese ladrido especial que emite cuando se trata de un asunto de enjundia." y entonces fue cuando abandonamos la cantina del Día y nos dirigimos a casa, a meditar sobre el asunto.

Otoño del año 1908. Mahler, que desde el mismo inicio del año está en el Metropitan, acaba de estrenar la 7ª, en Praga y acaba de componer "La canción de la tierra". Ya saben Vds. que él siempre componía en verano, en su casa de vacaciones. Schiele se harta de tanto busto redondo y deja la Academia de Bellas Artes, hace su primera exposición universal y empieza a ser reconocido como pintor expresionista, aunque no quepa en ningún grupo. A Gerst, sin embargo lo expulsan. Schoenberg, a la manera de los científicos del momento, sufre una crisis de fundamentos (¡y algo más!) e intenta subsanarla yendo a las raíces, disolviendo el sentido común y liberando las partículas elementales de su arte: las notas... ¡que hagan lo que quieran! (tampoco es eso, pero...) ¡que se asocien de maneras diferentes! Ese año, tras el Segundo Cuarteto, podemos afirmar que ha alcanzado la "atonalidad" y su música puede empezar a ser calificada de expresionista. A él no le gustaba mucho esa caracterización, todo hay que decirlo, prefería "pluritonalidad". Kandinsky y los cubistas, por caminos diferentes, llegarán a Roma. Loos, O.K., K.K.... Europa Central arde en la helada ciudadela de Dite.



Fue entonces que el desorden y el desespero entró en la casa de los Schönberg atacando por el punto neurálgico. Su (de él) música se mantenía en los límites extremos del postromanticismo; lo que le ocurrió no pudo expresarlo mediante armonías tradicionales y antes de tirarse a degüello, prefirió lanzarse al estanque helado de la atonalidad. Richard Gerst tenía 20 años cuando murió Klimt. Su obra estaba influencida por el maestro y por la Sezession. La muerte del patriarca le sumió en lo más oscuro de la noche creativa. Amaneció convertido en pintor expresionista y deseoso, además, de dar reinda suelta a la expresión de toda su vida interior, que era mucha y compleja. (Aquí, y por lo que vendrá, viene a cuento: "No es el deseo el que se convierte en necesidad, es todo lo contrario: son las necesidades las que se convierten en deseo"*). En Viena, entonces, un suicido más o uno menos no era nada que preocupara. Y eso lo sabía el jovencito. Así que debería esmerarse, si quería que se hablara de lo suyo.

Matilde, por su parte, no había nacido para musa. Su metro y medio y sus 60 kilos eran un hándicap. No obstante la vida te trae sorpresas y nadie sabe cuánta perversidad se esconde en la cabeza de un hombre. Su marido, el músico, tampoco pasaba de 1'65. Todo su grupo: Zemlinsky (su cuñado), Mahler, K.Krauss... estaban sujetos a la maldición no proferida: "No pasarás del 1'68". Sólo Alban Berg, el discípulo, y Gerst, el introvertido, habían podido escapar a la maldición. Así que Matilde cuando vio en casa a un mozalbete esbelto, se quedó perpleja y la cosa se complicó.




Pongo en el esputofaif el Cuarteto nº 2 de Schoemberg...¡y espero la reacción de Hegel! Mueve las orejas como si estuviera atravesando un campo magnético.

La relación del matrimonio con el joven desquiciado se remontaba al 1906, pero fue al año siguiente cuando Schöenberg, atraído por todas las artes, quiso iniciarse en la pintura y, de paso, que también lo hiciera Matilde y así podrían divertirse juntos y tal. Contrató al joven., y juntos empezaron a pintar en un estudio ubicado en la última planta del edificio del matrimonio. Todo el círculo de amistades fue retratado. El músico se reveló como un pintor interesante y expresionista, naturalmente. Siempre que veo "La mirada roja" me la imagino dirigida al desgraciado Gerst. 




 Hasta el momento, la conmoción que el 1'82 de Gerst había producido en los bajos horizontes de Matilde, pudo ser contenida. Pero la cosa no podía sujetarse y no se sujetó. El verano del año 1908, se largaron todos de vacaciones a la montaña, no lejos de donde Mahler estaba componiendo la citada "Canción de la tierra". Schoenberg estaba, como he dicho, sumergido en el "2º Cuarteto". Gerst llevaba la mano a Matilde que no acababa de cogerle el truco a la cosa y, en los ratos libres, pintaba retratos cada vez más abstractos: Los comitentes no sabían si reír o llorar. Él, tampoco. Matilde, tampoco. Schoenberg, tampoco. Todos podían hacer suyo el verso de Stephan George: "Siento el aire de otro planeta". Schoenberg, que había dado por concluido su cuarteto, le añadió el significativo IV movimiento, por amor a la simetría e impulsado por ese aire y las sospechas.... que se confirmaron el 26 de agosto, cuando Matilde y Gerst, en el alojamiento del último, fueron pillados in fraganti (¿en fragante?): concretamente: con las manos en la masa.

Hegel, se levanta y sale a la terraza. Ya ha tenido suficiente.

-- ¿Y los lieders? ¿para cuándo?

De nada valieron promesas ni expresiones de arrepentimiento. La pareja huyó: primero a Gmuden, a orillas del Traunsee, que, como el nombre indica, se les apareció como un sueño roto (o incompleto) y después, perseguidos por los remordimientos (y por el músico), a una discreta pensión del bario de Nussdorf, al norte de Viena y a la vera el Danubio.

Pasaron juntos tres días con sus noches, y al cuarto... Matilde, regresó a casa: "¡Los niños!" (Se hicieron patentes los buenos oficios de Webern). Septiembre fue tormentoso. Gerst, desorientado (aunque no tanto, al parecer) cogió un estudio en el 20 de la Liechtensteinstrasse, la misma calle en la que vivía el matrimonio. Matilde siguió visitándolo y Schoenberg, perdiendo pelo. El destinado a Mesías de la nueva música estaba calvo. Se miraba al espejo y no encontraba consuelo. La culpa volaba de un apartamento a otro. Todos se sintieron culpables aquel septiembre del año 1908 y la cadena se rompió por el eslabón más débil.



La tarde del día 4 de noviembre, a eso de las 16'30, mientras tenía lugar un concierto al que, por venganza, no había sido invitado, Richard, se dirigió a su estudio de la Liechtenstein, seguido muy de cerca por los negros nubarrones del remordimiento. Se desnudó ante el espejo y se probó la ropa interior de su amada (quiero creerlo así). Y, de esa guisa, montó un desaguisado de envergadura: quemó cuadros, rasgó cartas, descoyuntó muebles (teniendo la precaución de dejar, por lo menos, una silla indemne), se apuñaló y, como pudo, se colgó del aplique de la lámpara del techo. Así lo encontró su hermano. Todo esto ocurría a menos de cien metros de la casa de Freud, en la Bergasse. Matilde reaccionó como enamorada. Schoenberg, como respetable cornudo.



Deleuze, nunca se psicoanalizó: Esa es la diferencia... ¡el resto, si por resto entendemos el final, es idéntico!

Aquel 4 de noviembre del año 1995, Deleuze se despertó inquieto. Se preparó una melita y se la tomó entera. Su inquietud se multiplicó por varios enteros. Para calmarse cogió un periódico y se puso a solucionar el juego de las diferencias. No pudo encontrar ninguna. Todo le parecía igual. Además, le asaltó el extraño pensamiento de que el juego estaba mal enfocado, debería ser: el juego de las identidades, pues la diferencia tiene prioridad ontológica. Nada es idéntico a sí mismo nunca. "¡Ni yo!", pensó. "¿Soy yo, o soy el Otro, Guattari, que sobrevive en mí?". 


Lo intentó con el sudoku. Solucionó el mediano y cuando iba a atacar el difícil, le sobrevino un ataque de asma. Observen las fotografías del filósofo y díganme, con el corazón en la mano, si con esas uñas se puede uno poner a solucionar entretenimientos: "Toucher des doigts un objet, et surtout un tissu, m’est d’une insupportable douleur nerveuse".



Ya hacía años que necesitaba oxígeno: "Siento el aire de otro planeta", pensó mientras se precipitaba desde el cuarto (o el quinto) piso del edificio de la Avenida Niel que hace esquina con la calle Balny d'Auricourt, París, naturalmente. Y también pensó que se convertiría en un capítulo del libro "De los desfenestrados".

"Fui hombre de armas durante 27 años. Mientras no había oportunidad para la paz, se desarrollaron múltiples guerras. Hoy, estoy convencido de la oportunidad que tenemos de realizar la paz, gran oportunidad. La paz lleva intrínseca dolores y dificultades para poder ser conseguida. Pero no hay camino sin esos dolores". Eran las 9 de la noche, hora hebrea. En París dos horas menos. A las 9'30, tras el canto de "La canción de la paz", Rabin hizo mutis por una escalera lateral, precisamente por aquella en la le esperaba Yigal Amir. A los 40 minutos fue declarado muerto. ¡Descanse en PAZ!
"Ce sont [les] organismes qui meurent, pas la vie".

Ya que están allí, ante el edificio funesto, bajen un poquito más y se encontrarán con "Aux savoir du marché". Entren. ¿Ven la mesa redonda a su izquierda, junto a la cristalera que da a la calle? ¡Siéntense a ella! Vendrá el camarero como un viento seco y violento y les conducirá a una mesita "para uno" que hay justo debajo de la carta-televisión y junto a las escaleras que conducen al váter (miren la fotografía.


 Es la mesita de la parte inferior derecha). Lo de la carta-televisión lo descubrirán un poco más tarde... cuando todos los comensales dirijan sus miradas hacia donde, precisamente, se encuentra vd., desamparado. Y la cosa siguió así:

--¿Comerá el señor?

-- Pues no sé si comerá el señor, pero yo me zamparía un plato de caracoles.-- la carne gallega se paga a 160 euros el kilo. Se retira y, tras cruzar unas palabras con el camarero de la barra, vuelven, cosa insólita, con un "as de bastos" impropio de esta parte noble de la ciudad de la luz.

-- Sabíamos que algún día nos tocaría a nosotros. ¡Aquí no se sirven caracoles! ¡Vaya vd. a comerlos a la hermosa Provence! Y diciendo lo dicho, me retiran el servicio, me quitan la silla, me cogen por los brazos y me arrojan a rue... "¡como al Lute!", pensé.

Y, ahora, recordando el episodio, me voy a preparar un ¡kilo! de caracoles. Es muy fácil, siempre que los tengan ya engañados y cocidos. En una olla con agua pongan cebolla, jamón, chorizo del bueno, laurel, hierbas de Provenza, tomillo, romero, orégano, sal y una guindilla... recuerden que tienen que caber los caracoles y arrímenla al fuego. Cuando les parezca que ya está todo en su punto, echen los caracoles y esperen un cuarto de hora. Antes habrán comprobado si tienen palillos. Lo que sobre, si sobra, me lo traen para Hegel.

A la misma hora en que Rabin hacia mutis por la escalera lateral, pero 148 años antes, una multitud se agolpaba ante la puerta de la enorme casa de Mendelssohn en Leipzig. Esperaban lo que sucedió. La muerte del compositor se anunció a las 9'30. Tenía 38 años y toda un historia de apoplejía familiar le seguía.

Es el momento de la tristísima despedida (Nachtlied, opus 71), su última composición. Hegel, en cuanto oye la voz de Janet Baker, se lanza contra la crsitalera de la terraza. ¡Es un cabeza cuadrada!

-- Pero, ¡Hegel! ¿No ves la puerta?

-- Es el deseo, querido Kino.

Con respecto a Matilde, aquella inesperada musa, añadir que su inesperada aventura inspiraría a su marido "Die glückliche Hand", opus 18 y su opus 17 Erwartung. A Alban Berg (1'92 centímetros.) su "Concierto de Cámara" del año 25 y a su hermano Zemlinsky "Una tragedia florentina".



































Propuesta para hoy, día 4 de noviembre. Sueños: Psicoanñalisis. Surrealismo.


Naturaleza muerta: “mujer con puerro”

Día espléndido, impropio de la época. Calle Xuclà arriba, una mujer lleva, envuelto en papel, un puerro. Como un hijo muerto.
Acepta un papelito que le ofrece “sor Anónima del monte Caprabo”…supera el cruce con Elisabets y entra en las Oficinas Municipales de la Casa de la Misericordia. Cuando sale, recita en voz alta: “Entre tirios y troyanos se extiende el mar tirio”.

Imaginen vds. el despertar: desasosiego…¿Qué me querrá decir la mujer del puerro?...

Los sueños no presagian; si así fuera “el palacio de los sueños” sería una realidad, como lo es el espionaje universal. Son dramatizaciones simbólicas de conflictos o deseos, que se construyen mediante los mecanismos de condensación y desplazamiento y que, al ser recordados, sufren una elaboración lingüística. Es este ropaje-manifiesto con el que se enfrenta el psicoanalista que, con ayuda del “soñante”, intentará alcanzar su significado latente: deconstruyendo lo elaborado; rompiendo resistencias y reconstruyendo estructuras represivas.



                                                       
Tal día como hoy, del año 1899, apareció (con fecha del 1 enero del 1900), “La interpretación de los sueños”. Obra fundamental del psicoanálisis y orgullo perenne de su fundador: S. Freud.

El desayuno me sabe a puerro. Y el sabor de puerro me recuerda al perro…al perro asocio la muerte y la muerte…Vuelve la calle Xuclà y “Los Toreros” con sombreros de croissant, enrolando nieblas, vorticean campanillas azufradas. Es el día a día del tiempo sometido a campos magnéticos.

Mediante la “asociación libre” se va recorriendo esa “Vía regia” hacia el inconsciente y se disuelve el grumo…Más o menos…

Tengo para mí que el golpe definitivo a la creencia en el poder predictivo, anticipador, de los sueños, se lo dio Napoleón que, en las noches previas a la batalla de Waterloo, soñaba con un zalamero y engañoso gato negro…¡Buena suerte!...decían.

Más o menos por entonces, coincidiendo con la exposición de París, vienen al mundo Desnos y Crevel… y “el barón de Yngrées (padre putativo de Croniamantal) mandaba un beso a Mía, con la mano izquierda, mientras que, sujetando un revólver con la derecha, se saltaba los sesos y caía sobre el polvo”…total porque lo había perdido todo en el Casino de Montecarlo.

Puede que Agustina (ahora: Carolina) Otero Iglesias (natural de Galicia) oyera la detonación y que siguiera con la ruleta, apostando al 17 y al 13…la insensibilidad de la rutina… (su número, en realidad, era el 35).

                



Tenía millones para gastar… ¡y los gastó!

Apedreaba gatos con piedras preciosas…de la corona de los zares de todas las Rusias.

Calentaba estancias con “La Rose Jacqueminot”…

Hacía sopa de letras con versos de D’Anunzio…

…Sirena de los suicidas!...

Retirada en Niza, fue mantenida, en la miseria, por el Casino de Montecarlo, que le pasaba una pequeña pensión: Justicia retributiva (¡¡)
El caso de la “Bella Otero” y de otras de su linaje, confirman la vocación putera de la realeza. Y su natural desagradecido. Había nacido tal día como hoy, del año 1868. "La Bella Útero" y debería ocupar eternamente un lugar en nuestros corazones.

Los sueños han dado mucho de sí. Resultaría tedioso empezar a contar sueños “históricos”. Y no digamos los que se “sueñan” despierto. Sin embargo, por efímeras razones efemerísticas, no puedo callarme el “sueño” del falangista Giménez Caballero: Intentó casar a Hitler con Pilar Primo de Rivera (nacida tal día como hoy, del año 1907): Versión naturalista y “humanista” del “sueño” de Mengele…¡Una lástima!: era una verdadera especialista en lograr la felicidad del marido. ELLA le fue fiel toda la vida.

                                                       
 …¡Y dale con la calle Xuclà!...

Pues…¡hala!... ¡Voy a conjurar el peligro, si lo hubiere! Tarjeta dorada y cabalgada a la estación. Lado montaña… Plaza de Catalunya…¡Paso al jubilado jubiloso!

Calle Pelayo hasta Ramelleres…seguir hasta que se convierte en Xuclà.
Antes de exponerme..¡una Moritz en la barra exterior del Castells!, compro tabaco enfrente y echo al azar una quiniela hípica.






Empiezo a bajar Xuclà…una monja amojamada, acerca un papelito a una mujer. La mujer,
sorprendida, coge el papel y deja caer su carga: ¡un puerro!...Dos tipos con chistera disputan el puerro. Vence Desnos, que atraviesa a la monja con la verdura. Crevel maldice a “sor Anónima del monte Caprabo”. La mujer, sin puerro, grita desolada, dobla por Elisabets y se desvanece euridicianamente: ruido de almidón y perfume de alcanfor. Me protejo en la tienda de legumbres cocidas

--“¿La última?”

Salgo y bajo la calle, una monja, encajonada, me tiende una estampita: “¡Que Dios le bendiga, joven!”. Apesta a puerro.

Entro en “Los Toreros”, sentados en sendos taburetes, apoyada la cabeza sobre el frío mármol y brazos colgando a ambos lados del cuerpo, los hombres de chistera (en el suelo) duermen. Unos charquitos, en los que se refleja la fritanga, irisan junto a sus respectivas bocas,

--¡Un machaquito!…¡de los antiguos!

--No tenemos otro, caballero!

--Entonces…¡póngame dos!

A los surrealistas, pasada la viruela del Dada, les entró la escarlatina “de los sueños” y estuvieron una buena temporada (1921-22-23) simulando trances para disfrute del crédulo Breton y para avanzar en su estima. Por estas fechas, del año 1922, Breton, Picabia y sus respectivas, se encontraban de viaje hacia Barcelona en el descapotable del pintor. Dalmau había preparado una exposición de Picabia en sus conocidas galerías. Las sesiones de “sueños” seguían en la vacía casa de Rue Fontaine o en casa de Eluard y Gala. Sin el control de Breton, la cosa se salió de madre y cada cual daba rienda suelta a su verdadera naturaleza. Se destacó Desnos (ahora: “Rrose Selavi”… ¡Sï,sí!...¿de qué se extrañan?) que, para sorpresa de todos,  manifestose como un verdadero psicópata. Sólo hacía que amenazar con cuchillos (¡Freud!) y…  ¡bramar! A veces, sin embargo, salían por su boca milagrosas  ristras de palabras, adecuadas para condimentar cualquier hora del día (y de la noche).

Decidido a matar a Cocteau, en una cena-homenaje a E. Pound, tuvieron que reducirlo cuando ya la piel del cuello del poeta yanki se hundía bajo la presión de un desnosiano cuchillo…Tanta fue su rabia ante la ausencia del tildado petimetre, su objetivo.




       
La mujer de Breton cogió una salmonelosis que por poco no se la lleva cisterna abajo…Pero  no sé si “los Toreros” ya funcionaba.

Breton, a su vuelta, empezó a finiquitar la “Entrée des médiums”. Antes, aún publicaron varias colecciones de sueños. Decir que Freud se negó en redondo a interpretarlos por correspondencia (¡faltaría más!).

El interés de los surrealistas por los sueños, como saben vds., no significaba un interés por el psicoanálisis y sus objetivos:

·         era un interés lingüístico: suprimido el control, brotaría de nuestros interiores un torrente de metáforas inauditas, asociaciones intempestivas de palabras, el juego del azar en pos de una belleza convulsa y maldororiana…

·         Y vital (¿)…cambiar la vida a  azarosos golpes de lo fantástico.

¡Volveremos sobre el tema!

--Camarero, póngame dos más… y a estos durmientes…¡lo que quieran!

Crevel:  -- A mí un fifti-fifti.

Desnos: -- A mí un destornillador.

La cabeza de toro, años soñando con su bravura finiquitada, se giró…¡lo juro!... y a punto estuvo de, se le notaba, ensartar a la pareja: uno con cada cuerno. Sin embargo, se le pasó el pronto y se resignó a nuevas décadas de aburrimiento y nostalgia…

Tengo para mí que el torete rumia aquello de Descartes del sueño y la vigilia. Y, creo, que no está seguro en la muerte…como tampoco lo estuvo en vida.






Pago, aliviado y ¡tarjeta dorada.!

Tal día como hoy, del año 1918, cayó en el campo de batalla, durante el cruce del canal Sambre-Oise, Wilfred Owen, “poeta de guerra”. Su madre recibió la noticia el mismo día del armisticio. La muerte le dio golpecitos por dos veces con el índice…¡A la tercera fue la vencida!

Pudo haberse librado, estaba recuperándose en casa de su madre. Enterado, sin embargo, de la muerte de su amigo y amante Sassoon (un tiro en la cabeza  disparado por “fuego amigo”), se vio arrebatado y forzado a sustituirlo en primera línea del frente.
La guerra le cambió, radicalmente la vida.

Antes de llegar a casa, visita cotidiana al condis: lo que sea…¡¡menos puerros!!

Sonará en el esputofaif:

“War Requiem op. 66” de Britten, en la grabación de 1963 por la Orquesta sinfónica de Londres bajo la dirección del propio compositor. En esta grabación se logró (lo que no se pudo “in situ” el año anterior) reunir a la Vishnevskaya (rusa), a Fischer-Dieskau (alemán) y a Peter Pears (inglés). La obra fue encargada para la reconsagración (1962) de la derruida (guerra) catedral de Coventry.
Mientras la voz soprano y el coro cantan el tradicional texto latino, las otras voces van intercalando poemas de Owen.


       


(…)
¡Gas! ¡Gas! ¡De prisa, chicos! En un éxtasis de torpeza
nos calamos torpes cascos justo a tiempo;
pero alguno seguía pidiendo ayuda a gritos tropezando
indeciso como un hombre ardiendo en llamas o cal viva.
Borroso tras los vidrios empañados y a través de aquella verde luz espesa,
como hundido en un mar verde, lo vi ahogarse.
En todos mis sueños, ante mi vista indefensa,
se abalanza sobre mí, se atraganta, se ahoga, se apaga.
Si en algún sueño asfixiante también pudieras seguir a pie
la carreta donde lo arrojamos
y ver cómo retorcía los blancos ojos en la cara,
una cara colgante, como un diablo harto del pecado;
Si pudieras oír, a cada tumbo, la sangre
vomitada por pulmones de espuma corrompidos,
obsceno como el cáncer, amargo como pus
de viles llagas incurables en lenguas inocentes,
amigo mío, no contarías con tanto entusiasmo
a los niños que arden ansiosos de gloria
esa vieja mentira: Dulce et decorum est
Pro patria mori.


Bona nit! …y¡ felices sueños!








RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...