RESUMEN
A las 8 de la mañana, los 15 miembros
de la Comuna que aún se encuentran reunidos, deciden la evacuación del
Ayuntamiento. Se quema el Ayuntamiento, El Palacio de Justicia y la Jefatura de
Policía.
Deslescluze, el Comité de Salvación
Pública y otros se repliegan en la alcaldía del XI.
Cae la flota del Sena…el Louvre…la
Banca…la Bolsa…el Palis-Royal y, al mediodía, estalla la fábrica de pólvora del
Luxemburgo…¡¡Se acabaron las municiones!!
Los gubernamentales atacan las
barricadas de Sufflot y Gay-Lussac…Todo el barrio, tras las matanzas alrededor
del Panthéon, queda en poder de los de Versalles.
La Comuna decide la ejecución (¡ya era hora!) del arzobispo de París y a
algunos más de su recua.
La Comuna sólo controla los
distritos. XI, XII, XIX, XX y algunos
barrios del III, V y XIII.
JULES VALLES
¡Oh, esta mañana la primera impresión
ha sido horrible!...Cuando, dirigiéndome a la Cruz Roja para ver dónde estaban
los combatientes, he visto huir a las mujeres, llevando sus ropas en un pañuelo
y arrastrando a los chiquillos.
--¡Lo están incendiando todo!
Estas mujeres gritan o lloran. Hay
también algunos soldados aislados que huyen corriendo y me escupen sus
maldiciones…He querido oponer, como una cadena, mi cinturón rojo de la Comuna
para detener el pánico. Pero nada detiene a los enloquecidos, ni en la calle de
Buci, ni en la Puerta de Versalles.
Una lechera que, en tiempos duros, me había fiado (…) arroz y chocolate,
se ha agarrado a mi aullando desesperadamente:
--¡Vd. es un hombre honesto y no dejarán que quemen el barrio!...¡Se
echará con un batallón, si es preciso, contra los incendiarios!
En un momento he sido rodeado por ella y por otros, por ancianos y niños,
un grupo de veinte gimientes que se retorcían los brazos y preguntaban dónde
tenían que ir, puesto que todo sería arrasado.
Por fin he podido escapar. Me cuelo por el primer pasaje y oculto mi
fajín rojo (…)
(…) ¿qué decían aquellas locas, “que todo iba a ser arrasado”?...Bueno se
han pegado fuego a dos o tres casas…¿y qué?
¡Veamos!...En el colegio, todos los libros que trataban de la gloriosa
Roma o de la invencible Esparta…estaban llenos de incendios. ¡Me parece,
vaya!...Incendios saludados como auroras por los generales triunfadores, o
encendidos por sitiados a quienes la Historia se ha encargado de saludar (…)
Numancia en ruinas, Cartago en cenizas, Zaragoza en llamas (…)
¡Ah! ¡No me he rendido, no me he convertido en un incendiario sin haber
recorrido con la mirada todo el pasado, sin haber pensado en nuestros
antepasados!
Primero hemos sido dos (…) que tenemos estudios, después cuatro y luego
diez. Todos han votado por la llamarada…¡en masa!
Uno de ellos babeaba de cólera:
--Y son dos indigentes las que me han pedido gracia para sus cuatro
muebles, cuando es por los pobres que nos batimos, cuando centenares de
artilleros han visto, no su camisa, sino su pecho abrasado por el fuego
enemigo…¡Ah! ¡Diablos! Yo, el que habla, era rico antes de entrar en la
política social (¡hace diez años!) …¿Es que lo eché todo al horno?...Y, hoy,
porque un poco de madera y unas tejas salen perjudicadas por la estrategia de
los desesperados, aquellos por los que nos hemos arruinado y por quienes vamos
a morir, ¿quieren entorpecernos con sus fruslerías?
(…)
--Entonces, lugarteniente, ¿dice vd. que se trata de quemar un pedazo de
la calle Vavin?
--Sí, un par de casas cuyas paredes han sido agujereadas por los
ingenieros de Versalles, y por donde, de improviso, se nos van a echar encima
la soldadesca. Son las dos casas de la esquina…¿sabe cuáles le digo?...En los
bajos de la derecha hay una panadería.
¡Curiosa coincidencia!
Comencé tropezando con el cadáver de un panadero y ahora voy a ejecutar
un montón de harina. ¡Pasemos el pan a sangre y fuego! Arderá más trigo molido
del que hubiera necesitado para haberme alimentado en mis años de hambre.
--¡vamos! Firme, Vingtras.
--¡Aquí está! Y quemad otra casa si es necesario. Les doy un vale en
blanco.
--¡Ya sabíamos que vd. no se volvería atrás!
(…) un federado ha sacado del bolsillo un viejo ejemplar del Cri du
Peuple, señalando una línea con el dedo: “si
el sr. Thiers es químico, comprenderá”
--¿Vd, ya lo había pensado? ¿eh?
--¡No! No fui yo quien escribió esa frase tan ardiente…la leí una mañana
(…) la encontré demasiado áspera (…) pero no podía rectificar. Los periódicos
de Versalles no tardaron en decir que reconcían mi estilo y mis instintos de
bandido.
--Sí, declara Totole, queremos hacer saltar el Panthéon.
(…)
Su idea ha sido acogida con hurras de entusiasmo
(…)
Paso verdaderos apuros para retener a Totole y explicarle que, pese a no
amr los monumentos, no pido que alguien se sirvan de ellos para matar la mitad
de París.
Pero son tozudos y, pese alo que les digo, se decide la muerte del
Panthéon…¡El Panthéon al paredón!...Y, ya puestos, al paredón también
Saint_Étienne-du-Mont y la Biblioteca Sainte-Geneviève…¡Será fácil!
Hemos tenido que intervenir cuatro o cinco ( algunos peces gordos) (…)
para impedir que estas cabezas ardientes se arrojaran sobre el Panthéon como su
fuera un reaccionario. Ya le ponían la mecha en las patas, azufre mezclado don
salitre y lo habían bañado de petróleo (…)
(…) Ha sido preciso también, razonar con un viejecito , que se estaba
rascando insistentemente la cabeza durante la discusión, y que ha terminado
diciendo:
--La verdad ciudadanos, me parece que más valdría, por el honor de la
Comuna, que no nos retiráramos durante la explosión…Eso no estará bien hecho
más que si nos quedamos y saltamos por los aires todos juntos. No soy un
orador, ciudadanos, pero también se usar la cabeza…Perdonen mi timidez…jamás
había hablado en público. Pero, para ser la primera vez, creo que estoy
haciendo una estupenda propuesta. Tan sólo debemos darnos prisa…Si seguimos
hablando no lo volaremos nunca…¡Nunca!.....
Ha terminado con un gran suspiro….(Gracias a su intervención se olvida el
tema).
……………………………………………………Hôtel des Grands Hommes
Estoy aquí desde el mediodía. Somos muchos. Está casi todos los jefes del
V y el XII que no tienen mando militar
(Mientras toman unos taquitos de jamón…alguien, pasándose el índice de la
mano derecha por el cuello, comunica a Vingtras la muerte de Chaudey(responsable
de la matanza del 22 de Enero)…el jamón se le atraganta…)
--¿Cómo ha muerto?
--No se ha portado mal.
--¿Y los gendarmes?
--Muy mal.
Los comensales hablan de ello como de una obra de teatro de la que
hubieran sido espectadores y en la que no hubieran intervenido.
Mañana por la mañana, cuando se reemprenda el fuego, será hora de acudir,
desperezándose y bostezando, al puesto de combate.
Puesto que la derrota es segura, bien se puede beber la última copa antes
de que te hagan soltar el último suspiro”.
E. RÉCLUS
“Los francotiradores de la burguesía se multiplican. La Guardia Nacional
ordena que se cierren las ventanas y se suban las persianas. Un guardia de
ronda sube al apartamento que habito…viene a por mi amigo, el dueño de la casa,
para que ocupe su lugar en la barricada que se ha construido aquí al lado. Mi
amigo dice que tiene más de 40 años y que, además, está dispensado por razón de
otros servicios. El guardia se retira sin más (…)
Yo estoy fuera del asunto: una herida en la mano derecha me incapacita
para manejar el fusil.
(…) Si el hombre, pese a todo, me hubiera dicho: No podéis combatir pero
podéis morir por la República Democrática y Social…No sé que le hubiera
respondido…Creo que se le hace mejor servicio a la República democrática y
Social, viviendo…es más sagaz, más prudente y más útil…Pero todas estas razones
no han impedido que me sintiera tan pequeño y tan inútil, al lado de este
hombre que, sin decir nada, se va derecho a morir por lo que yo amo.
(…)
La “rive gauche” que yo creía
insostenible ( y ya sucumbida) aún resiste, los federados han debido de desplegar
un valor enorme…¡Desde el domingo!
De repente la humareda que rodea el Panthéon, se espesa y suben negros
torbellinos…¡Otro incendio más!...son las numerosas barracas para las
ambulancias del Jardín de Luxemburgo (…) después se oye una explosión formidable
(…) es el polvorín del Luxemburgo que salta por los aires…con sus cartuchos,
sus balas e ingenios mortíferos.
Mi casa está por allí cerca…con los niños dentro…Casa, amigos, parientes,
niños…¿Todavía existe todo eso?
De nuevo nubes, otros vapores opalinos surgen y se desarrollan. Son más
incendios. Se cuentan claramente cinco o seis grandes…los pequeños son
incontables…
¿Qué es lo que arde?...
--¡Todo!...Ministerio de Finanzas (es por ahí por donde han comenzado los
de Versalles)…Arden Las Tullerías, el Louvre, el Luxemburgo, el Ayuntamiento,
las ambulancias del Senado, los Grandes Almacenes de novedades de la calle del
Bac y de Rívoli. ¡Todo arde!...Los “gubernamentales” han empezado y los
federados han seguido.
Exasperados por los franco-tiradores han pegado fuego a los almacenes de
Pétit-Saint-Thomas, las calles de Lille y de Verneuil…asiento de la alta
burguesía rural (…)
¡Arde lo que arde!: Precipitados
al fondo del abismo, sumergidos en la sima de los desastres, cuando se agujerea
tanto pecho vivo, cuando se aplasta tanto cerebro que piensa, cuando nos
ahogamos en un mar de sangre…¡qué nos importan los monumentos y estatuas; los
libros y cuadros; paperaza y tapicerías…¡Arde lo que arde!
Cuando un ejército de 200.000 bayonetas, con 500 cañones y morteros
circulan por nuestras calles, cuando la horde de bonapartistas, clericales,
orleanistas y liberales combinados se encarnizan sobre nuestra
infortunada República Democrático y Social…cuando Francia se suicida con sus
propias manos…¡qué nos importa algunas
joyas de menos en el collar de París que expira! (…)
Flotantes como desgraciadas medusas varadas sobre la orilla, nuestra
voluntad es inútil; nuestros esfuerzos, vanos; nuestro espíritu, ridículo; y el
buen sentido es absurdo (…)Nuestras pequeñas existencias son arrastradas por
los grandes acontecimientos.
(…) No somos más que un accidente perdido en la totalidad. Lo que es
verdaderamente “nuestro”, lo que nos es personal e individual…es mezquino y
sórdido…¡Todo sueño!. Pero la inmensa historia universal (que nos roza)…es cruel…ciega.
Noche de mayo, espléndidamente bella…de una belleza de Gorgona y Euménide.
La luna brilla con una dulce majestad en el vasto cielo. El Sena arrastra
hebras de plata a un lago de oro pálido. Un viento dulce y fresco se desliza
aquí y allá, rozando las hojas palpitantes y las flores amorosas.
En segundo plano, la corriente se alarga como hierro fundido…es la
reverberación de los incendios. Contra la masa enrojecida de las Tullerías se
perfilan las negras torres de Notre Dame. Las llamas lanzan hasta el cénit
penachos de fuego, rutilantes…sangrientos cometas…
Un ruiseñor vocaliza en los árboles, se le oye perfectamente, a pesar del
ronco sonido de los cañonazos…Y durante toda la noche la espantosa cacofonía
del toque a rebato de Bellville y Ménilmontant…parándose…volviendo a
empezar…las llamadas desesperadas de los tambores tocando “generala”…¡Es el
toque de campanas de la agonía!”
(Mientras Réclus mira París con la melancolía definitiva, previa a la
muerte…abajo en Hôtel des Grands Hommes, el jefe de la Legión, el jefe de
servicios médico, el Alcalde…proponen la rendición del barrio. Vallès, Régère,
Longuet (futuro yerno de Marx) se oponen a la decisión).
VALLÈS: “¡Cargaré con la
responsabilidad de NO firmar una orden a la que, por otra parte, los federados
no harían ni caso…! ¡No quiero que mi
nombre sea infamado entre los insurrectos!...¡En absoluto!...Mi presencia aquí
me hace, ya, su cómplice y, si ustedes se rinden, será necesario que me maten o
matarme yo mismo”
(Todos reconsideran y la orden de deponer las armas se olvida. Longuet y
Vallès acuden al ayuntamiento del XI)
--¡Allí está Delescluze, de allí…no
saldrá nadie…¡pero todos entran!...¡Es allí adonde hay que ir!
..¡Vamos!
Ha resonado una formidable explosión que ha roto los cristales…pero el
Luxemburgo sigue en pie. Sólo ha saltado el polvorín…Totole quería su explosión,
y la ha tenido.
Le veo regresar frotándose las manos
--¡Qué quiere que le diga! (…) no ha
servido para nada, los soldados no habían llegado todavía…¡He fallado el golpe!
A su lado un hombrecillo se arranca los cabellos…
--¡Si por lo menos nos hubiéramos
quedado allí!
Terminarán consiguiendo volar el Panthéon (…) tienen la locura del
desastre y nada de lo que hagamos los detendrá.