Le costó, pero, finalmente, encontró una frase a la altura de las
circunstancias: “Ahora es preciso que
duerma”… ¡y se murió! Los griegos lo lloraron como a un héroe…pero murió,
sin ver la independencia griega ni entrar en combate, como un perro palúdico, desangrado y rabioso:
le sacaron, con las dichosas sangrías, más de dos litros de sangre. Era el 19
de abril del año 1824. Acababa de escribir: “Al cumplir mis 36 años”:
“(…)
Hoy este corazón debe de estar
inmóvil
puesto que no mueve a otros
corazones;
pero, aunque yo no pueda ser amado,
dejen que ame todavía!
Mis días descansan en las amarillas hojas;
las flores y los frutos del amor se
han ido;
¡sólo el gusano, la corrupción y la
pena
son exclusivamente míos!
(…)”
Sonaron todas las campanas de Missolonghi y de sus pantanosos
alrededores. Su corazón (biológico) se quedó en Grecia…¡Ya lo recogerían! Su
cuerpo fue trasladado sumergido en un tonel de brandy y el “Espirituoso Santo” lo conservó “for ever young”…
Como aquél que quería que lo enterraran con un grano de uva en el
paladar…
Hablando de corazones…¡por fin se ha descubierto que el corazón del niño
muerto en la cárcel del temple de París en el año 1795, y conservado en Saint
Denis, corresponde realmente al infortunado Luis XVII (¡¡), hijo de Luis XVI y
María Antonieta! El análisis del ADN se realizó tal día como hoy, del año 2000.
Hoy doble ración de aceite y orégano griegos. Carajillo con remolque,
también doble…¡el día lo exige!
Sonará en el Esputifai:
·
“La sinfonía Manfred” opus 58, de Tchaichovski.
Tal día como hoy, del año 1884, León XIII (¡qué mala es esta saga!) hace
pública su encíclica “Humanum genus”,
una modernización de la idea agustiniana de la “civitas dei”…aplicada a la masonería; e invita al universo-mundo a
combatirla por todos los medios posibles. Ya antes había anatematizado el
comunismo, el socialismo y cualquier otro gesto compasivo dirigido a
reconfortar y animar a la humanidad en su lucha por la conquista del “paraíso”. ¡Dios, inexistente, castigue,
aunque ya la naturaleza los haya castigado con taras sin cuento, a esta recua
de animales sin género ni especie, habitantes abisales de un océano de
excrementos y de pus!... (¿queda claro?)…
Tal día como hoy, del año 1902, dos misioneros que extendían la palabra
de dios y las consignas papales, fueron apedreados hasta la muerte en La
Coruña. Para que vean vds. que dios escribe torcido y los humanos no podemos
leer con claridad. O, a veces, los humanos escribimos en los renglones
reservados a la ortografía divina.
Para compensar, Bergson, tal día como hoy, del “mítico” año 1900, publica “La
risa”: Un análisis sagaz, divertido, profundo… de la naturaleza y causas de
lo cómico. Lo cómico como descarga emocional
de una transitoria tensión creada por contrastes inesperados. Bergson no es
santo de mi devoción, pero no se le puede negar agudeza y pericia
fenomenológica… (¿queda claro?).
Y, ahora, alcanzada la “hora del
ángelus”, tomaremos doble ración de Dry, estilo Buñuel y bajaremos al
Condis…después nos será imposible…¡tal será la conmoción!
Cuando la desgracia descarga sobre los que han conseguido la “gloria”, se mienta aquello de la “envidia de los dioses” o, lo más “laico”,
de no hay que “tentar al destino”. Sin embargo cuando
cotidianamente la desgracia coge por el cuello al desvalido, los “dioses” y el “destino” desaparecen… para dar paso a aquello de “a perro flaco…” o al silencio directamente. Que el infortunio golpee a los
menesterosos es una costumbre…Lo otro es una “tragedia”. Que Alma Mahler perdiera sus hijos de forma casi
programada…que Isadora Duncan perdiera los suyos…nos eleva a consideraciones
casi metafísicas; que mi abuela perdiera cuatro de ocho, es una cuestión banal
que pertenece a la demografía y a la escasez de “recursos”.
Ambas, en algún momento, fueron sospechosas de portar “mal fario”, adecuadas para engrosar las
filas de las acusadas de Salem (*).
Sobre la vida y actitudes de Isadora…¡volveremos!...
Hoy, la razón efemerídica nos lleva al día en que sus hijos fueron
tragados por el espeso y voraz Sena…Justo donde Pascal, colgado por una pierna,
meditaba sobre las “cicloides” y la
vertiginosa muerte.
Isadora era mujer de presentimientos: “Desde
la visión de la “Marcha Fúnebre” (Chopin) de Kiev empecé a tener el presentimiento extraño de una desgracia y me sentía
muy deprimida”. Era Enero de 1913. Tras el éxito ruso, vuelve a Berlín y de
Berlín a París, a su gran estudio de Neuilly. A comienzos de abril volvió a bailar,
en el Trocadero, la “Marcha Fúnebre”…”Y sentí otra vez en mi frente aquel mismo aliento helado y aspiré aquel
mismo perfume intenso de las blancas tuberosas y de las flores funerarias”.
Los presentimientos se fueron condensando y se convirtieron en visiones.
El médico le aconsejó retirarse al campo. Eligió Versalles (Hotel Trianon).
Todo parecía recomponerse e, incluso, su gran amor (¿) L (ohengrin), padre de
uno de los niños, la requería. La noche antes del reencuentro volvió a tener
otro sobresalto: abrió un libro de Barbey d’Aureville y leyó al azar: “Como eras bella y madre de unos hijos
dignos de ti, sonreías cuando te hablaban del Olimpo. Para castigarte, las
flechas de los dioses alcanzaron las cabezas abnegadas de tus hijos, a quienes
no protegía tu seno descubierto”.
El deseo y la inquietud, además de los niños y el “ama” (quien había aconsejado aplazar la salida, a causa del tiempo
desapacible) se marcharon de “excursión”
a París…al encuentro de L. Cenaron en una “trattoria”.
Todo estaba nuevamente hilvanado e Isadora fue consciente aquella noche de que
toda la felicidad del mundo se concentraba en su cuerpo y alrededores.
Isadora y L. se quedaron en Neuilly.
El “ama” y los niños se
marcharon a Versalles…Pero no llegaron. Los frenos fallaron y el coche se
precipitó en las solícitas y receptivas aguas del Sena:
“Al dejarlos en el coche, mi Deirdre
colocó sus labios contra los cristales de la ventanilla. Yo me incliné y besé
el cristal en el sitio mismo donde ella tenía colocados sus labios. El frío del
cristal me dejó una rara impresión.”
Entra en el estudio y espera relajada la hora del ensayo:
“Después de todo, soy muy dichosa,
acaso la mujer más dichosa del mundo. Tengo mi arte, el triunfo, la fortuna, el
amor y, sobre todo, tengo dos hermosos hijos (…) cuando vino a mis oídos un
grito extraño y sobrehumano.
Volví la cabeza. L. estaba allí, en
la puerta, tambaleándose, como un borracho. Sus rodillas flaqueaban, y cayó al
suelo, frente a mí, y de sus labios salieron estas palabras:”¡Los niños, los
niños han muerto!”
Anochecía el 19 de abril, del año 1913. La luna crecía con esfuerzo.
Desde ese momento la vida se le convirtió en una “fuga sin fin”. Bueno, en realidad, tuvo un final…bastante acorde
con la velocidad que había imprimido a su existencia.
En otoño de ese mismo año, la “Duse”,
enterada de que isadora se encuentra en Italia, la invita a visitarla en
Viarreggio, en la costa toscana. Allí, “una
tarde gris de otoño” fue consolada por un joven, y fruto de tal consuelo,
apareció una criatura débil y transitoria…¡justo el día en que comenzaba la
Gran Guerra!...Se mezclaba el ardor patriótico, “C’est la guerre”…”C’est la guerre” con “¡Courage, madame!”. Los cañonazos llamando a la movilización con los
primeros gritos del animalito recién nacido.
“De repente la criaturita fijó en mí
sus ojos y respiró penosamente, como si sintiera una opresión en el pecho, y de
sus labios helados salió un largo silbido”…Murió.
Como si dijera: pssss…¡para esto no
merece la pena! Y se fue por donde había llegado, antes de tomarle gusto a
la cosa.
No hacía muchos años que la “Butte”
de Montmartre era el escenario propicio para las aventuras de “los Apaches” y otros grupos anarquistas,
ya en plena descomposición. “Le lapin
àgile” estaba regentado por le Père Frédé. El local era frecuentado por los
artistas del momento y por bandas anarquistas que iban a lo suyo. Frédé quería
hacer limpieza y dedicarse a servir cerveza sólo a los artistas.
Tal día como hoy, del año 1910, su hijo, “Todor”, fue asesinado de un tiro en la cabeza. Había salido a ver
qué estaba pasando detrás del local. Y lo que pasó fue una bala vertiginosa,
que tropezó con su cráneo. De más decir que la policía no se atrevía a entrar
por aquellos parajes.
“Todor” sintió como su cabeza
giró 180º, al tiempo que su eje se inclinaba 45 y quedó, con un rictus,
ciertamente forzado, mirando a la esforzada media luna. Tardó en caer…el tiempo
necesario para hacer un último reconocimiento y gritar, dirigiéndose al
interior: ”¡Todo en orden!”….
Lean vds. a Francis Carco, a Rolland Dargelès o, sobre todo, a Pierre Mac
Orlan (“Le Quai des brumes”) y verán lo que era el verdadero Montmartre…¡La
Comuna libre de Montmartre!
“Conejo estofado a la griega” y
lo que sobre para la noche. Media botellita de Verdejo y una de Ribera para
acompañar el lepórido. El correspondiente carajillo mitad y mitad y quitar la
sinfonía. No poner la “Marcha fúnebre”
(Chopin).
Aunque sólo sea por el nombre: “Lucy in the Sky with Diamonds”. Y después silencio.
Después de que el viernes sufriera una ligera, accidental y agradable
intoxicación, Hofmann, que trabajaba en la purificación y cristalización del
LSD-25, decidió, el lunes 19 de abril de 1943 aumentar la dosis: 250
microgramos.
Y es ahora, habiendo tocado fondo, habiendo visto cara a cara el rostro
de la muerte, cuando una ola irisada y vivaz se abre paso por entre la
desolación y la tristeza…y brota como arco iris pacífico. La lobreguez queda
superada por la luz que ilumina lo incomprensible y lo abre a otras “puertas perceptivas”. Chascamos los
dedos: ¡Eso es!...pero…¡eso es! ¿qué?: qué es lo que es “¡eso es!”. No lo sabemos…pero ¡eso es!. Y así deambulamos heridos por
la intensa luz del ¡eso es!
Y todo vuelve, cada vez más quedo y más calmo…hasta que se desvanece
(euridicianamente)
El tiempo y el espacio se intercambian.
Hofmann pidió a su ayudante que le acompañara a casa. Hicieron el viaje
en bicicleta, construyendo, de paso, el “viaje”
más extraordinario que imaginarse pueda: El espacio se combaba, el tiempo se
diluía. El velocípedo se replegaba sobre sí mismo, envuelto en volutas
espacio-temporales. El torbellino lo tragaba todo (eleáticamente) y Hofmann,
cabello al viento, se dirigía inmóvil a los confines de “lo que es” (haciendo alguna incursión por “la cara interna del viento”.
Ni semáforos, ni stop, ni guardias…¡ni hostias! Hofmann, inmóvil,
sumiéndose en sí mismo, desembocando en sí mismo, volaba por las calles de
Basilea, como el “super-macho” de Jarry.
Creyó morir y “resucitó” más
vivo.
El médico de familia no le
encontró nada, pese a la agonía que “decía-no
decía” Hofmann…sólo las pupilas algo dilatadas. Al día siguiente “me encontraba limpio y radiante”.
Había descubierto el LSD-25 y, de paso, el secreto de los “Misterios de Eleusis” en honor de
Deméter y su hija Perséfone, símbolos del grano (cereal) que muere para
resucitar multiplicado. Eleusis era (y es) una localidad próxima a Atenas
productora de trigo y cebada (era)…y de vez en cuando aparecía una espiga de
centeno…¡Silencio!
Pensó que tendría importantes aplicaciones psiquiátricas y médicas en
general. El resto es una historia que
vds. ya conocen.
Walter Benjamín no llegó a conocer la “iluminación” lisérgica (¿).