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domingo, 15 de diciembre de 2013

Propuesta para hoy, día 15 de diciembre. “Cenizas”. “Corina”. “Toro sentado”. Alemania.



(Asteriscos, remiten a efímeras “razones efemerísticas”)

1.
Esto me contó una amiga:

“Mi padre, veterano de la quinta del biberón, llegó a encumbrarse en calidad de Catedrático de Griego Clásico en un Instituto de Enseñanza Media de una pequeña ciudad de provincias.

Gracias a mi progenitor aquella ciudad ignorada, alcanzó gloria, fugaz pero intensa.  El espeso y abundante saber de mi padre, convertido en leyenda local, alcanzó el Centro y de allí se remitieron encargos de enjundia, impropios de una ciudad de tan poco realce. En realidad eran impropios, como verán, en cualquier espacio y tiempo.  Colegas de más dignidad académica le pedían consejo y gustaban de desentrañar con él los amplios y heterogéneos significados que se desprendían de una frase mínima. La opinión de mi padre, prevalecía.  Tardes enteras con un fragmento de Heráclito. Fines de semana de una quietud plomiza en torno al “Proemio” de Parménides.  Y yo oía un sonido como de frutos secos entrechocando. Cuando alguien vislumbraba la salida del embrollo, gritaba: “¡Thalassa, Thalassa!” y cuando el embrollo quedaba resuelto, “¡Eureka!”…Eran como niños.

Uno de los encargos más disparatados fue enviarlo a Guinea Ecuatorial a examinar los conocimientos  de los niños de la colonia. Repito: enviarlo a Guinea Ecuatorial a recabar información sobre el conocimiento de los bachilleres de Santa Isabel (Malabo) en la isla de Bioko, acerca de una lengua muerta.  Aquello sonaría como el grito de un animal exótico. En aquellas selvas vivas, húmedas y lujuriosas el solo sonido de una lengua muerta apestaría en cuanto saliera de la boca y expandiría un tufo a lengua de ñu echada a perder. No una vez, sino dos. Dos veces tuvo, mi padre, que hacer las maletas y marchar a la selva con su cargamento de Jenofontes y Tucídides. La primera vez volvió con un casco de explorador, color crema, que yo confundí con un orinal. La segunda, con un loro: gris como la ceniza de la combustión de diferentes tipos de madera. Tenía reflejos negros y las plumas timoneras de un rojo sangre. Mi padre se presentó con su maleta en la izquierda y un bulto oval cubierto con un trapo en la derecha. Supe enseguida que se trataba de un pájaro. Estábamos acostumbrados al traslado de palomas y de perdices. No me imaginaba, sin embargo, que se trataba de un loro de 40 cm de altura y con un pico capaz de hacer regatas. Su nombre era “Cenizo” y su vocabulario, en dos lenguas, infinito. Hablaba en lengua materna y en lengua colonial Lo de “Cenizo” no sólo se refería a la evidencia, sino también a que, según las malas lenguas, había conseguido exterminar a dos generaciones. Dicen que exhalaba una rara enfermedad, mortal de necesidad. En realidad, no quiero entretenerme en el asunto, era su propia longevidad. Tenía, cuando entró por la puerta de nuestra casa, 65 años…Tiempo suficiente para haber visto morir a sus dos dueños anteriores que murieron del dengue. 



Fue regalo de un mulato sobresaliente, agradecido por la distinción que mi padre le otorgó. Con esa donación se libró del maleficio, al tiempo que agasajaba a la autoridad.

El loro llevaba escrita en la cara el desconsuelo (y la perfidia). De igual manera como aprendía palabras, aprendía expresiones. Llegó justo al comienzo de la temporada veraniega, cuando las reuniones de los “helenistas” se hacían más frecuentes y las discusiones más acaloradas. Colgamos la jaula de una rama baja de la higuera del patio y lo hicieron testigo de los ejercicios de hermenéutica. Cuando empezaba el otoño, añadió una tercera lengua a su bagaje. Recitaba el comienzo de la “Oración Fúnebre” y la discusión de los atenienses con los habitantes de Delos. Se adelantaba a todos con sus “Thalassa” y sus “Eurekas”. Diríase que perforaba con su pico los cerebros de los eruditos y alcanzaba sus (de ellos) presentimientos antes de que llegaran a ser formulados. A mí me cogió una gripe y a mi hermano la escarlatina. Mi padre empezó a dar crédito a lo de “Cenizo” y lo miraba con aprensión. El loro añadió la “aprensión” a sus ya dominadas, “perfidia” y “desconsuelo”.”

Están Vds. siendo testigos directos del surgimiento de una novela-río. Su continuación dependerá de mi estado de ánimo.


2.













La historia de “Cenizo” me ha venido a las mientes por una efeméride que se celebra tal día como hoy: se trata de la “vuelta de las cenizas” de Napoleón desde santa Elena a París. Aquella mañana nevó. Miles de parisinos flanqueaban los Campos Elíseos y aclamaban el catafalco que parecía un iglú gigante. A nadie se le escapaba el uso político de de esos restos se hacía, sin embargo (o por eso), se acumulaban a su paso, en dirección a los “Inválidos”. Era el año 1840.

¿Se imaginan Vds. a Rimbaud asistiendo a un espectáculo semejante? ¡¡No!!

Baudelaire, seguramente “invitado” por su padrastro, que ya se había distinguido en la represión de las huelgas de Lyon, estaba en primera fila con su inseparable Vavaseur, que llegaría a ser furibundo antirrepublicano y legitimista de pro. También Baudelaire. Lo cortés no quita lo valiente, pero…Poe estaba escribiendo por entonces “Los asesinatos de la calle Morgue” y “Tejón saltarín”, a punto de ser apodado “el sosegado”, va en pos de la gloria.

3.


“No sé si os parecerá que tengo demasiada confianza en mí misma, o si haréis justicia a los motivos que pueden excusar esta confianza. Ayer os oí decir que aún no habíais visto Roma, y que aún no conocíais los monumentos de las nobles artes de que tanto abunda, ni las ruinas antiguas quenos enseñan la historia por medio de la imaginación y el dentimiento; y se me ha ocurrido la idea de atreverme a proponeros el enseñarosyo misma estos monumentos, haciéndoos viajar por los antiguos siglos.” (“Corina” Madame de Staël. Carta del 15 de diciembre a Oswald).

La tal madame fue una admiradora de Napoleón y expulsada de París por el mismo “golpista”, mosqueado por la naturaleza paradójica de la literata. No les voy a aconsejar la lectura de la novela, ya periclitada, pero, al menos, que tengan noticia de ese romance que dice adiós al XVIII y alumbra el rincón donde yacía el romanticismo. Y, creo, puede servirles de guía turística en su probable “viaje a Italia”. Claro que las cosas han cambiado mucho desde entonces.


4.

        


También los restos de “Toro Sentado”, el héroe de “Little Big Horn”, fueron trasladados a un lugar desconocido…sin tanta parafernalia. Tal día como hoy, del año 1890, fue asesinado “Toro Sentado” de un tiro en la cabeza. Fueron sus propios, convertidos en policías, quienes le volaron la cabeza a un metro de distancia. Todo había empezado por el oro de las “Colinas Negras”. Y siguió con la amenaza de la “Danza dde los Espíritus” (“Danzad, danzad, malditos(*)). No dejaron títere con cabeza. “Búfalo Bill” estaba a punto de desembarcar en Barcelona. “Toro Sentado” había dejado el espectáculo (todas las ganancias las repartía entre los mendigos que salían a su paso). También se libró de ser masacrado en “Wounded Knee”… ¡por días!

Pero…”¿Acaso no matan a los caballos?” (*)

“ (…) Estas gentes han establecido muchas reglas que los ricos pueden saltarse, pero no los pobres. Recaudan impuestos de los pobres y los débiles para mantener a los ricos que gobiernan.
Reivindican nuestra madre tierra, la de todos, para su disfrute particular y se atrincheran contra sus vecinos; desfiguran la tierra con sus construcciones y sus inmundicias.
Esta nación es como un torrente de nieve fundida que desborda su lecho y lo arrasa todo a su paso.”
Resulta imposible convivir con ellos.

–¿Qué te parece, “Hegel”? ¡Deberíamos hacerle un hueco en nuestra memoria!

–¿Por qué no me cambias el nombre por “Perro Sentado”?

–¿??????????

–Soy perro, me paso la vida sentado y tengo un corazón tan grande como el de los sioux.

–No te falta lógica, te faltan años. De momento confórmate con “Perro Saltarín”. La vida te dará oportunidades para mostrar tu valor, tu generosidad y tu ecuanimidad…

–Sí…para convertirme en un adulto intrascendente como tú.

–Si sigues así te pondré “Cenizo”.

–¡Guau, guau!

5.
Volvemos a la Friedrich Strasse. El Congreso de los Consejos se celebró. El plan de Ebert y los militares falló por la poca disposición de las tropas que iban entrando. Las unidades de voluntarios aún no estaban operativas. La reunión del Circo Bush no tuvo nada que ver con la alocada y efervescente del día 10 de noviembre. Aquí estaba todo el pescado vendido: Los “Mayoritarios” reforzaron su control sobre movimiento “soviético”. Y se negaron a ampliar los poderes al Comité central de los Consejos. Los “espartaquistas” no rascaron bola. Se preparaban para el desastre final. Y, por si fuera, poco adelantaron la fecha de las elecciones para la Asamblea Constituyente al 19 de enero… nadie sabía aún lo que pasaría en el ínterin. Tal día como hoy del año 1918, exactamente un mes antes del vergonzoso asesinato de Rosa Luxemburgo y de Leibknecht, los “Independientes” dejaron el campo libre a Ebert y cía., facilitando la tarea de la contrarrevolución.

6.


Ni Black Edward, ni Charles Laugthon (ya les contaré otro día)…sino Fats Waller. Su “swing” lleno de humor y simpatía y su dominio del órgano le ha valido la inmortalidad. Al bueno de Fats le pasó lo que a Tolstoi: se sentó en el banco de una estación de ferrocarril y ya no se levantó. Lo levantaron muerto. Fue en Kansas City. Recuerdan aquello de “si ti cansas”…pues, eso…él se sintió cansado. La respiración. La fiebre. Se sentó y ya no se levantó. En su honor, el vídeo que acompaña esta entrada. Era el año 1943 y mediaba el 15 de diciembre.

http://youtu.be/PSNPpssruFY










RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...