Buscar este blog

martes, 26 de marzo de 2013

Propuesta para hoy, día 26 de marzo. Beethoven. J.K.Toole…



PRIMERA ESTAMPA.










Suena  el Cuarteto XIII, cuya “Gran fuga” final fue sustituida a última hora por un nuevo “finale”, que sería, a la postre, el último movimiento completo que escribiría Beethoven. Tomo un aguardiente de trigo en el Welt Café de la Schwarzspanierstrasse de Viena.  Creo que el nuevo “finale” quita un poco de hierro al asunto. Se ve que el músico se arrepintió de la “Gran fuga” y pensó que estaría bien permanecer un poquito más. En un apartamento de este recio y vetusto edificio (fundado por los benedictinos de Montserrat: apúntenlo en su cuaderno “Big Chief”) pasó Beethoven sus últimos meses (incluyendo su último día: tal como hoy del año 1827) Desde la ventana de su habitación se veía el gran descampado del glacis, que posteriormente fue convertido en el Ring, más o menos enfrente de donde se construyó, veinte años más tarde, la” Iglesia votiva”. El sol le entraríaa raudales, a no ser que, como a Kant, le gustara tener su habitación completamente a oscuras…o cayera un diluvio bíblico. Estos genios tienen genialidades.
 La verdad que a este último refugio del músico no le hacen mucha publicidad. Puede que el suicidio de Weinninger la haya infectado de nihilismo y desprecio de sí misma. Viena no quiere saber nada de sus antiguas “epidemias”.

Me veo nuevamente delante de la barra del Welt café:

–Póngame otro orujo, buen hombre.

–¿Qué? ¿¡Ya viene de ver la casa de los muertos!? Aquí lo que más despachamos es “Agua del Carmen”… ¡para los mareos! Sepa Vd. que el sordo se pudrió en vida, como Mozart. Una cirrosis concluyente le licuó los órganos internos. Le sacaron 6 litros de líquido putrefacto…los riñones los tenía…

–¡Pare Vd, buen hombre!

–No tiene Vd. pinta de aprensivo… Además la tarde que murió, eran las 5’45, descargó un diluvio bíblico y los rayos señalaban de forma inequívoca la escena del deceso. Es lo que tiene la grandeza. Mi muerte vendrá precedida de un estruendo de vajilla: se me caerá la bandeja y el dueño me partirá el lomo. Ya mi nacimiento vino precedido por una desgracia: una epidemia de peste porcina acabó con todos los cochinos de la familia. Y entre uno y otra mi vida discurre tan turbia como el agua del Danubio.

–Me va Vd. a hacer llorar, querido mesonero. Pues yo, he de decirle, fui concebido en medio de una galerna fuerza 8 y mi nacimiento por una riada purificadora. Pero mucho me temo que mi “finale” sea precedido por una ridícula musiquilla de teléfono a la que no podré atender. Mis últimas palabras serán: “Me cago en el puto móvil”. Por lo demás: puede que llueva o puede que no.

–Ese hermoso perro es suyo.

–En efecto.

–Pero… ¡déjelo entrar.

El camarero le sirve agua en un cenicero grande. “Gorrión” bebe con la delicadeza que le es propia.
Todo es un sueño. Estamos tumbados en el sofá de casa oyendo el esputofaif. “Gorrión” sigue con atención el “finale” y parece que se despida.

SEGUNDA ESTAMPA.



 Y ahora me veo sentado a una mesa de un aplastado MacDonald en la carretera local 24 (Milledville, Georgia). Gorrión se carga de energía. Sin un poco de sol se descarga, como las pilas. La altura de las “casas” indica el límite permitido a la elevación espiritual. Nadie puede volar más alto. Primero fue la cuadrícula y después se echaron las casas, como la sal en la ensalada. Algunas parecen pegatinas que intentaran reproducir antiguos recuerdos (ya difuminados) de ciertos edificios próstilos-tetrástilos que, en algún lugar del mundo, han existido (no en vano hay una ciudad cercana que se llama “Atenas”). Gente, a la vista, no hay. Coches. ¿Esto es el “Profundo Sur”?  Son llanuras interminables que las presiento llenas mosquitos y de desquiciados. Ni profundidad, ni altura.  La altura máxima es la de la hamburguesa que me trae un individuo vestido de payaso. Cerveza imposible. Un Dr Nuts…remanente de la guerra de Corea (?recuerdan Vds. el "olor de almendras amargas", pues ¡al revés!)  Las bebidas alcohólicas en el interior. “Sangre sabia”.

–Mi querido y estrafalario camarero… ¿Podría Vd. indicarme si estoy en la dirección correcta para “Andalusia”?

–It’s a long, long way!

–Pero…¡voy bien!

–¡Claro pisshha! Lo de “long way” lo digo para practicar. T’acabas el bocata, te revuerves, tiras como un kilómetro y ya veràh un cartelito.

–Gracias!

–¡De nada, mi arma!

Le doy el segundo piso a “Gorri” y yo me zampo la planta baja. Entro, compro una botella de Bourbon y salgo.

Ahora me veo, llevando al perro por la correa, caminando por el centro de la carretera…como en un final conmovedor de una película de “Charlot”. El objetivo se cierra, redondo, en negro, justo en nuestros culos. Es como si absorbieran el paisaje. A la izquierda aparece el cartelito: “Andalusia Farm”. Ya se oyen los rebuznos y los bramidos de los pavos reales. Un camino de tierra por entre una espesa vegetación desemboca en un claro (propio para las lunas inmensas de Georgia) y en su centro una casa-mansión con su porche acristalado con sus escaleras donde sentarse al caer la tarde…  y sus magnolias vigilantes. Faltan las plantaciones. 

En verdad la casa no desentona con otras que hemos visto en la ciudad. La ciudad tiene el encanto de las películas en las que se desata un terror gratuito e impropio. Sus edificios parecen edificios “potemkim”. Vamos…un escenario para rodar el “Show de Kino”.

Pues eso, los animales nos rodean. “Gorrión” husmea el aire, parece que ha olido a “lupus”, saca fuerza de flaqueza y lanza un ladrido que se desvanece en cuanto sale de su tierna boca. Avergonzado, se deja caer, abatido y conocedor del fin cercano. Lo ato en un aro a tal fin dispuesto. Entro y me compro una camiseta ilustrada: “Wise Blood”.

¿Que qué hacemos aquí? ¡Fácil!

J.K.Toole, harto de las maniobras castrantes de su madre, desesperado por que el futuro se alejaba de sus expectativas, fatigado de tanto disimulo erótico, arrastrado por la fuerza gravitatoria de Ignatius Reilly e inspirado por el “espirituoso santo”, al que empezó a hacerse devoto…lo dejó TODO, cogió el coche (no sé la marca) y se marchó. Como H.H. con Lolita. Recorrer al buen tuntún las carreteras americanas, a la búsqueda de un cruce en el que poder pactar con el diablo. Como Robert Jhonson.  Llegó al Pacífico y su espíritu no encontró la paz. Volvía al infierno de Nueva Orleans pero se detuvo en “Andalusia Farm” en las afueras de Milledville (Georgia). Quería visitar la casa donde vivió sus últimos años su admirada Flannery O’connor (y donde está enterrada con el grumo familiar al completo). Llegó a punto para celebrar el 44 cumpleaños de la muerta. Era el 25 de marzo de 1969. La “granja” no estaba abierta al público.



 Aquel joven con una retirada al apacible Jack Lemon se había convertido en un gordo enloquecido que había tomado los rasgos de “Ignatius”. Tomó, frustado, la interestatal 65. Pasó de largo centenares de moteles y cuando el sueño le vencía se dijo que, para lo que quedaba, no merecía la pena gastar ni un dólar en dormir.

–(…)”¿Dónde quieres que pasemos la noche?
–¿Pasar la noche?–atronó Ignatius–No vamos a pasar la noche en ningún sitio. No podemos parar.
–Ignatius, estoy que me caigo. Llevo en este coche desde ayer por la mañana. 
–Bueno, crucemos el puente de Biloxi por lo menos…(…)”

Sin embargo, en un arranque de fidelidad y nostalgia se comió un “perrito caliente”, con doble de mostaza. Ya no le quedaban muchos de los 1.500 $ con los que salió de casa. Enlazó con la 10. Antes de llegar a su destino, quiso ver el mar y las ciénagas: tomó la 57 hacia la costa. Se internó en la 90 y  cruzó (¡desgraciado!) el puente de Biloxi.  El coche se abría paso entre la nada. Iris, de rosados dedos, asomaba por la parte de Florida. Su madre, de negrísima sombra, esperaba por la parte de Misisispi.  Dejó que el día siguiera su curso. Compró, en Biloxi, una manguera de cuello ancho. Puso 15 litros de gasolina y cogió el boulevard de la costa. Cuando creyó conveniente tomó un sendero secundario. Encajó la manguera al tubo de escape. Metió la parte libre de la manguera por la ventanilla del conductor. Subió la ventanilla. Encendió el motor y esperó. Su último pensamiento fue para Myrna “… Y tomando la cola de caballo con una de sus manazas, la apretó cálidamente contra su húmedo bigote”.





 Lo encontraría el patrullero Mancuso, eficazmente ridículo, como siempre.

“Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer.”

A favor de la madre decir que entregó el resto de su vida a la causa del hijo (y a firmar libros) que, por fin, vería colmadas sus ansias de inmortalidad. “La Conjura de los Necios” ha hecho pasar a la historia a todos aquellos que no supieron ver la majestuosidad de la obra.

Si Vds. van, de verdad, a Nueva Orleans y quisieran, por aquello de la “mitomanía” y las “efemérides”, hacerle una visita al bueno de “Ignatius”, sepan que su estatua se encuentra en el “hall” de los antiguos “almacenes HD” (justo debajo del reloj) que daban a la Kanal Street y a la Iberville. Háganme caso: no busquen en internet porque enloquecerán: Los almacenes no existen; el Bourbon Hotel, no existe, el que pusieron después, tampoco. Ahora se llama Hyatt French Quarter Hotel y se encuentra en el 819 de Kanal Street. No se confundan, por allí pasan muchos individuos que tienen su mismo porte. Fíjense bien: es el único que no se mueve.
Aunque la verdad, mejor harían tomándose un bourbon en cualquier garito de las calles adyacentes.

Buena visita, ¿eh “Gorri”?


TERCERA ESTAMPA.
Monsieur Ancelle me revienta (…) la moral de la burguesía me da horror” (Baudelaire a su mamá. 26 de marzo de 1853.)

Tal día como hoy, abandonó definitivamente la escena la gran Sara Bernhardt. Tampoco se llevó bien con su madre. Cuando llegó al Olimpo, los dioses la colocaron junto a Hefestos, el cojo.











RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...