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viernes, 28 de junio de 2013

Propuesta para hoy, día 28 de junio. Schwejk. Sarajevo.Propuesta para hoy, día 28 de junio. Schwejk. Sarajevo.




(Los asteriscos (*) remiten a razones efemerísticas).

 

“De modo que nos han matado a Fernando–dijo la sirvienta al señor Schwejk, el cual hacía años que, habiendo sido declarado tonto por la comisión médica militar, había abandonado el servicio y vivía de la venta de perros, feos monstruos de malas razas, falsificando sus árboles genealógicos.
Además de esta ocupación padecía reumatismo y ahora precisamente se frotaba la rodilla con lilimento alcanforado.

–¿Qué Fernando, señora Müller?–preguntó Schwejk sin dejar de darse masajes en la rodilla– conozco a dos Fernandos. Uno es el criado del droguero Pruscha y alguna vez se ha equivocado y ha bebido tinte para el pelo, y luego conozco también a Fernando Kokoschka, que anda recogiendo estiércol. El mundo no se pierde nada con ninguno de los dos.

–¡Pero señor! Ha sido al archiduque Fernando, al de Konopischt, al gordo, al piadoso.

–¡Jesús María!–exclamó Schwejk– ¡Qué curioso! Y ¿dónde le ha ocurrido eso al señor archiduque?

–En Sarajevo. Lo han matado con un revólver, señor. Fue allá en automóvil con la archiduquesa…”

Tampoco se perdía nada con la muerte de este zángano protofascista.

Así comenzó la entrada en la Gran Guerra del valeroso soldado Schwejk.

*****

Mientras tanto el caballero Hoffman, pide la mano de Hania Schulz (hermana de Bruno Schulz) y, ayudado por el desconcierto, su propuesta es recibida con menos aprensión de lo esperado.

Y se hicieron miles de cosas y miles de cosas se han olvidado. Se fue a misa de ocho. A los de la misa de doce, se les atragantó la hostia. Se desayunó. Las parejas que no fueron a misa aprovecharon para echar un polvete. Las que fueron, renovaron sus promesas infactibles. Y los que no hicieron ni una cosa ni otra, se paseaban con las manos en los bolsillos disfrutando de la mañana y tomando cañas y demás. Y sobre las doce ¡pum! ¡pum!... dos balas salieron en persecución de las testas coronadas sobre las que recaería el peso de media Europa.



Aquellos que aún siguen creyendo que el acto de Gavrilo fue la CAUSA de la Gran Guerra, tendrán que explicar (si quieren que su explicación tenga apoyo empírico) por qué no ha comenzado la tercera guerra en la puerta del condis: NO se llega al asesinato, porque dios no lo quiere así. Pero las más duras palabras van y vienen desde el puesto de la cajera hasta la acera y rebotan hasta la barra del pescado y se estrellan supurantes en los estantes de las conservas. He visto cosas que les dejarían pasmados. He oído cosas que los oídos sensibles no podrían admitir. En fin, he visto mujeres tirándose del pelo por haberse saltado la tanda… hombres golpeándose con botellas de Terry por el mismo motivo… ¡y no ha transcendido al resto del universo-mundo! Si lo de Princip tuvo aquellas consecuencias sería por otras razones que no la mera muerte de un matrimonio. He visto, con mis ojos, matrimonios que se han destrozado ellos mismos… ¡y no ha pasado nada!
Sin ir más lejos, esta mañana, a eso de las nueve y cinco, en la cola de la pescadería, un humano, especie femenina, ha pedido un kilo de boquerones ¡y ha exigido que se los limpiaran! El número 43, el turno iba por el 41, de un salto repentino, ha cogido a la espécimen del cuello (con las dos manos… ¡y necesitaba otra!), la ha tirado al suelo, y cuando iba a patearla, ha aparecido el negro que se encarga de estos asuntos y ha puesto paz. Presumo que una paz transitoria… ¡como todas!

Todo esto lo cuento porque no me creo que la Gran Guerra empezara por un “quítame allá esas pajas”.

   Sin más rodeos: dejemos establecido que la guerra estaba prevista, que era (para ellos) inevitable y que una vez fabricada la ocasión, toda la maquinaria se puso en funcionamiento. KaKania, por desgracia, ocupaba el espacio ansiado por Alemania y Rusia… La cosa es mucho más complicada, pero ya saben Vds.: Francia… Inglaterra… ¡Infórmense! Sólo una cosa estuvo clara desde el principio: era una guerra alimentada con sangre proletaria.

Ya saben Vds. de mi afición a seguir los hechos de cerca. Así que convoco a mis Ángeles Custodios y les presento un bosquejo del plan, que les iré descubriendo poco a poco, con el fin de atrasar o disolver las reticencias. Y como a mí el tiempo y el espacio me la refanfinflan, condensaré en unas horas lo que tardó en acontecer varias semanas.

Vds. pueden, si lo desean, tomar el avión a Venecia y allí, el catamarán que les conducirá a Trieste. Tomen algo en la cantina–gelateria del puerto y continúen hacia  las bocas del Neredna. Suban por el río… ¡y esperen indicaciones! O bien, si es su parte femenina la que gobierna el día, diríjanse a Viena y desde allí tomen el tren hacia Sarajevo y hagan noche en el balneario de Ilidza. Esperen hasta nuevo aviso. Todas las líneas conducen a la avenida Appel (hoy: “Abala Kilina bana”) cruce con Francisco José (hoy: “Despica”), frente al puente “Cumurija”). Las jerarquías celestes están convocadas a las 10’30 de la mañana, más o menos, para presenciar la “tragicomedia de Sarajevo”, obra en dos actos y un entremés (el primero, un fracaso).

Hay que remontarse al Tratado de Berlín (yo ya me encuentro en el bar-gelatería del puerto de Trieste pimplándome un cuartillo de “grappa”) y a la posterior apropiación formal del corredor de Bosnia y Herzegovina por parte de K.K. Bosnia estaba habitada en sus tres cuartas partes por serbio-bosnios, opuestos tanto al dominio otomano como al recién instaurado austro-húngaro.  Lean a Ivo Andric.




Los atentados menudeaban. Si hubiera existido algo parecido al “Palacio de los Sueños”, la burocracia onírica habría detectado el patriótico furor homicida, pues se paseaba por doquier y asentaba sus reales en el área de Broca (*) generando discursos más inflamables que la piel de la naranja.

Y no es broma, como se verá más adelante.

Las maniobras previstas para junio del 14 en los alrededores de Sarajevo, anunciadas el año anterior, fueran tomadas como una provocación por las organizaciones nacionalistas serbio-bosnias… y como una oportunidad para hacerlo evidente. Por lo demás, el plan de Francisco Fernando (heredero de último recurso de la “corona de espinas”. ¿Por qué no se eligió a Luís Victor?: Tema a desarrollar) 


de crear una federación de tres unidades: Hungría, Austria y un “estado” eslavo, tampoco era bien visto. Ni el mismo Fernando sabía lo que quería. Serbia y los serbio-bosnios deseaban una Serbia grande que abarcara todos los territorios habitados mayoritariamente por serbios. Se “liberaron” Kosovo y Macedonia… ¡faltaba Bosnia!...

La decisión fue tomada cuando se hizo pública la inminencia de las “maniobras militares”, se concretó cuando se publicaron las fechas exactas y se planificó al milímetro tras publicarse en los diarios el itinerario, con todo lujo de detalles, del cortejo real-imperial por las calles de Sarajevo, una visita que el desgraciado heredero quiso evitar como un cáliz hediondo 
¡Un paseo por Sarajevo! ¡Menudo colofón! El turbio Potiorek se emperró. Sofía, plebeya (que no es igual, ni mucho menos, a “simple mortal” como nosotros), quiso acompañar al hombre al que se había unido morganáticamente. 

Todo el viaje, desde su residencia bohemia, estuvo salpicado de signos premonitorios. Yo hubiera escupido, cruzado los dedos y simulado una grave dolencia.

A la espera del catamarán de Venecia, me pido una napolitana con alcaparras y otro cuartillo de grappa. En la mesa de al lado una grupito de mozalbetes devora helado de chocolate, como si siguieran la consigna de “¡paga el último!”.

El miércoles 17 de junio los archiduques acudieron al tiro de pichón que se celebró en una localidad próxima a Konopischt (Bohemia. Su residencia). El heredero era un gran matador, cosa connatural a la realeza, de animales salvajes o no. Se los pusieron a huevo. Cenaron pichones con huevos fritos.

El sábado 20 se trasladaron a su castillo de Chlumetz (Bohemia). Allí dejarían a los niños. Los recogerían a la vuelta de Bosnia para pasar el resto del verano en Blühnbach.

Se aseguraron de que los de la PAH no les hicieran “escrache”.

El martes 23, se despidieron de los hijos y de la servidumbre. La despedida tuvo algo de definitivo. Subieron a su vagón-salón y una espesa humareda empezó a filtrarse por el rico machihembrado. Mal empezamos. Se cambiaron a un humilde vagón de primera clase y a las siete llegaron, con humor saturnino, a Viena. Cenaron presurosos en el Bellvedere y se separaron: Él tomó el tren de las 9’30 hacia Trieste y ella saldría el miércoles 24 hacia Ilidza, adonde llegaría el jueves 25. Se encontrarán, según el plan preestablecido, para dar cumplimiento al sueño del obispo Lanyi.

El vagón regio sufrió una avería que lo dejó sin luz eléctrica. Le surtieron de velas, hasta que tomó forma de velatorio. Llegaron a Trieste a dos velas. ¡Mal seguimos!
El “Viribus Unitis” condujo al archiduque hasta las bocas del Neredva. Se cambió de barco: en el “Dalmat” ascendió por el Neretva, de frías aguas, como Marlow en busca de Kurtz; desembarcaron en Metkovich; Francisco Fernando escribió el telegrama que hacía 702: “Papá está de viaje de negocios…etc…etc y, vía Mostar, consiguieron, archiduque y cohorte, llegar a Ilidza...


donde Sofía, en medio de una tormenta desesperada, espera a su marido leyendo los telegramas que éste le ha ido enviando: Hotel Bosna, Ilidza, Sarajevo. A las 3, los esposos se reencuentran. 25 de junio.

Mientras tanto el trío ejecutor, se acercaba a su objetivo y se dispersaba por Sarajevo. Cada cual a su aire intentó insuflarse coraje de la mejor manera que pudo: curiosamente todos coincidieron en el aguardiente de ciruelas. Además de los de Belgrado se había seleccionado otro trío de indígenas. Seis en total. Eran como “personajes en busca de autor” (*). 



Las maniobras empezaban el 26 y acabarían el 27 al medio día.

Dejamos a la pareja que haga lo que tenga que hacer y volamos, tras pagar la pizza y la bebida, hacia Sarajevo siguiendo la costa dálmata y sobrevolando Mostar. Desde las alturas, las alemanas y  los alemanes parecen nativos de Ruanda-Burundi. 

Acabado lo que tuvieran que hacer, aquella tarde se acercaron a Sarajevo. Fue una visita fuera de protocolo, de reconocimiento. La archiduquesa debía visitar toda la zona en los dos días de asueto de que disponía y su solícito cónyuge no quiso abandonarla sin antes haber echado un vistazo. Fueron reconocidos y aclamados. Nada parecía presagiar lo que se avecinaba. Compraron alfombras, muebles antiguos e incluso una  predispuesta daga en forma de medio corazón… y tomaron té. La lluvia seguía cayendo. Media Sarajevo estaba impracticable: la media que no pisaron los archiduques. Cenaron. Enviaron telegramas. Se acostaron.

Al día siguiente cada cual a lo suyo: Fernando a las maniobras y Sofía de “rebajas”.

El sábado 27, al medio día, tal como estaba estipulado, acabaron las maniobras: El ejército estaba en orden. Telegramas. Se comió, se bebió, se durmió la siesta e, incluso, se habló de anular los actos del día siguiente. Fernando fue recorrido por un escalofrío anunciador. La verdad que hubiera cogido el tren esa misma noche y se hubiera vuelto directo a Viena…ahorrándose el trayecto en barco y los días de espera, de calor húmedo “corpore in sepulto”. ¡Pero se quedó! ¡Se quedaron!

Ese mismo sábado, los dos tríos son presentados y se convierten en un sexteto (de percusión). Se reparten las armas: 5 automáticas Browning y seis granadas, mas munición, dinero y unas ampollas de cianuro (¿). Con las armas sobre la mesa pasan a la planificación. A esas alturas media Europa estaría enterada de lo que iba a suceder.

Se situarían por parejas (Mehmedbasic/Cubrilovic; Popovic/Caabrinovic; Gavrilo/Grabez) a lo largo del muelle de Appel que bordea el rio Miljacka, entre los puentes Cumurija, Latino y el del Emperador. Establecido el plan lo sellaron con Sljivovica. Princip no bebió. Sin embargo no cesó de acariciar la culata de su semiautomática FN, modelo 1910, calibre 9 mm. Número de serie almohadilla 19074. Sus ojos brillaban de gloria futura.  Verían de lo era capaz. Lo habían despreciado por enclenque, como a Lucheni… ¡enclenque yo! Mis disparos corren más que los guepardos y se sumergen en la carne con más rapidez y ansia que las garras del oso pardo…¡¡Veréis!! 




La mañana del 28 amaneció clara. Las lluvias habían cesado. El matrimonio que iba a ser sacrificado, oyó misa en la capilla del hotel. Al mismo tiempo en Grosswardein, (actual Oradea, Rumanía) el obispo Lanyi celebraba otra misa dedicada a los archiduques. Se había despertado sudando como un condenado. En sueños había recibido una carta: “Mi querido doctor Lanyi: Os escribo para comunicaros que hoy mi esposa y yo hemos sido víctimas de un doble asesinato. Nos encomendamos a vuestras oraciones y os rogamos que en el futuro sigáis amando a nuestros pobres hijos como hasta hoy. Un cordial saludo del archiduque Franz. Sarajevo, 28 de junio de 1914, a las tres y media de la madrugada.”…Y lo peor es que hubo testigos del acontecimiento.

Los archiduques oirían con recogimiento las lecturas litúrgicas del día. Sobre todo las palabras del profeta Isaías:

“La estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos. Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido con un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.”

Y así, reconfortados, se dirigieron a la estación. A las diez los recibió Patiorek en Sarajevo. Pasó revista a las tropas del cuartel de enfrente y subieron a los coches para dirigirse al ayuntamiento entre la turbamulta exaltada. La ciudad vivía un momento histórico. Vivas, cánticos, banderas, gritos, aclamaciones…Pero de los 120 policías municipales, sesenta libraban por festivo y no se había proyectado ningún plan serio de seguridad.
Los archiduques ocuparon las plazas centrales de su Gräf & Stiff Double Phaeton de seis plazas. Descapotable. Impresionante. Tenía 4 años y era la joya de los talleres de los hermanos Gräf de Viena, antiguos reparadores de velocípedos. La matrícula: “A III 118” (¡¡). (11 del 11 del 18. ¡¡¡Día del armisticio!!!). Más que un coche llegó a ser un arma de destrucción masiva.
El Phaeton (estaba claro que con ese nombre alguna imprudencia iba a cometer…que lo chamuscaría) marchaba en segundo lugar, de los seis automóviles que conformaban la comitiva. Etc..etc…

Mehmedbasic, serbo-musulmán, acechaba en la puerta del café Mostar, junto al primero de los puentes. Vio pasar la comitiva y su brazo quedo paralizado. Cubrilovic, que debía corregir el fallo (de ahí lo de ir emparejados), no quiso disparar por miedo a darle a la mujer (¡¡). Primer obstáculo salvado. Sobrepasado el puente Cumurija, Popovic y Caabrinovic blasfemaban y sudaban cadaverina espesa. Popovic dudó (estaba claro que los “indígenas” eran unos cagados) pero el segundo, sin calcular el tiempo de explosión, arrojó la bomba sobre el descapotable. La bomba cayó sobre la capota recogida, tras haber herido en el cuello a la archiduquesa. Fernando golpeó la capota y la bomba cayó al suelo dispuesta a destrozar los bajos del tercer automóvil. Allí sí que hubo sangre. El autor salió de entre la multitud y se arrojó al río. El río bajaba seco y por mucho que lo intentó no pudo sumergir la nariz en la corriente y detener la respiración para siempre. Tomó la ampolla de veneno, pero estaba en mal estado y le produjo colitis. Y así, cagándose por una pata, fue detenido por la multitud. La última pareja se disolvió euridicianamente. El cortejo, casi fúnebre, aceleró y se dirigió al ayuntamiento. Los heridos fueron trasladados al Hospital.   
El menú que le tenían preparado consistía en: “Consommé en tasse, Oeufs à la gelée, Fruits au beurre, Bouef buillée aux légumes, Poulets à la Villeroy, Riz compote, Bombe à la Reine, Fromage, Fruits et Dessert.”

Incluso en esa majestuosa lista se había colado un presagio.

Pese a todo, tuvieron el coraje de retrasar el ágape y pedir que los condujeran al hospital. Potiorek decidió volver, para evitar las callejas del centro, por la misma avenida, pero se le olvidó (¡¡) dar la orden al conductor del Phaeton. Cuando el descapotable llegó al cruce con la calle “Francisco José” giró a la derecha. Gavrilo estaba tomando algo en el bar de la esquina (justo en donde se ha instalado el Museo). En el espejo dorado que recorría la pared del fondo del local, vio lo que le pareció un espejismo. Se le erizó el lomo, echó mano al corazón y notó la pistola.

Potiorek, a gritos, indicaba al conductor equivocado que diera marcha atrás y siguiera recto por el muelle. El coche frenó en seco… ¡y se caló! Gavrilo se abrió paso entre los parroquianos, sacó la pistola y a una distancia de cinco metros descerrajó dos tiros ¡sólo dos!: uno para cada uno de los archiduques. La bala destinada al varón, le atravesó la yugular. De ahí la coloratura insólita de su voz cuando gritó: ¡Otra vez! ¡Me cago en la leche! que completó con un tardío ¡No te mueras, Sofía! ¡Hazlo por los niños! La mujer, sin embargo, no se dejó engatusar y murió rápido. Princip se mezcló con la masa pero fue detenido a los diez minutos.




Como era el día de san Vito (en Juliano), (de espeso significado para Serbia y los serbios), el archiduque, dicho lo dicho, tuvo a bien mostrar todo su repertorio de contorsiones, incluyendo un temblor levísimo, casi inapreciable, pero continuo, que fue muy bien recibido por aquellos que pudieron (y supieron) apreciarlo.

Faltaba una hora para la del “ángelus”. Se estaban enviando decenas de telegramas, que iban sufriendo un significativo “corrimiento al rojo”. El último fue el definitivo.

Los heridos (por decir algo) fueron conducidos a la casa del gobernador. Allí acabó de morir Fernado. Nuevo telegrama: “Menú sin tocar…etc…etc”. 


El Dalmat descenció por el Neretva, de frías aguas.  En la costa esperaba el "Viribus Unitis". Luchando contra la Bora, el “Viribus Unitis” (“Con unión de fuerzas”, lema del emperador) llegó a Trieste. Allí, entre hielos como el caviar, esperarán, difuntos y cohorte, hasta el  2 de julio. Días antes, Joyce, en el nº 4 de Donato Bramante, en el barrio de San Vito, ha recibido un ejemplar de Dublineses: Ha sido toda una odisea. De entonces, la concepción del Ulises.
Svevo no se plantea, de momento, dejar de fumar. 



A las diez de la noche, del martes 2 de julio, llegaron a Viena. Sofía, plebeya, no podía ser enterrada en la “Cripta de los capuchinos”. En previsión, Fernando había establecido que lo enterraran en  su castillo de Artstetten, en la otra orilla del Danubio. Se hicieron funerales en Viena. Francisco José no pareció sentirlo mucho: la dinastía había vuelto a su cauce y, además, desde ese preciso instante, maduraba la decisión de acabar con Serbia.



Eran las dos de la madrugada del 4 de julio cuando llegaron a Pöahlarn. Las puertas del cielo se abrieron para dar paso a toda el agua acumulada desde eones. El oficio se realizó en la sala de espera de la estación, como una cirugía de urgencia. El paso del Danubio hizo removerse a Trajano en su tumba. Los siluros del Danubio, en plena temporada, rodeaban la barcaza, envuelta en vapores descompuestos. Por fin pudieron descansar en paz. Sobre sus tumbas: “Iuncti coniugio Fatis iunguntur eisdem” (“Unidos en el matrimonio y en el destino”).

 “A.E.I.O.U”: “Austria Erit In Orbe Ultima”…Sin embargo: “Finis Austriae”.

Corolario: El latín es una lengua muerta.

En Estados Unidos celebraban el día de la independencia.

El resto es historia.

El “Phaeton” y el “Viribus”, ultrajados hasta el último tornillo, se tomaron venganza. ¡Infórmense Vds. Infórmense!

Vuelvan como puedan. Pueden aprovechar para una visita al museo; para leer la plaquita; para discutir con serbios y croatas sobre la categoría de Gavrilo; para saturarse de aguardiente de ciruelas…



Yo tengo mis Custodios.











RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...