(Los asteriscos remiten a “razones
efimerísticas”)
"Para la buena ventura
del hijo que te dio el cielo
debes ponerle Canuto
por ser el nombre más hueco"
(A. Machado)
"Para la buena ventura
del hijo que te dio el cielo
debes ponerle Canuto
por ser el nombre más hueco"
(A. Machado)
Nuestro conocido Canuto el Grande,
venció, tal día como hoy, del año 1016, al rey Edmundo II “Ironside” de Inglaterra. Edmundo, desde su silla de ruedas, dirigía
las huestes inglesas. Él quería ser el primero en el combate; así que el
ejército iba, detrás, a paso de hormiga. La tropa comentaba, entre risas
disimuladas, la imagen que estaban dando. Era como si Canuto estuviera actuando
a distancia, introduciendo en las filas enemigas una laxitud y una risa tonta
que les costaría a vida. Es una de las batallas más simples de la
historia…Tanto que no merece haber pasado a los anales. Sin embargo, no sólo ha
pasado, sino que ocupa lugar preferente en esta “Propuesta”.
Sepan Vds. que hace más de 20 años
que no cato la “maría”. Bueno, mis
amigos saben que no me desagrada y me echan el humo de vez en cuando. Pero,
vamos, eso no cuenta. Sin embargo, hoy, “in
memoriam” del tal Canuto y sus proezas, me apetece. Sólo por liturgia…
¡quede la cosa clara!
Pues lo dicho: preparo mis
tostadas, las riego con aceite griego y las rocío con unos pellizquitos de
hierba. Fijo el tentempié con el carajillo (al 50% como es costumbre).
“Mandó matar a algunos de aquellos capitanes, y los demás los dejó atados. Hizo disparar la escopeta, que era la señal, y arremetieron con gran ímpetu y enojo todos los españoles y sus amigos a los del pueblo. Hicieron conforme al apuro en que estaban, y en dos horas mataron más de seis mil. Mandó Cortés que no matasen niños ni mujeres. (…) No pisaban más que cuerpos muertos. (…) Se saqueó la ciudad. Los nuestros tomaron el despojo de oro, plata y pluma, y los indios amigos mucha ropa y sal, que era lo que más deseaban, y destruyeron cuanto les fue posible, hasta que Cortés mandó que cesasen. Aquellos capitanes que estaban presos, viendo la destrucción y matanza de su ciudad, vecinos y parientes, rogaron con muchas lágrimas a Cortés que soltase a alguno de ellos, para ver qué habían hecho sus dioses de la gente menuda; y que perdonase a los que quedaban vivos, para volverse a sus casas, pues no tenían tanta culpa de su daño como Moctezuma, que los sobornó”. (López de Gómara, 1552)
Esta matanza (una más) ocurría tal día como hoy, del año 1519.
Llegó bailando a través del agua
Cortez,
Cortez,
vaya
un asesino”
Póngase cómodos (si pueden). Enchufen el esputofaif y planeen sobre la desolación, impulsados por uno de los solos de guitarra más ácidos de todos los tiempos. Sólo superado, en desolación y acidez por los latigazos de “Dead Man”, ese “acid western” que describe la “Katábasis” de Williams (Blake) (Ver entrada del 23 de diciembre. En construcción). Estoy hablando de Neil Young, naturalmente. De su álbum (Mocte-) “Zuma”: Banda sonora perfecta para un 12 de octubre.
Oigan, estas virutillas hacen su
efecto. Me sobreviene una risa idiota, sin motivo y sin finalidad. No sé si
seguir con Pink Floyd.
Bueno… ¡dejemos que todo siga su
curso!
La esclavitud como saben Vds. fue
un elemento esencial en el proceso de “acumulación
primitiva de capital”, Se mantuvo
hasta que el capitalismo desarrolló formas más eficaces de “relaciones de producción” y generalizó
el trabajo asalariado. Aquello era la hostia: Salían de caza y volvían con
decenas de animales bípedos negros con el pelo ensortijado y los labios como si
acabaran de frotarse un chile jarapeño del país de Moctezuma. Los amontonaban
en cubículos y volvían a por más. Cuando ya tenían una buena cantidad de ellos,
los trasladaban (normalmente) a Dakar, a la isla de Gore y allí se hacía la
selección de la mercancía. Se miraban los dientes, el peso, la edad…y a las
mujeres el busto, las caderas…en fin, todo aquello que facilitara la
reproducción de la mano de obra. Los no válidos eran pasto de los tiburones. De
allí los embarcaban hacia ¡¡América!! Por millones. Las galeras estaban
construidas expresamente para el traslado de esa abundante mercancía: las “estancias” apenas medían 1 metro de
altura, de tal manera que los esclavos no podían incorporarse. Para evitar que
se entumecieran definitivamente y se convirtieran en puro lastre, los sacaban a
cubierta para realizar prodigiosas tablas de gimnasia. En destino eran vendidos
al por menor.
La isla es Patrimonio de la
Humanidad. Y destino de turistas desmemoriados que van a tomar el sol a la “playa de los enamorados” o a dejar el
yate en el puerto colindante.
Corría el año del señor de 1760. Los franceses dominaban las costas de Senegal y hacían incursiones (o las “concedían”) para cazar negros. Con uno de los cargamentos llegó a Boston una niña de unos siete años. Sola. Fue vendida… y comprada por la familia Wheatly. Tuvo suerte la niña. Eran ciudadanos piadosos y cultos y, así, estudia cultura clásica, aprende que su nombre está asociado al almendro… y que le espera el abandono y la muerte prematura.
Esta niña se convirtió en mujer y a
la muerte de sus “padres” fue
liberada (esto ocurría tal día como
hoy, del año 1775) Por su inclinación a la lectura y a la escritura se
convirtió en una “atracción” con más
tirón que la mujer barbuda. A los buenos ciudadanos de Boston y alrededores les
producía ataques de risa sardónica (algún día les explicaré el origen de la
expresión). ¡Una negra con un libro en la mano! Cuando se enteraron de que,
además, escribía poesías, su fama de “monstruo”
alcanzó la costa oeste y rebotó por toda la nación. Se descolgó con una oda a
Whitefield, el metodista sin método, esclavista y “príncipe de los oradores al aire libre” (con permiso de Demóstenes, digo yo). La oda fue loada hasta
por George Washington. No es gran cosa, además de denotar un acentuado “síndrome de Estocolmo”. Pero fue la primera poesía publicada por una “persona” (¿) negra. Sus poemas rezuman
devoción y unos sentimientos que los blancos consideraban en exclusiva. Tanta
era la incredulidad, que fue examinada por los prohombres de la ciudad, como a
Petrarca. Los prohombres dieron fe de la capacidad de la negra e, incluso,
prologaron su libro: “Poemas sobre
diferentes temas, Religión y Moral”.
El destinatario del tributo
poético, Whitefield, rindió su alma (¿) a dios (¿) durante una “gira” por el
condado de Essex. Sus últimas palabras fueron: “Me estoy muriendo”. Fue de las pocas verdades que salieron de su
boca. Predicaba como comiendo aire a dos carrillos y las venas del cuello se le
ponían como macarrones del nº 5. Su tesis más popular y de más enjundia puede
ser enunciada, sin menoscabo alguno, de la siguiente manera: “La esclavitud es necesaria, luego la esclavitud debe ser legal”. Él mismo, para
ejemplarizar, se compró unos cuantos negros.
Phillis, perdido el anclaje de sus
padres blancos, fue empujada por los peores vientos del destino y arribó fácil,
a la desventura más profunda…Infórmense, Vds. Infórmense.
Sólo una vez dejó entrever que no era
ajena al suplicio de su “raza”:
Fue la gracia la que me trajo desde mi
tierra pagana,
le enseñó a mi ignorante alma a entender
que hay un Dios, que hay un Salvador
también.
(…)
Algunos ven a nuestra oscura raza con ojo
desdeñoso,
"Su color es un hito diabólico."
Recordad, cristianos: negros, tanto como
Caín,
Podrán ser refinados, y unirse al angélico
tren”
Phillis
debe ser anotada en la lista. Como Rosa Parks. Y las “cinco magníficas del
Canadá”.
“En el día de hoy del año 1929, la ley reconoció, por primera vez, que las mujeres de Canadá son personas.
Hasta
entonces, ellas creían que eran, pero la ley no.
La
definición legal de persona no incluye a las mujeres, había sentenciado la
Suprema Corte de Justicia.
Emily
Murphy, Nellie McClung, Irene Parlby, Henrietta Edwards y Louise McKinney
conspiraban mientras tomaban el té.”
(Eduardo Galeano)
¿Qué les parece? En realidad la palabra personas del texto
debería ir entre comillas (“personas”)
se trataba de una confusión gramático-metafísica que los defensores de la ley
justificaban con argumentos sacados de la baja edad media y del cajón de su
sucia ropa interior.
Cuando
la abolición se hizo norma y el tráfico se secó, el capitalismo viró hacia la “esclavitud
in situ”. Los “viajeros” y “exploradores” como Stanley,
actuaban a sus órdenes, arropados con toda la parafernalia de la propaganda
paternalista y “científica”. Con sus “salacot” recorrían África haciendo
el bien y llevando la civilización a todos los rincones del continente. Les
seguía una cohorte de desalmados con sotana y crucifijo de doble filo.
Leopoldo
II (a quien dedicaremos una “Propuesta”) se apropió del Congo a título
personal y, mientras se deshacía en obras filantrópicas y en declaraciones
anti-esclavistas, sometía a los negros a una tortura concienzuda. A qué punto
llegaría la cosa que, tal día como
hoy, del año 1908, Bélgica tuvo que hacerse cargo del legado. La cosa
cambió, pero no tanto. Lean Vds. a Celine: “Viaje al fin de la noche”.
Con
la tinta de los calamares de ayer, me preparo un arroz negro. Una botella de tintorro
y unos carajillos con remolque de licor de café… ¡Y a dormir la mona!
Y la
cosa fue “in crescendo”. Tal
día como hoy, del año 1968, Tommie Smith y John Carlos, oro y bronce en los 200 metros lisos en
las Olimpiadas de Méjico, fueron expulsados del “Comité Olímpico
Estadounidense”, por haber saludado como “panteras negras” en
el acto de entrega de medallas (16 de octubre). Observen ATENTAMENTE la
fotografía: no tiene desperdicio. ¡Qué plasticidad! ¡Qué fuerza compositiva!...
1. Smith saluda con la derecha y Carlos con la
izquierda.
2. Smith lleva un pañuelo negro alrededor del
cuello.
3. Ambos llevan guante negro.
4. Carlos lleva el chándal desabrochado.
5. Carlos lleva un collar de abalorios.
6. Ambos bajan la cabeza.
7. Ambos van descalzos, pero con calcetines
negros.
8. Los tres lucen la insignia del “Proyecto
Olímpico por los Derechos Humanos”
9. Norman, el australiano, tampoco está que se
parte de la risa.
“Como
alcalde del pueblo que soy les debo una explicación”. O bien en las
concisas palabras de Bambino: “¡Aquí va mi explicación!” (si la “maría”
me deja). Recuerden, además, que hacía tan sólo dos semanas de la “matanza
de la Plaza de las tres culturas”.
1. Sólo llevaban, por olvido, un par de
guantes. Así que uno se puso el derecho y otro el izquierdo. Tan ingeniosa
solución fue prestada por el australiano. Por eso Carlos saluda con la
izquierda.
2. El pañuelo negro representaba el orgullo
negro.
3. El guante negro indicaba una “declaración de
guerra” y la potencia del movimiento.
4. Como muestra de solidaridad con todos los
obreros estadounidenses.
5. "Era para las personas que fueron
linchadas, o asesinadas, y nadie ha hecho una oración por ellos, que fueron
ahorcadas y para los que fueron arrojadas al agua en mitad del pasaje"
(Carlos)
6. Bajaron la cabeza cuando empezó a sonar el
himno americano: Nada que celebrar. Sólo vergüenza.
7. En solidaridad con los “pobres de la tierra”
y, en especial, de los negros.
8. Un proyecto ideado por Henry Edwards, seguidor radical de Malcolm X, destinado a combatir el
racismo en el deporte.
9. Apoyó siempre la iniciativa y se colgó la insignia del “Proyecto Olímpico por los derechos humanos”.
Como Vds. pueden imaginar las
consecuencias no se hicieron esperar. Fueron expulsados del equipo olímpico y
de la Villa Olímpica, punto éste al que se opuso Méjico, que consideraba a los
dos atletas invitados de honor y que seguirían siendo tratados como tales. Su
carrera deportiva se desvaneció “euridicianamente”.
Sus vidas personales sufrieron graves desarreglos, si se puede llamar
desarreglo el suicidio de la mujer de Carlos quien, por cierto había comprado
los guantes. Fueron insultados, vilipendiados y amenazados de muerte.
Norman no lo pasó mejor. Fue
vetado, pese a sus marcas, del equipo olímpico. Fue deslizándose por la
conocida pendiente y acabó alcoholizado y abandonado por todos. Smith y Carlos
fueron dos de los cuatro que llevaron su ataúd.
Recuerden Vds. que en los
juegos del ·36 (Berlín) el saludo nazi era casi obligatorio. Nadie protestó.
Sólo Owen dejó las cosas claras sobre la pista. Cuando Hitler salió del
estadio, le faltaba medio bigote. Y recuerden también que en los de Barcelona
del 92 los negros eran, en realidad blancos “que habían seguido el proceso inverso al de Michael Jakson” y que las “marcas” fueron “saboteadas”.
En el caso se lució Carvalho (*) que no pudo llevar a cabo su “suicidio metafísico”. Yo, por mi parte,
me largué a Santander: a la Universidad Menéndez Pelayo. ¡Imaginen Vds. mi
desesperación!
Para completar el cuadro.
Binet (*) en los días en los que Leopoldo II hacía de las suyas, ideaba una
escala de pruebas con la que pretendía ubicar a los niños en el nivel educativo
correspondiente. Esa idea, exportada a Estados Unidos, se convirtió en un arma
de destrucción masiva. El resultado de su aplicación a la población emigrante
fue el esperado: “Nos está llegando la
escoria de la sociedad”. Sobre todo los negros, cuyo nivel de inteligencia
supera por décimas la de los monos. El siguiente paso fue el estudio de medidas
eugenésicas y su aplicación.
Podían haberse cortado los
huevos, digo yo. Y nos hubiéramos ahorrado a sus descendientes.
Para cenar unas alcachofas del
huerto. Vacíenlas. Hiérvanlas. Pongan en el hueco una mixtura compuesta de
queso de cabra, anchoas, alcaparras y olivas negras picadas y métanlas al
horno. Sáquenlas antes de que se reduzcan a carbón. Cómanselas con otra
botellita de tintorro y al son de “Gitanitos
y morenos” del Gran Gato (*).
Duérmanse soñando con la “Noche triste” en la que Cortés y los
suyos recibieron su merecido.
Buenas noches.