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sábado, 4 de enero de 2014

Propuesta para hoy día 4 de enero. Cocherito de Bilbao. Pavía.



1
¡¡ 1567 !! El Papa Pío V pidió, excomunión mediante, el fin del toreo, práctica que calificó como “diversión sangrienta, miserable y más apropiada para los demonios que para el hombre”.  Ningún torero podría ser enterrado en tierra sagrada. La bula fue decayendo, que se dice, hasta que decayó del todo.
2


Si Uds. leyeran una esquela reflejando la muerte de Cástor Jaureguibietia Ybarra, les parecería normal. Quiero decir que ese nombre es un nombre estupendo para un muerto. Tiene empaque, reciedumbre, un aire antiguo… marmóreo, vamos, como construido para esquela mortuoria. Si ahora piensan que ese mismo nombre fue portado por un niño inocente, la imagen que se creará en sus mentes resultará chirriante e, incluso, injusta. El silencio de dios (¿?) se pone de manifiesto en estos desafueros y permisividad.
3
Año 1876. Mientras Tolstoi se ocupaba en los enredos de Anna Karénina y Unamuno, hijo y sobrino de pasteleros, empezaba el bachillerato, nacía en la calle del Cristo, ¡con aquella terrible cruz!, el niño Castorcito. Era Unamuno quien vivía en la calle de la Cruz, junto al cementerio de la rive droite. A un tiro de piedra, como quien dice. Bilbao, naturalmente. Zona de huerta, de caseríos. Las barcas cruzaban el río… hasta que en 1892, justo cuando nacía Tsvietáieva, se inauguró el puente giratorio o perrochico. Ría abajo ya no había más puentes. 



Castorcito ayudaba a su padre en el negocio del txacolí y veía pasar las reses hacia el matadero cercano. Y fue esta combinación desafortunada y excepcional de txacolí, matadero, cementerio, tragicismo  que se expandía desde la calle de la Cruz… y pesadumbre por el nombre, la que sembró en su tierna y maleable personalidad la afición por los toros… pues si no fue eso ¿qué pudo haber empujado a un angelito de dios (¿?), y vasco por más señas, por esa senda demoledora?

Y no sólo a él: fueron legión. Cada cual tendría sus motivos. Fue la edad de oro del toreo vizcaíno que coincidió exactamente con la edad de plata de la literatura rusa (y los coletazos de la edad de oro). Así que cuando tomó la alternativa, enterraban a Chéjov. Cuando se retiró, en verano del 19, en presencia de Belmonte y Joselito que venían de dar la alternativa a Sánchez Mejías en Barcelona, Mandelstham, huyendo del hambre, se refugiaba en Kiev y conocía a Nadezhda. El diestro recogió tantos cigarros que pensó en poner un estanco. No lo hizo y tuvo tabaco gratis para los nueve años que la tuberculosis le consintió. Cuando murió (dando sentido definitivo a su nombre) tal día como hoy del año 1928, Bulgakov redactaba El Maestro y Margarita. Así eran las cosas, repito.

De entre la turba vizcaína que probó suerte: Fortuna, nacido en Sestao el mismo año en que el explosivo Esenin lo hacía en Konstantinovo, en las lejanas cercanías de Moscú; Chiquito de Begoña que vio la luz cuando Blok;  Torquito, de Barakaldo, exacto contemporáneo de Ajmátova; o la interminable saga de Los Agüero… sin ir más lejos. Y eso sin mencionar a Pikillo, cuya hazaña, casi mitológica, es cantada en el acto segundo de La Traviata, en la fiesta, por llamarla de alguna manera, de Flora… y todo mientras Tolstoi guerreaba en el Cáucaso y en Crimea… Así eran las cosas.

Mención especial merece el fugaz, el Guadiana del toreo, Chico de Basurto, de Basurto, naturalmente, que tras pasear los rehiletes por el Arenal y alguna que otra vez, apareciendo y desapareciendo, por el coso de Vista-Alegre, tomó el estoque y se presentó en una novillada nocturna (y alevosa) en Madrid. Corría julio de 1920 y la sangre de Joselito estaba fresca como quien dice. En el segundo de su lote estuvo fatal y el presidente le dio los tres avisos correspondientes. Cuando vio aparecer los cabestros, se ¡arrancó! la coleta… y volvió a sumergirse. Emergió casi sin previo aviso y en el sitio más inesperado, en Medina de Rioseco. Su segundo de la tarde le corneó la cabeza y lo volvió loco. Murió al mes siguiente. Peor fue lo de Granero, Pocapena, de la ganadería de Veragua le cogió por el muslo y lo dejó sentadito apoyando la espalda en las tablas… Y cuando lo tuvo preparado le asestó una cornada en todo el ojo derecho. Murió en el acto. Así que la lúbrica Simona tuvo que contentarse con las criadillas crudas del primer toro… ¡que no son moco de pavo! Había ocurrido un mes antes de la triste muerte de Chico de Basurto.
Zamiatin dio a la luz Nosotros.

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No se lo creerán pero estoy pelándome de frío en la peña La Unión sentado a una mesita que he hecho sacar a la calle. Bilbao, naturalmente. Justo en donde estuvo la casa natal de Castorcito. La calle acaba aquí, así que no podrán pasar de largo. La camarera, amable, me ha traído El Correo y, nada, aquí estoy tan ricamente. Leo. Lo de siempre: una mujer asesinada en Laredo. Semper, dice, rechaza el pacto del PP con Vox, dice. Euskadi se acerca al máximo de cotizantes a la Seguridad Social: Los de la “manada” siguen en libertad provisional. Un ciclista atropella a un peatón y se da a la fuga (el ciclista)… En fin… sólo falta que publiciten que un idiota lee el periódico en la terraza gélida del bar de la Peña Unión, mentidero taurino sin obsesiones, dicen.
Cuando estoy con el sudoku mediano, sale un cliente, me ve y:

–¡Anda la hostia! No acostumbro a meterme en camisas de ¿once? ¿doce? ¿trece? varas, pero, ¡oiga!, ¿no le parece que estaría mejor ahí dentro? ¡Se va a congelar!

–Pues ahora que lo dice… estoy tan acostumbrado a viajar con el perro… que he tomado lo de las terrazas como rutina. Vamos adentro, buen hombre, y sigamos con esta prometedora conversación.

–Pa lo que hay que hacer…–responde gallegamente. 

Entramos y nos acomodamos en un rinconcito a resguardo de la corriente pues, ya se sabe: ventilación siempre, corriente nunca. Deposita la txapela en una silla y ahí queda, como un desinflado neumático de camión internacional de mudanzas.

–¿Le hace un Machaquito?

–Déjelo Ud. para mañana que le hará más falta.

–Lo que puedas hacer hoy no lo dejes para mañana.

–Sea, pues.
 (…)
–Deje la botella, amable mesonera, nos ahorraremos trabajo todos.

Así, entre copa y copa, y tras revelarnos mutuamente el nombre y procedencia (él, Xoan, hijo de gallegos, pero ya vizcaino) pasamos a temas de enjundia.

Resulta que Castorcito, como si me leyera el pensamiento, oprimido y hastiado de su fatigoso nombre y al tiempo que su afición mortífera se acrecentaba, aprovechó que, en efecto, era cochero con parada en el centro de Bilbao, para cambiarse ese nombre lapidario por el cantarían Cocherito y como era de Bilbao… ¡pues de Bilbao! Cuando también se le atragantó lo de chauffeur, cogió un trapo rojo, aunque todos saben que el rojo le es indiferente a los toros, y se puso a torear de salón por los aledaños desamparados del Nervión. A veces él hacía de toro. No me extiendo porque mañana ya Ud. dirá lo que tenga que decir sobre la cosa. No olvido que mañana tiene Ud. trabajo con Belmomte y demás.

Pese a todo sigue. 

Cocherito fue torero serio, “del norte”, ascético, a la altura, por así decir, de su verdadero y funerario nombre. Toreó con los mejores y los mejores lo respetaron… porque lo que es los toros… lo empitonaron 16 veces. Una de ellas le incubó la tuberculosis y lo finiquitó.

Uno de los grandes placeres que la vida te puede deparar es este: tomar una copita un día de invierno, en un interior caldeado y oír historias que parecen venidas de otro mundo. Otros, en situaciones similares, fundaron metafísicas. 

– Presenció la famosa estocada de Machaquito, a tremendo volapié, que Benlliure ¿inmortalizó? en “La estocada de la tarde”. El tercero en discordia fue Bombita. Empezaba el mes de las flores del año 1907. En París, Mandelstham conoce al terribe Gumilov, que acaba de publicar la revista artística Sirio donde aparecen las primeras poesías de Ajmátova. Así eran las cosas.



–Benlliure… ¿el especialista en la efigie de Franco?

–En efecto. Era un maestro en el arte de reproducir cabestros. Y valenciano, por más señas.

–¿Le hacen unos soldaditos de Pavía?– La mesonera desde la barra.

–¡Ea!…

–¡Ea!...



Trae un platito rebosante de lo que resultan ser tiras de bacalao desalado con gabardina crujiente amarillo azafrán, festoneadas con bandas de pimiento morrón… ensartadas en palillos. ¡Pa banderillas las que ponía el Cocherito!


 … A semejanza de los húsares de Pavía. ¡La vena metafórica de la plebe!…

5

Tal día como hoy del año 1895, año de Fortuna y de Esenin, el general Pavía fue encontrado muerto por su criado: Como no bajaba, subí yo– confesó. El día anterior había celebrado (con el ahora presidente y pronto tiroteado, Cánovas) el 20 aniversario de su proeza, que no los cuatro añitos de Mandelstham. Angiolillo huía de Italia y empezaba a husmear el rastro del malagueño, responsable de las torturas de Montjuich. En Cuba se prepara el alzamiento de Oriente y Matanzas. José Martí, nacido cuando La Traviata, tiene un pie en el estribo. En la piel de toro aún resuenan los olés por Frascuelo y Lagartijo. Guerrita y Fuentes están en su apogeo. Joselito, a punto de nacer, Belmonte tiene tres años y el Imperio Español, las horas contadas. A la generación, llamada del 98, le duele España… incapaz de regeneración alguna. 

Yo me limito a rellenar los vasos. Soy todo oídos. Las orejas, ni mentarlas.



 6

–El entierro fue todo un acontecimiento. Enterraban a un torero famoso reconvertido valerosamente en yerno del alcalde de San Fernando de Henares, antes del Jarama. Había comprado una finca, con una clara visión de futuro, a la orilla del río, donde había estado el Sitio Real y  ahora está la ITV de Coslada y el correspondiente clúster de talleres de reparación de automóviles. Se murió sin ver el prodigio. 


–ZZZZZzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz……zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

Una camioneta trajo el cadáver desde el hospital hasta la finca del finado. Lo velaron toda la noche, como es natural. A la mañana siguiente, a hombros, como se hacía entonces, llevaron la caja al pueblo. Entre los porteadores: Fortuna, Chiquito, Zoquita, Cayetanito, Joselito Marín… (Bombita formaba parte de la presidencia del séquito)… que, digo yo, no sé de dónde sacarían la fuerza. Bueno, también el muerto era Cocherito. Hubo casi tantos responsos como asistentes. Y de coronas ya ni hablemos. Llegaron de todas partes y, por supuesto, de sus amigos de profesión entre ellos Bombita, Belmonte, Chicuelo, Celita, Mendi, Fortuna… Lo enterraron el cementerio “viejo”… que entonces era nuevo.

ZZZZZzzzzz…..ZZZZZzzzzz…..ZZZZZzzzzz…..



–El primer club taurino, oiga. ¡El primero! Empezó en el Arenal, y ha acabado en la calle Nueva, tras una etapa de transición en la calle Jardines: Club Cocherito fundado el veinte (¡¡20!!) de noviembre de 1910. En París, Ajmátova conoce a Modigliani.

(…)    (…)    (…) ZZZZZZZ….. ZZZZZ…. ZZZ… ZZ… Z

En sueños oigo un pasodoble sin mucha donosura, la verdad. Jaureguibietia se removerá en su tumba pensando en la gracia que derrochan los dedicados a Gallito o a Agüero, sin ir más lejos. 

Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí.









martes, 7 de mayo de 2013

Propuesta para hoy, día 7 de mayo. SEGUNDA SERIE. “Historia del ojo” (por decir algo). Granero.


1

7 de mayo 2019: ¡¡50 Aniversario de mi primera comunión!! Se me saltan las lágrimas al recordar aquel trajecito de torero, dorado y marfil, que pareció eterno durante varias generaciones y cuyos jirones pueden verse rodar desorientados por los desiertos de Fortuna.
Vuelvo a Valencia. Paseo con el alma (¿?) encogida por la formidable fugacidad del tiempo... y empujado por el viento furioso de las efemérides que me arrastra de aquí para allá con la misma implacable fatalidad con que el viento arrastra aquel trajecito de torero… y al ángel novus.
A lo lejos vislumbro el enjambre metálico que busco. El sol se refleja en sus infinitas facetas y aquello parece la zarza ardiente. 


Delante de la sombrerería Albero decido comprarme un panamá. Aquel otro panamá (¡y la budiónovka!) que me acompañó durante años, desapareció de forma misteriosa dejándome la cabeza expuesta a las más vulgares influencias. Sólo la terrorífica vecindad de la sucursal de Gaes me hace desistir. Cruzo la avenida como alma que lleva el diablo y me veo en presencia del grumo metálico que podría pasar por una representación imaginativa del famoso nudo gordiano o, como he dicho, la zarza ardiente. Me acerco con aprensión. 

2

Granero, ese príncipe de los toreros (al decir de la Stein), actuó con la misma ligereza y fatuidad con que lo hizo Joselito ante las advertencias telúricas de su paisano Blanquet. Y es que cuando el gran Blanquet percibía, saliendo de las profundidades de la tierra, un olor a cera frita, era señal incontestable de la presencia de la muerte. No lo creyó Joselito… y ya ven. No lo creyó Granero… ¡y ya verán! Tampoco se lo creyó Sánchez Mejías y… ¡Ya vio Blanquet!


“… Lo que sucedió después se produjo sin transición y casi sin hilazón aparente, no porque las cosas no estuviesen ligadas sino porque mi atención ausente permaneció totalmente disociada. En pocos momentos vi primero a Simona mordiendo, para mi espanto, uno de los testículos crudos, luego, a Granero avanzar hasta el toro con un paño escarlata, y, más o menos al mismo tiempo, a Simona, acalorada con un impudor sofocante, descubrir sus largos muslos blancos hasta su vulva húmeda en la que hizo entrar, lenta y seguramente el otro globo pálido; a Granero, derribado, acosado contra la barrera, en la que los cuernos lo tocaron tres veces a voleo: una cornada atravesó el ojo derecho y toda la cabeza. El grito de terror inmenso coincidió con el orgasmo breve de Simona que, levantándose del asiento fue lanzada contra la baldosa, boca arriba, sangrando por la nariz y bajo un sol que la enceguecía. Varios hombres se precipitaron para transportar el cadáver de Granero, cuyo ojo derecho colgaba fuera de su órbita.” Era el 7 de mayo del portentoso año de 1922. 
Día de comuniones.

Pueden leerlo también en Hemingway y en tantos otros que dejaron testimonio. Lo de Bataille es una fantasía de adolescente y macho. Ha pasado, sin embargo, como una reflexión, casi teológica, sobre los límites… y el exceso. 

Una línea une el ojo cacodilato de Picabia, el ojo rasgado del Buñuel, los de Magritte… y este otro de Bataille. Así como hubo una década malva, pude afirmarse la existencia de la década del ojo que cubrió los años veinte.

Se lo había advertido Blanquet: Maestro aquí huele a chamusquina.- ¡Ca!- respondió el diestro.

3

Por entonces Millán Astray, perdido medio cuerpo, pierde también el ojo derecho y se acoge a la moda instaurada por El Saltillense.
Tres días más tarde, Lenin sufriría su primer ataque. No hacía ni tres meses que habían guillotinado a Landrú. Los mismos que hacía que Joyce tenía en su poder el primer ejemplar de Ulises (donde, por cierto, se cita a Belmonte). En marzo se había estrenado Nosferatu

La Vanguardia de Barcelona se vuelca en las comuniones: alquiler de trajes, salones de banquetes (a pesar de la carestía de la carne de ternera), digestivos. Siguen los conflictos laborales y los rifi-rafes con los del sindicato libre y catalán. La Ciudad Blanca anuncia grande rebajas en lencería. La sombrerería Rius publicita sus panamás. En el Liceo, anunciada como una corrida de toros: Hoy cuarta de propiedad y abono, a las cuatro en punto… ¡Lohengrin!  En San Andrés de Palomares (sic): el Barbero de Sevilla y Rigoletto. En el Palau se anuncia el último concierto (día 9) de Rubinstein y en el Palace dirige Casals.

Alguien manifiesta la intención de comprar una guillotina, usada, con corte de 80 a 85 cms. Se ruega a los interesados que escriban con precio y condiciones a C/ H. Arolas, 5. Entresuelo. En el bien entendido que se rechazará la recientemente usada en el cuello de Landrú.

Se venden dos camas de enfermo (blancas, metálicas, supongo). Interesados: C/ Guillermo Telli, 2. Torre. San Gervasio. De 5 a 7 de la tarde. Se advierte que no se venderán a ningún ruso…

En el ABC de Madrid se anuncia el encuentro internacional de fútbol que tendrá lugar  entre el  (ya) Real Madrid y el Civil Service de Londres. En los locales se alinea Bernabeu, brusco pero eficaz delantero. Ser pichichi (avant la letre) no lo catapultó a la selección nacional. 

Por doquier se homenajea a Ramón y Cajal y por fin pudo ser entregada la Medalla de Echegaray. 

Un sargento licenciado en África busca colocación como escribiente, mecanógrafo o contable. Urgen criadas, institutrices, cocineras, lavanderas… ¡Católicas! y, a poder ser, con dominio de lenguas. También en la villa y corte se anuncian digestivos y remedios contra los desarreglos femeninos y los excesos masculinos. Andrés Segovia. Heno de Pravia. Elixires contra la alopecia y la halitosis. 

En Valencia escapan 28 leprosos del lazareto de Fontillez (sic). Son detenidos, al amanecer, en Oliva. Dijeron ir en busca de un curandero. Digno de una esquinita del Jardín de las Delicias.

4

El cuarto de la tarde (¡el fatídico!) era un bicho pegajoso y burriciego;  Pocapena le pusieron a priori, porque a posteriori sintió mucha pena por ese príncipe convertido en matarife. Se dejó hacer; admitió dos chicuelinas, recentísimamente introducidas en el toreo serio por Chicuelo, y se dijo entre cuernos: si intenta la tercera lo clavo en la barrera. Y tal como lo pensó, lo hizo. Granero, sin embargo, sumido todavía en los arreboles, ni se enteró de que Pocapena lo había sentado en el estribo de la barrera. Pensaba en su magnífica chicuelina cuando el cuerno, entrando por el ojo, atravesó sus pensamientos.


Como los lunes no había periódico, la noticia salió el martes, día 9 de mayo.

4.

El sexo en Historia del ojo, es un ritual atravesado por la muerte, enaltecido por la sangre, por la orina, por las heces, por los fluidos. Tal vez no haya una relación más recíproca que la que se da entre el erotismo y la religión. Bataille la señaló así: “El conocimiento del erotismo, o de la religión, requiere una experiencia personal, igual y contradictoria, del interdicto y la transgresión”. La apuesta de Bataille fue establecer una paradoja definitiva entre prohibición y transgresión. Para crear un mito, hace falta un rito. Y para profanar el mito hay que perturbar el ritual, sobreponiéndole otro ritual desacralizador en su lugar. La leche, los ojos, la depravación encarnada en una virgen, la coprofilia, el orín como excitación, las corridas de toros, la iglesia de Don Juan, el confesor, la confesión, el vino, el cáliz, el copón de Bullas, el cuerpo de Cristo, el ojo vaciado, la vagina convertida en ojo voraz… todos son espacios y elementos rituales sometidos a un acto desacralizador. 


Bataille escribía para derrumbar un orden moral. Lo hizo desde el humor negro, desde el tabú sexual… o ese pensaba él… ¡Y yo pensando en mi primera comunión!

“Lo que es pornografía para un hombre es la risa del genio para otro”. (D.H.L.)

5

La historia del ojo se remonta hasta mediados del siglo XIX, cuando Manuel Domínguez, Desperdicios, tuvo a bien empezar la serie. Pasó a los libros como inventor del “farol”, esa semiverónica con vuelo. Y en esa gloria pensaba Manuel, aquella desgraciada tarde en el Puerto de Santa María, cuando el toro, Barrabás para más inri, le sacó con habilidad el ojo derecho. Manuel, que como el mismo Moisés, había establecido un duro decálogo del toreo, como después haría Chicuelo con más gracia, lo cogió al vuelo, tiró de él y lo arrojó a la arena: ¡Son sólo despedicios!, dijo. La facundia e ingenio del sur no necesitó más y clavó ese mote sobre la cruz del diestro.
Es mérito de “El Saltillense la introducción del parche en la indumentaria habitual de los toreros. Perdió el derecho, lo que no fue “óbice, obstáculo, cortapisa ni valladar” para dedicarse a la fotografía taurina.

Sandín perdió el ojo en el coso sevillano. “Santanero” se apodaba su enemigo. Ya en pleno postmodernismo. Su altruismo y perseverancia lo condujeron a la práctica de la oftalmología.

El niño de la Taurina”, Taurina en honor al bar de la familia, perdió el suyo en Algeciras. Una tarde de primavera del año 1988, un rehilete, adornado con rizos patrios, hizo lo propio.
El Domingo de Resurrección del año ¿1990? El fino estilista Luís de Pauloba (sic) pierde el ojo izquierdo. La singularidad está en que el pitón le entró por la boca. Y es que la técnica avanzaba imparable.

Javier Vázquez, en el hermoso mes de mayo (del 96), toreaba en Villanueva de Perales: “Ya no recuerdo si me buscaste o te busqué. Si me encontraste o te encontré. Se me olvidó. Si me llamaste o te llamé… Se me olvidó” Ese reciente éxito del gran Perales recorría fantasmalmente el circuito auditivo del maestro. Cuando entró a matar una banderilla le saltó el ojo izquierdo que quedó colgando creando irisaciones de canica.

Al año siguiente la ola llegó a México y le tocó a José Rubén Arroyo. La novedad estibó en que no fue el toro sino un derrote seco del manso. Fue el derecho. Globalización.

Leonardo Hernández, hijo de rejoneador y rejoneador él mismo, fue el siguiente. Perdió el derecho en un trance similar: ¡malditos rehiletes! Fue en Íscar, provincia de Valladolid. Durante la fiesta de los mártires de 2007. La fatalidad de tener, además, vago el ojo izquierdo, lo abocaban a la oscuridad más completa. No fue así y pudo seguir con la matanza.

7 de octubre del año 2011. Juan José Padilla. 4º toro de la tarde. Coso de la Misericordia de Zaragoza. Un bravo toro, aunque de nombre Marqués, le arrancó la cara, incluido el ojo izquierdo. Bah!, son gajes del oficio. 40 cornadas a cambio de miles de toros destruidos. Además lo del ojo ya es lo de menos, me falta medio hígado, me han extirpado un riñón, el pelo es peluca, tengo una cicatriz que me une el ombligo con el rosario de mi madre. No oigo. Dios es mi pastor ¡aleluya! ¡¡Soy el único torero con parche pirata!!... Ahí te equivocas, Juanito, El Saltillense se te adelantó. Y tampoco, para tu desesperación, eres el único fascista que circula por los cosos taurinos. Pero, vamos, que eres de lo más llamativo, tenlo por seguro. Es Vox populi.
Ofreció el ojo del culo, pero el toro no acudió al engaño. ¡”Por mi maere, dijo, rómpeme el culo pero no me dejes ciego!” El toro hizo caso omiso y le se lanzó a por ojo de la cara. El izquierdo. Era, como he dicho, en el Coso de la Misericordia. 


Poco antes de su retirada definitiva había actuado en Íscar, provincia de Valladolid.

Paco Ureña, de Murcia, figura del toreo en todo el sureste peninsular, recibió un pitonazo también en el ojo izquierdo… y siguió toreando. ¡Arrebatos de  psicópata! ¿Quién puede decir que Sade no amaba a sus víctimas? Sin duda es un amor desconocido para la mayoría de los mortales. Aman al toro con el mismo desprecio con que se aman a sí mismos. No les importa causar sufrimiento; ellos también sufren… y esa es la combinación perfecta que busca el sádico (masoquista). Fue en Albacete en septiembre de 2018 cuando pensábamos desaparecida ya la afición. 

El año anterior había triunfado en Ïscar, Valladolid.

6

Les adelanto la perentoria moraleja: Si se llama usted Serranito cuídese mucho el ojo del culo. 

La noche anterior a la apoteosis de Astorga, Serranito (al que llamaré Serranito I) y amigos departían en un colmado de Madrid. Y entre “machaquito” y “machaquito” se le advirtió que llevara cuidao en Astorga; del peligro de las mantecadas en plena canícula; de que se abstuviera del cocido maragato… que, en fin, los toros de Ángel Rivas tenían fama de viejos y que más sabía el diablo por viejo que por diablo. Recibidas las admoniciones, cogió un taxi, después el tren y se plantó en Asturica Augusta.  Era el domingo 23 de agosto del año 1908. Astorga celebraba las fiestas de su patrona Santa Marta. Sólo llevaba cuatro corridas en su haber y las cuatro como sobrero de cartel. No fue diferente en este caso. Sustituía a Conejito.

Serranito, apellidado Carpio, se enfrentó a Cazuco, un toro cárdeno, meano, corniapretado, grande y de mansa condición. El bueno de Serranito perdió pie y el toro se le vino encima, no hubo nadie que le echara un capote ni, menos, que lo sustituyera en esta hora postrera. El toro lo empitonó por el culo y, así, embolado, se paseó por el redondel. Fue entonces cuando pensó en lo bien que había en hecho al no almorzar cocido maragato. Murió como consecuencia.

Otro que tuvo a bien aceptar el apodo de Serranito, y al que llamaré Serranito II, fue cogido en la zona de influencia del ojo del culo. Era julio del año 1929 y el lugar, el Coso de los Tejares de Córdoba. Le cortaron la pierna, como a Rimbaud, y le repararon la cañería. Se convirtió en aguador y fue así, ejerciendo el oficio, como le pilló la muerte: una bomba de los fascistas le alcanzó a él y a su borriquilla… cerca del Coso de los Tejedores. Córdoba. Dios (¿?) los tenga en su gloria.

Paúl Abadía Serrano, Serranito para los entendidos, (y Serranito III para mí) cierra momentáneamente la lista. Fue en Huesca, el ano (perdón, año) pasado, creo. Vean la foto y así me ahorro la redacción.



Agapito García, Serranito (Serranito IV para mí), se escapó por suerte del destino de la saga; fue una cogida grave, pero no vergonzosa. Por cierto, nada que ver con el mayor moroso del Estado.

En fin, que hay más cornadas en el culo que rutas del vino. Les he presentado un florilegio.

7

A todo esto se me han ido las ganas de comer. Estoy en un miserable bar de la estación. Acaban de anunciar un cercanías con destino a Xátiva. Me he pedido un carajillo al cincuenta por ciento… Y me asalta la segunda parte de esta desgraciada propuesta. 

6.

Los consorcios público-privados han sido siempre muy efectivos, que le pregunten, si no, a H.H.Holmes, figura indiscutible de la Exposición Internacional Colombina de Chicago del año 1893. 

Chicago intentaba reponerse del tremendo incendio del 71 y de la conmoción de Haymarket… Así que se decidió por una Exposición Universal, tipo París. que conmemoraría los 400 (golpes) años del Descubrimiento. La denominarían Colombina (muchos fueron los detalles que lo corroboraron) y se desarrollaría en una nueva ciudad, Ciudad Blanca, que sería construida (y destruida) al efecto.

Se reconstruyeron las carabelas, Niña, Pinta y Santa María. La reconstrucción fue pagada por Estados Unidos y realizada en Barcelona las dos primeras, y en San Fernado, la tercera. Su destino siguió parejo al de mi trajecito de comunión. Aquella carabela del puerto de Barcelona, símbolo de la cutrez,  nido de ratas y fondo miserable de fotografías nupciales, era obra de atrezzo. Superó atentados sin cuento y yace en el fondo marino que se extiende entre Arenys y Canet. 


Se construyó una réplica exacta, dicen, del monasterio de San Carlos de la Rábida. Es claro que en Chicago no circulaban el Tinto ni el Odiel; sólo el Bourbon y desde no hacía mucho.

La casa de Alba cedió unos manuscritos del mismísimo Colón.

Dejando aparte lo que después citaré, lo más interesante de la muestra fue la “Rueda de Chicago”, una enorme noria de 80 metros de altura en la que se podían acomodar ¡más de 2000 personas! Algo así como una plaza de toros puesta en vertical. Esta novedad estaba llamada a la inmortalidad ubicua. Así, hasta en las aldeas más remotas que rodean la villa de Fortuna, puede verse en las fiestas patronales un remedo de este magno ingenio, sólo superado por el cucurucho de helado, presentado en la Exposición de San Luís de 1904. 


Después vino la del Prater vienés que conmemoraba los 50 años del reinado de Francisco José, a quien le quedaba, todavía, la friolera de 20 años en el cargo.
Schnitzler. Orson Wells…
La tal noria evitó la bancarrota del evento, pues ni el espectáculo de Búfalo Bill ni el Holmes Castle, los más visitados, estaban incluidos en nómina.

Alemania, maestra en sutilezas, presentó un antecesor del Gran Berta que hizo las delicias del incipiente complejo político-militar.

Bueno… ¡a lo que voy!

Herman Webster Mudgett tenía 30 años cuando acudió a Chicago atraído por las posibilidades que se abrían. Conan Doyle acaba de cumplir los 32 y Sherlok Holmes, nacido en 1854, estaba “en la mitad del camino de vida”, aunque su vida pública empezara por entonces.

El proyecto vital y financiero de Herman necesitaba apertura de miras…y tierra virgen. Para dar más sentido a la cosa (y, de paso, homenajear a su admirado Holmes) pasó a llamarse Henry Howard Holmes (H.H.H.) que simplificó en un efectivo “Dr. Holmes”, aprovechando que había aprobado algunas asignaturas de medicina.

El tal Dr. Holmes, ducho, además, en ingeniería financiera y en pufos (si me permiten esta distinción), e inundado del espíritu de emprendeduría donde lo importante es, y sólo es, la buena marcha del negocio, construyó un edificio-hotel (Calle Wallace con la 63) que, salvando el estilo, podría haber sido, en la intención, atribuido al arquitecto de Bernhard: la muerte del morador. El plan era simple: atraer a jovencitas de buen ver (tenía, en realidad, manga ancha) que acudieran a la Exposición. A poder ser de lejanas tierras y solas, pero con posibles. Su imaginación (y don de profecía) fue portentosa. Una especie de Roger Bacon de fin de siècle.  Funcionó a tope mientras duró el evento.
Instalaciones eléctricas (la corriente alterna de Tesla  había ganado la batalla, a Edison, aunque al americano sólo le importara la buena marcha del negocio) que permitían seguir los movimientos de sus víctimas en un indicador instalado en su despacho; Grifos de gas manejados a distancia; montacargas y “toboganes”, ácido sulfúrico, horno, cal viva. Sala de tortura llena de innovaciones asombrosas como la máquina que mataba de risa. Y todo, todo, como Apolo: a distancia.  Todo un parque de atracciones. Locus Solus.


H.H.H. inauguró la serie de los asesinos en serie. ¡A él la gloria! Los 27 asesinatos que confesó se convirtieron en más de 200 tras las pertinentes investigaciones.
¿Qué cómo se descubrió todo? Pues… ¡Infórmense Uds.!

Murió tal día como hoy del año 1896. La comunidad científica del Reino Unido estaba sumida en debates, que llamaban éticos, sobre la vivisección de animales. G.H. Wells publicaba La Isla del doctor Moreau. La Ingeniería Genética, más limpia, aún no había nacido. Rodin esculpía la disyecta “Mano de Dios” y Cézanne estaba con “la mano de cartas”. En Estados Unidos se disfrutaba probando en perros la capacidad mortífera de la corriente alterna / continua. El éxito de los ensayos se proyectó en la silla eléctrica.

… Y a mí, creo, se me ha ido la mano.

Pago el carajillo y voy a comprarme el panamá. La zarza ardiente sigue en su sitio. Y los de Gaes, también.

INFORMACIÓN PLUS.
Toreros y demás que pagaron con su vida aquel pródigo año de 1896:
José Sevillano Mauricio, picador.
Pablo Moro, monosabio.
Severino Pérz , Titet, orellut, de Castelló. Cogido en Perpiñán.
Modesto García, Serranito (Serranito 0 para mí).
Frascuelito, maño, infeliz, huérfano y hojaletero… Dios (¿) lo tenga en su gloria.
Francisco Rodríguez, fugaz.
Espartero de Valencia.  Cogido en Nîmes.
Juan Gómez de Lesaca, Cogido en Guadalajara. Sustituía  a Lagartijo, herido en un ojo. Juan huía del toro, y cuando creía que estaba a salvo, la bestia lo engarzó por el culo y el diestro no pudo acabar de saltar la barrera.


El Manchado. Cogido en Durango, México. De los pocos toreros con bigote.
Rafael Rodríguez, banderillero de Guerrita. Cogido en Córdoba, en el Coso de los Tejedores, como al bueno de Serranito II.

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...