En 1965 no había (yo) visto una
autopista en mi vida. El concepto flotaba por las estepas y las costas
mediterráneas, pero no se encarnó hasta algo más tarde. Hubo que esperar al dos
de mayo (¡¡) del 69 para poder ir a Mataró por autopista. En USA había, como mínimo, 61. ¡Bárbaro! Y no
era una carretera cualquiera, era un lugar donde los milagros más siniestros y
las esperanzas más descabelladas podían tener lugar. Hombre…también en la
carretera entre Fortuna y Caprés te podía pasar alguna cosa, pero, a lo más,
que atropellaras (en bicicleta) una cabra. En la 61 podían ocurrir cosas
tremendas.
Ya saben vds…. la "autopista" que
comunicaba el pueblo de Dylan con la MÚSICA de Menphis, Sant Louis, Nueva
Orleans… ¡el Missisipi!, haciendo toda una declaración de intenciones.
Ya saben vds. si la autopista acaba en impar, va de norte a sur (y viceversa, claro), y si en par, va de este a oeste (o al contrario, si vds. así lo quieren).
En el
65, por lo demás, ya estábamos al tanto. Sabíamos que el “rock” se había acabado y que el “pop”, en sus diferentes dimensiones, hacía furor. Sabíamos,
naturalmente, de Bob Dylan y de que los tiempos estaban cambiando. Eso lo
sabíamos…pero nos pilló un poco de improviso que el propio Dylan cambiara. .
Mike Bloomfield fue fundamental. Excepto el último tema de la cara B (“Desolation Row”, una balada tremenda, de
versos que rozan el “automatismo”)
todos los temas están arropados por un verdadero grupo de “rock”.
Y es que no en vano, un jovencísimo
Dylan estaba entre los “caballeros”
que asistieron a la “representación” (1962) de “Brecht on Brecht” que Lotte Lenya (Weil) dio en el Theater de Lys
del Greenwich de Nueva York. Se quedó enganchado con “Pirate Jenny”. ¿No es cierto que sus versos resuenan en este “nuevo” Dylan? ¿No es cierto que hay
mucho de “Mahagonny” en esa autopista
infernal, en la que Robert Johnson vendió su alma al diablo cuando paró en el
cruce 49 a estirar las piernas?
¿No fue allí donde Betty Smith perdió su tiempo
y ganó la eternidad? ¿No fue cerca de allí donde liquidaron a Luther King?
Naturalmente Dylan también tocó un
poco la armónica.
Tal
día como hoy, del año 1965, salió a la venta “Highway 61 revisited”. Venía precedido
por un “sencillo”: “Like a rolling stone” que encabezó el
LP, con ese majestuosa improvisación de Al Kooper: Uno de los momentos mágicos
del “pop”. Ya desde la portada se
advierte el gesto provocativo. Dylan acaba de quitarse las gafas de sol y nos mira
condescendiente e incitador: sobre una camiseta de motos (explosiva), una
camisa de flores.
La cosa se reveló como inexorable
en el festival de folk de Newport de 1965. Allí, Dylan, un folklorista
reconocido, agarró una guitarra eléctrica y arropado por la “Paul Butterfield
Blues Band” y Al Kooper, atronó con “Maggie´s
farm”. Había muerto un “folk singer”
y había nacido un rockero ácido que se expresaba con extraños y singulares
versos. División de opiniones. Con el tiempo vendría lo del Papa y tal.
En realidad el día ha empezado de
forma tanto o más atronadora. Desde el fondo del paradójico REM, un “amigable” ¡¡Desperta ferro!! (*) verdaderamente
animal, me ha lanzado contra la cristalera y a punto he estado de cortarme la
yugular en el destrozo. Ya saben vds ¡la venganza catalana!... El susto me lo
he quitado con un copuzo de “Terry” de malla, aunque lo justo hubiera
sido un vaso de esplendoroso vino de Marsala. Y es que la “Compañía Catalana” estrenó ese delicado pentasílabo no más poner
los pies en tierra de Trapani (Sicilia), donde, por cierto, se encuentra
Marsala.
Yo hubiera deseado un: “Bon jour, tristesse” (*)…que me habría sabido a alegría de
alondra, pese a todo.
Tembloroso he completado mi
acostumbrado refrigerio matutino y he enchufado el esputofaif para escuchar, hasta saciarme, la música citada. Y he
continuado con “Tattou you” de los
Rollins Stones (¡¡), una fruta estupenda cuando parecía que la higuera estaba
seca. En realidad el esputofaif no ha
parado en todo el día: que si “Mama´s and
the Papa´s”, que si “The Specials”…La “Velvet…” y todo por “razones
efemerísticas”. Y como quedaron unos minutos antes del Dry del medio día,
también he escuchado alguna cosa de Bernardo Bonezzi, muerto por descuido,
creo.
Ya ven vds que estoy haciendo
tiempo. Hago las cosas con desgana notable y evidente. Sólo tengo una idea (una
imagen) en mi cabeza: Jean Seberg (*)
con la camiseta (¡explosiva!) del “Herald
Tribune” vendiendo periódicos por las calles de París. En Belmondo pienso
menos. Su muerte fue merecida: nos robó nuestro amor soñado (aunque nos dejara
el primer signo de una nueva liturgia). La de la Seberg, encontrada rellena de
barbitúricos en el interior de un automóvil estacionado en el barrio parisino
de Passy, tal día como hoy del año 1979, fue un mazazo. Aquí
no hubo descuido. Ya lo había intentado otras veces. La última unos días antes
en las vías del metro de la “Ciudad de la
Luz”.
Ya sabrán vds. de su (de ella)
apoyo a la causa de los “Panteras negras”
y de las abultadas carpetas que, a su nombre, conservaba la CIA y el FBI. Y de
su lucha constante contra las exigencias del “star system”. Su belleza frágil y luminosa y la hermosura de cada
uno de sus gestos (aunque sólo fuera un parpadeo involuntario), llenaba las
salas de suspiros y de deseos de abrazarla.
¡Ella que había abandonado
voluntariamente el Edén (“Lililth”)
para fundar una raza rebelde, dejándole
el sitio libre a la pegajosa e incitadora Eva, y se largó como un “canto rodado”! Aparcó en la cuneta de la 61, a su paso por Passy.
Coincidió que, casualmente, paseaba por allí “Mackie Navaja” (que, por cierto, lo veremos mañana).
“Dios dijo
a Abraham, “Mátame un hijo.
Abraham
dijo, “Tío, debes estar de broma.”
Dios
dijo, “No.” Abraham dice, “¿Qué?”
Dios
dijo, “haz lo que quieras Abe,
pero
sino la próxima vez que me veas
más
te vale que salgas corriendo”
Abraham
dijo, “¿Donde quieres que sea esa muerte?”
Dios
dijo, “Fuera, en la Autopista 61”
Georgia Sam, tenía una nariz sanguinolenta,
el
Departamento de Bienestar no le quería dar ropas,
le
preguntó al pobre Howard, “¿Dónde puedo ir?”
Howard
le dijo, “Que yo sepa sólo hay un lugar”,
Sam
dijo, “Tío, dímelo rápido, tengo que escapar.”
El
viejo Howard tan sólo señaló con su pistola,
y
dijo, “Aquél camino baja a la Autopista 61.”
Mack el chivato dijo al jefe Louie,
“Tengo
cuarenta cordones de zapatos rojos, blancos y azules
y
un millar de teléfonos que no suenan.
¿Sabes
dónde puedo deshacerme de todas estas cosas?”
Y
Louie el Rey dijo,
“Déjame
pensar un minuto, hijo”,
y
dijo, “sí, pienso que se puede hacer,
sólo
llévalo todo abajo, a la Autopista 61”
La quinta hija en la duodécima noche
le
dijo al primer padre que las cosas no iban bien,
“El
color de mi cara -le dijo- es demasiado blanca.”
Él
dijo, “Ven aquí que te vea a la luz.”
Dice,
“Hmm, estás bien,
déjame
que le cuente a la segunda madre lo que ha ocurrido.”
Pero
la segunda madre estaba con el séptimo hijo,
y
ambos estaban fuera, en la Autopista 61.
El vagabundo errante estaba muy aburrido,
estaba
intentando organizar
la
próxima guerra mundial,
encontró
un promotor que casi levitó del suelo,
y
que dijo, “Nunca antes se me contrató en algo parecido,
pero
sí, pienso que puede hacerse fácilmente,
sólo
pondremos afuera algunas gradas al sol,
y
la armaremos en la Autopista 61”
No me digan que apetece comer. Lo
que apetece es el güisqui de la “Jenny
Pirata” y aspirar fuerte el “Herarld
Tribune” del 16 de marzo de 1960… Apretarlo contra el pecho hasta que quedara
grabada la cabecera del rotativo en nuestro miserable tórax (¡¡), funda nórdica
del corazón.
Lo que apetece es congelar la
imagen y dormir con los ojos abiertos… Hasta que mañana nos despierte (¿) “Mackie Messer”.
¿Qué importa que tal día como hoy, del año 1918, la Kaplan, interrumpiendo el tráfico de la "61", disparara tres veces contra Lenin? (entrada del 3 de septiembre).
Y en Bihac, Bosnia, nacía una niña rubia a la que llamaron Radmila...