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miércoles, 2 de octubre de 2013

Propuesta para hoy, día 2 de octubre. Alejandro I. Bréton. Duchamp. Kafka. UNAM. Gol olímpico.


11 de Vendimiario. Día de la patata
1.
Pero, oigan, es que en cuanto lo vio se lanzó como una fiera a comérselo. Por suerte, el pastor alemán que llevaba se lanzó como una fiera y evitó que fiera (perdón: fuera) reducido a unos cuantos botones dorados y a un trozo de charol. Otros dicen que el mono se abalanzó sobre el perro y que fue Alejandro I de Grecia quien salió como una fiera en defensa del pobre cánido. De cualquier manera la “fiereza” estuvo presente y el coyuntural rey de Grecia fue mordido por el mono. El rey había salido a pasear con su perro por los jardines de palacio y los monos del jardinero estaban sueltos. Los monos en cuanto olieron al monoargático, monargático, morganático, o como se diga, fueron como fieras a defender el terreno.


No es de recibo que W. Churchill, “el fiero carnicero de Gallípolis”, culpara al mono de los cientos de miles de griegos muertos en la campaña de Asia Menor y deje sin mencionar las maniobras de los aliados que, como siempre, azuzaron a Grecia y después la dejaron sola.
El rey murió al cabo de pocos días, de infección generalizada o sepsis, como propiamente se dice. Era tal día como hoy del año 1920, miércoles, la luna había entrado en cuarto creciente y en Grecia se había credo un problema de envergadura.
Aquella misma mañana, domingo día dos de octubre del año 1966, Bréton, despertado por los ruidos del puente de Batignolles, abrió los ojos y comprobó que estaba muerto. Antes de tan demoledora deducción notó que le faltaba el aire y pensó que era un ataque de asma, el definitivo. Un lejano perfume a rosas, que él imaginó rojas, se filtró por los algodones de la nariz y le llegó a la pituitaria ya inservible. Haciéndose el gracioso imaginó (puesto que esas estaba) que todo era un sueño. Y recordó que justo en el momento en el que el mono mordía al monarca estaba sacando un billete para el tren de Viena. Tenía intención de entrevistarse con Freud y darle una colección de “sueños” para que el psiquiatra los analizara y diera lustre al, aún sin nombre, movimiento surrealista, recién separado del “juguetón” e infantil dadá. Freud dijo lo que tenía que decir: el significado del sueño lo descubre el soñante. No puedo hacer nada. Bréton descubrió el significado latente de su propio sueño: ¡Estaba muerto! “Perdonen que no me levante” (Groucho, n. 1890). Sobre ambas tumbas una extraña estrella.


Había sido enterrado el día anterior y todavía no estaba acostumbrado a la eternidad: “Busco el oro del tiempo” (en francés, naturalmente)… ¡Busca, busca, minero!
55 años antes, el 2 de octubre del año 1911, Kafka había tenido un sueño: “Esta noche fue horrible la aparición de una criatura ciega al parecer hija de mi tía Leitmeritz, que sin embargo no tiene ninguna hija, sólo hijos, uno de los cuales se rompió una vez una pierna etc etc”. Kafka solucionó el enigma refiriéndolo a su madre, según la ortodoxia freudiana recogida en “Lecciones de Psicoanálisis” que acababa de publicarse.



Duchamp que, a la sazón, esperaba la muerte (que, puntual, vendría dos años después), presente en el cortejo, esperó agazapado a que gente desapareciera y meo amorosamente sobre el túmulo. Ni siquiera en ese momento dio muestras de placer. Cuando salió del fúnebre recinto trastabilló en un escalón de una tienda de flores y a punto estuvo de romperse la crisma. Aceleró el paso a fin de evitar el inminente jaque mate. Kafka, en octubre del año de la insulsa y terrorífica pesadilla había jugado una simultánea con el niño prodigio Capablanca que vestía de riguroso negro, según las normas de la época. Vean Vds. el último, y fatal (para Kafka) movimiento de Capablanca.
Once años más tarde Duchamp también recibió el correspondiente jaque mate.


Aunque, en realidad, estaba ya muerto y enterrado: había sido “asesinado” el año 1965. Sus asesinos (Arroyo, Aillaud y Recalcati), pese a la indignación de los surrealistas, Bréton a la cabeza, no fueron condenados.


2.
Lo de Duchamp y el ajedrez es una larga y enjundiosa historia. Baste decir, de momento, que participó en las primeras olimpiadas de ajedrez, el año 1924 en París coincidiendo con los juegos olímpicos. Y ya que estamos con las Olimpiadas… ¿saben Vds. el por qué de gol “olímpico”? Aquí va la explicación:
1924. La selección uruguaya se había proclamado campeona olímpica de fútbol en París. Fue la primera no europea en conseguirlo. Duchamp, por su parte, formó parte del equipo galo de ajedrez en un torneo que se quiso olímpico. Y Bréton preparaba las galeradas para la publicación del “Manifiesto…”
La gira triunfal de la campeona le llevó a concertar dos encuentros contra su eterna rival, Argentina. El primero se jugó sin contratiempos en Montevideo. Empataron a 1. La “vuelta” estuvo, sin embargo, plagada de incidencias. Anunciada para el 28 de septiembre tuvo que suspenderse por exceso de aforo e invasión de campo. El estadio era el del Sportivo Barracas allá por Barracas, cerca del Riachuelo, feudo del Huracán de Buenos Aires. Se aplazó al día 2 de octubre. En el ínterin se cercó el terreno de juego con alambradas modelo Melilla, se subió el precio de los billetes y se redujo el aforo. La gloria, pues, recayó sobre el día 2 de octubre. 30.000 espectadores. Las bombachas estaban listas para hacerlas servir nuevamente. Las golpizas habían empezado ya fuera de la cancha. Dentro se habían atornillado los asientos y se habían rociado con líquido anti ígneo…no fuera a pasar lo que ya había pasado. A los 15’ de la primera parte, iban 0 a 0, el extremo izquierda, Cesáreo Onzari, saca un córner y el balón se introduce limpiamente en la portería. El arquero protestó y el equipo en pleno se lanzó fieramente a comerse al árbitro, como el mono al monargático, morganático rey. 




La Fifa, o su equivalente, había cambiado la normativa en Agosto, convirtiendo el saque de esquina en libre directo. Nadie lo sabía sin embargo…excepto el árbitro que, aplicado, había estudiado las últimas circulares. Lo que quedaba de partido se convirtió en balacera. Se rompieron tibias y peronés, se abrieron cabezas y las madres y ancestros de todos los presentes salieron mal parados. Quien lo vivió no ha podido olvidarlo. Sólo con la muerte.
Con el tiempo se consagraría tal día como hoy como el día de la NO-VIOLENCIA.
Fue el gol al “olímpico” Uruguay. De ahí el nombre. Los albicelestes dieron una vuelta al estadio para celebrar la gloria alcanzada, de donde: “vuelta olímpica”.
Onzadi fue el primer sorprendido. Se pasó toda su vida restante afirmando que no había sido un “churro”, que había tirado a meterlo. Nunca más lo consiguió y todos se quedaron con la duda.
Lean Vds. lo siguiente (carta de Sagi-Barba, extremo izquierdo del Barça de la época, a Onzadi):
(…) Le sitúo en fecha de 16 de abril de 1.924. Estadio Metropolitano, en Madrid. Partido de desempate de los cuartos de final del campeonato de España. El rival el Sporting de Gijón. Yo era el encargado de lanzar los córners desde la esquina izquierda. En la segunda parte, sobre el minuto 15 lancé uno. Le daba bien al balón y con mucho efecto. Lo cierto es que el balón llegó a la red. Y el “referee” dio validez al tanto (…)”


El gol fue cantado barítonamente de forma magistral por Sagi- Barba padre, barítono de profesión.
Por entonces la Fifa, o su equivalente, aún no había cambiado el reglamento. El gol de Billy Alston es un bulo. La gloria le corresponde, con todo derecho, a Cesáreo Onanzy.
En su edición del 18 de septiembre de 1942, la revista El Gráfico despidió al viejo estadio con el siguiente artículo de Ricardo Lorenzo Rodriguez (Borocotó):
El palquito, las tribunas, todo se fue yendo en la vieja cancha de Sportivo Barracas, escenario de partidos inolvidables. Y ahora, en estos días, se fueron llevando lo que aún quedaba: el edificio de dos vestuarios. Pero de entre los escombros surgen recuerdos que aún perduran. Hace tiempo se llevaron las tribunas, y en la vieja gramilla de Sportivo Barracas jugaban teams de casas comerciales, de esos que se dicen: "a mí, señor Rodríguez, pásela, señor Martínez." Pero aún quedaba la vieja edificación del vestuario, aquella del corredor con techito bajo y por donde pasaron tantos cracks. En estos días penetró la piqueta reduciendo todo a escombros. Fueron cayendo los vestuarios, desmoronándose las apiladas de ladrillos, y entre el polvo de cal fueron emergiendo los recuerdos.
¿Te acordás? Aquí perdieron los olímpicos uruguayos en 1924. Fue el match más memorable en la historia del fútbol rioplatense”.
Si van a Buenos Aires y encuentran un hueco, acérquense a Barracas. Sitúense en el cuadrado formado por el paseo Iriarte, Luzurriaga, Perdriel y Río Cuarto. Verán que de Iriarte, entre Luzurriaga y Perdriel, sale una calle que muere en Río Cuarto. Es la calle Río Limay. Si pasean por ella, pasear es excesivo, si pasan por ella, estarán cruzando de portería a portería lo que fue el estadio del Sportivo Barracas. No busquen ningún local en el que dar rienda suelta a la nostalgia; sólo encontrarán almacenes y casas bajas de vecinos que gustan de su intimidad (y que consiguen su intendencia en otra calle, supongo).
Eduardo Galeano escribió su particular mirada de aquel gol y de su continuidad en la historia:
"(...) Era la primera vez en la historia del fútbol que se hacía un gol así. Los uruguayos se quedaron mudos. Cuando consiguieron hablar, protestaron. Según ellos, el arquero Mazzali había sido empujado mientras la pelota venía en el aire. El árbitro no les hizo caso. Y entonces mascullaron que Onzari no había tenido la intención de tirar a puerta, y que el gol había sido cosa del viento. Por homenaje o ironía, aquella rareza se llamó gol olímpico. Y todavía se llama así, las pocas veces que ocurre. Onzari pasó todo el resto de su vida jurando que no había sido casualidad. Y aunque han transcurrido muchos años, la desconfianza continúa: cada vez que un tiro de esquina sacude la red sin intermediarios, el público celebra el gol con una ovación, pero no se lo cree".
Quedó inmortalizado en el tango que lleva su nombre y fuera compuesto por Mariano García y Francisco Rofrano (si lo encuentran… ¡envíenmelo!). Su vida se apagó un 7 de enero de 1964. Por cierto el tango y el fútbol, pasiones platenses, tienen una larga historia en común. Decía Kundera que el fútbol era un “pensamiento que se juega. Más con la cabeza que con los pies”, parafraseando al gran Discépolo: “El tango es un sentimiento triste que se baila”. O como decía un tercero... algo de un deseo horizontal que no se qué en vertical.


3.
El 2 de octubre del maravilloso y fatídico 1968. también cayó en miércoles y la luna había entrado, como el día del mono, en cuarto creciente (en el hemisferio norte).



"Y entonces yo llegué al año 1968. O el año 1968 llegó a mí. Yo ahora podría decir que lo presentí, que sentí su olor en los bares, en febrro o en marzo del 68, pero antes de que el año 68 se convirtiera realmente en el año 68. Ay me da risa recordarlo. ¡Me dan ganas de llorar! ¿Estoy llorando? Yo lo vi todo y al mismo tiempo yo no vi nada. ¿Se entiende? Yo estaba en la facultad cuando el ejército violó la autonomía y entró en el campus a detener o a matar a todo el mundo. No. En la Universidad no hubo muchos muertos. Fue en Tlatelolco. ¡Ese nombre que quede en nuestra memoria para siempre! (...) Yo estaba en el baño, en los baños de una de las plantas de la facultad, la cuarta, creo, no puedo precisarlo. Y estaba sentada en el váter, con las polleras arremangadas, como dice el poema o la canción, leyendo esas poesías tan delicadas de Pedro Garfias, que ya llevba un año muerto..."



Así lo recuerda la uruguaya Auxilio Lacouture, por boca de Bolaño. Todo más pormenorizado en "Amuleto". Nada más que decir: " ese nombre que quede en nuestra memoria para siempre"

"Aquí me tienes
otra vez disponible
al poema.
Sentado en un lugar ideal
esperando el poema.
Un lugar ideal y tranquilo
entre el ir y venir de la gente
y el poema no viene...." (P. G.)


En su lugar vinieron los militarotes con sus "ruidos de botas claveteadas" a lavarse las manos. Algunos se las dejaron sucias para instrucción de los hijos. Los espejos se quebraron y se negaron, por siempre más, a reflejar nada de este mundo.























RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...