DEJAMOS QUE HABLE VINGTRAS (VALLÈS)…con
su prosa característica:
--“¡En
pie!”
Es Lisbonne quien nos sacude.
--¿Hay
alguna novedad?
--Casi
nada…¡Acaba de llegar un regimiento regular! ¡Carajo…desde aquí pueden verse
los pantalones rojos!
Un poco de fiebre (…) Un estremecimiento,
es el frescor del alba. Una oleada de melancolía en el corazón…es la visión del
cielo descolorido.
--¿Dónde
está mi fajín?
Los hombres se apelotonan a nuestro
alrededor.
--¡Dígales
cuatro palabras!, murmura Lisbonne que sacude su camisa y acaba de abrocharse
el cinturón.
He pronunciado un breve discurso y he ido
a ocupar mi puesto, en un ángulo de la barricada (…)
Lisbonne ha subido sobre adoquines…pueden
verlo perfectamente desde el fondo de la calle. Habla, a su vez,
revolucionariamente y termina con un gesto de orador romano (…) Longevin se
asombra al verme sonreir. En efecto un relámpago divertido ha cruzado mis
labios al reconocer al actor en el héroe (…)
¡Decorado a parte, el coronel Lisbonne ha
sido sencillo, franco y orgulloso!
--Ahora…¡manos
a la obra!
--Aquí
falta algo…dice un guardia.
--¡Las
piedras no han sido bien colocadas!...añade otro.
--¿Es
cierto que nos quedan pocas municiones?...pregunta un tercero.
Las lamentaciones surgen de todas partes.
El rumor va creciendo. No son los soldados quienes disparan. Son los nuestros
los que tiran sobre nosotros con palabras de reproche y de cólera.
--Estamos
cansados…hace semanas que estamos aquí…¡Queremos volver a ver a nuestras
mujeres!...¡No se ha tomado ninguna precaución!
Para corroborarlo, nos enseñan la brecha
de la barricada (…) por este agujero se marchará todo el valor del batallón.
…¿Es
que falta valor?...
¡No!...¡Es el amor al hogar que despierta
en sus entrañas! Se quiere abrazar al hijo, acariciar a la mujer, antes de
hundirse en lo desconocido de la batalla suprema, sobre los adoquines de este
París donde se prefiere morir…si esto es el fin.
¡No son hombres de cuartel!...¡no están
acostumbrados a dormir en las cuadras!...Tienen familia…
Además temen nuestra ignorancia, no creen
que dos gobernantes ( un periodista y un mecánico y ni siquiera este coronel,
que antes era actor, sepan mandarles contra oficiales de verdad…de academia;
venidos de Argelia…aguerridos, bronceados, disciplinados, dominantes…
Nos han desbordado: nos empujan hacia un
hangar, donde se delibera con secas palabras y gestos furiosos.
--¿Dónde
están las órdenes?...¿Qué plan tenemos? (…)
--Haría
vd. mejor en marcharse, dice Lisbonne…¡son capaces de llevarle al paredón!...A
mí me conocen y me aprecian un poco, yo intentaré retenerles.
--¡Un
coche!
--Aquí
está (…)
--¿No
tiene vd. miedo de ir en el pescante, amigo?
--¡Miedo!?...¡Soy
de Belleville! (…)
Silban las balas, el caballo sacude el
lomo, el cochero se inclina y barbotea:
--No
entrarán ciudadano…si cada cual defiende bien su barrio
--¡Esta
idea es la que nos perderá! ¡Barrio por barrio…la república Social irá
retrocediendo!
La tropa ha tirado hacia El Camp de Maret.
La escuela Militar está desierta. El Ministerio de Guerra también…¡Se corren
las carreras del desastre!.
--¡Todos
están en Ayuntamiento! me grita (…) un
capitán.
--¡Nosotros
vamos hacia allí! dicen los oficiales dirigiéndose a la plaza de la Grève (…)
En el Ayuntamiento están La Cécilia y
otros veinte jefes de cuerpo o miembros de la Comuna. Las caras están sombrías;
se habla casi en voz baja.
--¡Todo
está perdido!
--¡Tráguese
esas palabras, Vingtras! Es preciso gritar al pueblo que la ciudad será la
tumba del ejército, reanimar el valor de su pecho y darle la orden de levantar
barricadas.
Les explico lo que he visto…
--En
la Puerta de Versalles es posible que hayan vacilado…pero verá vd. cómo en
París se enfrentarán con los soldados mientras les queden municiones y
artillería.
¡En
París! Pero…¿qué dice París?...¡Sólo he contemplado, desde la salida del sol,
el espectáculo de la derrota.
……………………………………………………………………………………………Al
mediodía
¡Dónde tenía la cabeza! Creía que la
ciudad parecería muerta antes de que la mataran. Y he aquí que intervienen las
mujeres y los niños. Una bandera roja muy nueva, acaba de ser izaba por una
hermosa muchacha, sobre los adoquines grises, y parece una amapola creciendo en
una vieja pared…
--¡Su
adoquín, ciudadano!
--¡Ha
dudado vd. de nosotros demasiado pronto, camarada!...¡Regrese cuando esto
abrase y verá vd. si somos cobardes!.
Las amapolas se estremecen…¡Ahora ya se
puede morir!...
¡Ni un jefe!...nadie con galones ni con
las borlas doradas de la Comuna (…) Casi tengo deseos de esconder el mío (…)
por otra parte nadie les hace caso.
--¡Su
lugar no es éste!...¡Vaya a buscar a los otros; constitúyanse en Consejo y
decidan algo. ¿No han preparado nada?...¡Dios
de Dios!...¡Trae aquí el cañón, François! ¡Eh, mujer, pasa las “peladillas!
No valgo nada ante esa acarreadora de
obuses y ese empujador de cañón…¡Como portador de cinturón dorado, no les sirvo
para nada!
……………………………………………………................En
el Distrito V
Pero quizás quienes se han codeado
conmigo desde que me defiendo contra la vida, estén contentos de volver a
tener, erguido a su lado, en este instante supremo, al antiguo compañero de
miserias y trabajos, al pobre diablo que, durante tanto tiempo, paseó por el
Luxemburgo sus gastadas ropas.
(…) Los sobrinos de Proudhomme siempre
han sentido repugnancia ante las
batallas donde su casaca se rozara con las blusas…donde el jefe de la barricada
maltrata a los bachilleres si dificultan la maniobra o erraban el tiro.
¡Quién sabe! ¡Quizás si tienen a uno de
los suyos como capitán serán más valerosos!
He corrido al Ayuntamiento.
--Gambon…¡pon
el sello aquí debajo!
--¡Buena
idea!, todos te conocen allí, en La Sorbona…¡Aquí tienes tu papel!...y ahora
¡dame un abrazo…nadie sabe lo que puede ocurrir!
(…) Nombrado como miembro del Comité de
Salud Pública para dirigir la defensa del Panthéon.
No estoy muy fuerte en estrategia…¿Cómo
se fortifica un barrio?...¿Cómo se colocan las piezas en batería?
(¿Qué nos han enseñado en las escuelas?
…nada que tenga que ver con nuestra defensa contra la clase enemiga…Ni siquiera
la existencia de las clases…¡inermes frente al enemigo!)
He encontrado gente que huía a
esconderse, pero la mayoría se ha dispuesto a la lucha valerosamente. He tenido
que firmar un montón de nombramientos…¡Son necesarios estos papeluchos para
quienes tienen el orgullo de los veinte años!...se exponen a que los fusilen
esta noche para tener, esta mañana un nombramiento de oficial para enseñar.
Sin embargo se han puesto manos a la
obra, atrincherando, aprovisionando, repartiendo municiones y comprometiéndose
hasta la muerte…¡esto es lo que hace falta!...
Si alguno de estos hijos de familia bien
muere mañana asesinado o es deportado, será la semilla de la insurrección
sembrada en el campo de los burgueses.
Oigo que no se habla bien del Consejo de
la Comuna:
--¡Si
hubiese sido más enérgica!
--Y
si vd. Sr. Vingtras, no hubiera sido tan moderado (en su periódico)
(Suena una detonación…se dispara una
pistola por descuido…me rasgan el abrigo…se liman las diferencias)…Los rencores
se olvidan ante el enemigo que se acerca.
Está ya en la Estación de Montparnasse…¿¡y
se dispone a atacar el barrio ¡?
--¿Y
si le atacáramos nosotros?...
La idea surgió ayer noche, en el consejo
de comandantes, propuesta por un antiguo compañero, también hombre de letras,
que no cree en la estrategia clásica ni en la defensa tras las piedras.
--¡Avancemos
y saquémosles de ahí!
--¡Es
una locura! responden todos aquellos que han sido soldados.
Valiente locura…que puede desconcertar al
enemigo…¡Y no mucho más peligrosa que la defensa pasiva!...pero el camarada y
yo nos quedamos solos , con nuestro proyecto de locos, jurándonos llegar hasta
el fin, hombro con hombro, cueste lo que cueste.
--¿Me
promete que si recibo una herida demasiado cruel, acabará conmigo?
--¡Sí!...a
condición de que haga vd. lo mismo conmigo.
--¡De
acuerdo!
Es que el sufrimiento me da un miedo de
mil demonios; por cobardía preferiría la muerte…
--¿Y
cree vd. que sería más agradable ser trinchado vivo por una bayoneta?
--¡Trinchado!
--Amigo,
estos soldados nos habrían agujereado ya, de haber podido, cuando predicábamos
la guerra sin cuartel. Ahora nos arrancarán los ojos usando su sable como
sacacorchos, porque por nuestra culpa que les han obligado a dejar sus pueblos.
Me aborda un combatiente:
--Ciudadano…¿quiere
venir a ver cómo está hecho el cadáver de un traidor?
--¿Han
ejecutado a alguien?
--¡Sí!
A un panadero que ha acabado confesando.
He palidecido y el soldado me ha visto.
--¡Quizás
hubiera preferido que le absolviéramos! Pero…¡Por Dios!...¿no se da vd. cuenta
que romperle la cabeza a un Judas es salvar la cabeza a miles de los nuestros?
Me horroriza la sangre y tengo las manos llenas de ella: ¡se ha aferrado a mí
cuando le he dado el tiro de gracia! Pero…¿qué sucedería si no hubiese quien
matara a los espías?
Otro ha intervenido en la conversación:
--Y
eso no es todo…¡quiere vd. conservar las zarpas limpias para cuando esté ante
el tribunal o ante la posteridad!...y somos nosotros, el pueblo, los obreros,
quienes hemos de hacer siempre el trabajo sucio…Para que luego nos escupan
encima…¿no es verdad?
¡Tiene razón este enfurecido!
Sí, queremos aparecer decentes ante la
historia, no tener en las manos el olor del matadero.
………………………………………………ELISÉE
RECLUS (inspirado en):
El
sábado día 20 medita sobre la cuestión de los rehenes: El arzobispo de
París y toda su curia…¡Por un solo hombre!: ¡Blanqui!...Thiers confía en lo que él considera debilidad de la
Comuna y que es en realidad humanidad…no querer hacer más sangre de la
necesaria…Thiers no hace caso ni del Papa, ni del embajador americano…¡ni de
Dios!...¡Es la guerra y sólo la guerra!..¡La ley y sólo la Ley!...Puro odio de
clase…¡Que destrocen al arzobispo y a su vicario y a la madre que los
parió!…pero yo ¡arrancaré corazones por miles!...¡sacaré ojos suficientes para
adornar miles de pavos reales!…
El lunes 22 se entera de que los de Versalles han entrado en París:
“Los
de Versalles han entrado…están en el Campo de Marte, en el Trocadero, en el
Arco de Triunfo, en los Campos Elíseos…y avanzan sin parar. Llegan en masa. La
traición les ha abierto las puertas. Dicen haber franqueado el recinto sin
disparar ni un solo tiro. Los reaccionarios quieren que se libere el resto de
la ciudad…Otro polvorín acaba de explotar. El humo de un enorme incendio ennegrece
el cielo…No se sabe qué se está quemando (…) ¿Será verdad que ha llegado el
fin?”
Los soldados llegan rápidamente a “La
Concorde”.
Con un amigo bajan por la Rue de Saints-Pères…con
el fin de alcanzar los puentes y enterarse de la situación en la “rive gauche”…al
llegar a los muelles del Sena, un disparo casi le vuela la cabeza…francotiradores
de la burguesía han adoptado la táctica que ya recomendara Blanqui…Los
comuneros hacían sinceras barricadas…la
burguesía: ¡el tiro avergonzado… indiscriminado!
Una barricada de la Guardia Nacional les
barra el paso…Intuyen que toda esta parte está perdida…No olvidemos que
Vingtras resiste por la inmediaciones de La Sorbona.
Dan la vuelta y se entretienen por la
parte noble del viejo París:
“(…)Se
construyen barricadas …por ciudadanos inquietos, sombríos (…) contrasta con la
mal disimulada alegría de tenderos, porteros, vendedores de objetos sagrados,
beatos (y demás ralea)…dispuestos a denunciarnos en un futuro muy próximo”.
No hay orden de defensa. Defiende el que
quiere, el que puede, cuando y como quiere. No hay dirección general
centralizada…¡¡La sorpresa ha sido completa!!
La ”rive
droit”, aunque la población de esta parte baja es reaccionaria (y se siente
amenazada por la población de Montmartre, Belleville, Ménilmontant…) posee
plazas fuertes donde la Guardia Nacional puede resistir: Tullerías, Louvre, el
Ayuntamiento, Vêndomme, Bastilla.
El termómetro revolucionario de París
sube o baja según la altura del barrio sobre el nivel del mar (que es el rio)
(Error: La Guardia Nacional debería haber
vuelto sobre las puertas del sur y en una maniobra envolvente, haber rodeado a
los “gubernamentales”…Haberles estrechado cada vez más el cerco…¡Exactamente
como dentro de horas harán ellos con nosotros…!)
El ejército sube por “Concorde y Madeleine…hasta la Estación de Sint Lazàre y, siguiendo
las vías del tren hasta el nuevo colegio de Chaptal, donde un batallón se
ha unido al enemigo y dispara contra los civiles”…Alcanzan la Iglesia de la
Trinidad….(pronto recibirán ayuda por el norte
En la Rue Ferme des Mathurins, guardias
nacionales levantan una barricada ante el fuego mismo del enemigo…”y se reguardan tras de ella; se han
dispuesto, sin frases, sin cánticos…a morir por la patria, calmada y
sabiamente”.
Confirman lo que decía Valles…No se
bebe…no se saltan a la torera las sagrada normas de la convivencia y cortesía.
Suenan cañonazos en el Boulevard des
Capucines…Siguen levantándose barricadas…desde la Madeleine hasta Chàteau
d’eau (Republique)…Las calles están más
desiertas que nunca…¡ni siquiera en S. Dénis ni en S. Martin (línea que separa
los “dos Paris”)!
Pero…¡Allí!...”Cadenas humanas transportan adoquines y piden a los transeúntes
que se unan…niños y jóvenes, contentos de no ir a la escuela, “juegan” su papel
en la guerra civil” (…) Por la noche subo por el Faubourg du Temple…Actividad
frenética…se ha construido mucho…Los hombre siguen fortificados…Las mujeres
velan con la bayoneta calada”
……………………………………………………………….LOUISE
MICHEL (traducción):
El 22 de mayo, cuando todo está perdido:
“ (…) los federados de la 61 nos reunimos en
la puerta del ayuntamiento del distrito XVIII. ¡Venga vd.!, me dicen, vamos a
morir, vd. estuvo con nosotros el primer día… ¡hay que estar, pues, el último!...Me
voy con el destacamento al cementerio de Montmartre y , allí, tomamos
posiciones…(que no duraron mucho)…los obuses deshojaban el cementerio…cada vez
más numerosos…esta vez, el obús atravesando las ramas, cayó cerca de mí y me
cubrió de flores…era cerca de la tumba de Murger…la figure blanche, jettant sur
cette tombe des fleurs de marbre, faisait un effet charmant… Cada vez somos
menos; nos replegamos sobre las barricadas…aún se mantienen.
Bandera
roja a la cabeza, las mujeres pasaban; tenían su barricada en la Place
Blânche…Más de 10.000 mujeres, en los días de mayo, dispersas o juntas,
combatieron por la libertad”.
…………………………………………………………LISSAGARAY
(adaptación algo libre):
Delescluze, recién elegido delegado de
Guerra, lanza una proclama digna de los libertarios de Barcelona (E. Hazan):
“¡Basta de militarismo!...¡Se han acabado los estados-mayores plagados de
galones y dorados adornos!...¡Sitio para el pueblo, para los combatientes de brazo
desnudo!...La hora de la guerra revolucionaria ha llegado…El pueblo no sabe
nada de sabias maniobras. Pero cuando tiene un fusil en la mano, adoquines bajo
sus pies, no teme para nada las estrategias de la escuela monárquica”.
Recomienda un ataque frontal…Salir de las
barricadas (recuérdese la referencia de Vingtras).
Las barricadas se construyen rápidamente.
La de la Rue de Rívoli que protegerá el Ayuntamiento, se endereza a la entrada
de Saint Jacques, esquina con la calle Saint Dénis. Cincuenta obreros de
oficio, construyen…los chiquillos transportan la tierra con carretillas…
En el distrito IX, las calles Aubert, Chaussée-d’Antin,
Châteaudun, los Fauburg de Montmarte, de Notre- Dame-de-Lorette, de la
Trinidad…la calle de los Mártires…levantan rápidamente el pavimento. Se taponan
con barricadas las grandes vías de acceso: La Chapelle, Les Buttes-Chaumont,
Belleville, Ménilmontant, la calle de la Roquette, los bulevares Voltaire y
Richard-Lenoir, la Plaza del Château-d’Eau (de la República), los grandes
bulevares, sobre todo a partir de la puerta de San Denis….
En la “rive gauche”, el bulevard de Saint
Michel, en toda su longitud, el Panthéon, la calle Saint Jacques, los Gobelinos
y los principales avenidas del XIII…(ya sabemos por Vingtras y por Reclus, el
destino de esta zona)…La batalla decisiva se librará mañana, 23 de mayo.
Maroteau escribía en “La salud Pública” del 23 de mayo:
(en la Place Blanche) …”hay una
barricada perfectamente construida y
defendida por un batallón de mujeres…alrededor de 120. En el momento en el que
llego, una forma negra sale del hueco
(lo que queda del derrumbe) de una puerta cochera. Es una joven con gorra
frígia (¡¡) inclinada, con el “Chassepot” (fusil) en la mano, la cartuchera en
los riñones: ¡Alto ahí, ciudadano, no se puede pasar!”.