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jueves, 5 de diciembre de 2013

Propuesta para hoy, 5 de diciembre. Mozart. Hegel en Valencia.



(los asteriscos (*), como siempre, remiten a efímeras “razones efemerísticas”)

Hoy me he propuesto iniciar al cánido en el conocimiento del mundo. Predisposición tiene. Tentempié matutino (cada cual lo suyo) y recogemos bártulos: útiles del perro y ropa interior para mí: bolsa de condis y…¡carretera y manta! ¡A Valencia!



 Hegel” quiere hacer de copiloto. Eso sólo se lo permitía a “Gorrión”, que era tan escrupuloso con las normas que hasta se ponía el cinturón de seguridad. Este tiene otra casta: más prusiana, por así decir. Le abro el portón trasero y se acomoda de mala gana. Para entretenerlo le voy contando la vida de perros “ilustres”, la triste muerte del perro de Mozart y el desolado entierro de su amo (*). Llegan lamentos quedos de la zona de equipajes. A “Hegel” le ha tocado el alma (¡¡) el destino del perro del músico. No hay nada mejor que ir instruyendo a las criaturas desde la más tierna infancia. 

 

La mañana, de un anaranjado Monet (*), se despliega según nos acercamos a Valencia, cosa lógica, por lo demás. Lo de Monet, por cierto, tiene su miga. De quien Cézanne había dicho que “Sólo es ojo… ¡pero qué ojo!” casi se queda ciego en las proximidades de la vejez. Cuando recuperaba la visión, la depresión lo acabó de hundir. De Monet (les parecerá raro) beben las corrientes abstractas: el trabajo en series (Warholl); los nenúfares (Pollock); los almiares (Mondrian). Para mí que fue el más representativo de lo que llamamos “impresionismo” (¿Pisarro?): la obsesión por la fugacidad de la luz, la negación del negro, el “plainairismo”…la ausencia de tema, a favor de la atmósfera, la falta de compromiso político (dejemos a parte a Pissarro, anarquista de pro)… En fin, todo eso que asociamos a ese estilo pictórico que rápidamente se convertiría en académico y que marcó el límite del gusto burgués.



Ya saben Vds. que “hasta el rabo todo es toro” que, traducido, quiere decir que nadie puede responder a la pregunta por su felicidad hasta el día de su muerte. Es en el último momento cuando se revela el origen y el sentido del transcurso. Por eso mis propuestas se detienen en esos momentos postreros y no tanto en los primeros y alborozados instantes, cuando todo está por llegar y construir… Y toda la casa se llena de risas y presentimientos.

Que se lo pregunten a Mozart. Acérquense a su pestilente cama y atrévanse a lanzarle la pregunta definitiva: “¿Ha sido Vd. feliz?”. Mozart, hinchado como un pez globo, y descomponiéndose a marchas forzadas, pedirá la partitura de la “Lacrimosa” del “Réqiem” y dará una respuesta líquida: Un torrente de lágrimas que se mezclarán con las delicadas plumas de ánsar de la almohada.

“Lacrimosa dies illa
Qua resurget ex favilla
Judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus:
Pie Jesu Domine,
Dona eis requiem. Amen”.

Sus últimos pensamientos se centraron en el desamparo de los suyos…y en el cabronazo que lo había estado envenenando (lo creyó hasta el final)…. ¡Como Robert Johnson! 



Moriría tal día como hoy, del año 1791.

Vean Vds. porqué caminos más inopinados surge la belleza. O mejor: vean Vds. cómo la belleza vive de espaldas a quien la produce. La belleza no es “donatista”.

El coche se sabe de memoria el camino: dónde están los radares; dónde un bar interesante; donde una curva peligrosa…

Como no quiero entristecer más al perro, y a la vez quiero que aprenda sobre los últimos momentos del músico, pongo el “Concierto para clarinete”, imbuido de la alegría perenne de la “Flauta…”. Cuando acaba enlazo con la “Sonata por nuestra alegría” que tampoco muestra indicios  de agonía…y sin embargo…¡¡se moría!! (¡rodolí!).
El día 20 de noviembre ya no apareció por la “Serpiente de plata”, de la calle Kärntner, cerca de la Staatsoper. Si pasan por Viena, tómense un aguardiente de cereal en el café Mozart de la Albertinaplaz… ALLÍ no digan que van de mi parte.

No pudieron hacerle la autopsia, de tan descompuesto como estaba. Así que nos quedamos sin saber la causa exacta de su muerte y se dio pie a que los constructores de hipótesis activaran su clarividencia  Sobre el entierro ya he dicho algo en algún lugar. Y sobre los “misterios” que envuelven el “Réquiem”, también. 

Hegel aúlla, se deshace en sollozos. He de parar el coche y consolarlo. Se desahoga en el tronco de un pino. Mueve la cola y seguimos. Sepan vds. que el perro es nativo de los Sudetes (República Checa) y todo lo concerniente a Centro Europa, le incumbe.

Llegamos a Valencia justo a la hora del ángelus. Nos esperan con un Dry y un cubo de agua fresquita: ¡¡Por el fin de la ley seca!! (*). Y nos pimplamos un par más. El perro vuelve a tirar como en los Balkanes. Nos arrastra. Y además con un ventarrón de tormenta a favor. No soy supersticioso, pero, tal día como hoy, anota Daniel Defoe: “la más terrible tormenta que haya visto el mundo”, era el año 1703. La tormenta abarcaba desde Gales hasta los “Sudetes”.

Bajamos por Quart, plaça del Tossal y nos dirigimos al Mercado Central, ese impresionante recinto de “arquitectura del hierro”, merecedor de más gloria. Compramos unos “gallos” (“bruixes”), lo necesario para hacerlas a la vinagreta de aguacate, 4 botellas de “Cullarot” blanco, 4 de Jumilla, dos botellas de vodka del bisonte, una de aguardiente (de ese del ciervo) y un fenomenal ossobuco para “Hegel”.  De vuelta se nos van uniendo los comensales: N., P. (que viste como la Delaunay*), N., A. y Salva “Slip”. Así que seremos 8, más el perro. El perro sigue tirando, arrastrando tras de sí toda la estructura del mercado central. No hay manera. Unas cervecitas de camino. Dejamos la barra como si hubiera habido una despedida de soltero: llena de perifollo de cacahuetes.

      


 1. Picar la cebolla en juliana muy fina y rehogarla en una cantidad generosa de aceite de oliva extra virgen. Ha de quedar crujiente. Escurrirla bien sobre papel de cocina.
2. Picar (pelado) el aguacate en daditos pequeños y ponerlo en un bol. Salarlo, añadir el zumo del medio limón y el pimentón (picante) y mezclar con suavidad. Cubrir de aceite. Remover un poco para que el aguacate impregne la vinagreta, pero sin que se deshaga del todo. Corregir de sal.
3. Limpiar las “brujas” (hermanas pobres del rodaballo y del lenguado, todos de la familia “Planas”). Salarlos y untarlos con un poco del aceite de la cebolla (que se entristezcan ligeramente)  y pasarlos por una la sartén (¿grande?, ¿pequeña?...¡La única!). Servir los filetes con la cebolla frita y unas cucharadas de vinagreta de aguacate templada por encima.

Las mujeres van a por más vino.

Sabrán Vds. que tal día como hoy, del año 1484, Inocencio VIII escribió de su puño y letra la “Summis desiderantes affectibus”, dando inicio a la “caza de brujas” (¿pesca?). Realmente el papa estaba preocupado por el tema. Sus razones tendría: Entonces era normal que los papas hicieran vida marital, lo que conlleva: mujer, suegra y cuñadas…Debería estar verdaderamente acuciado, porque la Iglesia, hasta ese día, sostenía que la mera creencia en la existencia de tales seres, era herético. No le importó. Iba enloquecido a poner coto y orden. Y a vengarse (¿).

“…Por cierto que en los últimos tiempos llegó a Nuestros oídos, no sin afligirnos con la más amarga pena, la noticia de que en algunas partes de Alemania septentrional (…) muchas personas de uno y otro sexo, despreocupadas de su salvación y apartadas de la Fe Católica, se abandonaron a demonios, íncubos y súcubos, y con sus encantamientos, hechizos, conjuraciones y otros execrables embrujos y artificios, enormidades y horrendas ofensas, han matado niños que estaban aún en el útero materno, lo cual también hicieron con las crías de los ganados; que arruinaron los productos de la tierra, las uvas de la vid, los frutos de los árboles; más aun, a hombres y mujeres, animales de carga, rebaños y animales de otras clases, viñedos, huertos, praderas, campos de pastoreo, trigo, cebada y todo otro cereal; estos desdichados, además, acosan y atormentan a hombres y mujeres, animales de carga, rebaños y animales de otras clases, con terribles dolores y penosas enfermedades, tanto internas como exteriores; impiden a los hombres realizar el acto sexual y a las mujeres concebir, por lo cual los esposos no pueden conocer a sus mujeres, ni éstas recibir a aquéllos; por añadidura, en forma blasfema, renuncian a la Fe que les pertenece por el sacramento del Bautismo, y a instigación del Enemigo de la Humanidad no se resguardan de cometer y perpetrar las más espantosas abominaciones y los más asquerosos excesos, con peligro moral para su alma, con lo cual ultrajan a la Divina Majestad y son causa de escándalo y de peligro para muchos…”

Es difícil hacerse una idea de estos “seres”. Pero, verdaderamente, su acción es contundente y arrasadora. Un “cuadro” complicado. Tengo para mí que lo más preocupante era los destrozos en las viñas. El resto (eso de íncubos y súcubos; fetos y demás) era tan cotidiano en la barca de san Pedro que se lo traería al pairo.

¡Las viñas…las viñas!



El papa envió a los suyos a poner orden.

Tal día como hoy, del año 1918, se confeccionaba el plan destinado a poner orden en Berlín. Ebert, naturalmente, estuvo de acuerdo (¡y no digamos Noske!).

La Inquisición ya existía. ¡Que le pregunten a Torquemada y a Nicolàs Eimeric! Ahora se trataba de otra cosa: de brujería. La cuestión de los judeo-conversos estaba encarrilada y la función de “Gran Hermano” se estaba incubando.  Poco a poco la institución se fue especializando en la femenil grey y en aniquilar todos sus encantos y “encanterios”.

Hegel” ha reducido a agujero el “ossobuco”. La Polaca, lo decora con círculos cromáticos, siguiendo las teorías de Chevreuil, y se lo pone como pulsera. 



 Va pasando la tarde, amenizada por Camarón,  los Hermanos Zuleta y Víctor Tsoy con su grupo “Kino” (por-rock-punk-folk ruso… ¡a saber!). Va bien con el vodka. Damos una vuelta por el “Carme”. “Hegel” no se aparta de “la Polaca”. Parecemos supervivientes de la batalla del Marne, aturdidos por el estruendo y la visión de la muerte. Matamos el tiempo (y él nos entierra) de bar en bar y a la hora de las brujas nos dirigimos a la “Edad de Oro”. Mi tarjeta “idem” nos abre las puertas. Es el fin. La última siempre la tomamos allí. Parece la sala de espera de un hospital de urgencias. Una vez que sales de esa sala no te quedan ganas de ver mundo. La noche se ha acabado
definitivamente…y posiblemente también el día de después. “Hegel”, menor de edad, espera en la puerta.

–¿Qué tomarán las caballeras?

Nos contamos y han desaparecido tres.

We will “take five” beers.

El “disjokey”, Juanito, siempre con la oreja avizor, pone a David Brubeck (*). Con éste pasa como con “El Barrio”, les gusta a los que no son aficionados al “cante”.

No hemos acabado la cerveza, cuando irrumpe en la sala una femenil masa compacta. Debe de tratarse de una “despedida de la vida”. O de una reunión informal de viudas de soldados de la “quinta del biberón”. Solicitan algo de Jorge Negrete (*), el ídolo de su juventud (les juro que una vez oí en la radio: “Jorg Negret”, a la francesa). Los parroquianos nos quedamos paralizados de espanto. Dejamos la barra libre para que abreven. La osada que ha pedido cerveza acaba tendida en la mesa de billar. Luce un vaporoso traje rosa y ropa interior como bolsas del condis. Suena “¡Ay, Jalisco no te rajes!”. Enlaza con “De piedra ha de ser la cama...”

Es el momento de largarnos. Ya hemos visto demasiado.

Hegel está siendo objeto de admiración por el subgrupo que ha preferido esperar fuera. Cuando huele a “La Polaca” se levanta como un resorte.

Creo que “Hegel” ha superado la prueba.








Propuesta para hoy, día 5 de diciembre. SEGUNDA SERIE. 1830, Extracto de carne, von Platen, Berlioz, Mann...

  

Escrito el 16 de enero del año 2024


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5 de Frimaire, Día del corzo.

Las etapas de la historia de la humanidad están, conceptualmente, claras; sin embargo no es fácil grabar las muescas divisorias: Noé es el padre indiscutible y el vino el medio por el que alcanzó ese título. Los clarividentes que iniciaron, de forma un tanto confusa, la destilación, dieron inicio a la segunda etapa que solidificó, tras siglos de tontos tanteos, en torno al ubérrimo Arnau de Vilanova; y el “espíritu” del vino (eau de vie), el medio por el cual se grabó la segunda muesca. La Gran Revolución francesa consagró, al dedicar el primer día de su calendario, esta magna, y hegeliana, visión de la historia universal a la vid (y al vino). Otros filósofos de la historia discrepan y proponen la leche o la coca-cola. Sin embargo, esta última concepción carece de unidad, de lógica. Pues… ¿qué tiene que ver la leche con la coca-cola? La Historia, si todavía vive, marcha, y en esto soy hegeliano, desplegando la idea; y este despliegue se dirige hacia una concentración cada vez más intensa hasta la completa realización de la idea-esencia. Naturalmente se trata de un proceso dialéctico (vdes. ya saben). Así se explica la evolución de las artes, de nosotros mismos… ¡y del mismo capitalismo!... ¡Hasta el colapso final! 




 

 

 

 

 

 

Por cierto, Raymond Llull, llamó a la cosa: aqua ardens. Medicinales ambas.

Después, a rebufo del orujo, vinieron “El espíritu de las leyes”, “El espíritu de las naciones”, el espíritu del tiempo…

2

Otro tanto, y según la misma lógica hegeliana, ocurre con las cosas de comer: Ya se está cultivando carne, pues no importa que sea un trozo de animal, sino que tenga las propiedades encerradas en la idea de carne. El próximo paso será la producción de las propiedades, huérfanas, de los alimentos… Y todo será más sencillo, n’est ce pas?

O una mera convención lingüística. Baste que decir que los cubitos actuales han extractado tanto que sólo ofrecen levadura y sal.

Y me preguntarán Vdes., con toda la razón del mundo, que a qué viene que un inestable 5 de diciembre del año 2020, en plena segunda oleada del covi, me refiera a este desgraciado colapso-concentración del mundo. Un loco de las efemérides se agarra a un clavo ardiendo.

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Podría haber empezado de la siguiente guisa: Todo lo sólido se desvanece…En palabras actuales: se licúa. Pues bien, antes de toda esa licuefacción general ya existió la carne líquida. En otras palabras: El Logos se hizo carne; la carne se hizo líquida… y Bauman se encargó de que habitara entre nosotros. 

 

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Y llegó el momento en que ese habitar se tornó literal, consubstancial, diría. La ingente fuerza de trabajo procedente de la expulsión del paraíso, necesitaba ser alimentada así como las máquinas lo eran. Y no bastaban los nabos, el maíz o las cebollas. Hacían falta proteínas para la preservación y reproducción de la fuerza. Y es aquí donde la química convergió con los intereses capitalistas. No bastaba tampoco con ver comer carne, lujuriante de por sí; eso sólo generaba coraje turbio que olía a homicidio generalizado. Había que catarla e incorporarla aunque fuera en mínimas cantidades y en una presentación antinatural.

Fue el momento histórico del extracto de carne. ¿No era verdaderamente lastimoso y, por ende, un despilfarro (o al revés) que la abundancia de reses dejarán, tras su sacrificio, montones de pieles que, tras ser curtidas, dejaban montones de desperdicios que eran despreciados con lágrimas en los ojos? ¿No podían ser útiles para los desposeídos?

Fue todo un ejemplo adelantado de la marcha actual de las cosas: Alguien desde un despacho idea, otros despliegan la idea y los más, la realizan. Y de paso se inauguró el sello “Made in…Deutchland!... Aunque fuera en Fray Bentos(Uruguay) donde se desollaban los bovinos.

¡Siglo XIX concentrado!

 

 Justus von Liebig, maestro de maestros, sin salir de sus despachos en las diferentes universidades alemanas en las que ejerció, ideó la fórmula y el método. Georg Giebert, ingeniero ferroviario y alemán, trajo las máquinas de Inglaterra y las instaló en un lugar privilegiado con un estupendo acceso al mar, una espléndida explotación agropecuaria y agua purísima: “La cocina del mundo” la llamaban: Fray Bentos (Uruguay). En un abrir y cerrar de ojos el producto fue distribuido por todo el mundo y ya en el 65, año de la fundación, empezaba a cotizar en bolsa: “Liebig’s Extract of Meat Company” (LEMCO), antes de sacar al mercado producto alguno. A finales de siglo eran “trabajadas” unas 2.000 reses diarias de cuyos desperdicios nosólo sacaban el extracto líquido si no también el “corned beef” y otros 200 productos de la misma catadura.

Hoy, ya saben ustedes, está de capa caída con tanto vegetariano y vegano en particular. Antes el declive definitivo fue, algo también natural, el ingenio fue nacionalizado, con lo que el estado asumió el derrumbe y sus consecuencias.

 Gilbert estaba en el lugar adecuado, Montevideo; en el momento adecuado, 1861; y con contactos adecuados, August Hoffmann, hamburgués como él, y discípulo del inventor, A Ambos les interesó la idea de Liebig. La hamburguesa estaba en cartera.

Por cierto, Kekulé, otro soñador del ouroboros, base de la estructura del benceno, también fue discípulo del maestro.

Gilbert, harto de enviarle cartas al maestro, decidió presentarse en su despacho de la universidad de Giessen y le hizo una propuesta que no parecía ir directamente al fracaso. El asunto duró algunos meses. Gilberty Hoffmann reunieron en torno suyo a un grupo de inversores de diferentes procedencias, como es natural, y todo se puso en movimiento.  Un año más tarde, Liebig recibió una muestra, la cató y dio su consentimiento. “Me sabe a extracto de la sabrosa carne de von Platen”, pensó.

Este von Platen, (muerto tal día como hoy del año 1835) cuyo recuerdo renació en Liebig en cuanto gustó la nueva sustancia, había sido amante del maestro y perenne enemigo de Heine (lean ustedes “Los Baños de Lucca”)


 

 

 Thomas Mann se basó en parte en la figura de Platen para la creación de su personaje de Gustav von Aschenbach en su novela Muerte en Venecia. El nombre mismo del personaje contiene vagas alusiones a Platen (August = Gustav; Ansbach, el lugar de nacimiento de von Platen = Aschenbach); todavía es más explícito el paralelo por el hecho de que Platen murió de cólera en Italia, como el protagonista, agobiado por el deseo de satisfacer su homosexualidad. Mann dedicó un ensayo a Platen y atribuye a su homosexualidad la causa última de su muerte (1935). Este ensayo ha condicionado por eso la lectura contemporánea de Platen.

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Cien años antes del artículo de Mann, Berlioz estrenaba su Sinfonía Fantática, la tercera(o cuarta) pata de la revolución de 1830 junto con Hernani (Hugo), las jornadas gloriosas (Delacroix) (y Rojo y Negro de Stendhal).

Un jovencísimo Berlioz, que había dejado el escalpelo por el pentagrama, se cuela en una representación de Hamlet (hubiera preferido Romeo y Julieta) y cae rendido ante la belleza de Ofelia (¿Ofelia 6?), Harriet Smithson, con nombre de revólver; que la representación fuera en inglés y que el futuro músico no entendiera ni papa de la lengua enemiga, no fue obstáculo…. ¡al contrario!... 

 Por aquellos días, Berlioz recibió el premio Roma y marchó a Italia. Antes había apabullado a la actriz, empapada de tragedia hasta los huesos, pese a lo cual no cedió a la insistente y persistente en el tiempo, impertinencia amorosa del músico. Ni siquiera asistió al estreno parisino de la Sinfonía Fantástica que tuvo lugar tal día como hoy del año 1830.  Si por lo menos me la hubiera dedicado a mí, se dijo, y no al dudoso Nicolás I”

Berlioz se desesperaba en Italia.

Berlioz era hombre de recursos, así que intento sustituirla en su corazón por Marie Moke. También su suegra era mujer de recursos y casó a su hija con Pleyel, el fabricante de pianos. Berlioz, como he dicho, era hombre  de recursos: planeó cabalgar hasta París y, disfrazado de criada, liquidar a Moke, a su madre, a su novio pianista y a todos cuantos se opusieran a su decisión. Consiguió llegar a Niza.

 Cuando definitivamente volvió a París, se enteró de que Smithson-Ofelia había, por fin, asistido a una sesión de su sinfonía. Smithson quedó profundamente impresionada al relacionar lo que oía con el contenido de las cartas que recibía y se convenció de que era ella el verdadero centro de aquella aventura musical. No es necesario imaginar al compositor golpeando los timbales y con la mirada enloquecida y fija en su adorada. Se casaron y se separaron. Tampoco hizo falta que la actriz echara mano a su apellido. Se largó y punto. Berlioz contrajo nuevas nupcias.

El músico, viudo por segunda vez, quiso morir en ¡¡Niza!!, ciudad para él símbolo de la felicidad. Nada tenía que ver con lo que esperaba. Volvió a París a morir en territorio conocido. Está enterrado en Montmartre… ¡con sus dos esposas!

6

La mariscala dijo que el ballet era muy inferior a la novela del abate Prévost.

«¡Cómo! -pensó Julien, asombrado y divertido-, ¡una persona tan virtuosa alaba una novela!» (…)

Julien Sorel y la mariscala, recién escapados de la pluma de Stendhal, asisten a una representación de la premonitoria Manon Lescaut (¿1830?). Evidentemente no pudo tratarse ni de Messenet ni de Puccini, dedicado ya, por entero, a los canelones. Se trató del ballet del prolífico Halévy, cuyo Manon fue estrenado en 1830.

 Delacroix sueña con Sardanápalo, el asirio; Berlioz compone Sardanápalo y consigue el premio Roma; Victor Hugo publicaba Cromwell y saltaban por los aires las convenciones aristotélicas; Baudelaire perdía a su padre legítimo y ganaba un precioso objeto de odio; Balzac se esforzaba con denuedo en fracasar en cualquier negocio relacionado con la edición. Los Nerval, Gauthier y compañía... empezaban a tomarle gusto al porro; Carlos X, último rey francés, disolvía la Guardia Nacional, harto de que lo llamaran en público y sin recato, inútil  y tragaldabas; Strauss, padre, cuyo padre había aparecido ahogado en el bello Danubio azul, daba una exitosa gira por la Europa post-Viena. Beethoven acababa de morir… Afortunadamente no estaba la fatídica Alma Mahler-kokoshka- Gropius-Werfel para sacar la mascarilla del difunto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...