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jueves, 15 de agosto de 2013

Propuesta para hoy, 15 de agosto. Blanquet, merecedor, sin duda, de mucho más.

Este Blanquet era un profeta más grande que Abacuc. Presintió, la muerte de Joselito (de la extensa familia de los Gallos), la de Granero y, de forma indirecta, la suya propia (envidioso de la futura elegía lorquiana). 

 De nada sirvió que el gran Blanquet advirtiera a su jefe del tremendo olor a cera derretida que emanaba del patio de cuadrillas. El peón era infalible. Cuando olía a cera ardiente, la desgracia sobrevolaba, como el águila de Pedro. Joselito hizo caso omiso y, muerto el primero de la tarde, miró burlón a su subalterno, ¿lo ves, tonto?, le dijo. Bailador miraba por una rendija del cajón y arañaba el suelo con picardía.

Granero, ese príncipe de los toreros (al decir de la Stein), actuó con la misma ligereza y fatuidad con que lo hizo Joselito ante las advertencias telúricas de su paisano Blanquet. Y es que cuando el gran Blanquet percibía, saliendo de las profundidades de la tierra, un olor a chamusquina, era señal incontestable de la presencia de la muerte. ¡Me echaste mal de ojo! fueron sus últimas palabras. Otros afirman que fueron: ¡Perdonen que no me levante! Al toro no le dio mucha pena (perdonen  ustedes la gracia).

Era algo así como el cuadro del joven Picasso  a la muerte de su amigo Casagemas.


Tampoco se lo creyó Sánchez Mejías pero Blanquet nunca se equivocaba con la chamusquina. Era el día de la Virgen de Agosto del año 26. Sevilla. Sánchez Mejías y Blanquet han conseguido acabar la corrida sin percances. Blanquet había abandonado los cosos tras la muerte de su paisano Granero, y anonadado por su don profético.

No pudo, sin embargo, decir que no al gran Sánchez Mejías, después de que éste prometiera tener en cuenta el mal fario.  Así que consiguieron acabar ilesos la corrida. Blanquet no salía de su asombro. ¿Entonces?... ¿ese olor a cera frita…? El maestro echó los bártulos al coche y se dirigió a Valdepeñas. Belmonte y el Gallo se dirigieron a donde tuvieran que dirigirse. El ayudante se dirigió a la estación de la Plaza de Armas, a coger el expreso para Valdepeñas; su don profético había desaparecido y sintió que un gran peso abandonaba su alma. Y también pensó (como Alban Berg el 23 de diciembre) que ese sería un gran día; un infarto, (nada pudo hacer el otro Sánchez Mejías, Aurelio) puso las cosas en su sitio (Alban Berg moría el 24 de diciembre). Cuando llegó a la casa de socorro de Triana ya estaba muerto.

Sánchez Mejías dijo, después: “Me pareció sentir un olor a chamusquina al subir Despeñaperros”. Blanquet, que ya había oficiado con Machaquito, pensó, entre la vida y la muerte, que Valdepeñas era la gota que colmaba el vaso.

 

 

 

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...