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domingo, 5 de enero de 2014

Propuesta para hoy, día 5 de enero. Belmonte y Joselito o Joselito y Belmonte… tanto monta, monta tanto.




1
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
(...)
Miguel Hernández

2


En la fatídica, para mí, calle Xuclà casi me doy de bruces (Infórmense Udes. sobre la curiosa etimología de la expresión) con el no menos funesto Los Toreros (que yo creía muertos). Desde aquel día en que pensé que el Ángel Exterminador hacía de las suyas y luego resultó ser la inmundicia del suelo la que me impedía salir de aquel recinto, no he vuelto a poner los pies. Y ahora lo hago por exigencias de la profesión efemerística.
Entro.


Y constato con satisfacción que le han hecho un lavado de cara al local. Los toretes, sin embargo, siguen igual: El polvo y las polillas los están reduciendo a una nada humillante. Su aburrimiento alcanza cotas metafísicas… ¿¡y su melancolía?!

–¡¡Feliz año!! Silencio atronador como respuesta. Doy un paso indeciso, acumulo fuerzas para dar el segundo y al tercero estoy apoyado en la barra. ¡Vaya! me digo, ¡A ver lo que dura.  De las estancias interiores sale alguien sudoroso y vestido de negro portando un capazo de verduras y frutas de temporada que deposita sobre la barra, justo delante de donde yo me encuentro. Las dispone como una naturaleza muerta en la destaca un pimiento rojo como un pi(men)tonazo en el costado sobre la lividez de un manojo de nabos y chirivías…


–¡¡Feliz año!!

–¿Qué quiere Ud, ahora? ¿No ve que estamos preparando la cosa para el menú del mediodía?

–Pues, no sé, venía a tomarme algo en un sitio amable y tradicional– y para quitar hierro– Coloca Ud. las verduras de una manera bastante trágica… Parece que he dado en el clavo: deja lo que está haciendo, abre los ojos y se asombra (o a la inversa).

–Ah! ¿Se ha dado cuenta?... Tantos años pensando que mi vena tenebrista pasaría desapercibida y mire Ud. por dónde, la mañana del 5 de enero del año 2019 un cliente que yo pensaba echado a perder, va (viene) y descubre mi arte. Pues, sí, querido visitante, siento debilidad por el claroscuro un tanto ácido de Zurbarán. Y esa afición me ha llevado a la profesión de bodeguero. Es el amor al arte del bodegón lo que me retiene en este interior tragicómico, a más de cutre. Y también, en menor medida, mi superada afición criminal al crimen de la tauromaquia. Pero, pase, pase… y siéntese.


Y me señala una mesita justo debajo del torete que se disputan Joselito y Belmonte. Trae una botella de machaquito y dos copas. Así que: Machaquito sobre la mesa y Joselito y Belmonte en la pared. Las llena, se pimpla una y sigue a lo suyo atento a mis pensamientos. Me pimplo la otra.

–Sí, en efecto. Bombita le dio la alternativa. Y Machaquito se la dio a Belmonte–señalando el retrato. Y a este otro, Gallito III, que ha pasado a la historia como Joselito– señalando el otro retrato– se la dio su hermano El Gallo, conocido también como el “divino calvo”, hijo y nieto de toreros. En esta piel de toro estamos sobrados de Gallitos.

–Sí, en efecto – contesto.

–Y lo de Machaquito le venía por la contundencia con la despachaba a los morlacos. Algo tremendo, oiga. El tercer califa del toreo mataba a volapié, espectacular pero menos arriesgado que matar recibiendo.

–Sí, en efecto. Y me aventuro… Ocupó, junto a Bombita, el vacío que quedó tras la muerte de Guerrita y la eclosión de Belmonte y Joselito.

–Sí, en efecto. ¿Y sabe Ud. cuál fue su mejor faena? 

–Bueno, sí… me lo contaron ayer en Bilbao. Pero… ¡siga, siga, buen hombre!

–Bueno, entonces, me referiré al día en que se cortó la coleta. Toreaba con el Pasmo de Triana, oséase, Belmonte– señalando el retrato– y con el “divino calvo”, o sea, Gallito I, hermano de Gallito II y de Joselito (también conocido como Gallito III) ese del retrato. Los tres, hijos de El Gallo, suegro que fuera de una hermana de Sánchez Mejía, compañero de la Argentinita, al casarse aquella con Joselito. Bueno, aquello fue un desastre. Salieron 11 toros. Su fama de contundente espada quedó por los suelos. Se trataba, además, de la alternativa de ese– señalando el retrato de Belmonte– que ya gozaba de merecida fama como banderillero. Era octubre de 1913.

… Y Maiakovski daba fin a su primera gran obra, la tragedia: Vladimir Maiakovski. Pasternac calificó el resultado como “genialmente sencillo”. Ajmátova en Maiakovski 1913: “Y un nombre, hasta ahora jamás oído, cual relámpago cruzaba la asfixiante sala”. Incluso Tsvetáieva se dejó llevar por el don profético: “Quizás al recordar a Maiakovski, nosotros y nuestros nietos tengamos que mirar hacia delante, en lugar de mirar atrás.”

Silencio…
que aprovecho para echarme al coleto una segunda copita… y para regurgitar el tremendo volapié de Machaquito. 

–Yo he venido aquí, querido bodeguero, impulsado, como he dicho, por mi amor a las efemérides… no por mi amor al toreo.

–Yo tampoco lo amo.  Pero ¿qué quiere? Sin quererlo uno oye cosas, cosas que se dicen en la tertulia; porque sabrá que esta es la sede de la peña Joselito-Belmonte. 

–Por eso estoy aquí.

3

El año 1917, año de la revolución rusa (y de la gran huelga general en nuestros lares) es conocido en la piel de toro como “El año de Belmonte”, pues la única revolución triunfante, en ausencia de la burguesa, fue la que él propició. Y, aunque parezca imposible, tampoco aquí las cosas son para toda la vida. Los beneficios fueron escasos: en vez de la ansiada reforma agraria, se propició una vuelta al latifundismo de postín (valga la redundancia). La Capitana se convirtió en modelo e ideal. Las siete artes se pusieron a su servicio y todo el país giró en torno a esta nueva metafísica del toreo. Y yo, para redondear y, de paso, celebrar el día mundial sin tabaco, me prendo un Montecristo nº 4 que me he agenciado para la ocasión. No, nada, por los estoques que adornan la caja. Espero que esto no sea una prueba de cargo contra mí el día en que necesite atención médica.

La revolución a la que aludo, fue un giro imprevisto, y derivado de la propia naturaleza del sujeto-actor. 

El Lagartijo, Gran Califa del toreo, había dejado estela (y no me refiero al gatillazo que dio en su despedida en el que tuvo que intervenir la Guardia Civil. Nada que ver, por otra parte, con la grandeza acrobática de Lagartija que, acabando el siglo XIX, se clavó el estoque en el pie cuando iba a descabellar y tuvo que retirarse, prematuramente, de los ruedos. Algo parecido le ocurrió al gran Lully durante la interpretación de un Te Deum en agradecimiento por la recuperación del Rey Sol. El bastonazo lo llevó a la tumba. Infórmense Uds. Infórrmense)
Quizás debido a su alias, ofrecía un toreo inquieto, nervioso, ágil, filigranero. Era imposible hacerle una foto y que no saliera movida. Sus rivales, Frascuelo y Guerrita, no se distanciaban mucho de esa concepción. En esencia se trataba de esquivar como buenamente se podía las embestidas del morlaco.

Pasaron los años; entró el siglo XX y aquel trío fue sustituido por Machaquito, Bombita y el gran Fuentes, torero serio y un poquito más tranquilo, cuyo estilo, si podemos utilizar el término, estaba más próximo al que asociamos con Belmonte. 

Desde 1913, alternativa de Belmonte, hasta la muerte de Joselito (1920), no hubo nadie que pudiera hacerles solisombra. Fue la Edad de Oro del toreo. Años en los que se decidió la suerte de la fiesta en su conjunto.




Joselito representaba la tradición elegante y espiral, clásica y pinturera. Toreo de birlibirloque (Bergamín). Belmonte, tartamudo como era, inventó el toreo tartamudo, por así decir: precavido y temerario, entrecortado y lleno de emoción, concentrado y abrupto… (Un toro fue capaz de arrancarle limpiamente un clavel del ojal de su taleguilla. Él tuvo la culpa de su matrimonio) sin la continuidad, como de rúbrica de notario de enjundia, que caracterizaba el toreo de Joselito y Gaona. Era un toreo quieto, recogido, que brotaba de la mismísima personalidad del ejecutante: Así surgió el estilo. Además había renunciado a la coleta.

 Belmonte, cansado de nacimiento, impuso un nuevo tempus: Parar, templar, mandar  y recoger y, si se quiere añadir algo más, cargar la suerte suprema abandonando la hegemonía del volapié que tan famoso hizo a Machaquito. Añadir que introdujo una nueva estética al adelantar la pierna, sacar el pecho y hundir el mentón… tremendo mentón el de Belmonte, Carlos V del toreo.
Un estilo que llevaría a la tumba a Manolete y que el Viti convertiría en virtud… ¡desde su necesidad!


 Por eso, la revista TIME le dedicó, tal día como hoy del año 1925, la primera plana. Ni Alfonso XIII, ni la huelga general del 17, ni la huelga de la Canadiense del 19. No. ¡Juan Belmonte! Después vendrían el monarca, el dictador y otros degenerados (según la graciosa apreciación del diestro). En marzo, Frascuelo haría público su informal decálogo.

4

Belmonte se había retirado de los ruedos: La muerte de Joselito lo había dejado pensativo. La de Sánchez (E)lejías (1934), perdón Mejías, le daría la puntilla.

El año anterior (1924) había vuelto… ¡pero a caballo! Y eso no era lo que los aficionados esperaban, ni querían… Lo querían a pie, sacando todas las consecuencias de su corte epistemológico. Él dudaba. De las Américas llegó la solución. Marchó a Lima, pasando por Nueva York, dejó a su mujer allí, le hicieron la foto y desembarcó en Perú para las fiestas del Centenario de la Independencia. Toreó las siete corridas contratadas y alguna más. En primavera ya estaban en la madre patria. La portada le sorprendió entre la corrida del 4 de enero y la proeza del 11 del mismo mes. 


El año anterior lo había retratado (¡otra vez!) Zuloaga en Zumaya y había quedado más épico. Desconozco si los descendientes de Carlos Bayo conservan el cuadro o lo han subastado ya. Ya lanzado, y en la madre patria, firmó unas corridas para la temporada en curso: La primera, el 31 de mayo, coincidió con el nacimiento de Paco Candel en Casas Altas. Y las últimas, con la muerte y entierro de Esenin… No, nada… por contextualizar.  Hombre, también Belmonte (así lo estableció El Pollo en conversación con Pica Lagartos y Don Latino) era un intelectual. (¿Intelectual? ¿Què ès ezo?– Jesulín preguntó) y lector obcecado. 


Amigo de los del 27 y de algunos de los del 98. Amigo de Hemingway, citado por Joyce (Ulises. Cap.18) y por Woody Allen…

Lean lo que tengo escrito sobre la muerte de Belmonte:
 http://kinomoriarti.blogspot.com/2013/04/propuesta-para-hoy-dia-8-de-abril.html.

 Y sobre la muerte de Granero y la "Historia del ojo" (Bataille"):
https://kinomoriarti.blogspot.com/2013/05/propuesta-para-hoy-dia-7-de-mayo.html


5

Sepan Udes. que la costumbre de cortar la oreja, el rabo e incluso las patas, como señal de reconocimiento a una gran faena… y que añade humillación al asesinato, son vestigios de cuando se entregaba el toro entero al diestro para su alimentación y comercialización. No fue hasta finales de la primera década del siglo XX que se entregó la primera oreja oficial. Lo del rabo y las patas fue posterior. Joselito y Belmonte fueron, pues, los pioneros en recibir esos trofeos.

Veamos un año al azar. He sorteado y me ha salido el año 1889, año de la Exposición Internacional de París y, en consecuencia, año de la construcción de la Tour Eiffel. Año del descubrimiento de la penicilina. Alemania le compra a España, a precio de saldo, Las Carolinas y Las Marianas… Bien.

Ese año el escalafón del toreo estaba encabezado por Guerrita (que en 65 festejos, despachó 209 toros), le seguía Mazzantini (132 toros), Lagartijo (138), Espartero (116)… y seguían otros de menos nombre pero no menos valor y gallardía.  Entre todos dieron muerte a 1.126 toros, sin contar los 8 que fueron lanceados, los 21 fogueados y los doce que, aterrorizados, fueron devueltos a los corrales. Pero antes de morir, tuvieron que sufrir 8.190 varas, 3.875 banderillazos (entre frías y de fuego), 1.987 estocadas, 1.536 pinchazos… Lo que hace un total de 15.588 castigos. Una media de 13’5 pinchazos por cabeza. Todo un martirio a la altura del protomártir.
Añadan Udes. los 1.966 caballos destripados y desangrados sobre la arena del redondel. Lo del peto fue disposición de Primo de Rivera senior, a instancias de asociaciones protectoras de animales. También el respetable protestaba… porque salían con el traje perdido.




Y a esta lista infame han de sumar las reses sacrificadas en las Américas, en Francia y, especialmente, las decenas que sucumbieron en las dos plazas de toros que se construyeron en París con ocasión del magno acontecimiento. Y las muertas para diversión de señoritos y entrenamientos de futuros matarifes.

Multipliquen Udes., multipliquen. En ese año de dios (¿?) podríamos afirmar que unas 4.000 reses fueron muertas ante la insolente e indiscreta mirada de los aficionados. El récord personal absoluto lo tiene Jesulín de Ubrique con 161 festejos (1995), lo que significa un mínimo de 322 toros en su haber… ¡él solo!

Nunca he leído nada tan esclarecedor y contundente sobre el martirio animal como las páginas que dedica Döblin (Berlín Alexanderplatz) a los mataderos de Berlín. Si, tras leerlo, no se hacen vegetarianos es que su glándula de la compasión no les funciona.

A cambio, los del oficio asumieron algunos daños colaterales:

·        Al picador Francisco Caro un torete le rompió el corazón. Se trataba de una tienta para calibrar la bravura de los astados. Al menos uno dio muestras de fiereza y sentido de la reparación. Paco, Pájaro Verde le llamaban, quedó incrustado en el frontal de un burladero.
Muertos fueron también:
·        Antonio Calderón, picador.
·        Manuel Bastón, picador. Antes pasó por el Hospital de dementes de Sevilla.
·        Caliche, novillero.
·        Perita (o Periche), matador.
·        Saladito, matador.
·        José Antonio Suárez, matador.

·   La muerte de Bocanegra merece atención especial por la furia kohlhaasiana que desparramó el toro Hormigón y las condiciones del, por entonces, recién ex diestro. Recibió 11 varas de castigo y mató tres caballos antes de cargarse al intruso, pues eso es lo que era Bocanegra aquella tarde en Baeza. Se había retirado, ya cincuentón, hacía un mes. Medio ciego y gordo de más, acudió a la plaza de Baeza a presenciar una novillada. Todo iba bien, pero cuando salió el cuarto de la tarde un escalofrío recorrió los tendidos. Era Hormigón, cornalón y colorado. Se hizo dueño del redondel. Hizo la matanza mentada. La arena parecía la playa de Normandía.
 
Los novilleros, casi muletillas, saltaron la barrera de forma impecable. Todos menos uno: el predestinado a enfrentarse a aquella furia. El chaval, en la más literal tradición del Califa Lagartijo, se agitaba como rabo de lagartija sin lagartija. El sol caía a plomo. Bocanegra, compasivo, quiso ayudar al chavalillo y haciendo de tripas corazón, bajó esforzado las cuatro gradas que le separaban del pasillo, avanzó con dificultad por aquellas estrecheces y logró salir, como la masa del embutido sale de la máquina trituradora, a la inmensidad sahariana. Hormigón lo miró y lo remiró mientras escarbaba la arena. 


Buena presa, pensó, gordito y cegato. No le dio tiempo ni a coger la muleta. Bocanegra, valiente, giró sobre sí mismo y se dirigió, veloz, a la entrada del burladero más cercano… pero quedó atascado. Bocanegra había sobrepasado con mucho las medidas estándares. Fue coser y cantar. Al día siguiente murió. Por el boquete podían verse, dicen, los hermosos olivares de Baeza.


·        La madre de Frascuelo, quien, por cierto, se había cortado la coleta ese mismo año.
·        La madre de Lagartijo.

     Puede decirse que aquel año el toreo se quedó huérfano de madre.

6


–Pues nada, bodeguero. Ha sido todo muy instructivo.

–Pero… ¡Ya se va! Si no hemos cruzado palabra.

Y así fue. Una conversación virtual. Cuando abrí los ojos, el camarero daba los últimos toques a su composición. Sudaba como un torete… La camisa, me dije, servirá para un arroz negro.

N.B.
Cuando murió Belmonte, la portada del Time la ocupaba Sofía Loren.















   

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...