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martes, 14 de enero de 2014

Propuesta para hoy 10 de enero. Le Boeuf sur le toit. Radiguet. Bronia, Radiguet y René Clair.



El violinista en el tejado.
La gata sobre el tejado de…
En la Latina, no lejos de la madrileña Plaza de la Cebada, donde se juntan Santa Ana y Bastero encontrarán Udes. un bar perfecto donde tomarse un respiro (y unas cañas) para sus alocadas incursiones en el Rastro: La cabra en el tejado. A mí que soy del pueblo donde solventes estudiosos han localizado el origen de la voraz y atrabiliaria cabra murciana, no me sorprende nada que proceda de esos rumiantes de sonrisa diabólica, a lo Carpeaux.


Pues eso, tómense unas cañas (y un respiro) y rememoren, rememoren… rumien, rumien… y lean "El peatón de París" de Leon-Paul Fargue.+ y esta mi entrada se tornará inútil.

I
10 de enero 1922. Hace una semana que Sylvia Beach ha recibido el primer ejemplar de Ulises.
Una pequeña, desde el punto de vista cuantitativo, multitud se agolpa a las puertas del 28 de rue Boissie d’Anglas, en la rive droite. Desde el punto de vista cualitativo, es portentosa. Suena música estridente. Está a punto de producirse un acontecimiento memorable: la inauguración de Le Boueuf sur le toit.
II
No tengo más remedio que referirme al repugnante Paul Claudel, hermano de la mártir Camille (no incluida en la una de las odas más fascistas de la historia de la literatura: “A los mártires españoles”) y al servicio de la diplomacia del estado francés. Durante su estancia en Brasil, tuvo como secretario a Milhaud, el músico. En 1918 Milhaud está de vuelta en París. Mientras tanto ha tenido lugar el ruidoso estreno de Parade (Satie, Picasso, Cocteau…). Los ballets rusos triunfan por todo lo alto.

A iniciativa de Milhaud y bajo la amable hégida de Satie (y la dirección artística del halitósico Cocteau, que estaba en el acmé de su existencia) aparecen los “Nuevos Jóvenes”, potassons, que se transmutarán (1920) en “Les Six” (que nunca fueron seis), emulando a “Los cinco” de Balákirev. Satie, que suena a siete, acaba de abandonar (es un decir) el grupo. Les une todo aquello que les separa del wagnerismo y sus derivaciones.

Milhaud ha vuelto cargado de ideas y de ritmos. Sin ir más lejos ha traído una composición de título inestable: Le Boeuf sur le Toit, ligeramente inspirada en un tango de carnaval  de José Monteiro y que había sido grabado recientemente (¡para Odeón!) por la banda de Batalhao Naval.


Para ser exactos se trataba de una especie de ballet sin título; adoptó el de Monteiro poco antes de ser estrenado en la Comedie des Champs Elisées. Fue el 20 de febrero de 1920, justo un mes después de la muerte de Modi y del suicidio de Jeanne… el muerto al hoyo y el vivo al bollo… Éxito total… que celebraron en el Gaya. No hay ni que decirlo, pero, vamos, fue Cocteau quien sugirió la idea de convertirlo en un ballet con argumento y tal… en la línea de Parade, cuyo rebufo querían aprovechar. El conocimiento del argumento, no exento de gracia, se lo supongo a Udes.

III
Un tal Schwartz, alemán, compró, para invertir, dijo, un bajo en rue Duphot y no sabiendo qué hacer con él, actuó como un emigrante español: montó un bar. El tal Schwartz estaba liado con el padre de un joven músico, Jean Wiener (… Infórmense Uds. Infórmense). El joven, que asistía a los sábados de Cocteau, lo organizó todo para que el local fuera un éxito: sería el refugio de Les Six y de todos los adoradores de Cocteau. El nombre estaba cantado: Gaya. Louys Moyses y sus hermanas dirigirían el establecimiento. Wiener tocaba el piano y el acomodaticio Cocteau, la percusión… con las herramientas que le había prestado Strawinsky. Doucet haría funcionar el tremendo Orpheal

El éxito fue total. La combinación de cutrez y elegancia era imbatible. Allí se encontraban, culo con culo, desde el Príncipe de Gales hasta Brancusi, pasando por la multitud que componían los Ballets rusos y ese Bébé siniestro, de nombre Raymon Radiguet que, a la sazón, rompía relaciones con la desolada Alice-Marthe y las empezaba con Beatriz Hasting, la que fuera amante de Modigliani antes de conocer a Cocó de Nuit. 1920 corría hacia su final, el Gaya se iba quedando pequeño y el diablo Radiguet empezaba a novelar su experiencia de guerra.

–¡Camarero. Póngame una de calamares y una cervecita! Y, perdone, digo yo… eso de la cabra… ¿de dónde viene?

–El tejado no soportaría más peso. Y lo más parecido que hemos encontrado ha sido una cabra.
–Entiendo.
IV
Cocteau tuvo su verdadera edad de oro entre 1918 y 1923. En esos años puso los cimientos de su incierta gloria. Desde un pequeño restaurante de la place de la Madeleine apacentaba el rebaño de la juventud más inteligente, más chic y más alegre de París:  Wiener, Jean Hugo, bisnieto del bisabuelo, recién casado con Valentine, Radiguet, Satie, Raval, Milhaud, Auric, Poulenc, Honneger, Aragon, Breton, Morand, Tzara, Brancusi, Picasso, Marie Laurencin, Picabia… Las diferencias surgirían después.


En cierta manera, estos sábados, con permiso de Milhaud, fueron la continuación de los miércoles de Apollinaire… que sucedieron a los martes de Mallarmé… que sucedieron…  Con un poco de suerte y algo de morro te salía gratis toda la semana. Eso sí… tenías que dejar las cosas claras de entrada. 

V
En plena guerra (1917) Salmón (No. No hace gracia apellidarse Salmon), que trabaja en l’Intransigeant, contacta con un viejo amigo dibujante con el fin de echarle una mano, como ya había hecho con Foujita: Dos ilustraciones por semana, en primera página. Pas mal!

Como ese colega vivía en Saint-Maur (Rabelais, Tati, Trenet…), cercado por el Marne, famoso destino de fin de semana por sus diversiones fluviales… y un poco alejado del centro de París, acostumbraba a enviar a su hijito con el encargo. Un niño de 14 años, pantalón corto y una mirada extraña, sombreada por una mecha traviesa… buen candidato a la crueldad.


Este Bébé avieso también dibuja y le arranca la promesa a Salmon de que publicará sus dibujos. Los firmará como Rajki, no hay problema. Al mismo tiempo se descuelga con un poema. Salmón lo envía a Max Jakob y consigue introducirse en L’Intran (1919) Aprovecha un homenaje a Apollinaire para leer un poema propio. Cocteau está presente. Rimbaudianamente impresionado, tomba dans les bras de la jeneuse


Desde entonces Radiguet forma parte de los íntimos del poeta de aladas manos, asiduo de los sábados de la Madeleine… y objeto de deseo general. Por entonces da por concluida la aventura con Marthe-Alice, que lo busca, desconsolada, por las redacciones. Él comienza El diablo en el cuerpo (finales del 19) y su relación con la Hastings, quien, a su vez, será amante de Katherine Mansfield, muerta el 9 de enero 1923 en Fontaineblau, dos meses antes de la publicación del Diablo en el cuerpo, 11 antes de la muerte de su autor y un año, exacto, después de la inauguración de Le Boeuf sur le Toit.

VI
El Gaya se hizo pequeño, como era de esperar. Así que el avispado Moysès lo traslada al 28 de rue Boissy-d’Anglas, a cinco minutos, andando, de rue Duphot. Todo entre Concorde y Madeleine. Era el 15 de diciembre de 1921. 




Picabia estaba pasando una temporadilla regular. Una afección del ojo (¿derecho o izquierdo?) lo tenía medio postrado. Lo trataban con cacodilato de sodio, un activador general del metabolismo, convertido, ahora, en un peligroso medicamento para reses y, de siempre, para contener la avariosis, vulgarmente denominada sífilis. En primavera se le había presentado la dolencia. Para ocupar las largas y melancólica tardes de verano y otoño, pintó un ojo, el suyo, en la parte inferior de un lienzo e invitó a todos aquellos buenos samaritanos que pasaban por su estudio de Passy a que estamparan su firma, o lo que tuvieran a bien, en la superficie, cada vez más abigarrada, del lino. Fue presentado en el Salón de Otoño… y rechazado. Los últimos toques fueron dados la  nochevieja cacodilata” en casa de la cantautora Marta Chenal, cuya famosa Marsellesa aún resonaba en los oídos de los parisinos. Duchamp añadió una segunda “r” a su Rose Sélavy. Por cierto sepan Udes. que las manos y antebrazos que aparecen en la famosísima foto de Man Ray, pertenecían a la mujer de Picabia.





Bataille estaba en el seminario, luchando a brazo tendido contra las tentaciones de Nietzsche… lejos, aún, de su Historia del ojo

El nuevo local, y sus descendientes, estarían, desde entonces, presididos por ese ojo enfermo al que nada ni nadie se le escapaba. Y unas fotografías de Man Ray, que acaba de conocer a Kiki en un bar de rue Vavin, a un tiro de adoquín de la Rotonde y le Dôme. 

VII
10 de enero de 1922. Una pequeña, desde el punto de vista cuantitativo, multitud… Cocteau ha sido quien ha elegido el nombre del establecimiento: le llamaremos Le Boeuf sur le toit y así tendremos asegurado el éxito. Estuvieron todos, bueno menos Proust. Incluso Breton se dejó caer. Picasso chismorreaba con Laurencin… Un perfume de jazmín inundaba la sala… y se detenía en seco al llegar a los dominios del Zotal. “Chanel 5” le llamaban. Coco había empezado su fulgurante (con claroscuros) carrera.


Brancusi apareció acompañado por el pequeño diablo Radiguet: tez blanca, ojos pálidos, bajo, miope, despeinado, hierático; usaba sus gafas rotas como monóculo (¡!)… y cuando liaba uno de sus cigarrillos sembraba de hebras de tabaco todo el establecimiento.  Su novela está en prensa como quien dice, pero su fama, de las manos ubicuas del halitósico Cocteau, recorre toda la rive guache. Brancusi está desubicado y le propone a Bébé ir en busca de cielos más sencillos. Pretendían llegar al sur de Van Gogh… y amanecieron en Bretaña… se equivocó la paloma, por ir al sur fue al norte… Vestían smoking y zapatos de charol. Marsella, Niza, Ajaccio. El 31 de enero estaban de vuelta en París. Del smoking les quedaba la pechera. La ropa interior quedó desgarrada en los acantilados de Bonifacio.

En Barcelona se anunciaban remedios para las almorranas y el conde de Romanones aseguraba que apoyaría al gobierno en la aprobación de los presupuestos.

Duchamp se aburre en París y vuelve a Nueva York… a dar un silencioso jaque mate al Arte. Cuando vuelva, en el 23, se establecerá una temporada en Bruselas para perfeccionar su técnica ajedrecística. En el ínterin ha muerto Proust. La mañana en que Cocteau y Man Ray por fin deciden ir a su casa a hacerle UNA fotografía lo encuentran cadáver. Radiguet, de la mano de Cocteau, asiste a las exequias. El Diablo en el Cuerpo está en la fase de correcciones. Su publicación coincidirá con el retorno de Marcel a París. La estrella Radiguet pasa a fase de supernova. Hubiera dado risa, si no fuera por lo que fue, con su güisqui, sus rayitas de coca o sus ensoñaciones opiáceas. Le Boeuf era su casa. Por lo demás, por allí pasaron todos: desde Gide con su inseparable verruga en el entrecejo y su capa desfasada,  hasta Cocó Chanel, pasando por el joven Simenon. Gide, en un arranque de amor propio, se quemó la tuberosidad cuando ya daba igual y Coco acabó, es un decir, con su capa periclitada y con todo rastro de las prendas Poiret. 

VII
Entre los más jovencitos y siniestros clientes del local: las hermanas Bronia y Tylia Perlmutter, polacas, rusas o, incluso, rumanas y los hermanos Jean  y Jeanne Bourgoint, “enfants terribles” antes de que Jeanne se suicidara y el segundo se hiciera trapense, como paso previo a una leprosería del Camerún. 




Bronia, tan ambigua y turbia como Radiguet, hace su aparición por le Boeuf a finales del 22. Ha llegado a París, desde los Paises Bajos, de la mano de Mondrian, y de su mano, supongo, se convirtió en modelo de Kisling, entre otros. Entró decidida y ataviada con un modelo de Poiret. Raymon la miró a los ojos e hizo sonar, con la izquierda, el hielo de su vaso de tubo, mientras que con la derecha se colocaba las gafas rotas como monóculo. Bronia miró a los ojos a Radiguet y se pasó la lengua por su labio superior. Las miradas quedaron entrelazadas como los reptiles herméticos de Tiresias. Era el primer amor, para ella y el último, para él. Se refugiaron en el Hôtel Foyot de rue Tournon, donde se establecería Roth antes su obligado traslado al Hôtel de La Poste, en cuyos bajos aún se conserva (¡y por muchos años!) el Café Tournon, última escala de Joseph en su decidida carrera hacia el infierno. En las jornadas de junio del 48 Baudelaire vivía en el 7 y Bakunin en el 10.




Iban dispuestos a contraer matrimonio. Cocteau se retorcía las inacabables manos de pura (es un decir, pues nada puro hubo en él) envidia y los perseguía como el tábano a la inocente Io. La muerte de Radiguet evitó la tragedia. Desde entonces, las malas lenguas, llamaron a le Boeuf sur le toit… “le veuf (viuda) sur le toit”.

IX
Bronia siguió viviendo (por suerte Coco había inventado un sencillo y elegante vestidito negro): Picabia, Duchamp, Man Ray, Cocteau… Hasta que llegó René Claire. “Relâche”, “Entr’acte”… y una serie de sainetes entre los cuales uno en los que aparecen Duchamp y la Bronia personificando a Adan y Eva según la versión de Cranach. 


René, en bambalinas, iluminaba el escenario desde arriba. Y fue entonces cuando quedó prendado de la primera pecadora, gracias a la cual, todo se nos ha hecho más soportable. Se casaron y tal… Y para poner punto y final a aquel amor desgraciado y a la época dorada de Le Boeuf (veuve) sur le toit  realizó Sous les toits de Paris, primer film sonoro del cine francés. 



X
Ya ni me acuerdo desde dónde estoy escribiendo lo que escribo. ¿Sigo en La cabra sobre el tejado? ¿Sigo en Madrid? Esté donde esté, me levanto, dejo el dinero sobre la mesa, llamo a mis Custodios volamos hacia la Valdecruces de Concha Espina o Castrillo de los Polvazares para el resto.

–¿Qué se te habrá perdido por esos polvazares?

–Volad, volad, malditas… 

–Kino, Kino… ¡quién te ha visto y quién te ve!

–¡¡Vosotras!!



En un pis-pas estamos en El Almacén del arriero, dispuestos (yo) a zamparme un femenil cocido maragato y mis Custodios a divertirse en los humedales del Jerga. Y es que los castrilludos siempre han tenido fama de arrieros: introducían en las tierras de interior los salazones y pescados que adquirían en la costa. Eran los arrieros maragatos (¿valga la redundancia?), de donde Maragatería: “Seca, pobre y fría. Comercia con animales. Centro comarcal Astorga…” Así me lo enseñaron.

Durante los ochenta, Bronia, veuve, pasa los veranos en Castrillo de los Polvazares. Que ¿cómo descubrió ese pueblo?... Pues… Infórmense Uds. Infórmense…


Los castrilludos la recuerdan vestida de blanco. El elegante vestidito negro ideado por Coco Chanel se le había quedado pequeño. 


¿Ven Udes.? Las historias se cierran en donde menos se lo imagina uno: En las estepas maragatas. 

Por la pintoresca Calle Mayor de Castrillo se pasea un buey. Los tejados de pizarra contemplan su deambular. 

Sigan informándose:











jueves, 7 de noviembre de 2013

Propuesta para hoy, día 7-8 de noviembre. SEGUNDA SERIE. Cristallnacht. Le boeuf sur le toit. Laura y Bataille. El Ojo Cacodilato de Picabia.




I
Gare de Lyon. Acabo de bajar del tren que me ha traído desde Sucy, lindante con Ormesson, adonde había acudido por un asunto relacionado con Radiguet y su Diablo en el cuerpo

Lean la siguiente propuesta y se pondrán en situación:

http://kinomoriarti.blogspot.com/2013/04/propuesta-para-hoy-17-de-abril-segunda.html

Espoleado por la locura de las efemérides… en una horita larga me planto en la rue Colisée esquina con Franklin. Se encontrarán Udes. con un deslucido edificio emparentado con el art déco. Su altura y su apariencia desentonan de forma evidente con el resto. Tres arcos de medio punto. No hay pérdida. La oferta, que parece eterna, “Ostras a voluntad por 29 euros”, disolverá cualquier duda. Denle un margen de confianza y créanse que las ostras las renuevan. Atrévanse a entrar. Se encontrarán rodeados de ingenieros de Oklahoma, turistas con tupé a lo Trump, jefes de empresas de seguridad y artistas, decenas de artistas… No se arredren. Su entrada causará una impresión tan inmortal como inmortales parecen las ostras que se ofrecen de manera tan grosera. Sic transit gloria mundi… y se entroniza la vulgaridad. Díganle a cualquier camarero que se digne a echaros una mirada, que van de mi parte… si quieren ver la expresión exacta del estupor y la rechifla.

https://kinomoriarti.blogspot.com/2013/01/propuesta-para-hoy-10-de-enero-le-boeuf.html


 

–Bonjour!

–…our!– contesta el acristalado eco.

Quiero comer–llevándome repetidamente la mano derecha (con los dedos lánguidamente unidos formando una especie de breva) a la boca –Vengo sólo. Los camareros en vuelo rasante, como los vencejos, me esquivan en el último momento. Por suerte no luzco ni chubasquero, ni bufanda blaugrana de siete leguas. Visto con la misma displicencia que todos estos clientes. Muestro la misma soltura mundana que todos estos comensales. Sin embargo, algo verán en mí que hace que los camareros me esquiven cuando parecen que se dirigen directamente a mi solicitud. ¡Ah!, ¿sí?... ¡Pues ahora veréis! Cruzo la sala decidido y tomo asiento a una de las dos mesitas colocadas bajo la reproducción del  Ojo” de Picabia. Llega el camarero acompañado del maître.



–¿Tiene mesa reservada?

–¿Tiene Udes. regularizadas sus cuentas con hacienda?

–Bueno… pues tenemos todo lo que se anuncia en la carta. Me atrevo a recomendarle, sin embargo, el menú del día que no está nada mal para ser martes: Parmentier de canard confit avec la salade de jeunes pousses.

–Mire, oficial, mi respeto por el ilustre Parmentier es máximo, tanto como mi desprecio por el uso de su nombre para disimular un humilde y honrado puré de patatas. 

Leo atentamente el menú en los cuatro idiomas y finalmente me decido por:

–Escargots de Bourgogne marinés au Chablis… ¡Y que sean grandes! Y de beber, aparte de lo que les haya quedado de la maceración… ¡descórchenme un Grand Cru de la misma zona... de las laderas que miran al sur!

El maître insta al camarero a seguir mis instrucciones y se retiran a paso de marcha. El “Ojo” sonríe. 

–Oh! ¡Mon dieu!... ¡Nos ha caído el loco de los caracoles!– el camarero.

–O el inspector de hacienda– el maître.

–O el de las estrellas Michelin–ambos.

La noche del 9 al 10 de noviembre del año 1938, ¿para conmemorar el vigésimo aniversario de la Revolución Alemana?, un estruendo de cristales rotos sacudió los territorios de habla alemana… y su eco se oyó en toda Europa. Fue la Cristallnacht, anticipo de la fétida StilleNacht. Evitaron cuidadosamente el cristal de Bohemia que, no obstante, palideció. La causa antijudía viene de lejos pero su solución se pretendía cercana. En un palacete sobre el Wannsee se había diseñado el plan, que fue impletándose con un ritmo adecuado: Las leyes antijudías (+boicot) de 1933; las Leyes de Nuremberg del 35; la vuelta de tuerca del 37… hasta llegar a la confiscación de pasaportes del 38, poco antes de que Alemania exigiera la renovación de los permisos de residencia a los extranjeros (y judíos de origen extranjero). En la práctica esa medida significaba la expulsión de esa comunidad judía. Polonia se negó a aceptar a sus judíos. Alemania se anexiona Austria y, en octubre, los Sudetes. Al mismo tiempo se llevó a la práctica la expulsión, con lo puesto, de los judíos. Los judíos polacos se acumularon en la frontera germano-polaca. 4.000 pudieron entrar, pero los otros 13.000 se quedaron a las puertas (de Polonía y del invierno), con lo puesto, como he dicho. Finalmente se optó por lo que, desde el principio, parecía la solución más fácil y deseada: Campos de concentración, que les llamaban. 


Entre los estancados y finalmente deportados, se encontraba la familia Grynzpan, de nacionalidad polaca y vecinos de Hannover. Faltaba el hijo pequeño que, tras recalar en Bélgica, se había establecido en París donde un tío suyo. Sobrepasaba por poco el metro y medio, así que pudo pasar desapercibido… hasta que, harto de anonimato y de desprecio, saltó a las primeras planas de los periódicos de todo el mundo. Tenía 17 años, los mismos que el joven Radiguet cuando vivió la historia que reescribió en el Diablo…Los mismos que Stendhal cruzando el san Bernardo… los mismos que Rimbaud al recitar le Bateau îvre en la comida de Les Vilains Bonshommes el 30 septiembre 1871…

1938. Un caballero teutón, secretario del secretario del secretario de la embajada alemana,  ha salido a echar la caña. Está de suerte. Atrapa una pieza envi-diable: 17 años, bajo de estatura, con toda la malicia reflejada en su rostro evidente de judío. Lo invita a cenar en Le bouef sur le toit. Toman asiento bajo el “Ojo” de Picabia. Bataille hacía diez años que había escrito su oscura Historia del ojo y en esos diez años había habido tiempo para que el de Picabia tomara nuevas denotaciones (¿detonaciones?). Pidieron un plato de caracoles y una botella de vino espumoso de Champagne. Sorbieron los moluscos mirándose a los ojos. El ojo del culo del teutón, apellidado Rath, se hacía agua. El del judío se cerraba como lazo de horca. Llegaron a un acuerdo: te encumbro (perdón… ¡te enculo!) y salvo a tu familia de una muerte segura. El joven cedió. Pasaron los días con sus respectivas cenas, pero la cosa de fondo no avanzaba ni un ápice. Finalmente se estancó: Yo no soy nadie; mi influencia no traspasa las paredes de Le bouef sur le toit. 



Bien. Al día siguiente, el joven, compra una pistola, él quería una Facheux de 7 mm con tambor de seis balas, pues, aunque judío, quería emular la gesta de la novia necia. Se conformó con una antigua Browning del año 1922, cuyo inventor se llamaba Moses… ¡Como el propietario-fundador de “Le boeuf…”!

Louis Moyses había trasladado (diciembre del 21) su Gaya (a partir de ahora Le Boeuf sur le toit) de la calle Duphot a rue Boyssi-d’Anglas. Siete años dando tumbos por la misma calle, hasta que en 1928 colgó el Ojo en el nº 26 de Penthièvre. Fue la época dorada de Le Boeuf. En  1936 Le boeuf sur le toit se ubicó en el 39 de la avenida Pedro I de Serbia, justo en el espacio que ahora ocupa ese edificio desnudo, más propio de la periferia de Atenas, o de la plaza de Castilla de Barcelona, que de esta zona de París, en la que el precio medio de la vivienda asciende a 16.000 euros el metro cuadrado. Es decir que si Ud. se conformara con unos estupendos 15 metros ¡diáfanos! Tendría que abonar la friolera de 240.000 euros más los gastos del correntaje. Si no les alcanza, sepan Udes. que se alquila por plantas. Allí negociaban el secretario del secretario del secretario y el judío polaco. 
En plena guerra mundial (1941) el establecimiento se afincó en el 34 de rue Colisée, desde donde escribo lo que escribo y estoy siendo tratado de forma tan contradictoria.

El 7 de noviembre del año 1938 se presentó en la embajada alemana. Preguntó por el secretario del secretario del secretario de la embajada. Entró. Le disparó y fue detenido. Y el muerto convertido en héroe. Fácil todo.
Cuando la noticia llegó a Alemania, lo hizo convertida en una muestra del odio ancestral del judío contra la kultura y sus representantes en la tierra. Nadie miró el historial clínico del tercer secretario: varias blenorragias anales confirmaban su afición. Y las masas espontáneamente azuzadas se lanzaron contra los judíos y sus cosas. Hacer un recuento es inútil: Fue la noche de los cristales rotos. Los caminos de dios (?) son impredecibles. Dios (?) escribe como le da la gana en renglones que pretende rectos (o algo parecido). 


Los judíos que esperaban en la frontera, fueron encerrados en campos de concentración a la espera del exterminio… que fue puntual.
II
Mientras agonizaba el teutón… a 20 kilómetros al oeste de París, en una habitación oscura de Saint-Germaine-en-Laye, se desarrolla una escena buñuelesca, pero de una tristeza infinita. En la cama matrimonial una joven acaba de morir. Su hermosura está intacta, si no aumentada, por el último esfuerzo. La tuberculosis, que le viene de antiguo, ha irrumpido con fuerza definitiva. Tenía 35 años de vida y unos segundos de muerte. Hacía 4 que compartía vida con Bataille, si puede llamarse vida a ese continua flirteo con la muerte y a ese encadenamiento de clínicas mentales, sanatorios y humillaciones. A la derecha de la cama matrimonial, ahora lecho mortuorio, su madre y su hermana han esperado en vano que la joven se despidiera del mundo con la señal de la cruz. A la izquierda Bataille y algunos amigos, también desolados, pero dueños de la última victoria moral. Irreconciliables. El silencio va y viene por encima de la muerta. Bataille se apresura a cerrarle ¡los ojos!... donde aún se reflejan los excesos de Madame Edwarda… y el azul del cielo(¡No! ¡Debes mirar!... ¡Mira!). Le cerró los ojos. El placer doloroso de Edwarda me produjo un agotador sentimiento de milagro.

“¿Qué me importa dónde estoy
si sé dónde voy?
¿Puedo saber dónde voy
sin conocer dónde estoy?”– se había dicho la joven.




El día 8 agoniza despacio el secretario del secretario del secretario y el cuerpo de Laura va a ser depositado en el féretro. La composición es la misma que la de la víspera; sólo cambia el color: los hombres con traje claro y corbatas rosa y las mujeres de negro estricto. La madre intenta, por medio de un intermediario, la presencia de un cura. Bataille, no sólo se niega, sino que amenaza con matar al primer eclesiástico que cruce el umbral. La madre no cede: como no están casados, nada me impide hacer lo que tengo pensado, razona. Bataille muestra su concluyente Browning. Pasan las horas. Entran los operarios de pompas fúnebres. Elevan el cuerpo de la joven y lo meten en el ataúd. El silencio, espeso, sólo es roto por los antagónicos sollozos. Bataille se separa del grupo, se acerca a la caja y, en un gesto propio de prerrafaelistas, deposita un texto de El Matrimonio del Cielo y del Infierno de Blake que ella había pedido leer un poco antes de morir. Leiris arroja dos dados como emblema del azar que nos constriñe. La emoción alcanza el clímax. El intermediario va y viene. Y en uno de esos sus vaivenes: 

La madre de Laura querría besaros”. Y así fue. 

« Je t’ai tout livré de moi—même. Pour moi qui suis au delà des mots, j’ai trop vu, trop su, trop connu, pour que l’apparence prenne forme. Tu peux faire tout ce que tu veux, je n’aurai pas mal ».

“He odiado nuestra vida, a menudo he querido salvarme, partir sola a la montaña (era salvar mi vida), ahora lo sé”. 

Es algo que siempre hemos sospechado. A mí me falta la glándula sadista. No sé nada del éxtasis de la carne torturada. Soy más bien simple, plano…poco interesante.
Y Bataille recuerda: « Jamais personne ne me parut comme elle intraitable et pure, ni plus décidément souveraine ! »

Inevitable pensar en Souverine. Pero sigan leyendo, sigan.

Mientras esto ocurre, en la corte del zar rojo Beria sustituye a Yezhov… y se sigue para bingo. Los Procesos de Moscú (1936-38)… muerte de Gorki. Breton y Jacqueline han vuelto de su viaje a México y pasean por las terrazas de Montparnasse a su resentida hija Aube que durante la ausencia de sus padres ha sido depositada en casa de los Masson, de naturaleza anfitriónica y que ha vuelto a introducirse en el destartalado círculo surrealista. Artaud, sumido en una vorágine vaticinadora, recorre clínicas mentales. Los nacionales anuncian la toma del vértice Picosa, su llegada al Ebro y la ocupación de Mora. El parte republicano, escueto, habla de resistencia heroica. En Barcelona, diez días antes, ha tenido lugar el gran desfile de despedida de las Brigadas Internacionales.

III
–Vamos… ¡a hacer flashback!

1923…

« Voici ses dernières paroles :
Ecoutez, me dit-il le 9 décembre, écoutez une chose terrible. Dans trois jours je vais être fusillé par les soldats de Dieu ». Comme j’étouffais de larmes, que j’inventais des renseignements contradictoires : « Vos renseignements, continua-t-il, sont moins bons que les miens. L’ordre est donné. J’ai entendu l’ordre. »
Plus tard, il dit encore : Il y a une couleur qui se promène et des gens cachés dans cette couleur.
Je lui demandai s’il fallait les chasser. Il répondit : « Vous ne pouvez pas les chasser, puisque vous ne voyez pas la couleur ».
Ensuite , il sombra.
Il remuait la bouche, il nous nommait, il posait ses regards avec surprise sur sa mère, sur son père, sur ses mains.
Raymond Radiguet commence. »
(Cocteau)



Bataille se debate entre la cruz y el burdel. Gana el burdel. Nietzsche le ayuda en aquella encrucijada oscura. Ya es un hombre talludito: 27 años… ¡la edad demoníaca! Ingresa en la periferia del surrealismo, recién manifestado.
Conoce (1927), y matrimonia, a Sylvia Maklès (si quieren contemplarla vean Une partie de campagne, de Renoir) judía y ¡rumana!, la amiga de Prévert y oscuro objeto de deseo del gran Théodore Fraenkel. Leiris oficiará de testigo. Rosa, hermana de Sylvia, se casará con Masson. Y Sylvia Bataille, años más tarde, se convertirá en la segunda esposa de Lacan, a quien se le acumula el trabajo.


Un totum revolutum que simplificaba el trabajo y destrozaba los eslabones más débiles.

1928
–¡Niño, descuelga el Ojo que nos vamos!

Esta escena tan rutinaria pone fin a la época heroica del Le Boeuf. El Crac, el fascismo y la táctica criminal del Komintern (Tercer Periodo) acabarán con todo. Como era pieza delicada lo transportaron cual epitafio griego. Allí, en Penthièvre, estuvo hasta 1936, mirando y viéndolo todo. Bataille es un hombre de 31 años y, como Lord Auch (su primera novela la firmó como W.C.), se ocupa en la terrible fantasía de joven ex católico (pues sería inconcebible entre seres humanos desvencijados y perfectamente ateos) de George, Simona, Marcela, Sir Edmond, don Aminado… ¡y el torero! Y no digo más… Lean Uds., si quieren, lo que tengo dicho en una de las propuestas (inédita) para el día 7 de mayo, día de primeras comuniones.

Después vendrá la seminal Documents. Bataille, dice, ha revelado el carácter idealista del surrealismo y le opone el bajo materialismo. Aragón conoce a Elsa en la Coupule. Gala Eluard y Dalí se disponen a componer una de las parejas más odiosas de la historia del arte. Breton, puesta en claro su relación con Nadja, conoce a Suzanne. Simonne (¡!) no quiere dejar rue Fontaine. El vate, ahora cadavre desorientado, redacta el Segundo Manifiesto. Buñuel rasga el ojo de una vaca. René Clair pone el sonido y rubrica el fin con “Sous les toits de Paris”


Siguió Critique Social (31-34) y la efímera Contre-Attaque (35). Acéphale está en fase de proyecto. Breton y Bataille, los dos polos de la revuelta, se admiran enemistosamente. Ambos quieren poner sus fuerzas al servicio de la revolución. Ambos desde la izquierda anti estalinista, si no trotskista. Revistas pasajeras y crepitantes como hojas de otoño.

Colette Peignot (Laura), fracasado su matrimonio, se ha instalado en Berlín (1929) como mascota de un médico de cuyo nombre no quiero acordarme… amigo de Brecht y demás. La mañana que el galeno sádico le ofreció un bocadillo untado con su propia mierda, diciendo que era de nocilla, la chica dijo basta. Se quitó el collar de perro, se vistió de mujer y se largó a la URSS. Pilniak… Serge y, por su mediación, Souvarine, cuya hermana casó con Maurín que, cuando agonizaba Laura, estaba en las cárceles franquistas. París. Colette no cabe en el marco del matrimonio. Y fuera, se destruye. Bataille le echó el primer vistazo en 1931, de la mano de Souvarine. Y aceleró el proceso. Desde entonces fue LAURA, donde resuena el lirismo de Petrarca y el espíritu del divino marqués.


1934… 1938

Breton, más ligero desde que ha conocido a Jacqueline (mayo del 34) y tras la noche del girasol, teoriza el amour fou. Lean y comparen L’amour fou y Madame Eduarde, si quieren entender las discrepancias entre Bataille y Breton. Picasso no quiere quedarse atrás, arregla los papeles de divorcio con Olga y se oficializa con Marie-Thérèse; hecho lo cual, vagabundea por Les Deux Magot, pues intuye que le tocará en suerte alguna chica balthusiana.




Masson, cuñado de Bataille, se exilia en Tossa de mar (1934), entonces Babel de les Arts (Rafael Benet). Y allí lo visitará Bataille. Por allá pulularon, además, Chagall, Picabia, Meizinger, George Kars, Fred Uhlmann, Oskar Zügel, P.L. Landsberg… Dora Maar. Lo del “tío Alberto” (Serrat) y Ava Gardner es posterior.

Dora Maar viaja a Barcelona y se aloja en el Hotel Oriente. Probablemente en verano del 34. Mantenía relaciones con Georges Bataille al menos desde finales del año anterior, relaciones que, en aquellos días, el filósofo trenzaba con las que tenía con Sylvia, (su santa) y las incipientes con Colette Peignot (Laura). Sus (de Dora) fotografías de Barcelona demuestran que no era una mindundi y que, con o sin Picasso, era ¡Dora Maar!, la mujer a la que hicieron llorar. De Barcelona se dirigió a Tossa. Aquel verano Bataille viajó a Roma y fue, a su vuelta, cuando empezó su relación con la exacerbada Laura, aburrida de los comedimientos de Souvarine. De tal manera que Laura llegó a convertirse en el apoyo de los tres pilares de Critique Social. Bernier, Souvarine y Bataille. 

Rollo endogámico y tal… que se cobró sus víctimas, femeninas en mayor número.

El filósofo, pues, lanzaba, a tres frentes, arrebatadas declaraciones de amor incondicional y de entrega total. Dora pasó de él y se unió a Louis Chavance (montador de L’Atlante de Jean Vigo): "Quería escribirte para que vinieras. Estoy seguro de que serías feliz aquí. Te escribo desde la habitación más locamente hermosa que tú hayas habitado jamás, que yo haya habitado jamás... (...). Quisiera que tuvieras confianza en lo que nos une, una confianza de niño, como la mía"– suplicaba Bataille.

–(¿…?)–Contestó ella.

–"Sabías que tu carta me iba a hacer daño (...), creo que te equivocas si te alejas de mí (...), te pertenezco enteramente".– Sentenció el multidisciplinar.

Sin embargo, Dora siguió siendo el enlace entre Bataille y Breton.

En Moscú se celebra el Primer Congreso de escritores antifascistas. Cuando se celebre el segundo ya no quedará nadie para contarlo. El Congreso de París (junio 1935) toma el relevo. Breton le pega una bofetada a Erehnburg. Crevel, fracasado su intento de mediación en Les Croserie des Lilas, abre la espita del gas. Bataille y su cuñado recorren los lupanares de Barcelona (mayo). Sólo les faltó la  incomparable Criolla de la calle del Cid, que, al decir de Sebastià Gasch, estaba de obras, en vías de convertirse en una estandarizada vulgaridad. 


 Genet les podría haber hecho un resumen. Una bomba italiana acabó de forma gloriosa con lo que, desde el asesinato de Pepe el de la Criolla, estaba llamado a la decadencia más humillante. Ocurrió un mes antes del entierro de la definitivamente pacificada Laura.

Bueno, a lo que iba, hartos del fornicio, Masson y Bataille se dirigen a la montaña mágica-mística de Montserrat. Iglesia y lupanar. Lujuria y misticismo. Placer y sacrificio. Aquella noche de Montserrat inspiraría Aube de Monteserrat delicado cuadrito de Masson y algunas reflexiones del filósofo multidisciplinar. El proyecto de A-cephale va tomando cuerpo.


Se ve que a Bataille le hizo gracia la experiencia y la repitió (1937) con Laura, eligiendo como telón de fondo el aún más espectacular Etna: La noche del Etna… Otra noche que añadir a la ya larga lista de noches con pedrigrí.

En Tossa acabaría, aquel florido mayo del 35, El azul del cielo.

–¡Niño! ¡Descuelga el cuadro que nos vamos! (1936)

La comitiva salió de Penthièvre en dirección a Pedro I de Serbia. Pasó por rue Colisée y el encargado se apuntó el número de un bajo que vendría al pelo para el nuevo (y previsible) traslado. Clavaron unos tacos en la pared del nuevo local y colgaron el Ojo Catodilato, en torno al cual se organizaría el espacio.

En primavera ocurre, por medio de Eluard, la escenita de Dora y Picasso en Les deux Magots. La cosa se consumaría en Mougins, arriba de Cannes. Gorki muere y a Zinóviev y Kámenev le dan tanda. En España, la rebelión fascista tomaba forma de guerra civil-revolucionaria. El frente popular francés de derrumba. Maria Teresa y Rafael son recibidos como héroes en la corte del zar rojo. Bataille tiene en la cabeza la creación de una nueva revista. Será la definitiva, piensa: A-cephale (Sin-cabeza-falo…). Para eso ha acudido a Tossa. Quiere que Masson la ilustre. Miren Uds., Bataille estaba fascinado por el sacrificio, la crueldad, el éxtasis… y sus propiedades terapéuticas. Había que pasar a la acción. Ya estaba bien de palabras. A ver ¿dónde tenemos a alguien que quiera ser sacrificado en el altar del arte y la lujuria? Nada, hombre, será un momentito: un tajo limpio y pasará, el tal, a la historia… ¡y vosotros a la cárcel!, añado yo. 


Sería la revista definitiva. Un olor a cagalera se extendió por toda la costa brava y la pestilencia llegó a París. Tuvo que ser la desquiciada Laura la que se ofreciera al martirio. Haced de mí lo que queráis…total… ya estoy muerta, se dijo. Nadie, ¡pero nadie!, se atrevió a cortarle el cuello. Bataille le había ofrecido el honor a Roger Caillois, que, como era de esperar, calló. 
Para Bataille la cosa tenía su simbología: la muerte de las jerarquías asociados a la cabeza como redutio ad unum, como transcendencia y persistencia frente a la ruina o al tiempo (como diría Casals).

Y, en efecto, aquel 8 de noviembre del año 1938, el cuerpo de Colette-Laura es depositado en el féretro. En Alemania se brinda con cristalería de Bohemia.












RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...