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martes, 17 de diciembre de 2013

Propuesta para hoy, día 17 de diciembre. Árbol de navidad. Postales navideñas. “Cuento de Navidad”.




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–Todo lo que existe, TODO, es devenido, Hegel. Todo está en continua transformación, como una inacabable “work in progress”. Tú mismo, sin ir más lejos, ¿recuerdas cuando eras un cachorro juguetón? Bueno, pues has devenido un adulto holgazán…

–Y tú un alcohólico con nombres y apellidos. Pero, vamos, sigue,  a ver dónde quieres ir a parar con ese comienzo tan solemne y melancólico.

–¿Melancólico? Hegel, esto no es melancolía… Todo está cambiando, todo es nuevo…

–Pero tan lentamente… que parece viejo. Bueno, me callo; sigue.

–Se me ha ido el santo al cielo. Ah, sí…lo del santo cielo. Mira, Hegel, a tu alrededor: las lucecitas, los villancicos, los escaparates falsamente nevados, la publicidad familiar de las entidades de crédito, los regresos a casa, la familia, la bondad… el turrón… las comilonas… el turrón… las comilonas… el turrón… los putos papás noel chinos escalando los edificios... 


Todo este conjunto que llamamos Navidad, es una construcción cultural y como tal “ideológica”. Las intenciones de Dickens eran buenas, humanitarias, diría. Pero sus tres “fantasmas” han devenido millones de fantoches. Su exaltación de las virtudes de los humildes, ostentación prepotente de la mercancía. Su llamada a la solidaridad ha devenido reclamo publicitario. Sólo ha quedado la puta nieve. 

–No te enciendas… ¡que te conozco!

–Cuando tal día como hoy, del año 1843, salió a la venta “Cuento de Navidad”, la revolución industrial mataba más inocentes que Herodes. 




Dickens quiso llamar la atención sobre el tema. Por aquellos días, Engels, se internaba en el infierno de las clases proletarias irlandesas de la mano de Mary Burns y tomaba notas para su “Situación de la clase obrera en Inglaterra” (Manchester)... se iba perfilando el  espectro fantasmal (o viceversa) del 48.

Las tarjetitas y los árboles de navidad se iban poniendo de moda de la mano de la familia real. Y la temible “Noche de Paz” cruzaba el Canal de la Mancha. La bola iba engordando.

–Lo del árbol es una magnífica idea. Así ya no tenemos que salir a hacer aguas menores a las frías calles de nuestros pueblos. Es como tener un orinal en casa.

–El árbol ya existía, Hegel, pero no como propiedad individual de las clases medias. Era una costumbre pagana, que se dice. El solsticio agrupada a su alrededor todo un cluster de liturgias y significaciones. Bonifacio, inglés y después santo “apóstol de Alemania”, cruzó La Mancha y uniformizó la cosa: conífera, de hoja perenne, pues el amor de dios (¿?) no decae; abeto, y, a ser posible, piramidal… evocación de dios uno y trino;  manzanas, en recuerdo del pecado original y velitas como memoria de que Jesucristo es luz, camino y vida. Así, el cristianismo se fue apropiando de lo ajeno. Ahora: arbolitos de fibra plástica, bolitas de poliuretano, lucecitas intermitentes y regalos ahorcados de las ramas… como antes la gracia de dios. 




Con buena lógica, la Revolución francesa dedicó este día al insensible corcho, antecesor del nefasto poliestireno.  

Suiza nos ha legado el reloj de cuco y Alemania, todo un tratado de teología en forma de abeto. Loado sea dios (¿?).

En 1840, la casa real inglesa, envió la primera postal “navideña”. Pronto su uso, (y el de los correos, como es natural) se generalizó. Paisajes nevados, vacas pastando, en fin, algo bucólico. Tras Dikens se fueron sumando los motivos que nos son tan entrañables. Y, nada, enseguida se fueron colgando postalitas navideñas en las ramas del puto abeto… que se convirtió en una premonición del gin-tónic del porvenir.





Al mismo tiempo, en los USA, se extendía la no menos trágica costumbre de las “valentinas”. De origen medieval e, incluso, dicen, tardo romana, fue en esos años a los que me refiero, cuando su uso se globalizó, coincidiendo con la valentina-acróstica que Virginia envió a querido primo Edgar Allan Poe, que, ajeno a las cursiladas de la reina Victoria y al arrebato poético de Virginia, acababa de publicar El escarabajo de oro y el Gato negro.  Isabel II de España, saltándose, como a la comba, un año, jura la constitución del 37. Espartero se ha refugiado en Inglaterra; la reina Victoria le concede la Order of the Bath. Espartero, no muy dado a las abluciones, frunce el ceño…

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Esta madrugada, sobre las nueve, ha sonado al timbre. Hegel ha empezado a ladrar y, en su desconcierto, por la hora, ha entrado a mi cuarto y se ha llevado la manta. Me he levantado y he mirado por el ¡ojo de pez! La cara me sonaba. ¡Y tanto! Era el tipo que viene todos los años a venderme el calendario navideño de la Asociación de pintores de boca y pies. Es cosa de admirar… ¡y la admiro! Es una de las pocas causas que apoyo sin recovecos. Y siempre pienso: Vamos a ver, si un tipo pinta con la boca, y no lo hace ni con los pies ni con las manos, es que no tiene ni pies ni manos. Sólo imaginármelo un escalofrío me recorre el espinazo. 


Bueno como hay confianza lo he hecho entrar. Hemos tomado café y tal. Cuando se ha ido, he caído en la cuenta de que iba (yo) en calzoncillos.

Si no se duermen, podrán visitar en la Virreina la exposición dedicada a Lorenza Böttner ... ¡¿Que no les suena!? Pero, vamos ¿¡Con quién estoy hablando!? ¿No recuerdan Udes. a la mascota Petra dels Jocs paralímpicas de Barcelona 92? ¡¡Esa misma!!


Lamentable que esa aparición ayudara a ocultar su verdadera grandeza. Nacida/o en Chile de padres alemanes. Tenía ocho años cuando una tremenda descarga eléctrica le segó los brazos. Crecida sin brazos, dedicó su vida al arte en general y a la pintura (con la boca y los pies) en particular como un "himno a la disidencia corporal y de género"... pues a su calidad de tullida/o añadía su naturaleza trans. Murió joven, muy joven. Sida. Mucho ha costado para sacarla del catálogo de los Pintores-Unicef. 




 

Ahora el rollo ese de las postales navideñas, tras años de despotismo, va de capa caída. Ha quedado como reducto de los desposeídos. Puede decirse que recibir una postal navideña es una humillación… y la sacas del buzón con disimulo. Bueno, pues diez euracos. ¡Hasta el año que viene! ¿Recuerdan Udes. el tiempo en el que los anfitriones colocaban una bandejita en el mueble de la entrada y sobre ella depositaban, de forma un tanto descuidada, todas las postales que se recibían en casa? ¡Cómo ha cambiado la cosa!





RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...