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lunes, 15 de abril de 2013

Propuesta para hoy 15 de abril. 2ª SERIE. Ilf & Petrof: "Las doce sillas". La risa. Varios.


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"El viernes 15 de abril de 1927, Ippolit Matvéevich se despertó, como de costumbre, a las siete y media e inmdiatamente se caló en la nariz unos quevedos con puente de oro pasados de moda...." (Ilf & Petrov: Las doce sillas)



¡Hasta aquí puedo leer!

Vdes. tienen que continuar, si quieren entrar en contacto con una de las mejores novelas de la primera época soviética y, sin duda, la más divertida. Y es que el feliz día en que se encontraron Ilf y Petrov debería ser festivo en todo el universo-mundo.

Durante los tiempos de la NEP y de los "compañeros de viaje", la censura se relajó y también la conciencia de clase. Proliferaron arribistas, pequeños comerciantes sin escrúpulos y algunos campesinos se enriquecieron a costa de las necesidades públicas. La burocracia del partido fue, dando giros incomprensibes, tomando posiciones. Cuando se dio por finiquitada (1928) para dar paso (desacompasado) a la frenética industrialización y a la colectivización forzosa, estaba en condiciones de acabar con la oposición interna y expulsar a Trotsky de la URSS. Pronto siguieron el Realismo Socialista y los decretos contra el Formalismo en las artes. Se desplegó, como ven Vdes. un complejísimo aparato que daría cobertura a todo tipo de excesos y crímenes, convirtiendo la tortura previa en una de las "Bellas Artes" de las que hablaba el romántico.



La vieja Petujova, antes de morir, aquel mítico 15 de abril, revela a su yerno, el venido a menos Ippolit (que ha tenido que abandonar Stárgorod (trasunto de Odessa) por la presión de la revolución) la existencia de un tesoro encerrado en una de las doce estupendas sillas que abandonaron en su residencia anterior. Ponte a buscar a estas alturas... Ippolit viaja a Odessa y allí se encuentra con el Gran Intrigante Ostap Bénder, modelo perdurable de granuja y ocasión de escarnio para los bienpensantes del régimen. Al mismo tiempo la vieja ha descargado, presionada por la muerte inminente, sobre su confesor, el ingenioso , decidido y ridícula víctima del tinte de pelo Titanic (*), padre Fiódor, la pesada carga que ha estado ocultando durante una decena de años.

Busquen Vdes. doce sillas por todo el Imperio... esa búsqueda es el esqueleto de esta demoledora novela satírica. El comienzo de la novela supera al de La Regenta. Un comienzo estático y plano que presagia un codicioso movimiento centrífugo. Cada silla abre un nuevo escenario y cada escenario un cúmulo de despropósitos. El final lo resume todo en una conclusión sorpresiva y moralejante... ¿moralejadora?... Infórmense Vdes...Infórmense.
Reconocerán referencias a la Sinfonía de las sirenas (Bakú) de Avraámov; a las puestas en escena de Meyerhold, el mártir; a los barcos propagandísticos... y a las perplejas reacciones que despertaban en los somnolientos espíritus del proletariado y de los campesinos, a los que les aguardaba una inminente Sinfonía Fúnebre.

Que la novela era una obra de genio fue reconocido por las altas instancias, las mismas que denegaron el imprimatur, pese a lo cual, siguieron con vida hasta que la muerte natural, dada las circunstancias, los alcanzó por separado: Al primero, la tuberculosis y al segundo un accidente de aviación en Crimea (¡potencia profética del arte!), cuando regresaba de la sitiada Sebastopol. Eso, y no otra cosa, lo emparenta con Pedro Infante que, exactamente 15 años después, estrellaría su avioneta en pleno centro de la ciudad de Méjico. Murió, como es natural.

Ilf y Petrov observaron, describieron y sacaron consecuencias. Hurgaron en los detritus con un humor insobornable y mantuvieron la dignidad entre tanta miseria moral. Valga como ejemplo su mutis por el foro en el intento (logrado gracias a Gorky) de poetizar la barbarie del Canal de Báltico.

A Trotsky, aquel año de 1927, le quitaron la silla y enseguida lo enviaron a ¿Alma? Ata, en Kazajistán: La conmemoración del décimo aniversario de la Revolución había sido sonada, como sonado había sido el primero de mayo en Stargorod (trasunto de Odessa). Trotsky siguió pensando que el stalinismo era un simple "error".

Trotsky quería, con esos mimbres, construir un "hombre nuevo": "Por fin mi querido homo sapiens, voy a trabajar sobre tí". Y Bujarín apostillaba: "Ahora debemos dirigir nuestros esfuerzos a crear en el menor tiempo posible el mayor número de máquinas vivas especializadas, preparadas y dispuestas para entrar en circulación". Zamiatin, reccionando contra el taylorismo, configuró un "Nosotros" que dio pánico al mismo Orwell. Aquel mismo año Olesha publicaba Envidia y presentaba, harto de tanta mortadela proletaria, la máquina de las máquinas: Ofelia la llamó. Y ya puestos, Fiódorov, en un arrebato de misticismo declaró que la propiedad privada no podría abolirse si no se abolía el tiempo. Otros estaban ocupados con la abolición del espacio.



Nuestro héroes, ajenos a tanta teorización, cruzaban el Imperio encapsulados en agujeros de gusano. El trío esquivaba las ondas estimulares que le llegaban desde los laboratorios de Paulov. Shostakóvich componía su primera ópera y su segunda sinfonía. Shólojov empezaba El Don Apacible, Eisenstein ensamblaba las últimas secuencias de Octubre, basada en la obra de Reed, y Platonov se ponía manos a la obra: "Las antiguas ciudades provinciales suelen estar situadas a la vera de raidos senderos de bosque..."

La risa que sucede a una situación cómica (porque hay otra que procede del sadismo) es una condición de lo humano (o ¿al revés?). Dicen, sin embargo, que también las hienas ríen a mandíbula batiente...y los cocodrilos lloran. Sea. Reformulo: La hienicidad y/o la humanidad son condiciones de la risa (o ¿al revés?). Procede, la comicidad, de un desajuste entre lo esperado y lo que es, de ahí que si no se posee la capacidad de anticipación la risa no aparezca. El reconocimiento de lo cómico es indicio de inteligencia y la adustez lo sería de una mente roma. La risa que procede de lo cómico, en ausencia de armas intimidatorias, hiere con más acierto que la indignación. 

 

No estaban los tiempos para bromas: Se había diseñado un futuro esplendoroso, al servicio del cual había que movilizar a todo bicho viviente. Los magros resultados sepultaban los sufrimientos: media población trabajaba para la otra media y lo hacía, he aquí lo cómico, convencidos de que ese era el camino justo para acanzar una sociedad igualitaria.
No había espacio (bueno, espacio había, lo que no había era cintura, aunque sí cinturón), para la risa. Así, la gente iba al trabajo o paseaba con piedrecitas en los zapatos o, algunos, con verdaderos cilicios monacales, con el fin de contener la hilaridad que te asaltaba de forma rutinaria y en cada momento de tu anodina existencia. Te lloraban los ojos (¿qué si no?) de tanta contención. Te temblaba la barbilla. Se te inflaban los carrillos... Siempre, llegado el momento, esos síntomas, podrían ser interpretados como inicio del llanto, pues, sepan Vdes. que la risa y el sollozo andan juntos un trecho.


" -¡Reirse es un pecado!-decía. ¡Sí, no hay que rirse! ¡ y no hay que sonreir! Cuando veo esta nueva vida, estos cambios, ¡tengo ganas de rezar!
-Pero si nosotros no nos limitamos a reírnos-replicábamos-. Nuestra finalidad es precisamente la sátira de aquellas personas que no comprenden el periodo de reconstrucción" (Nota previa a El Becerro de oro de Ilf y Petrov).

¿No les viene a la cabeza el monje ciego (y sus razones) de la novela de Umberto Eco?

Los escritores satíricos del momento no lo pasaron bien. Otros lo pasaron peor. Zóshchenko, de los hermanos Serapion, se libró por los pelos, amarrado a su banqueta de zapatero. Zamiatin, Olesha, Mayerhold, Platonov, los obertius...

Aquel año, 1927, el premio Nobel de literatura recayó sobre Bergson, autor de La Risa: «en reconocimiento a sus ideas ricas y vitalizantes y la habilidad brillante con la que se han presentado».
 

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Como Udes., sin duda saben, tal día como hoy, del año 1856, tuvo lugar el conocido como incidente de la tajada de sandía que ofreció la oportunidad a los USA a intervenir en Panamá. Lo que empezó por 5 centavos, sigue abierto en canal. Pues bien, John Reed, cuya obra sirvió de guía a Eisenstein, murió de infección generalizada tras zamparse una rodaja de sandía en un mercadillo de Daghestán (Cáucaso). El incidente parece ideado especialmente para el inmortal Óstap Bender. 


 

3
"Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. (...)"

No, no fue un jueves. Era viernes santo y llovía en París.


Director: "Perdón, camaradas... Perdón... El insecto está fatigado. El estrépito y la iluminación lo llevaron a un estado alucinatorio. Tranquilizaos. Aquí no ha pasado nada. Mañana volverá a estar tranquilo... En silencio, ciudadanos, dispersaos hasta mañana, ¡Música,march!"
 F i n 1928-1929







RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...