La
última vez que me encontré una cantidad significativa de dinero, era todavía el
tiempo de las pesetas. Empezaba el verano o acababa la primavera, porque fue
en el chiringuito de Garraf…aquel que, fuentes bien informadas relacionan con
el incendio del Scala y todo lo que
significó (¡¡). Lo cierto es que la Ley de Costas se la pasaron por el forro.
Bueno,
pues allí estaba yo con mi novia (reciente) tomando unas cervezas y unos
mejillones al vapor cuando divisé un papel marrón que me hacía guiños. Estaba
justo en medio del “pasillo” que va
recorriendo las mesas. No se puede decir que el “local” estuviera a reventar, pero gente había. Me levanté, me
dirigí cojeando hacia lo que ya, indudablemente, se me reveló como un billete
de cinco mil, le puse los Martins rojos
encima y me agaché como para atármelos. Mi chica pensó que iba a hace mi típico
numerito: marcarme unas bulerías sin venir a cuento y se fue directamente al váter para evitarse
la vergüenza. A mí no me dio ninguna: cogí el billete, lo escondí en el puño (como
si fuera un verdadero “Panamá”) y me
dirigí, también al váter. Allí nos encontramos y le expliqué el negocio que
acababa de hacer.
Yo
en esto…para que vean Vds. de qué material está hecha mi alma (¿), no tengo
ninguna consideración. No pregunto mesa por mesa si a alguien se le ha perdido
algo. Me lo apropio. Sus objeciones yo también me las he formulado… y las he
resuelto: Este caso no entraba dentro de las posibles excepciones a la regla
general. Repetimos de cerveza. Esta vez con berberechos. Dejamos un par de
duros de propina… y nos largamos con una pasta.
Este
me trae a las mientes aquellas noches (¿días?...es indiferente) de san Fermín,
en las que no paraba de encontrarme billetes en el suelo y, naturalmente,
canjearlos por morapio: Eran mis acompañantes que, sabiendo de mi buena suerte,
y queriendo afianzarla, me los arrojaban a los pies. O aquella otra vez que, ¡ya
saben Vds.! me encontré un billete de veinte marcos no más bajar del magnífico
mercedes rojo descapotable que me transportaba de Hamburgo a Bremen
(¡influencias de mi primo!). Y es que…dios aprieta pero no ahoga (¡¡). O aquella
otra ocasión en las escaleras de la estación de Hannover: vi un montón de
monedas de diferentes tamaños, colores, valores…y, como el “santo bebedor”, agradecí a la
providencia el delicado cuidado con el que me guiaba para que no cayera en la
más completa miseria. Sin embargo…las monedas tenían dueño: un mendigo se me
arrojó al cuello al grito de (supongo) “¡canalla!...
¡ladrón de pobres!”. Es la única vez que tengo que agradecer alguna cosa a
las fuerzas del orden. Si no es por el guardia de la estación, me estrangula. Hubiera
quedado como una gráfica del Ibex. Una línea saltando de peldaño en peldaño,
hacia al abajo absoluto.
Pues eso…que me encontré cinco mil pelas… ¡Y
no salí en el periódico! Sin embargo, tal día como hoy, del año 1904, alguien
se encontró tres duros antiguos en
una de las playas de Cádiz y lo publicaron todos los periódicos (que no eran
muchos). Por entonces el sueldo medio de un jornalero andaluz sería de una
peseta y media (como mucho). En los altos hornos de Vizcaya se pagaban entre 3
y 6 pesetas. Valga esto como contexto.
Háganse
el favor de poner (si la encuentran) en su reproductor: “Aquellos duros antiguos”
(“Los Anticuarios”) del “Tio de la tiza”
o búsquenlo por el Chano Lobato: un tanguillo que ha devenido himno de Cádiz y
toda la “contorná”. Óiganlo
atentamente y háganse una idea de lo relatado.
Una
verdadera “fiebre de la plata” se
desató en las playas de Cádiz en tal día como hoy, del año 1904.
Y,
naturalmente, siguiendo mi inveterada costumbre, les invito a trasladarse a la
plaza del “tío de la tiza”, de la “tacita de plata” y se instalen en la taberna homónima (también
conocido como bar “Pájaro Pinto”) con
su fachada blanca de cal y llenita de geranios reventones. Díganle a Antonio o
a su hijo Francisco Javier que van de mi parte y les preparará una mesita, para
esta noche, de lo más apañada, junto a la ventana…por aquello de las rejas y
demás. Lástima que la luna empiece a menguar. Recuerden que la temporada del
atún está en el comienzo de su plenitud. No pidan, sin embargo, atún rojo
(¡peligro de extinción!) pero tienen delicias
que, incluso, superan, esa exquisitez.
Yo
les recomiendo la caballa con piriñaca…y mientras se lo preparan degusten unas
papas “aliñás”…Después me cuentan.
Y
no se preocupen por la vuelta…¡les presto mi arcángel!
Bueno
pues, el ayer del año 1904, era uno de los jueves relucientes: día del “Corpus Christi” (¡¡). Mientras los
devotos seguían los oficios y procesiones, los trabajadores de la almadraba se
afanaban, como era natural, en enterrar las cabezas de caballa en las playas de
la Victoria y la Cortadura. Cuando ya
llevaban sus buenos 60 centímetros excavados, y había empezado el día 3 de
junio, el “Malos Pelos” encontró unas
monedas de lo que parecía ser plata. Se las echó al bolsillo y se fue corriendo
como un gorrión que acaba de robarle un trocito de pan a una paloma. Se le
caían los pantalones, pero le daba igual. El resto de enterradores algo se olió
(aparte del intenso olor de la caballa) y siguió buscando y ampliando el botín.
Parecían reflejos de luna, que empezaba levemente a menguar.
Cuando el día se abrió completamente, los
gaditanos en pleno, enterados del milagro, se lanzaron como nube de tordos,
armados con picos, palas, rastrillos, calderos, muletas, picas, carretones…como
pioneros a la conquista del “Far West”. Los beatos del día anterior
maldecían la procesión, que les había impedido estar en lo más caliente de la
batalla. Las monedas parecían “duros”, en realidad eran “reales de 8” del XVIII (famosos en el
universo-mundo: desde USA a Filipinas) de una impresión y finura excepcionales.
Su contenido de plata era superior al 90%
(unos 26 gramos). Pónganle 12 euros a precio actual (unas dos mil pesetas. No
hablamos de anticuarios), o sea un tercio (¿) de un jornal medio (tal como
están las cosas).
Los
“compradores”, a pie de playa,
empezaron a comprarlas a cuatro pesetas, bajaron a tres y cuando ya apenas
aparecían se estableció en dos pesetas la pieza. Alguien que se hiciera con 30
de las dos mil (¿) que aparecieron, hubiera sacado (vendidas al mejor precio)
120 pesetas, es decir, el salario de dos meses, trabajando (como era natural)
siete días a la semana y de sol a sol. Pas
mal! Si el milagro hubiera ocurrido en la ría de Bilbao…no hubiera
equivalido ni al sueldo de un mes. Estaban acuñadas en Méjico (¡natural!) y su
procedencia (que no su origen: ¡cuestión aclarada!) es “Questio Disputata”.
La
playa quedó como una mina de cobre a cielo abierto. Tengo para mí que las dunas
que persisten por aquellas zonas son los restos fosilizados de aquellos
quehaceres. Es el momento de oír: “Los
pescadores de perlas” (Bizet, muerto tal
día como hoy, del año 1875)…porque lo de “Carmen” ya está un poco…
Quizás
Keynes se inspirara en este suceso para proponer alguna de sus más
“paradójicas” teorías. En todo caso es lo más parecido (que tengamos noticias)
al país de Jauja. Pero es que la cosa se repitió en el Puerto de Santa María a
comienzos de febrero del 33: esta vez fueron monedas de oro. Y es que siempre
llueve sobre mojado.
Ya
ven.los acontecimientos importantes se repiten por dos veces: la primera como….
Y la segunda como….
Vayan
Vds. apuntando con tiza (sobre la mesa) sus consumiciones, tal como hacía el
artista (pero, entonces, no digan que van de mi parte). El “tío de la tiza” era todo un innovador,
no sólo por su forma de contabilizar, si no por las novedades que introdujo en
los festivales y la música que le es connatural (¡¡). Al año siguiente al milagro, presentó “Aquellos duros viejos”, un tanguillo inmortal, en plan chirigota,
que hizo imposible el olvido de tan gran acontecimiento: Fue como la aparición
de brillantes escamas del mismísimo dios uno y trino.
Sigan
Vds. pimplando. Si han acabado la caballa, pidan unos pescaditos fritos. Y no
olviden que van de mi parte.
El
día da para mucho y diverso.
Tal
dia como hoy, los participantes en
de primer Tour de France (1903) descansaban para acometer la segunda etapa y
única de montaña. En próximos días les iré informando de estas primeras
ediciones de este espectáculo deportivo-publicitario.
Si la noticia del día en el “Diario de Cádiz” era la relatada, la
primera página de la Vanguardia (tal día
como hoy, del año 1903) estaba dedicada al sombrero “Panamá”, un artefacto insuperable para la función para la que
estaba ideado. En Inglaterra había aparecido de la cabeza del rey Eduardo, el “Petronio”
del momento. En un año su uso se convirtió en plaga. El artículo se extiende en
sus particularidades (espesura, finura de la planta, flexibilidad…)
verdaderamente interesantes, que pueden convertirlo en una pieza sumamente
cara: el de Eduardito costó 2.500 pesetas… ¡comparen Vds. con las ganancias de
los enterradores de caballas!...y también con los sueldos que se les paga a las
obreras (mujeres) que tan delicada y esforzadamente dedican su vida a escalar
las cimas de la pobreza.
El tal sombrero se hace a partir de
una planta declarada patrimonio de la humanidad y, aunque nazca en otros
sitios, “su casa” está en la región
de Jipijapa (Ecuador). Sin embargo el centro productor es Cuenca. No les creo
tan ignorantes como para ir a Castilla-La Mancha a mercar su “Panamá”: allí encontrarán boinas de imitación o pañuelos para sujetar las venas frontales.
Lo de “Panamá” tiene que ver con el canal. Hasta Gauguin usaba “Panamá”.
El resto de la Vanguardia del día
está dedicado a esquelas. Sin mencionar el proceso de “independencia” de Panamá (hasta entonces unida a Colombia)…ni la
conflictiva situación de los Balcanes. Ni ninguna mención a Marruecos…
Hablando de dólares (de Tálero. El tálero español era el” real de 8”), me viene a las mientes
Paulette Godard, nacida tal día como hoy,
seis años después del “milagro”. Toda
mi infancia (y algo más) estuve enamorado de la “chica” de “Tiempos Modernos”.
Y parece ser que medio planeta: se casó
cuatro o cinco veces: …Charlie Chaplin (¿) …y el ultimo: Eric María Remarque,
otro de los que marcaron el inicio de mi juventud. Pues bien, su padre le dejó
en herencia: ¡1 dólar!...¡por rabia! Por suerte, ELLA no andaba necesitada.
Naturalmente que me “acuerdo” de Alfonso XIII y de su miedo
pánico a estos días finales de primavera. Pero… ¡volverán las oscuras
golondrinas!
“Aquellos duros antiguos
que tanto en Cádiz dieron que hablar
que se encontraba la gente
en la orillita del mar
fue la cosa más graciosa
que en mi vida he visto yo
Allí fue medio Cádi
con espiochas
y la pobre mi suegra
y eso que estaba ya media chocha
Con las uñas a alguno
vi yo escarbar
cuatro días seguidos
sin descansar
Estaba la playa
igual que una feria
¡válgame San Cleto
lo que es la miseria
Algunos pescaron
más de ochenta duros
pero más de cuatro
no vieron ni uno.
Mi suegra, como ya dije
estuvo allí una semana
escarbando por la tarde
de noche y por la mañana;
perdió las uñas y el pelo
aunque bien poco tenía
y en vez de coger los duros
lo que cogió fue una pulmonía.
En el patio de las malvas
está escarbando desde aquel día.”