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sábado, 30 de marzo de 2013

Propuesta para hoy, día 30 de marzo. Ravachol.



“Michael Kohlhaas” es un aviso. O, directamente, una profecía. Llegará de nuevo el día, pues todo vuelve agigantado, en que por un “quítame allá. esas pajas” se armará la de dios es cristo y nadie será capa de bucear en las causas, porque estas se perderán en las rugosidades del tiempo y del espacio. Cualquier día alguien cogerá por el cuello a la cajera del condis y le hará pagar, ante el desconcierto general, la acumulación de pequeñas humillaciones: dos patatas podridas, aquella oferta que no fue tal, las veces que se ha interrumpido el mecánico fluir, justo cuando le tocaba a ÉL, porque ella tiene que contar el dinero y enviarlo lo el tubo de aire comprimido, las veces que han caducado los vales porque los entregan con dos días de validez…y ese día la cogerá por el cuello y se lo hará pagar (a ELLA, mientras el dueño estará arriba fumándose un "habano" que, por supuesto, no será de Cuba)). O, directamente, le meterá fuego al inmundo almacén de alimentos y productos de limpieza. Nadie sabrá por qué. Ni siquiera el infeliz agresor. Es el malestar generalizado y la ausencia de expectativas.
Lo dicho me ha salido así, sin pensar…sin caer en la cuenta en que la efemerídica razón nos conduce a Joaquín de Fiore (*).

Tal día como hoy, del año 1892, fue detenido (y desde ese momento aniquilado) Ravachol, un desnortado activista de la destrucción, reivindicado por algunos grupos anarquistas. Eslabón de la primera oleada de desesperación que recorrió Francia. La segunda llegaría a su final con la destrucción, ya entrado el siglo XX, de la banda Bonnot. Fue el final del anarquismo suicida que, pese a todo, se llevó “p’alante” un apreciable número de “gentes de bien”. La revolución rusa (1905-1917) fue construyendo un modelo alternativo.

Vean Vds. cómo se enlazan los acontecimientos y lo que empezó por una invisible bandera roja, acabó con la muerte del presidente de la república, tras dejar por el camino toneladas de escombros y un reguero de muertos (perros incluidos)…

Gorrión, huele la escabechina. Receloso, toma de mis manos dos lonchas de mortadela, da dos lametazos al plato del agua y se dirige hacia la puerta… ¡pero sin alegría! 

–¡Gorrión!... ¿Y mi tentempié?...¿Tendré que salir en ayunas?

Ni se mueve, ni se conmueve. Así que, al vuelo, me empino la botella de Terry y salimos a enfrentarnos con este vacilante día de primavera. El tiempo justo para hacer sus cosas. Da la vuelta y volvemos a casa.

Detrás de su pétreo apellido de filósofo sin fisuras, se amagaba un “Ravachol” maternal, con ecos de primera leche y de,  paradójicamente, "bizcocho borracho”. Era un trozo de pan, pero su pronto le perdía, así como a todos los que se encontraban a su alrededor.

La mecha de su destino fue una infancia necesitada. Y el oxígeno necesario para la inflamación lo tomó de los círculos anarquistas. Sin ellos sus actos hubieran sido meras acciones, sin dimensión. 

Mientras se producía el criminal “fusilamiento de Fourmies” (1º de mayo de 1891, precisamente el año que más población alcanzó la ciudad… se ve que tras el asesinato la gente se fue marchando, lleno a rebosar el depósito de la vergüenza) y en París se llevaba a cabo la trifulca de la bodega de Clichy, Ravachol, algo ajeno a los intereses generales, solventaba a su manera el día a día de él y de su “familia”: burlar las “barrières” con arrobas de vino y cosas por el estilo…hasta que encontró lo que le pareció un digno “modus vivendi”: Asaltar tumbas y desposeerlas de los tesoros escondidos, como en Egipto, como en Perú…como en todos los lugares civilizados. En París, sin embargo, la gente era enterrada, por lo visto, en calzoncillos y con el sólo adorno del escapulario de trapo… ¡Gentuza!






Cegada esta inofensiva vía, intentó la desposesión de los desposeedores. Pensó en el “famoso” y nonagenario ermitaño de Chambles. Su humilde morada resultó estar rellena de billetes, producto de cincuenta años de mendicidad. El fruto de una vida entregada al rezo y a velar por la salud del universo-mundo. No tuvo más remedio que matarlo. El viejo prefería la muerte a la pobreza REAL. Lo asfixió con un calcetín, más peligroso que el cianuro. Era el 18 de junio.

Al muerto lo encontraron el 21, con la luna llena. Tenía los ojos como platos y con el índice y el pulgar de la mano izquierda se apretaba la nariz. En un primer momento se aventuró el suicidio (¡¡). 

Fue detenido el 27 y el mismo 27 se escapó campo a través. Recaló en “La Rosa de Fuego” donde perfeccionó el arte de la fabricación de explosivos y se convirtió en Leon Léger. Vuelve a París en Agosto del 91… ¡con un “bagage” importante! Algo tiene Barcelona: aquí nació también “Victor Serge”.

El martillo está listo… ¡faltan los clavos! ¿Qué había pasado mientras tanto?

Permítanme que me refiera a Diego Corrientes (*), el bandolero de los pobres, el bandido generoso que fue  ahorcado y descuartizado tal día como hoy del año 1781 en la plaza de san Francisco de Sevilla.

Para más injuria y martirio el descuartizamiento fue ejecutado sin anestesia…cuando todo el mundo sabía, desde el 1842, de la existencia de sustancias que ocultaban el dolor (*).
 
Tres “cuartos” fueron enviados a Córdoba, Jaen y Huelva; el cuarto “cuarto” , un cuarto trasero se quedó en Sevilla…así como la cabeza (¡que acabó como pelota de fútbol¡). Su detención en Portugal, también se saltó a la torera la legislación internacional. Francisco Bruna y Ahumada, humillado hasta el dobladillo del pantalón, el gobernador, el alcalde, el alguacil, el pregonero, el cura, el sacristán y todas las fuerzas vivas, más 20 soldados bien pertrechados, fueron en su busca. Por suerte para la manada se le acabó la munición a Diego. Sólo así pudieron atraparlo.

Fue un avanzado en la guerra de guerrilla al ganarse el favor de los campesinos de las zonas en donde actuaba…

Mientras lo descuartizaban y el público pedía la oreja (homenaje a van Gogh nacido tal día como hoy del 1853…por cierto holandés como Ravachol) para el verdugo, Goya (nacido tal día como hoy del 1746) abandonaba Zaragoza harto de las críticas a su trabajo para la bóveda del Pilar. Y Kant (*) da a la imprenta, tras poner el punto final, la Crítica de la Razón Pura (¡¡): “A un juez semejante (esclarecido y competente) y a su favorable atención dedico este escrito; a su cuidado encomiendo todas las demás circunstancias de mi vocación literaria y soy con la más profunda veneración de Vuestra Excelencia súbdito y servidor obediente(exigencias de la razón…). Enmanuel Kant. 29 de marzo de 1781.





Les supongo conocedores de la matanza de Fourmies. Mientras se llevaba a cabo sin impedimentos, en París una treintena de anarquistas, enarbolando bandera roja, se dirigían de Levallois a Clichy: “¡¡Jornada de ocho horas!!”. Aparece la policía…algunos golpes…algunos disparos… sin consecuencias graves. El grupo se dispersa y se reúne de nuevo en una taberna de Clichy para tomar unas botellas de tintorro. La bandera, naturalmente, había sido recogida y puesta a buen recaudo. Todo parecía haber acabado.  Parecía…pero ¡no! En realidad, ahora empezaba todo. El comisario de Levallois-Perret, antiguo militar, deseaba la bandera por encima de todo. No hay ejército vencido si no hace entrega de sus enseñas. Envió a todos sus agentes a recorrer todas las tabernas de la “contorná” con dos órdenes estrictas y una pregunta:


  • 1.      Quiero la bandera.

  • 2.      A quien tome un chato, le corto los huevos

  • 3.      …¿Está claro?


Clichy constituía otra jurisdicción, en la que el tal comisario no tenía potestad…sin embargo su celo pudo más que la estricta y mísera legalidad.

Cuando estaban por el cuarto brindis: “¡Por la osa menor que contiene a la estrella polar!”, irrumpió la gendarmería. Peleas, algún disparo…y tres detenidos, heridos de bala y, encima, apaleados: Sevillé, Dradare y DeCamps. El tintorro se lo pimplaron entre el mesonero y la guardia… ¡para hacer sangre! El asunto, una vez puesta en marcha la maquinaria, no tuvo vuelta atrás. Se realizó el proceso, presidido por M. Benoît y ejerciendo de fiscal, Bulot (que pidió la pena de muerte). El jurado fue, pese a todo, benevolente (¡¡): Años de cárcel e, incluso, uno fue declarado inocente.

Era el 28 de agosto de 1891. Leon Léger acababa de llegar a París.

Se instala una temporadita en casa de “Chaumartin”, en Saint-Denis, pero enseguida se alquila una habitación en el 2 del Quai de la Marine, en l’Île de Saint-Denis; cerca del puente homónimo y al lado de la “Maison du travail” de la región. ¡Tiene guasa la cosa! ¡Ironía de la historia!... ¡Cómo hubiera cambiado la vida de Ravachol si, en sus días, hubiera existido esa magnífica institución privada(¿) consagrada en materia y forma a aquellos individuos expuestos a la desintegración!...Pues en lugar de jugarse la vida en el centro de París hubiera colocado una marmita rellena de clavos y ferralla ahí…¡justito al lado de casa!...Y no hubiera pasado por el “Very”…etc…etc.

Bueno pues ya que estamos aquí, en la isla de Saint Denis, en le quaie de la marine, aprovecharemos para tomar un calvados en la terracita verdaderamente ridícula de “Le Tabac de la Mairie”: dos mesitas de frío aluminio con sus respectivas sillas encajonadas en una especie de “abrigo” escaso. Sin embargo la orientación es buena y captamos todo el sol de este medio día de finales de marzo. El camarero no tiene ni idea de que en el número 2 vivió Ravachol ni de quién es Ravachol ni la madre que lo parió. Es senegalés y va a lo suyo.

–È voilà… ¡le calvá!... Y el periódico… ¡que lo veo yo con ganas de sudoku!

–Gracias Monsieur!

Ravachol es informado de los hechos de la taberna de Clichy y del proceso: Esto no puede quedar así. Desde ese momento se disponen para la acción directa: “Bizcocho” (¡¡), “Jas-Béala”, su compañera “Mariette Soubère”, “Chaumartin” y el mismo Ravachol se disponen a dar un escarmiento a los fatuos burgueses y a sus esbirros que con tanta ligereza y desconsideración han tratado a los suyos.

Preparan una caja con 50 kilos de dinamita, clavos, balas y chatarra. Toman el ómnibus, de tracción animal, en Saint Denis y se bajan cerca del 39 de la rue Clichy. Su intención: dinamitar la comisaría, empezar “des de baix”… Y seguir con Benoît y Bulot, presidente y fiscal del caso. Ante las dificultades que presenta la comisaría, deciden pasar al segundo objetivo. “Bizcocho” va a reconocer el objetivo, pero no consigue enterarse del piso en el que vive Benoît. Es el 7 de marzo de 1892. Los preparativos continúan y el día 11 “el quinteto de la muerte” salen del 2 de le Quaie de la marine y se dirigen a la parada del tranvía.  Chaumartin”, con responsabilidades familiares, los acompaña al tranvía y se vuelve. Ravechol va impecable. Se sienta en el interior. “Bizcocho”, “Jas-Béala” y “Mariette” toman plaza en el Imperial. La mujer lleva faldas anchas que ocultan la marmita como una gallina clueca a sus polluelos. En la barrera de Saint Denis se apea la mujer. Cruzan a paso de mulo todo París…¡menos mal que es cuesta abajo! Descienden frente al 132 del boulevard Saint Germaine. “Bizcocho” y “Béala” acercan el cargamento al 136 y desaparecen. Ravachol, dos pistolas bajo su chaleco inmaculado, les espera en el interior. Ignorante del destino final deposita la olla en el descansillo del entresuelo. Prende la mecha y sale pitando. Se libró por los pelos… ¡Es lo que tiene la mecha!

Benoît vivía en el 4º piso: salió ileso. Hubo un herido y cuantiosos gastos materiales….Que sin duda han sido reparados… pues en estos momentos pueden vds. comprar un apartamento en la finca por la bonita cantidad de 13.000 euros el metro cuadrado y… ¡sin ascensor!


              


Esto no ha hecho más que comenzar. Ahora le toca el turno a Bulot (rue Clichy 39). Los periódicos, mientras tanto, lanzaban puyas burlonas contra el prefecto y la policía en general. Ravachol, a quien se le buscaba por el caso del eremita, es el principal sospechoso. Se lanza su “búsqueda y captura”. El quinteto prepara otra olla gitana, pero antes de que esté lista el plan es desmantelado por la policía: Ravachol logra escapar (se refugia en Saint Mandé, en el otro extremo de París) y salvar los ingredientes…con la ayuda de un buen vecino…¡policía!

Se afeita la barba.

El 27 de marzo, a las 6’20 de la mañana y cargado con 120 cartuchos de dinamita y toda la guarnición, tomó el ómnibus Batignolles-Jardin des Plantes. Se bajó en la actual plaza de Clichy y arrastró como pudo el fardo hasta el 39 de la calle Clichy. Saludó al portero y entró. Depositó la carga en el segundo descansillo. Prendió la mecha y… ¡otra vez se libró por los pelos! Salió volando como esos papelillos que arrastra el viento huracanado.  Los periódicos acabaron con su mordacidad y los parisinos empezaron a preocuparse. La “Guía de perplejos” (Maimónides*) fue reeditada. Había habido 7 heridos y gastos materiales muy superiores a los de Saint Germain. Actualmente una inmobiliaria ocupa los bajos.

Dos petardazos: 8 heridos, ruinas…y los objetivos ¡intactos!... ¡es lo que tiene esta táctica!...Destrozas media ciudad, te cargas a unos cuantos y dejas tullidos a otros y, sin embargo…No digo que no sea legítimo el “golpe por golpe”, pero hace falta ORGANIZACIÓN y una estrategia que no desemboque directamente en el suicidio.

Ravachol también sucumbió al equivocado deseo de ver “a la víctima”. Volvió a coger el ómnibus en Batignolles pero como la calle estaba cortada lo desviaron en dirección a Magenta. Se bajó. Siguió andando. Le entró sed y entró en la taberna-restaurante “Very” (24 Bouleverd Magenta). Eran las 11 de la mañana.

–Buenísimos días, señores!

–¿A qué viene, si puede saberse, tanta gratitud y contento?–respondió, por todos, un camarero.

–Acaba de explotar un edificio en rue Clichy…¡Así revienten todos estos malditos burgueses!–la sutileza brillaba por su ausencia y la sangre de la mano, color magenta, era cada vez más evidente.

–Yo no digo ni que sí ni que no– contestó el camarero ¿gallego?

Ravachol creyó ver en esta confesión una declaración explícita de apoyo a la clase obrera y le impartió la primera lección del manual del anarquismo. El camarero callaba. El "sin ley" tomó dos absentas y desapareció. El día 30 volvió. Lhérot, que así se llamaba el camarero, lo reconoció y de golpe sus sospechas se concentraron y se hicieron una pesada piedra. Llamó a la policía. Lo detuvieron entre diez, más cinco pistolas apuntándole a la cabeza. Allí acabó Ravachol…pero no acabó la historia.

Lo condujeron a la Conciergerie (donde instruyó, sin éxito, a sus guardianes) con la intención de presentarlo en la Sede de los Criminal del Sena (Palacio de Justicia) el día 26.

El 25 de marzo una explosión tremenda removió las almas de los habitantes de Magenta y alrededores. El “Very” voló por los aires. Una verdadera “verificación”: 2  muertos y del local…¡ni rastro!

Bueno, ya está todo claro. Lo condenaron a muerte por el caso del monje y a trabajos forzados de por vida, por los explosivos. Cumplió primero la primera condena…Así que se ahorró toda una vida de trabajos. Su última frase: “¡Viva la Re…!”. En el canasto color burdeos, la lengua continuó: “…volución!” Algunos creyeron oír “…pública”.

Su muerte fue vengada con el atentado de “Bons-Enfants” (Vaillant). La muerte del autor fue vengada con la bomba del Café Therminus (E. Henry) Y la muerte de este artista, lo fue con el asesinato de M. Carnot, presidente de la República (Caserio).

¿Ven Vds…? lo que empezó con una invisible bandera roja, acabó con la muerte del presidente de la República Francesa y con el movimiento anarquista. Después vendrían Bonnot y los suyos… ¡Pero eso ya es otra historia!

–Amigo…¡enchanté! Ahí te dejo el sudoku fácil.

Y yo vuelvo a casa, con Gorrion. Me preparo un Dry, estilo Buñuel y bajo al condis a por los ingredientes para una “olla gitana”, plato murciano donde los haya:
Garbanzos, patatas, bajocas, calabaza totanera (fundamental), tomate, cebolla, aceite, sal, pimentón, azafrán y hierbabuena. ¡Llámenme si quieren prepararla!
Una botellita de Ribera y un carajillo al cincuenta por ciento. Siesta del borrego y, en sueños…la continuación.



Esta historia, como todas las grandes historias, tiene sus derivaciones.

Ravachol” pasó a convertirse en insulto para el capitán Haddock (“TinTin”). Usado varias veces en “Les Bijoux de Castafiore”, esa historia tan extraña dentro del conjunto de la obra y que ha sido objeto de estudio por mentes preclaras, entre las cuales Serres y un tal Benoît (¿¿). Castafiore regala un loro al capitán, que no ha sido lo suficientemente ágil para huir…¡Léanlo, léanlo!...

Y hablando de loros… ¿saben vds. del “entierro de Ravachol” que tiene lugar cada miércoles de ceniza, desde 1985, en Pontevedra?

Ravachol” fue un loro que perteneció, por regalo del director de la banda militar del regimiento de infantería de Guillarei-Tuy, al farmacéutico titular de la botica que había en la plaza de la Iglesia peregrina, esquina con calle Oliva (donde ahora hay un banco de Santander). Regalo derivado de la gran afición a la música que profesaba el boticario.


      


El tal lorito tenía una envidiable facilidad de palabra y un espíritu contestatario a la altura de su nombre. A los curas los llamaba “bárbaros” simulando ser un cuervo. Odiaba sobre todo, mostrando así su innata inteligencia, a  la Pardo Bazán. Iba más allá de la mera repetición: era capaz de mantener conversaciones que podrían haber superado el test de Turing. Sin embargo su carrera teatral fue un completo fracaso…¡por falta de contención y de disciplina! Falleció  el 26 de enero de 1913, de un empacho de bizcochos borrachos, un poco antes de morir de puro viejo.








RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...