Aún
es noche cerrada. Ya se ha puesto la luna y aún no ha salido el sol. Pero yo no
aguanto más este dislate: “¡Me cago en el
misterio!” (que diría aquel). ¿Saben Vds. que Aristóteles se lanzó (y se ahogó) al canal de Eurito, incapaz de
comprender el vaivén de sus aguas? Para evitar una muerte semejante abandono la
casa y la ría: Mata más el agua que el vino.
No
revelaré el destino…aunque los más avispados lo irán descubriendo según vaya
eligiendo y desechando rutas.
Paso
Viveiro, Vilalba, Lugo y, sobre las 9 de la mañana entro en Ponferrada por la
Avenida de Galicia. Con diferentes nombres (p.e. “General Vives”) esa misma
avenida te devuelve a la carretera de Benavente y Zamora. Bueno, pues pasado el
río paro máquinas. Dudo entre el bar “La Piedra” o el bar “El Abanico”. Son
como “los dibujos de los ocho errores”:
idénticos. Cuatro mesas de aluminio con sus sillas en la acera, obstruyendo el
paso. Una cochambrosa sombrilla publicitaria. Cuando mueves la silla para sentarte se
enteran hasta en Astorga. Me decido por “el abanico” por razones meteorológicas.
Me caga una paloma o una tórtola o un pichón (para el caso es lo mismo): Me
caga un pájaro. Lástima que Noé no echara a volar un Pterosaurio… ¡nos habríamos ahorrado esta plaga! Y Picasso no
hubiera hecho cursiladas. Me pido un bocadillo de atún con olivas y pimiento
rojo y una cerveza. Carajillo con remolque “El
Afilador”. Sigo hacia Zamora por Benavente.
En
La radio suena “La gota fría” (eso es
lo que haría falta) en la versión de Carlos Vives. Un 30 de abril les contaré
algo más sobre esta puya vallenata y
sobre el vallenato en general. La canción viene al pelo: tal día como hoy, del
año 2011 murió Lorenzo Morales “Moralito”,
el rival de Emiliano Zuleta (origen de la saga “Zuleta”) en ese duelo que la
copla recrea. Lorenzo fue nombrado “Rey
vitalicio” por el Festival de Leyenda del Vallenato de Valledupar
(departamento del Cesar, Colombia, naturalmente).
A
las 11’30 estoy en Zamora. Y como llevo prisa, no paro. Salamanca. Todos estos
parajes me resultan más exóticos que la romería del Rocío. Paso Salamanca y a
las 2 de la tarde entro, sediento, en Guijuelo. Calor. El aire huele a ibérico
a la brasa. En la Puerta de la plaza de
toros pregunto por el bar-taberna “La
Amistad”. Supongo que existirá un local que se llame así. Sería el único
pueblo de la península que no tuviera un bar que se llamara “La Amistad”. ¡¡Tiene huevos!! El país
con más guerras civiles a su espaldas…
–Pues
sí señor. Lo tiene vd. ahí mismito.
Miro
y veo el ambulatorio.
–Mire
para el otro lado, buen hombre.
Veo
un edificio color sangre coagulada (o Burdeos, según el día). La insignia del
local es una gamba con cabeza de cerdo. Y la especialidad: “Mariscos de pocilga”. El sitio es
famoso, me dice, viene gente de todas partes a comer cochino. Aparco. Calor.
Entro. Parece que he retrocedido 40 años: oscuridad, cortinas espesas, muebles
de madera de alta montaña. Los dos clientes que se apoyan en la barra giran la
cabeza, el sol los deslumbra y me enseñan las encías como lobos hambrientos.
–Buenas
tardes, señores.
–Buenas.
–Pues
nada, a comer que vengo.
–Pues
muy bien.
Me
acodo en la barra y como si se disparara un resorte me llega una cañita y un
platito de “morros”. Me la pimplo de
un trago y aparece otra como de la nada. La pared está cubierta con fotografías
de auténticas matanzas de cerdos. Vamos que entre la Plaza de toros, el
ambulatorio y esta colección de matarifes se le quita a uno las ganas de comer
ibérico de Guijuelo. Cuando me retiro de la barra para sentarme a la mesa he de
hacer un pequeño esfuerzo por despegar los pies del suelo:
–Soy
Jesús Merino (“hermanos Merino”).
Bueeeno. Vamos a ver… ¿Qué querrá comer? Naturalmente unos “mariscos de pocilga” y después le
recomiendo unos huevos fritos con virutas de jamón de la localidad. Una botella
de vino de Toro. Y ya cerramos con un carajillo (fifti-fifti) del “¿Afilador?” o lo prefiere de coñá. Tómelo
de coñá. Y como colofón un licor de
hierbas, tipo Benedictine. ¿Qué le parece?
Los
“mariscos” resultan ser, como era
previsible, unos embutidos verdaderamente buenos. Los huevos, como siempre y el
jamón, bueno (sin más).
Mientras
bebo esta especie de Benedictine, me viene a las mientes Alma “la viuda” Mahler. Por su afición a esa
bebida monacal y porque tal día como hoy, del año 1945, murió su último marido:
Franz Werfel. La historia enlaza con Gropius y Kokoshka. Precisamente un día
como ayer, del año 1918 (pero los efectos duraban el día 26 de agosto) Gropius,
celoso de Kokoshka, fue a visitar a Alma al hospital en el que ésta intentaba
salvar la vida de su feto y la propia. Cuando entró, la mujer hablaba (por
teléfono) en un tono muy familiar con Werfel. El marido cayó fulminado por la
fuerza de los presentimientos. Se repusieron. El niño no tanto. Ya les contaré.
El
“Auschluss” les pilló en Capri y
decidieron no volver a Viena: París, Marsella y, por el mismo camino que
seguiría W. Benjamin, entraron en España. Les acompañaban un envejecido H.Mann,
su mujer y su sobrino Golo (hijo de Thomas Mann). También hicieron un recorrido
similar Hanna Arendt, el nobel de medicina Otto Meyehoff, la cantante Lotte
Leonard…
Desde
Lisboa un barco griego, el “Nea Ellas”
los condujo al Nuevo Mundo. Allí empezó la pasión de Alma por el Benedictine.
Plasencia.
Navalmoral de la mata, Trujillo, Villanueva de la Serena, Don Benito, Castuera y
entro en… ¡¡Puerto Hurraco!! justo al atardecer. No hay problemas de
aparcamiento. Aquí parece que todas las calles se llaman “Carrera” (¡¡). Sigue el calor asfixiante. En el bar Sabino (el
único) pido una cerveza. La acompañan con un platito de almortas. No puedo
dejar de mirar al tabernero. Él hace como que friega, pero no hay nada que
fregar. No quiere mirarme.
Hace
ya 23 años de AQUELLO. ¡Cómo pasa el tiempo! Ya saben vds. todo el rollo
familiar / psiquiátrico que desembocó en la matanza. Los hermanos Izquierdo
contra los Cabanillas. Los “hermanos
Merino” eran los de Guijuelo ¿no? Invasión de tierras, novia despechada,
cuchilladas, incendios…tiroteo indiscriminado.
–¿Qué?
¿Hace calor, eh?
Me
mira y asiente (de la forma más triste que he visto asentir en mi vida).
–¿El
váter?
–Al
fondo a la zurda.
Decididamente
han decidió olvidar.
En
el pueblo (aldea) no queda ni un Izquierdo ni un Cabanillas. Se han desvanecido
euridicianamente. Aquel 26 de agosto tuvo que venir la benemérita desde
Monterrubio de la Serena, precisamente el día en que (el año 1549) se refundaba
por órdenes de Pedro de Valdivia, Villafranca de la Serena y se convertía en
San Bartolomé de la Serena, Chile, naturalmente. “Vamos a cazar tórtolas”, dijeron. Algo parecido decía el killer de Passanant i Belltall (antes La Pobla de Passanant) en la Conca de
Barberà (Tarragona): “Venid niños y veréis como mato pichones” y los niños
hacían de pichones. Esto ocurría 60 años antes. Algo siniestro deben de tener
las palomas (y sus variantes) para atraer de forma tan obsesiva a los asesinos
rurales. Cuando recuerdo la cagada de esta mañana me dan escalofríos.
Si están en casa pónganse en el esputofaif
aquella de los Ketama “Ay quien pudiera subir a los barandales de la
luna…” o aquella otra rumbita de Mecano: “Una rosa es una rosa
es…”. No se le puede negar a Carlos Saura su acierto en las bandas sonoras.
Si no, recuerden aquella de los Chunguitos: Una hermosura se mire por donde se
mire. Aquel casete (doble: “Cara a Cara”) me acompañó durante años en
mis correrías por Europa. ¿Saben que pasa? que me da pereza ponerme a buscar la
música apropiada; así que cojo una cinta que me guste ¡y la fundo! Esta temporada estoy con “María Jiménez
canta a Sabina” (o algo parecido, por fuerza): “La vi en un paso
cebraaa…”.
Hala… ¡a Ciudad Real! Lástima que no haya luz
suficiente para disfrutar del paisaje. El coche se dirige, por asociación, a la
calle de La Paloma (¡y luego dirán que las máquinas no tienen sentimientos!).
En la calle que conduce de la Iglesia de San Pedro a la Plaza Mayor hay un
hotel. Se encargan del aparcamiento. Y para cenar, en “El Ventero” en la
Plaza: “Pisto” y una paloma torcaz en escabeche. Valdepeñas y ronda de
aguardientes.
“Anna
Moiseievna ruge en sueños, y el granuja se queda observando atentamente a la
amante dormida. De pronto se le ocurre una brillante gamberrada. Y si…Se
acuclilla junto a la cama, hace unos cuantos movimientos masticatorios con los
labios para segregar saliva y,
a continuación, lame el muslo de Anna Moiséievna. La maja judía continua
resoplando regularmente. Ed comienza a escribir sobre el muslo con el lápiz la
primera cifra de la fecha: “2…” Apenas se percibe un ligero temblor en su
pierna, pero ella sigue durmiendo. Ed, con mucho cuidado escribe el “6”, y,
luego, convencido de su impunidad, continua escribiendo, ahora con mucha más soltura:
“…de agosto de 1967”. Permanece un rato admirando su obra que parece un
tatuaje. Finalmente, considerando que la prueba material puede ser eliminada
del cuerpo de Anna mediante un enérgico lavado, el malvado se arrodilla junto a
la cama para dedicarse concienzudamente a su trabajo y escribe con letras bien
gordas: “Ed ha incendiado una edificio”.
Bueno,
la piel de Anna queda como la del salvaje de Moby Dic (ya saben vds.). Lean
vds. a Edward Limónov, el “poeta de pelo
corto (recuérdese aquí que Cravan ya se había proclamado en su día como “el poeta con el pelo más corto de todo el
mundo”) y cara redonda (?)”. Resulta
irresistible…aunque después puedan prescindir de él… Y ya me darán las gracias
invitándome a una cervecita en el “Marina”
o en “Los Piratas”. El personaje es un tanto complejo (por decir
algo)…¡Volveremos!
……………………………………….Bona
nit!.............................................................