1.
Maldito sea
Yelsin que me cambió el nombre de Leningrado por San Peterburgo. Fue lo primero
que hizo aquel día (tal como hoy, del año 1991) infausto en que fue elegido
presidente de la “Federación Rusa”.
Después vendrían, en cascada, todas las desgracias. Yo que ya me conocía la
ciudad de Lenin como la palma de la mano… ¡y no digamos el perro!
2.
Yo también a los 13 años quise ser héroe
y pensé que dormir en invierno con las ventanas abiertas me colocaría en las primeras
filas del batallón que conseguiría abrir las puertas del cielo para todos.
Pensaba que mis sacrificios eran útiles para toda la humanidad… dios (¿)
perdonaría al mundo si, al menos, uno de sus habitantes le ofrecía las heladas
madrugadas de enero. A lo lejos se oía el tren de Barcelona y cuando había
luna, las sombras entraban en la sala dormitorio y recorrían las camas
metálicas sobre las que dormían a pierna suelta mis insensibles y anti heroicos
compañeros. Algunos, en sueños, articulaban sin sentidos. Otros roncaban. Otros
hacían otras cosas. Yo, sin embargo, ofrecía al Todopoderoso el frío helador.
Me costó una neumonía, de la que salí con dificultad, y la enemistad de los
vecinos de cama. Dios no dio muestras de nada.
Esto lo digo porque a Dominguito Savio,
muerto de neumonía sin cumplir los quince, lo hicieron santo (tal día como hoy
del 54. ¡Qué mala es la saga de los “Píos”!)
por algo parecido. Aunque pensándolo bien, quizás influyera san Juan Bosco, quien le hacía compañía en las heladas noches de invierno (aquellas que no eran
ofrecidas a título de inventario de santidad). El gran mérito de “Minguito” fue alcanzar el grado de
monaguillo y, tal vez, hacer algún servicio completo al Santo Padre Educador.
Ahora se van poniendo las cosas en claro, pero… ¡entonces!
Sus últimas palabras
fueron tan confusas como suelen ser las últimas. En realidad el lenguaje se va
haciendo confuso según se acerca el momento. Al final son estertores, que los
queridos y generosos testigos traducen según les viene en gana: “Adiós, papá (“envíame un poquito de
dinero más”). El Padre me dijo una cosa
que no puedo recordar.” Y no acabó ahí la cosa…”su rostro se transfiguró con una sonrisa de gozo” y soltó aquello
tan manido de: “¡Estoy viendo cosas
maravillosas!” Dios (¿) me perdone, pero tiene toda la pinta de que Juan
Bosco tuviera la mano dentro de los calzoncillitos
del niño santo. Murió contento habiendo descubierto, recién, las delicias de la
pubertad.
3.
Hablando de niños, de dios y tal…decir
que tal día como hoy, del año 1942:
“El viernes 12 de junio a las seis de la mañana ya me
había despertado, lo que se entiende, ya que era mi cumpleaños. Pero a las seis
todavía no me dejan levantarme, de modo que tuve que contener mi curiosidad
hasta las siete menos cuarto. Entonces ya no pude más: me levanté y me fui al
comedor, donde Moortje1, el gato, me recibió haciéndome carantoñas.
Poco
después de las siete fui a saludar a papá y mamá y luego al salón, a
desenvolver los regalos, lo primero que vi fuiste
tú (¡¡el
diario en blanco!!) y quizá hayas sido
uno de mis regalos más bonitos. Luego un ramo de rosas y dos ramas de peonías.
Papá y mamá me regalaron una blusa azul, un juego de mesa, una botella de zumo
de uva que a mi entender sabe un poco a vino (¿acaso el vino no se hace con
uvas?), un rompecabezas, un tarro de crema, un billete de 2,50 florines y un vale
para comprarme dos libros…”
Esta niña repelente se llamaba Ana, Ana
Frank. Cualquier comentario está de más.
Pero que sepan que lo que después sería un best-seller,
empezó tal como hoy.
4.
Ventanas…últimas palabras…Tal día como hoy, del año 1974, mientras yo preparaba los
papeles para viajar a Nueva York, Perón se asomó por última vez al balcón de la
“Casa Rosada” y ensayó sus últimas
palabras, en una apreciable emulación de Evita: "Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que para mí es la
palabra del pueblo argentino”. Fue como un tango: “Adiós Buenos Aires querido…” No le llegó ni a los talones a su
querida esposa que se despidió del mundo con un digno y enigmático; “Ya queda
poco”, que la enfermera entendió referido a su jornada de trabajo.
Hacía frío, pero Perón no estaba dispuesto a hacer
sacrificios: llevaba su querido sobretodo cruzado, gris rata, con solapas
negras. También se resistió (con esfuerzo) a cambiar el nombre de la ciudad y ponerle
un preventivo “Evita Aires”.
5.
Dios creó la vecindad para introducir la discordia
sin causar mucho revuelo. Los humanos, por su parte, idearon el jamón y el vino
para paliar los efectos de la acción divina. Y para fundamentar mi afirmación
un tanto terrorista, me remito a los sucesos de La Nava, en las estribaciones
de la sierra de Aracena y Aroche y regada por el oportuno Múrtigas, de hermoso y arcaico nombre. La
Nava, vecina de Jabugo, tiene una
historia, digna de ser estudiada, que se remonta hasta el paleolítico.
A veces, sin embargo, el pernil es ocasión para
desatar rancias disputas sin fin. Yo las he presenciado en la charcutería del
condis. Cuando te venden lonchas envasadas siempre esconden la grasa blanca. Es
cuando abres el paquete que te das cuenta del fraude: un dedo de magro y un
palmo de grasa de liposucción. Siempre puedes utilizarla para engrasar los
zapatos.
Siguiendo mi inveterada costumbre de recrear los
acontecimientos lo más cerca posible del origen, ordeno a mis Custodios que me
hagan la silleta de la reina y me depositen en las fértiles
riberas del Múrtigas. ¿Calor? ¡Viajad a
tres mil pies! ¡Calor... vaya cuarteto de comodonas!… ¡quién diría que sois
hijas de vuestros padres! ¡Hala…sin
rechistar!
La reprimenda no cae en saco roto: me depositan como
a un despojo a la puerta de la ermita de
la Virgen de las Virtudes, no
lejos de la ermita del Cristo y a un tiro de piedra del río Caliente.
A un disparo del “Gran Berta” del centro de la aldea.
Rencoroso batir de alas.
Y desde allí, desde donde cristo perdió el mechero,
sin posibilidad de refrescarme, tres kilómetros monte a través, entre jaras y pinachos, acérquese Vd. Al mesón de la Sierra… Cuando llegué
parecía un trapo de cocina después de haber limpiado todas las mesas de la
taberna. En otras circunstancias hubiera
admirado los hermosos, aún inmaduros, melocotones de la localidad. Tomé asiento en una de las arruinadas sillas
de plástico rojo. Un toldo azul convertía aquello en un cielo inmisericorde.
Sobre la mesa blanca, de plástico, las huellas circulares de los cortados de la
mañana. Eran las tres de la tarde. Los ceniceros estaban a reventar y las
moscas mostraban su contento por la imposible novedad.
La Nava ha tenido una historia rica e incierta. Ha
pasado por periodos de abundancia y por periodos de miseria, para, finalmente,
estancarse en una indiferencia indiferente. Ni la famosa “Virgen de las virtudes” ha
podido hacer nada por la cosa. Es más, incluso ella ha emigrado a Jabugo,
dejando tras de sí una enana de posguerra.
–A la paz de
dios (¿), feliz viajero.
–Que la paz sea
con Vd. , querido mesonero.
–¿Qué se le ha
perdido por esta hermosa dehesa?
No hace el más mínimo intento de aclarar la mesa.
Toma asiento y me larga una larguísima historia con Viriato como centro de
gravedad. Pasa, sin solución de
continuidad a la gloriosa época minera y concluye con loas a la fiesta del
melocotón y su colaboración con la laboriosa tierra murciana. Enciende un caliqueño de la región y, cuando llega
el momento, lo apaga sobre la montaña de colillas.
–Bueno… ¡pues
Vd. dirá!
Estoy a punto del desmayo. Como si fueran mis
últimas palabras logro articular: ¡Un
poco de jamón, por dios(¿)…y una frasca de vino, por el cielo! Él, por su
parte, suma a lo dicho unas orejas fritas.
Y como la hospitalidad es el fuerte de estas tierras
(y también la desocupación), vuelve a sentarse a mi vera. Parece un afluente
del río caliente: despide un vaho tórrido.
–Dígame,
servicial bodeguero…
–Soy todo oídos
–dijo,
zanpándose una oreja de puerco.
–No,
nada…aquello de Portugal y la guerra y tal…
–¡Pues ya ve!
Nosotros somos así. No es que no nos gusten las trifulcas… ¡que nos gustan!...sobre
todo con los de Cortegana. Pero detestamos en bloque las guerras oficiales e
internacionales. Por entonces los portugueses entraban en manada y arruinaban
nuestros campos y sacrificaban nuestros cerdos ante nuestras narices. Nosotros
nos tomábamos la revancha robándoles las “bacalás” y así pasábamos los días.
Pero aquel 12 de
junio, lunes para más inri (el domingo era el día de la “Gran Parada” de
Torrebruo*) del año 1474, cuando vimos aparecer al tío Pedro de Trujillo con
toda una cuadrilla de hombres armados para obligaros a combatir contra los
portugueses, nos rebelamos todos a una y nos negamos a ir a la guerra. Nuestra
guerra era otra: familiar, entrañable…Metieron a algunos en chirona pero no
tuvieron más remedio que soltarlos. Los
de Fuenteovejuna (Fuente Obejuna, Fuente Ovejuna e, incluso, Fuente abejuna),
que no se llama así por las ovejas, sino por las abejas, de ahí que sus
moradores se llamen “melladienses” ( de melisa = aveja / meli =miel)… como
decía, los de Fuente Obejuna aprendieron de nosotros. Ellos apedrearon al tío
Hernán Pérez y no consiguieron, ya sabes, que delataran a los autores.
Después vino lo
de América, y quisieron cambiar el nombre del pueblo por La Nave. El cronista
oficial tuvo que aclarar que el nombre tenía que ver con ciertas características
orográficas y geomórficas y que, por ello, era inamovible, tectónico, por así
decir.
–Es Vd. un pozo
de sabiduría.
–Y Vd. un pozo
sin fondo. ¡Niño, retira los recipientes y trae otra ronda de lo mismo!
Hoy, como Vds. Saben, se celebra el día en contra del trabajo infantil.
En efecto esto no es trabajo. Es ir introduciendo a las criaturas en el mundo
sórdido de los adultos y, de paso, acostumbrarlas a los productos de la región.
–Ahora que se ha
referido Vd. a las abejas me viene a las mentes que tal día como hoy, del año
1982…
–No siga,
estimado viajero. ¡K. R. von Frisch *! Sí señor. Gracias a él los vecinos han
engrandecido su bagaje sobre tan beneficiosos insectos. Si visita Fuente
Ovejuna no observará nada raro, pero sepa Vd. que los melladienses sienten verdadera pasión por el prohombre y
han solicitado, en vano, hermandad a las ciudades de Rostock y de Breslau. Pero
como no tienen Guasap…
El calor ha ido decayendo al ritmo de la charla.
Finalmente se hace el silencio y una brisa angelical derriba el himalaya de colillas.
–¡Niño! ¡Trae el
trapo!
De camino a casa, mis Custodios me recuerdan que hoy
hace 50 años del asesinato de Medgar Evers….
¡Infórmense Vds. Infórmense!...
A las pocas semanas matarían a Kennedy que el día
del asesinato había dicho algo, sin mucho fuste, sobre la igualdad y tal. El
asesino superó con éxito dos juicios. Al tercero, ¡a los 30 años! lo condenaron
a cadena perpetua. Y para que vean de qué manera se equilibra el mundo para
convertirse en el “mejor de los mundos
posibles”, el mismo día en que Byron de la Beckwith (¡que se sepa el
nombre!) asesinaba por la espalda al líder negro, Mandela era condenado a
cadena perpetua.
No es una conmemoración oficial pero sepan Vds. Que
hoy se celebra en los estados Unidos el “Día
del amor familiar”. No, no tiene nada que ver con San Valentín. Investiguen
Vds. Tal día como hoy del año 1965 (¿) se puso fin a la prohibición del “mestizaje” como lo llamaban. Este día
los cuchillos de cocina se esconden. Los matrimonios se evitan y cualquier
ocasión se pospone.