El día 6 de mayo de 1913, el
desventurado príncipe Sternenhoch (Ladislav Klima):
“Sigo beodo. La ebriedad es locura; me rijo por el principio
homeopático: ahuyento al diablo con Belcebú. Y, como podéis ver, ha resultado
de fábula. Ahora estoy, en efecto, como un cencerro, pero, dado que vivo en una
cogorza permanente…, nadie se da cuenta.”
Será en agosto cuando nos
extendamos sobre “una (historia) de las
más monstruosas y, a la par, de las más grotescas” de cuantas nos son
conocidas. De aquí a entonces tienen tiempo de leer a este comedor de gusanos. “Comparado con Klima, Diógenes el Perro en su barril era un propietario”
(Karel Capec).
6 de mayo de 1939
(Jünger) Sobre el dolor:
“Cuando revise este trabajo habrá
que añadir un capítulo sobre la amargura. La amargura del envejecimiento,
especialmente en las mujeres; la amargura de los desengaños, la sentida por las
injusticias y por los fallos irreparables; la amargura, en fin, de la muerte, a
la que nadie escapa. La amargura no se aposenta en nosotros hasta la segunda
mitad de la vida, cuando con las arrugas del rostro, se pone de relieve el
carácter indeleble de las líneas del destino. La amargura delata una especie de
inocencia perdida”.
Cuando revise “este” trabajo
Europa no existirá. Una nube densa, grasienta, brotará de la tierra
centroeuropea…y la amargura no tendrá nada que ver con los surcos de la cara,
ni con la segunda mitad de la vida… ¡que nunca llegó! Mientras tanto, cultiva
tus rábanos, compadécete del almendro, planta tomates con la ayuda de esa
mezcla milagrosa de la que te enorgulleces. Prepara tus mejores vestidos y
disponte a disfrutar… ¡París te espera, hombre de sensibilidad trocada! Tú no
perdiste nunca la inocencia, no te preocupes, pues, de la amargura. ¡Qué se
amarguen otros! Tú, siempre culpable, cubriste la culpabilidad con el Espíritu
(ejecutor de matanzas).
"Alguien debió de haber calumniado a
Josef K., porque sin haber hecho nada malo, una mañana fue detenido.”
6 de mayo de 1912. Kafka: “Las
once de la noche. Por primera vez desde hace cierto tiempo, completo fracaso al
escribir. La sensación de un procesado”
Peter Handke (6 de mayo de 1976): “Carteles
publicitarios que le dan un aspecto cada vez peor a la realidad (praderas,
bosques, mar) de la que han sido robados”
Utilizan lo común como materia prima del envilecimiento…Y encima nos
llaman “piratas” ¡a nosotros! ¿Con
qué derecho se apropian de un hermoso prado
para anunciar una leche repugnante? ¿Quién les autoriza a utilizar el mar como marco de una vulgar cerveza?
TODO…convertido en mercancía.
En fin, un día deshilvanado que emplearé, yo también, en los cuidados
del huerto: quitar hierbas no deseadas, coger alcachofas, atar las plantitas de
tomates, pimientos, berenjenas…en las humildes tareas que hubieran hecho las
delicias de San Martín de Porres (en realidad “Porras”, por lo que es el santo de mi devoción… ¡Fray escoba, vamos!). También lo es por
la prontitud y esmero con que le crecían las plantas… ¡agradecidas!
Y tan profunda asociación merece
un descanso: me amorro la petaca y consigo liarme un cigarrillo a lo “Lucki luke”. Ya saben Vds. la catadura
de Nuestra Santa Madre Iglesia…ha sido mala hasta el dobladillo de la sotana. Y
muestra, no menor, de esa malicia, de esa perversidad (que diría el filósofo),
su esmero en la elección de santos de color (negro). Desterraron la
religiosidad nativa e impusieron impolutos santos blancos. Los santos negros
(no me refiero a Pegaso, Dragón, Cisne ni a Andrómeda,
caballeros de la Isla del Reino de la
Muerte) son ejemplo imperecedero de humildad y sencillez… ¡de bondad
natural!... ¡de aceptación fatalista de
lo que es!
Tal día como hoy,
del año 1962, fue canonizado por Juan XXIII, San Martín de Porres, cuya vida
discurrió atada a una escoba, como aquel quevediano Góngora “a una nariz pegado”. Entre sus
habilidades, aparte de barrer de todas las maneras posibles, atravesar paredes
(lo que lo hace sospechoso del crimen de la “habitación amarilla” (*))
como el sonido; la “bilocación” era
algo que dominaba por encima de todo: En Ayna lo tienen por uno más de sus
singulares habitantes.
Los animales (que no las personas) se impregnaban de su espíritu
pacífico: Gatos, perros y ratones comían en el mismo plato que él,
humildemente, les ofrecía. Sólo que era negro cuarterón… ¡y no pudo pasar de “lego”!
Ha
sido, como era de esperar, proclamado patrono de la armonía y justicia
interracial.
No son muchos negros los que han podido pasar el filtro, la escala
cromática:
·
San Moisés (“El Negro”), santo patrón de África y (¡cómo no!) proclamado el “santo de la no-violencia”.
·
Santa Ifigenia de Etiopía, muy apreciada
en ciertas regiones de Venezuela, Brasil y en Cañete (Perú).
·
San Benito de Palermo (“El Moro”) que tampoco pasó de “lego”.
·
Santa Josefina Bakhita (“La madre moretta”, morena). También ella muy humilde y desarraigada de su tierra
(Sudán). Su especialidad fue la Eucaristía… quizá encontró en ella la ocasión
de saciar su hambre secular. Fue canonizada junto con Escrivá de Balaguer.
·
Y, naturalmente, el gran Balthazar,
estimadísimo en Urugay y Paraguay. Colega de Gaspar y Melchor. ¿Fue el de la “mirra”? Sepan Vds. que los nombres de
los tales no aparecen hasta el siglo V.
Santa Rosa de Lima y Sor Inés de la
Cruz eran blancas y cultas.
Después vinieron los
santos-mártires a mansalva… ¡pero ese ya es otro cantar!
Yo para santos me quedo con
Evaristo Carriego (*) y su poesía de “arrabal”.
Su elevar en cuerpo y alma las sombras del “suburbio”, del “barrio”, a la
altura de las virtudes cardinales (sin despojarlas por completo de la fuerza de
los pecados capitales).
Hecho lo que tenía que hacer, me
solazo con el resto de la petaca y, así, complementado, tomo asiento en el bar
de la nacional II para cumplir con el Dry del mediodía. Bocadillo de atún con
olivas. Carajillo con remolque de aguardiente y…
La razón efemerística une,
significativamente, a Orson Wells * y a Marlène Dietrich *. Ocasión que ni
pintada para una siesta inolvidable: “Sed de mal”…
Dejaremos para la noche: “La Ronda” (Max Ophüls *)