Quien
así habla “no es un autor difunto, sino
un difunto autor, para quien la losa sepulcral ha sido otra cuna”. Es Blas
de Cubas. Bonito nombre. Sugestivo. Familiar. No le haré un feo a tal linaje, “escapado de la tonelería en alas de un calembour” (¿de qué
materiales eran los toneles?)…Acabo de encontrar un acertado y oportuno ejemplo
de calembour, ese fruto extraño y
divertido de la promiscuidad entre la homonimia, la paronimia y la polisemia.
¡Por
Blas de Cubas! y me pimplo un aguardiente de caña. Me erizo. Es la primera vez
que bebo antes de mi acostumbrado refrigerio matutino. La ocasión lo merece: No
sólo esta efeméride, sino el hecho de que tengo que ir al médico a que revise
mis pulmones. Y con sólo pensarlo me dan espasmos. Se añade la extravagancia de
ir a Barcelona, que no piso desde hace meses.
No
encuentro la tarjeta dorada ¡vaya por dios (¿)!
Ocupo plaza en lado montaña. Estoy deseando lucir mi chubasquero y la
bufanda del siete leguas; de momento, sin embargo, continúa el calor. En
Barcelona… (¡qué gran ciudad!) los turistas, esa especie depredadora y
peregrina, deambulan ebrios. Es difícil adelantarlos. Lo intentan por la
derecha y se vencen hacia la diestra. Por la izquierda, y se tambalean hacia la
siniestra. Dando tumbos como las almas beodas de Heráclito. ¡Tanta normativa y
no han sido capaces de idear una ley tajante que impida andar de forma
indecisa! Prohíben las “estatuas-humanas”, que no molestan y permiten ese andar
agitado y sin sentido. El “flaneur”
pasea sin orden, curioso y contemplativo.... ¡pero éstos! Sólo les gusta hacer
corros. Rodear la desgracia y el ridículo. Si por lo menos vistieran normal y
no llevaran mapa.
Bueno,
los pulmones siguen su curso… ¿fibrosis? ¿E.P.O? ¡Que sea lo que dios (¿)
quiera. Yo seguiré con mis cigarrillos “a
lo Luky luke”. Todo en orden. El “emplasto Blas de Cubas”, ese medicamento sublime, anti-hipocondríaco, que
pretendía aliviar a nuestra melancólica humanidad, no está hecho para mí.
Atrabiliario, lo soy…pero hipocondriaco no. Aquello es algo connatural al paso
de los años. Lo último se mama.
Bajo
República Argentina hasta Rambla. La radiografía bajo el brazo. Una cervecita
en la terraza de la “Bodegueta” y un
cigarrito. Señores ¡esto es vida! No tengo que pedir justificantes para el
trabajo. No tengo que apresurarme para volver. Puedo “flanear” a placer. Leer el periódico (“La conferencia de paz sobre Siria será el 23 de noviembre”… ¡Malo!
Seguro que todo empeorará. Es pura y escueta “neo-lingua”. Siguen los terremotos en el delta y en la costa de
Castellón. “Fiesta de los Super 3” en
Montjuïc…) Hacer el “sudoku”. Tirar,
despreocupado, la radiografía en una papelera… ¡por si alguien la
necesita!...En fin, un placer. Les aconsejo que se jubilen a los cuarenta.
¡Idea
redonda!: Comer en “La Garroxa”, un
restaurante famoso por sus chuletones y churrascos y, así, mato unos cuantos
pájaros de un tiro: Por la Pascuala, “insigne
partera originaria del Miño”; por
mi tocayo Machado de Assis, natural de Río de janeiro, tartamudo (como yo) y
epiléptico y para celebrar el “día del Churrasco” (Chile).
–¡Joven! ¡Póngame un…
–¿Va a comer?
–A su debido tiempo, camarero.
Prisas es lo sobra en este mundo dislocado. Introduzcamos un poco de calma y
sosiego...
–Pero ¿va a comer… o qué?
–Algo comeremos, joven. Tráigame
una cervecita…gocemos de este sol de octubre.
El
camarero se retira, derrotado, matando las últimas moscas del año con la
servilleta. ¡Siempre me tocan los tarados!–murmura.
“Con la pluma de la broma y la
tinta de la melancolía” (¡¡) así está escrita.
Capítulos cortos y esponjosos. El autor se adelanta, se retrasa, aconseja,
desaconseja, predice, recuerda, profetiza, repite, se marcha, vuelve
desmemoriado… ¡deja claro que la obra es suya! Dicen los críticos que
representó el fin del romanticismo y la inauguración del realismo en las letras
brasileñas. ¿Realismo? Tanto como pueda serlo el “Tristan Shandy”.
La
obra de Sterne manifiesta el fracaso del autor que quiera relatar su vida en
toda su completud. Llega la muerte y su preparación… ¡y lo interrumpe todo!
Blas
de Cubas, consciente de esa limitación, y apropiándose de la técnica de Sterne
(y de De Maistre) narra su vida ¡ya muerto!. Otros han ampliado el campo de lo
inenarrable: Carlos Fuentes en “Cristóbal
Nonato”, empieza en el punto en el que empieza Shandy, pero se entretiene
en narrar esos nueve meses que separan el no ser (relativo) del ser. Los
recuerdos de Cristóbal se remontan a las playas de Acapulco y llegan hasta el
12 de octubre de 1992 (¡nada que celebrar!) cuando: “El niño tiene bien abiertos los ojos, como si sus párpados jamás se
hubiesen formado. Mira fijamente a la tierra que lo espera” y nace.
Mucho
antes, en tiempos de la Inquisición, un judío- español enemigo de España y
amigo de las rebeliones independentistas de Catalunya y Portugal, se adelantó a
todos, en eso que algunos llaman (Goytisolo) “Relato intrauterino”:
“Estando mi madre bien descuidada,
yo llamé a la puerta de su estómago con un vómito. Bien temía ella mi venida,
habiéndola faltado el correo ordinario: tres meses sin carta mía”.
“Di en ser entremetido desde el
vientre de mi madre, que no la dejaba dormir de noche a puras coces. Era un
diablo encarnado. Solía meterme entre las dos caderas, y ella daba unas voces
tan fuertes que las ponía en la vecindad, por no enfadar al cielo. Cuando
estaba descuidada, solía yo darle una vuelta al aposento de su vientre y
revolverla hasta las entrañas”.
Ya
tienen Vds. un tema para profundizar, para “entrañarse”…”Novela intrauterina versus Nóvela póstuma”.
La tal Pascuala, coja de nacimiento, como la graciosa y ensimismada Eugenia, hija
ilegítima de Eusebia, había nacido en San Martiño de Alvaredos, del término de
Quiroga (Lugo), junto al camino que unía (y une) Lugo con Logroño, en la romana
“ruta del oro”. Para que se hagan una
idea: la aldea tuvo su momento de gloria el año 2003, año en que su población
aumentó un 3’3 %, pasando de 16 mujeres y 15 hombres a 17 mujeres y 15 hombres.
Al año siguiente las aguas volvieron a su cauce tras la desaparición de una
mujer. Desde entonces el declive no se puede disimular: 12 mujeres y 11
hombres. Siempre, eso sí, con femenil
supremacía. Desde aquí un saludo afectuoso a los resistentes.
Comenzaba
el siglo XIX. El padre de Pascuala recogió los grelos y las patacas. Mataron
los animales, se los comieron (dejaron algo para el viaje) e hicieron las
maletas. Salieron de casa 5 personas: matrimonio de mediana edad; hijo de 2
años; hija, más hermosa que la flor de la borraja, de 13 años; y, cerrando la partida,
la coja, que entonces aun no había cumplido los cinco. Era el 31 de mayo. El
padre había pensado larga y profundamente, tras lo cual condensó lo meditado en
un razonamiento pétreo: “Aquí nos morimos de hambre. Hay que largarse”. Y,
para convertir la humillante necesidad en algo heroico, apeló a Napoleón, que
16 días antes (lo sabía por una visita que había hecho a Quiroga), había
atravesado los Alpes y se disponía a la conquista de Italia. “Napoleón” quedaría en la memoria de
Pascuala como algo agridulce, como los pepinillos centroeuropeos.
Siguieron el
curso del río. Los viñedos estaban exterminados por la filoxera. Una víbora
mordió al pequeño. El padre le hizo el torniquete y con la navaja de cortar
lacón le hizo una abertura. La infección se sumó al envenenamiento y el niño
murió en minutos. Lo enterraron en un lugar impreciso de la “Ribera Sacra”. Ya cerca de O Porriño,
antes de girar hacia el sur, la muchacha fue desflorada por un hortelano de
Ponteareas y se desprendió del grupo.
“Bienaventurados
los que no se van, porque de ellos es el primer beso de las muchachas.”
A
Oporto, tras una semana de marcha, llegaron tres. Se apuntaron en un barco de
carga. El padre llevaba en regla los papeles del servicio militar. Los
abandonaron en un rincón de la cubierta de popa, bajo la “cangreja”, a los pies del palo de mesana. Así llegaron a Río.
Mediaba julio del año 1800. En Brasil, el pdre oyó hablas de la fiebre de oro
que afectaba a “Minas Geraes” y allí se dirigió. Después todo es confusión.
Pero, sin duda: ocurrió lo que tenía que ocurrir y la Pascuala se quedó sola y
para vestir santos. Dónde aprendió a asistir partos es todo un misterio. Lo
cierto es que su reputación en este menester, nació, creció y se afianzó en Río
y los alrededores. Y, ya con la fama consolidada, ayudó a que Blas de Cubas entrara
en este mundo.
Si
no ocurrió así…¡bien podría haber ocurrido!
–Bueno, caballero…¿va a comer o
qué?
–Vaya preparándome un churrasco y
tráigame botella de Mencía…¡¡Pero YA!!
No
les voy a contar nada de la novela. Decir, simplemente, que no dejó viuda y que
expiró “a los dos de la tarde de un
viernes, día aciago, del mes de agosto de 1869 a los 64 años, en mi hermosa quinta de Catumby” soltero (…), sin alcanzar
“la celebridad del emplasto” Asistieron 11 amigos. Llovía
(como lágrimas) (…) así se dirigió al “undiscovered
country” de Hamlet.
“Cúpome la buena fortuna de no
comprar pan con el sudor de mi frente. Otra cosa: no padecí la muerte de doña
Plácida, ni la demencia de Quincas Borba. Sumadas unas cosas y otras, cualquier
persona imaginará que no mengua ni sobre, y por consiguiente que salí en tablas
de la vida. E imaginará mal porque al llegar a este otro lado del misterios, me
encontré con un pequeño saldo, que es la postrer negativa de este capítulo de
negativas: no tuve hijos, no transmití a ningún ser el legado de nuestra
miseria”
Hablando
de viudas, hijos y tal… recordarán vds. que tal día como hoy, del año 1968, Onassis y Jacqueline
Kennedy, esa manirrota desagradecida con cara de muñeca sin exorcizar, unieron
sus fortunas. Huyó de la maldición de los Kennedy y se refugió en los brazos del
millonario, quien dejó (temporalmente, como ahora sabemos) el regazo de la
Callas (que a su vez había dejado los brazos de otro). Callas, no calló (¡al
contrario!) se inflamó y desde el petril del Ponte Vechio, amenazante, se
descolgó con…”Oh, dios querría morir. Papá, piedad, papá. Papá,
piedad, papá” Y como no hizo efecto, pidió (por intercesión de la diosa)
templanza.: “Casta diva…”.
Precisamente,
¡lo que son las cosas!, tal día como
hoy, del año 1973 se inauguraba la “Ópera
de Sidney”. A la Callas no le dio tiempo. Ese año fue su “anno horribilis”. Moriría 2 años
después.
“Matamos el tiempo, él tiempo nos
entierra”
Lo
de la Kennedy y Onassis duró hasta que el varón sacó el primer puraco y se lo fumó en la cama de
matrimonio. Ella se manifestó como caprichosa y manirrota, él como fumador
empedernido. Ella como agria y agraz. Él como guarrindongo. Los hijos
reventaron. La fortuna se repartió (haber… hubo para los supervivientes). La
isla…¡Ah, la isla!
Bueno,
lo importante es que la viuda se quedó, por contrato explícito, con un tercio
de la fortuna total. Y siguió viuda.
Pues
si estaban enterados de lo anterior, también sabrán que tal día como hoy, del año 1945, los partisanos (dirigidos
por Tito), el ejército rojo y algunos búlgaros, liberaron Belgrado. Los nazis
se fueron con el rabo entre las piernas. Y que, ¡¡precisamente!!, tal día como
hoy…O sea ¡¡¡hoy!!! acaba de morir la viuda de Tito. Absolutamente abandonada.
Vivía en unas condiciones propias de “parados
español de larga duración”: sin agua, sin electricidad, con goteras…Vivió
bien mientras pudo. Tras la muerte de Tito… ¡no le quedó NADA! ¿Qué diferencia, eh?
–Joven, he de decirle que, pese a
sus maneras un tanto rudas, el churrasco estaba magnífico, impresionante….
–¿Ha dicho Vd, impresionante? ¿He
oído bien?
–¿?????????
–Llevo toda la mañana esperando que
algún glotón lanzara ese adjetivo. Y ¡por fin! Se ha hecho Vd. merecedor de la
ronda de aguardientes, a cuenta de la casa.
–¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
–Yo soy camarero por “bocación”. Mi
verdadera vocación es la Historia del Arte. Aunque por aquello de contrastar la
Teoría con la Praxis…
–No
siga…¡entiendo!... “En la realidad presente: hay una gota de la baba de Caín”.
–Puede decirse así. Pero a lo que
voy: sé lo que está pensando. Y lo que venía pensando cuando ha tomado asiento
en este establecimiento. Pensaba en Blas de Cubas.
–¡¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿
–Y en la fecha de su nacimiento,
que, como bien sabe, especialista como es en “efemérides”, ocurrió tal día como
hoy. ¿Me equivoco? Lo que, sin duda, Vd. no sabe es la fecha de su muerte. Sí,
sabe que murió un viernes de Agosto del año 1869…¿Pero qué día?
–Tuvo que ser el 6; el 13; el 20 o
el 27…
–¿Qué
decide?
–¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿
–Permítame
que tome asiento a su vera. Tuvo que ser el 13. Pues, Blas, no sólo habla de un
viernes de agosto, sino también de “día aciago” y se refiere al nº 13 como
aciago…con la finalidad de que nosotros atemos cabos: Así pues: ¡murió el 13 de
agosto de 1869!
–Bonita
deducción…¿y?
–¡Cómo
que ¿y?…! Le hacía a Vd. más perspicaz y sabido. Sepa Vd. que en ese mismo
momento; en el momento exacto en el que Blas expiraba de forma tan noble, Monet
y Renoir ponían las bases del “Impresionismo” pintando al alimón “Les Grenouillers”
de París. Estaban en la miseria, pero emplearon todo el dinero que tenían en
comprar un billete de cercanías y en tubitos de pintura (ambas cosas
novedosas). No voy a extenderme en detalles; se los dejo a Vd. para que se
luzca cuando reseñe la primera exposición del grupo. Pero sepa que las “ranas”
no se referían sólo a los batracios, que abundaban, sino a las “demi-monde” y a
los “sapos” (por analogía) que acudían a los bailes de los jueves… ¿No pensaba
Vd. en Río…?
–Me
abruma.
–Tampoco
entraré en analizar las diferencias estilísticas entre ambos colegas. Ni en
situar la isla en su lugar exacto… ¡se lo dejo a Vd.!...
–¡Gracias!
Es Vd. muy amable…y un saco de saber.
–Pero
lo dicho no agota las “razones efemerísitcas” a las que Vd. se da. Sepa que tal día como hoy, del año 1889, un
incendio arrasó el recinto. Lo redujo a ruinas. Al año
siguiente, cuando acabó la Exposición Universal, el dueño aprovechó los restos
del pabellón de Suecia para reconstruirlo… ¡Nunca llegaría a ser lo que había
sido!
El camarero ha desatendido por completo al resto de
la clientela. La sala parece una asamblea del 15 M…todos agitando la mano. O “aficionados” pidiendo la oreja del
camarero. No se inmuta. Con el trapo, mientras habla, saca brillo a la mesa. Me
pongo las gafas de sol.
–¿Qué
le ha parecido?
–Apabullante
e inesperado. Sorpresivo, impropio…
Se levanta y se larga echando desplantes a la
clientela. Me trae una bandeja con 5 copitas de aguardiente, testimonio de la
variedad de la casa. Me las pimplo sin respirar. Pido la cuenta. Pago. Dejo una
suculenta propina. Me levanto y, como siempre, tiro la mesa y su contenido. El
mundo se paraliza.
–¡Por
favor!...¡Sigan Vds.!
Cuando paso por al lado del camarero oigo que silba
“Sweet home Alabama” (*) y cuando
tengo medio cuerpo fuera, me lanza un:
–¡Lleve
Vd, cuidado, “young”(*)…no sufra un accidente! (*). Ahí acabo de dejarle nuevo
material para que rumie.
Me pillo lado mar y medito sobre las dos últimas
frases.
Y así, meditando…y sin cenar, me sumerjo en el
regazo de Morfeo… ¡Y empieza el concierto de pitos pulmonares!