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jueves, 12 de diciembre de 2013

Propuesta para hoy, día 12 de diciembre. Flaubert. Herencias. Algo sobre Neruda. Radiguet.



El dinero es la hostia. Te vas a Suecia y no tienes que llevar el borrego para cambiarlo por arenques ahumados. Es tiempo (de trabajo) solidificado que puedes transportar y cambiar por lo que quieras. Imaginen Vds. una herencia de tres bueyes, dos cabras, diez conejos y un campo de maíz y que tuvieran Vds. que buscarse la vida. Claro que peor es no tener ni siquiera eso. El dinero lo cambia todo. Llevas tu fajo de billetes y te pides tan ricamente tu fifti-fifti  con remolque y tu ronda de aguardientes: sacas los billetes y los cambias por lo bebido. Y, además, lo puedes enviar adonde quieras y va… y vuelve acrecentado. ¡Qué comodidad! ¡Qué lujo! Es, sin embargo, un símbolo enigmático, cuya distribución acarrea desgracias sin cuento. 



Hablando de herencias. Ese es un tema que cualquier sociedad bien organizada debería de estudiar a fondo. ¿Suprimirla? ¿Impuesto de transmisiones como si de una compra-venta se tratara? No me negarán que nacer con la seguridad de una herencia no te da empaque y atractivo. No tener herencia es verdaderamente lastimoso. Tus padres, tus abuelos, tus bisabuelos… trabajando como animales de carga y no han podido dejarte ni cien euros. Quien no lo ha vivido no sabe la humillación que eso significa. La herencia convierte los amargos recuerdos de las miserias juveniles en aventuras de “bohemia”. Y díganme Vds. ¿a cuántos conocen que, pasada la juventud, no les ha caído un buen pellizco? Pues me cago en todos aquellos que han jugado a “precarios” y, pasada la viruela, disfrutan de una “riqueza” que no les corresponde. Me cago en todos aquellos que han recibido ayudas en sus años mozos y después nadie les exige devolverlas. Y me cago en la seguridad que les da esa esperanza que, dormida, siempre ha estado actuando como sonámbula. Por cagarme, me cago en todos aquellos que heredan y creen que SU herencia es legítima… ¡que nadie se la toque! Es que me pongo como si tuviera “el diablo en el cuerpo”.

Pero la herencia es algo más: es un motivo literario, es un “deus ex machina” que rompe la línea argumental y te abre perspectivas nuevas e inesperadas (¿). ¿Qué hubiera sido de Frédéric Moreau si:

“Un día, el 12 de diciembre de 1845, hacia las nueve de la mañana, la cocinera le subió una carta a su habitación. La dirección escrita en grandes caracteres, era de una letra desconocida; y Frédéric, somnoliento, no se apresuró a abrir el sobre. Al fin leyó:
Juzgado de paz de El Havre, distrio III.
Muy señor mío: habiendo muerto “ab intestato” el señor Moreau, tío e Vd (…)
¡¡Heredaba!! “.

Tiene gracia que Flaubert escogiera la fecha de hoy…justo el día de su nacimiento (1821).
Quizás esta herencia alterara radicalmente las líneas de su destino: podría haberse convertido en un héroe del 48 o en un cobarde del 48. Contrafácticos que no vienen al caso. Lo cierto es que le acercó a la señora de Arnoux (vapuleado por los movimientos acelerados de la acumulación de capital) para perderla definitivamente. Toda la moraleja de “La educación sentimental” se resume en las últimas páginas: lo mejor de la vida es cuando las ilusiones aún no estaban cocidas. El resto es un juego de bolos que termina con todas las ilusiones tumbadas. Hay que tener en cuenta (también en Stendhal) que las ilusiones estaban conformadas según un capitalismo pre-financiero. 



 Un día de septiembre les hablé de la obra. No quiero insistir. Lean Vds. la novela y saquen sus propias conclusiones. Cuando acaben su lectura se darán cuenta de que habrán acabado de leer una de las grandes novelas del XIX.  Sus contemporáneos no acabaron de captar su eficacia y mordiente: era demasiado plana, le faltaba perspectiva. Como a la pintura de Courbet o la de Manet. Por primera vez lo estrictamente contemporáneo se convierte en objeto de una “obra de arte” y lo hace justamente eliminando la perspectiva histórica y (en pintura) problematizando la perspectiva “estrictu sensu” e introduciendo la actualidad.

¿Qué habría sido de esa pareja de idiotas universales (casi en sentido griego): “Bouvard y Pecuchet” si éste último no hubiera heredado? (ya les contaré en su día). ¿Qué hubiera sido de Raymond Roussel? ¿De Descates? Tampoco es plan de hacer un listado de todos aquellos cuyas vidas se vieron alteradas de forma definitiva por un meteoro semejante.

Tengo para mí que Flaubert es uno de los literatos más cinematográficos (avant la lettre) de “tutti cuanti”. Lean, si no, el comienzo de la “Educación sentimental”, cuando el barco va entrando en París…etc…etc. Lean la escena del mercado agro-pecuario de “Madame Bovary” o ese comienzo tan a lo Becket de “Bouvard y Pecuchet”. Flaubert fue el inventor del  (concepto) cinematógrafo. Y qué decir de su estilo…de sus periodos exactamente diseñados…y del uso de los tiempos verbales. Flaubert es un monstruo.
Hegel” no llegó a heredar nada de su predecesor. Sus pertenencias (de “Gorrión”) fueron repartidas entre sus congéneres, entre los cuales aún no se encontraba “el filósofo”. “Hegel” ha tenido que ganárselo todo con su propio esfuerzo, simpatía e inteligencia. De momento sus propiedades son escasas.



 ¿Saben Vds. dónde comería hoy? Pues en “Isla Negra”. Sí… gozando del veranillo austral. Pegado a la casa-museo de Neruda (que haría las delicias de Carles Barral*) hay un restaurante (que no me extrañaría nada que perteneciera a la institución) la más de molón. Comes marisco y lo que quieras junto al mar. ¡Lo pagas! Admiten perros. Y es que tal día como hoy, del año 1992, trasladaron, como era su deseo, los restos del poeta y los de su compañera a la que fue su casa preferida. Sobre su muerte aún persisten las dudas. Cuando todo parecía inclinarse hacia el cáncer de próstata, el PC chileno ha vuelto a insistir en la posibilidad de una inyección letal. Ya veremos. A mí el poeta no me caía nada bien. Ni tampoco su poesía. Sus memorias transpiran prepotencia y tengo para mí que no dio golpe en toda su vida: entre congreso y congreso y entre consulado y consulado “agotó la cifra” de sus años. Así que no citaré ni siquiera sus versos en los que expresa su deseo de ser enterrado en “Isla Negra” (que, por cierto, pertenecía a un marino-naúfrago español (Eladio Sobrino) a quien se la compró Neruda)  y que dicen así:

Compañeros, enterradme en Isla Negra, / frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras/ y de olas que mis ojos perdidos/ no volverán a ver…

 El nombre original era “Las Gaviotas”. No sé por qué, el poeta, tuvo que cambiarle el nombre y, de paso, construir una especie de laberinto del minotauro, explotado, eso sí, con decisión y clara visión de negocio.

Me conformaré con comerme unas alcachofas (¡¡rellenas de huevos de codorniz!!) del huerto y beberme una botella de Carménère, emblema “vinícola” de Chile.

Con el rollo de Flaubert e “Isla Negra” he vuelto a olvidar mis obligaciones. El perro ha defecado en la terraza. Bueno, una cosa hecha.

Los días se acortan a una velocidad alarmante. Las cinco y ya es casi de noche. Enjaezo al perro y vamos a pasear a la playa. Barcelona iluminada y el cielo hacia un azul profundo, casi negro. Luna nueva. Hegel corre sin destino, sin objetivo…Se aleja y vuelve. Parece una metáfora…¡pero no sé de qué!

Tal día como hoy, del año 1923, moría de tifus, Raymond Radiguet, el “nuevo Rimbaud”, tenía 20 años y una “malicia” de jubilado. Cocteau lo sintió especialmente. A los 18 escribió “El diablo en el cuerpo”, una novela que “revulsionó” a la sociedad francesa. Una joven esposa, cuyo marido está en el frente, mantiene un romance con un adolescente (valga el “rodolí”). La guerra como condición de felicidad para estos jóvenes amantes (¡¡). Ven Vds. no hay mal que por bien no venga (¿). El final de la obra parece premonitorio.
Y como saben que soy amante de “últimas palabras”, eh aquí las suyas, susurradas a Cocteau: "Escuche, escuche una cosa terrible. Dentro de tres días seré fusilado por los soldados de Dios." En efecto, al cabo de tres días murió…sin decir ni mu. Ya lo había dicho todo.




 Volvemos a casa tarareando aquella copla que lleva por título “Herencia gitana” por Conchita Piquer (*) “Hegel” se contornea y pide mi aprobación:

–¡Muy bien Hegel!

–¡Gracias.

–¡Las tuyas, animalito!

Ato al perro en el árbol acostumbrado y entro al condis. Salgo a la media hora con una barra de pan y un fuet, que nos zamparemos tan a gusto.

Un día es un día: Récenle (si aún recuerdan alguna cosa) a la Virgen de Guadalupe (*) y échense a dormir. 

      
















RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...