Las fuerzas armadas… ¡¿qué les voy a
decir?!...han sido desde siempre refugio de gente desalmada y como tal, privada
de aquellas “facultades” que asociamos a tal entelequia, entre ellas la
inteligencia, la compasión…Por esa misma privación de la capacidad de
raciocinio, han sido sujeto (y objeto) de situaciones que, de no ser por lo que
es, podrían ser calificadas, simplemente de cómicas o tragicómicas (por más
exactitud).
Ninguna situación a la altura de la
famosa “batalla de Karánsebes” (actual
Rumanía)…digna de Gila.
Si tuviéramos, además de la pura
curiosidad, la valentía de rememorar el “vodevil” “in
situ”…no tendríamos más que ir a la Estació del Nord, sacar un
billete en autocares Sanz o en Atlassib Spania s.l. y embarcarnos para un viaje
inacabable, a través de Europa, que nos depositaría en otro espacio y en otro
tiempo. O bien, puesto que en Caransebes hay aeropuerto, agenciarse un billete
desde Barcelona, Madrid, Valladolid…o desde donde fuera y plantarse en ese “histórico” lugar en unas cuantas horas.
La vuelta la dejaríamos en manos del altísimo o de nuestros ángeles Custodios.
Sólo les daría un consejo: carguen con
todo el aguardiente que puedan y pimplen en compañía. El viaje adquirirá alturas
metafísicas.
Llegados a nuestro destino, lo primero, y antes de romper la rutina del viaje…seguir hasta Sibiu y de Sibiu a Rasinari (total unos 200 kilómetros…¡nada! (teniendo en cuenta los que llevaremos hechos)).
Allí, puesto que nuestro aguardiente ya haría horas que se habría terminado, entraríamos, tras franquear dos escalones, al único bar de la calle Nicolae Balcescu y allí nos tomaríamos una cerveza Ursus acompañada de aguardiente de ciruela y observados por miríadas de moscas. Para asentar el estómago acompañaríamos la bebida con unas tapas: tocino ahumado, queso de cabra y pimientos. Acabaríamos con unos cigarrillos Carpati, que nos habríamos agenciado en la terminal…¡Gracias Stasiuk!
Llegados a nuestro destino, lo primero, y antes de romper la rutina del viaje…seguir hasta Sibiu y de Sibiu a Rasinari (total unos 200 kilómetros…¡nada! (teniendo en cuenta los que llevaremos hechos)).
Allí, puesto que nuestro aguardiente ya haría horas que se habría terminado, entraríamos, tras franquear dos escalones, al único bar de la calle Nicolae Balcescu y allí nos tomaríamos una cerveza Ursus acompañada de aguardiente de ciruela y observados por miríadas de moscas. Para asentar el estómago acompañaríamos la bebida con unas tapas: tocino ahumado, queso de cabra y pimientos. Acabaríamos con unos cigarrillos Carpati, que nos habríamos agenciado en la terminal…¡Gracias Stasiuk!
Ese lote nos hubiera sido servido tras
una demostración de nuestro don de lenguas:
--O
bere, vă rog!
--Ai
ceva de mâncare?
que hubiera dejado estupefactos y
divertidos a los dos descarriados que, poco a poco, se transmutan en espíritu
de tanto trasegar “Espirituoso Santo”
de ciruela. Acabarán convertidos en sombras, y se evaporarán. Así desaparece la
gente de por allá: se evaporan y vuelven a aparecer en la época de las
lluvias…como si tal cosa.
“Cuando
la atención (…) le abandona, cede a las tentaciones de las que ha querido huir,
o se hace presa de misterios impuros… ¿Quién no conoce esos miedos, esos
estremecimientos, esos vértigos que nos aproximan a la bestia y a los problemas
postreros? Nuestras rodillas tiemblan sin doblarse; nuestras manos se buscan
sin juntarse; nuestros ojos se elevan y no divisan nada…Conservamos este
orgullo vertical que reafirma nuestro valor (…) Nuestro desliz está próximo,
pero no es inevitable…”
Cioran (natural de Rasinari) se refería a
otra cosa…pero es exactamente lo que sentiremos tras engullir media botella de
aguardiente y unas cuantas cervezas.
No sabremos ni la hora ni el día. Sólo
que se nos va la cabeza en las estribaciones de los Cárpatos.
--Buen
hombre…¿podría indicarnos el autobús para Sibiu?
El buen hombre, más tajao que nosotros,
elevará un brazo, como Trajano dirigiendo sus tropas, y, a la buena de dios, dira:
--¡Por
allí!
El “don de lenguas” es un don que el “Espirituoso santo” otorga graciosamente a sus devotos.
El “don de lenguas” es un don que el “Espirituoso santo” otorga graciosamente a sus devotos.
Llegaremos a Sibiu y de Sibiu a nuestro destino inicial
(confluencia de los ríos Sibi y Timis): caeremos de golpe en el tiempo. Y los
minutos volverán a ser intervalos temporales y no espacios informes capaces de
albergar siete vidas y cl. y cl. de alcohol puro.
Al final de la peatonal calle Episcopiei, antes del arco, hay un
Carrefour. Cargaremos. Y, como vagabundos de la Osa mayor, iremos en busca del
“escenario de la batalla”…Nunca mejor
dicho: escenario de la comedia más
divertida de todas las representadas por el estamento militar. Los “actores de la guerra”, dirigidos por la
“Inteligencia militar”, pondrán en
escena un guión digno de los hermanos Marx… Y de un público como nosotros.
No nos importará si es de día o de noche.
La luz de la imaginación ilumina los “recovecos” de la historia, como las
largas de un camión de transportes internacionales.
Las interminables guerras ruso-turcas
dieron mucho de sí y alimentan “propuestas”
pasadas. La escena que vamos a presenciar se desarrolló en la que tuvo lugar
entre 1787 y 1792. Los turcos (otomanos) intentaban reconquistar las tierras
cedidas a los rusos en la anterior campaña y, de paso, arrebatar a los
austriacos lo que pudieran. Escogieron el peor momento: no sabían del pacto
ruso-austriaco. Antes de perder, sin embargo, tuvieron la satisfacción de ver
hacer el ridículo a sus enemigos seculares.
Tal día como hoy, del año 1788 (año de la
última sinfonía de Mozart, la nº 41) un ejército plurilingüe, extraido de las
múltiples nacionalidades del Sacro Imperio, se dirigía hacia Karánsebes, ciudad
fronteriza, con el fin de conquistarla y establecer un “puente” para inmediatas
incursiones.
100.000 soldados no son moco de pavo. No
van todos juntos, cantando, como si fuerana comer la “mona” de Pascua. Se
dividen en “divisiones” y cada “división” en grupos más pequeños y
especializados. Lo esencial es la coordinación y la comunicación. En una época
en la que no había radiotransmisión…todo eso se suplía a “ojo”… ¿Recuerdan vds.
“La cartuja de Parma?”…¿la descripción de la decisiva batalla de Waterloo?
Primero llegaron los “húsares”, prepotentes y a la “última”: en cuanto a indumentaria y armamento…aunque siempre conservaron el sable como símbolo… (¿de qué?). Llegaron, cruzaron el río y no vieron nada raro. Sólo un campamento de gitanos moldavos que acaban de convertir en aguardiente las ciruelas “afanadas” por los campos de la contorná.
Los húsares se pusieron hasta el culo
(¿pagaron?). Y empezaron a poner en duda su misión histórica. Después llegó la
infantería, con sed de perro rabioso. Los húsares, hicieron barricadas en torno
a las barricas, dispuestos a matar por el “Espirituoso”…¡y mataron!...Y
murieron...¡mártires! en defensa del líquido sacramental.
Hay que hacer notar que allí no se
entendía ni dios…aquello era como una “Torre
de babel” construida con toneles. Los disparos desataron el pánico: “¡los turcos...los turcos!”. El grito
hizo el efecto de mil bombas fétidas…todos corrieron en desbandada. Los jefes
(austricos-alemanes) quisieron poner orden: “¡Halt!...¡Halt!”...y
todos entendieron “¡Alá…Alá!” y la
desbandada se convirtió en alud. A los
muertos por disparos se sumaron los muertos por asfixia y desconsideración.
La caballería que vio a los vistosos
húsares dando vueltas enloquecidas alrededor de agitadas nubes de polvo, se
lanzó al ataque, confundiendo (¿) a los húsares con súbditos del sultán.
Húsares, artillería y caballería se
enzarzaron en una pelotera que corría por la llanura, como los matojos por los
desiertos de Arizona.
Por si fuera poco otro cuerpo de
caballería, rezagado, se lanzó, pistola en mano, abriendo fuego contra ese
tumulto infernal. Allí se disparaba a
todo lo que se movía…y todo se movía a impulsos de la supervivencia. El ganado
y los caballos de repuesto se lanzaron a la estampida. El sonido era como de
terremoto 9 Richter.
--¡Viva
Honduras!
--¡Viva
Letonia!
--¡Abajo
el turco!
Y para rematar (y descabellar) se recortó a lo lejos, sobre una pequeña loma, la pizpireta figura de “El Niño de la Capea” (¡61 cumplidos! *) que, muleta y espada en mano izquierda y montera en mano derecha, bajó con dudosos contorneos y se lió a estocadas airosas, de cada una de las cuales arrancaba, al menos, una oreja a algún súbdito del emperador. Al tal carnicero se le atribuyen 1.800 corridas (¿) oficiales…súmenle algunas más por afición…y tendremos la friolera de 4.000 reses abatidas por ese puño indómito. Sin contar las que mataría por desesperación y las que despacharía en sus noches de pesadilla (¡que sean innumerables!)… Con tres como el Niño, acaban con todas las especies del planeta en tres temporadas buenas…¡¡Dele el Dios de los toros una muerte a la altura!!
Y para rematar (y descabellar) se recortó a lo lejos, sobre una pequeña loma, la pizpireta figura de “El Niño de la Capea” (¡61 cumplidos! *) que, muleta y espada en mano izquierda y montera en mano derecha, bajó con dudosos contorneos y se lió a estocadas airosas, de cada una de las cuales arrancaba, al menos, una oreja a algún súbdito del emperador. Al tal carnicero se le atribuyen 1.800 corridas (¿) oficiales…súmenle algunas más por afición…y tendremos la friolera de 4.000 reses abatidas por ese puño indómito. Sin contar las que mataría por desesperación y las que despacharía en sus noches de pesadilla (¡que sean innumerables!)… Con tres como el Niño, acaban con todas las especies del planeta en tres temporadas buenas…¡¡Dele el Dios de los toros una muerte a la altura!!
El
“ilustrado” emperador José II, acabó en una acequia, lleno de cieno hasta las
cejas…¡pero no fue uno de los 10.000 muertos con los que se encontraron los
turcos dos días más tarde!...
¿Han probado vds. las “orejas fritas”…¡verdaderas orejas de
cerdo fritas!...Son típicas de por ahí por Nájera. No, no teman: “crema de calabacín con menta” y unos
pajeles que he conseguido en la “lonja” de Montgat…a punto ha estado de que me
los quitara el chino de siempre. Esta vez he sido más rápido. Verdejo.
Fifit-fifti y remolque de aguardiente de
ciruela.
Para la siesta sonará en
el esputifaif:
·
Las dos cantatas de Beethoven: la de José II y
la Leopoldo II
·
El concierto de “La Coronación“ de Mozart.
José II, a la muerte de Gluck, había
nombrado “compositor de la corte imperial” a Mozart, con un sueldo fijo,
decente, pero inferior al del difunto. Mozart estaba embarcado en la
composición de “Don Giovanni” y ya
había estrenado “Figaro” con un éxito
considerable. Su mujer estaba delicada y necesitaba “baños”. Empezaban los dos
últimos, aciagos, años de su existencia. Se estrena el “Cosí fan tutti”, que pone fin a su colaboración con Da Ponte…Y el
emperador está en las últimas (1790).
Mozart no es invitado a las honras
fúnebres (sin embargo asiste como “espectador”).
A Beethoven, sin embargo se le encarga una “Cantata
Fúnebre” que no se llegará a ejecutar.
Para la coronación de Leopoldo II
(hermano de María Antonieta y sucesor de José II) como rey de Bohemia, un
empresario privado encargó al compositor, entonces concentrado en” La Flauta mágica”, una ópera seria que
sería interpretada en los actos de la coronación. La obra, “La clemencia de Tito”, fue compuesta en tiempo record y se estrenó
en efecto, el día de la coronación, pero
no dentro del marco oficial…sino “off”.
Al joven Beethoven, sin embargo, se le
encargó oficialmente una
cantata para la coronación… ¡aunque tampoco se interpretó!
Hildegard von Bingen (muerta tal día como
hoy del año 1179) reivindicó el papel de las mujeres en el funcionamiento de la
iglesia. Soy de la opinión que se inventaba las visiones y revelaciones para
poder ser escuchada. En todo caso lo importante es su música, que supera en
mucho al canto llano que se componía por entonces…Sus amplias tesituras, sus
frases melismáticas, sus amplios e inusitados intervalos.
Su obra principal “Ordo virtutum” es un drama musical sacro con personajes alegóricos. El único que no puede cantar es el diablo: sólo habla…¡le está negada la música…como símbolo de su alejamiento de Dios!.
Su obra principal “Ordo virtutum” es un drama musical sacro con personajes alegóricos. El único que no puede cantar es el diablo: sólo habla…¡le está negada la música…como símbolo de su alejamiento de Dios!.
De la estirpe de Leonor de Aquitania, de Eloisa
y continuadora de Hipatia y de Macrina.
Por cierto, como de san Macrino, cuya
festividad celebra hoy la Santa Iglesia Católica y Apostólica, no tengo
noticias…me remitiré a Macrina, cuyo “lamento
(de Macrina)” se ha convertido en un lugar común: odio a la
charlatanería…hablar, hablar, hablar…pretendiendo siempre que su charla tiene algún significado. Se enfrentó a los
Nacianceno y rebatió, de forma elegante, el argumento aristotélico, soporte de
la virginidad de María: me explico:
Uno de los Nacianceno dogmatizaba sobre
el tema ante la incredulidad del pueblo llano. Un simple se atrevió a replicar:
--¡Es
imposible que ninguna criatura nazca sin el concurso de ”varón”!
--¿Acaso
los buitres hembra, tal como dice Aristóteles, no son fecundadas por el viento?
--Hum!!...¿esto…?
Argumento falaz: El viento es invisible,
por lo tanto nadie sabe qué viento (ni
si es el viento) es el responsable. Por lo demás, si así fuera (cosa
dudosa por la réplica anterior)…¡María no
es un buitre!...¡Lo que puede ser cierto para los buitres no tiene que
serlo para María, madre de Jesucristo…¡Lógica aplastante!...que no hizo en
mella en los endurecidos cerebros de
aquellos fanáticos.
Lo que Macrina estaba proponiendo era una
primera versión del “principio de
verificabilidad” como criterio de significación de las proposiciones.
Popper (muerto tal día como hoy del año 1994) lo modificaría para salvar
ciertas incongruencias y propuso la “Falsabilidad” como criterio…enredándose en
nuevas incongruencias.