Tal día como hoy, del año 2013,
exactamente a las 9’15 de la noche, al que esto escribe se le ocurrió la idea
genial de un nuevo género literario: “Las
Razones efimerísticas” que, además de jugar con lo efímero de las efemérides, proponía
una creación rizomática que conectara los acontecimientos más significativos (a
juicio del autor) del día. La idea original era utilizar sólo efemérides “literarias”. Por ejemplo: el día 6 de
junio, primer beso de Luís de Vargas a Pepita Jiménez.
La primera “propuesta” fue dedicada al “Cementerio
Marino” de Valery y, con esa excusa, les propuse un viaje a Sête de la mano
de Brassens. Mientras tanto, el proyecto ha ido engordando, se me murió el
perro “Gorrión” y otro, “Hegel”, ha hecho entrada.
Desde aquella
lejana fecha (ya dos años: 730 días), han aparecido 250 entradas (faltan 100
para completar un año natural), convirtiéndose, lo que empezó como
entretenimiento, en obsesión y en monumento a la estupidez, sólo comparable a las
inútiles proezas de Bouvard y Pécuchet.
Recogido todo el material en un Blog (Kinomoriarti
“efimerísticas razones”) ha
conseguido ser leído con fruición y regularidad en lugares tan exóticos (para
nosotros) como Corea del Sur, Etiopía, Antigua y Barbuda o Carolina del Norte.
A destacar que tras 250 entradas (2.000 páginas) y 150.000 visitas, sólo haya
recibido un comentario: “¡Vd. escribe muy
bien!” suscrito por el espectro de un marinero de Kronstadt. No es muy extenso ni
emotivo, la verdad, pero que te
reconozcan algún valor siempre reconforta.
Adentrado en el proyecto, éste reveló su
venenosa naturaleza y se convirtió en una eterna (¿) “work in progress”, de tal manera que, a lo tonto tonto, me he visto atrapado en esta tela de araña que
amontonará capas sobre capas hasta construir un monumento tan emocionante e inútil como “Nuestro pueblo” de Rodia, a quien el
autor, por cierto, rinde un merecido homenaje.