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domingo, 11 de agosto de 2013

Propuesta para hoy, día 11 de agosto. Sánchez Mejías, a la memoria de un ángel. Varios. 1956.


A Juvenal Urbino le hubiera parecido perfecta la hora: ¡las cinco en punto de la tarde!

Sábado 11 de agosto del año 1934. El día amaneció presagioso y elegíaco. Eran las cinco de la mañana y, ya, las más preclaras mentes poéticas de la época se vieron acometidas por inexplicables punzadas líricas: Lorca (“Llanto”), Alberti (“Verte y no verte”), Hernández  (“Citación fatal”) y hasta el mismo Guillén, que el día anterior había presenciado la actuación de Sánchez Mejías en el coso de Huesca, sintió escalofríos que no logró concretar. 

Incluso Alban Berg se apresuró a poner punto final al concierto de violín que traía entre manos: “A la memoria de un ángel”, sin saber muy bien a quién se lo estaba dedicando si a la deliciosa difunta Manon Gropius, al 12º presidente del Betis o al ex presidente de la Cruz Roja.


Alberti, en su línea, ya había dado la nota saliendo en paseíllo en la cuadrilla del diestro. Y, adelantándose a los acontecimientos, había dicho lo que tenía que decir sobre los ángeles (1929).

Pues eso, que Domingo Ortega que había toreado en La Coruña, tuvo un grave accidente automovilístico y no podía de ninguna de las maneras presentarse en Manzanares. El polifacético Mejías, bachiller tardío, héroe de los del 27, espontáneo aficionado y, ya en edad provecta, reenganchado a la tauromaquia a la vez que Belmonte…, acudió desde Madrid; solo. Era viernes y se hospedó en la habitación número 13 del hotel del pueblo. Acudió al sorteo y él mismo (“voy por primera vez en mi vida de torero a probar fortuna”) sacó la bola; le salió el 16: “Granaino”. No estaba Blanquet, así que no pudo echarse la última carcajada de su vida… y el olor a chamusquina no fue interpretado y se desvaneció euridicianamente. Era el tal Granaino negro bragao y bizco del pitón derecho; astifino y bodanudo.

Por la tarde, cuando iniciaba Ignacio su faena de muleta cómodamente sentado en el estribo, a lo Granero, Granaino (que, como he dicho, era negro bragao y bizco del pitón derecho; astifino y bodanudo), le clavó el cuerno en el muslo derecho y de la brecha brotó, como del mismísimo muslo de Zeus, un borbotón negro-rojizo que parecía tinto de crianza. Así nació el mito. En ese preciso momento se acordó de cómo finiquitó a Bailaor, causa eficiente de la muerte de su cuñado Joselito, allá en Calavera de la Reina…

El día 13 murió, en Madrid adonde quiso acudir desoyendo los consejos de la enfermería de Manzanares. El 15 lo enterraron en Sevilla, junto a su cuñado, bajo el mausoleo de Benlliure. Su último pensamiento fue para Blanquet* y el difícil trago del Valdepeñas.

La Argentinita volaba triunfante y desconsolada.

 

Para celebrar aquella improvisada y corta faena, Pollok, tal día como hoy del año 1956, tras tirar de estoque a troche y moche y dejar un reguero de sangres multicolor, cogió su Oldsmobile convertible de 1954  y se estrelló frenético contra un árbol, en una carretera secundaria del condado de Nueva York.

     

En fin, fue el fin de una época*: Brecht, Nolde, Bela Lugosi, Rodchenko, revolución húngara… ¡y el comienzo de una nueva! El festival de Eurovisión puso punto final a siglos y siglos de historia. Sin embargo, por una inesperada fisura se coló la Rev. Cubana y otros acontecimientos parecidos, que el tiempo (y algo más) han convertido en incomprensibles.

“Just what is it that make today’s home so diferent, so appearling”

 


 Seguimos esperando la respuesta.

                         

 

 

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...