Una victoria pírrica no es aquella en la que el esforzado mediocampista Pirri mete un gol en el tiempo de descuento. Hace referencia a Pirro, rey del Pindo: “Otra victoria como ésta y volveré sólo a casa”. Vences, pero a costa de tales pérdidas que no merecía la pena haber empezado el combate.
Valga lo dicho para desechar cualquier
otro uso de la expresión.
Tal día como hoy, del año 1812, (26 de
agosto según el antiguo calendario ruso) tuvo lugar un magno ejemplo de “victoria pírrica”: La batalla de
Borodinó, o de Moscú, o del río Moscova.
Sonará en el Esputifaif:
“La obertura 1812” de Tchaikovski.
Mientras suena y atruena… entre
sobresalto: el santo óleo griego y el orégano bendito. Fifti-fifti y copita de
tsípuro (mientras quede).
Napoleón, “el espíritu de la época a caballo”, el invencible dueño de Europa, va a la conquista de Rusia (las razones de las guerras napoleónicas y sus inacabables coaliciones se pierden en la lejanía y se entremezclan con los deseos europeos de acabar con el republicanismo revolucionario francés).
En
1812, la “Grande Armée”, compuesta por
más de seiscientos mil soldados entusiastas y comandados por Napoleón I en
persona, atraviesa las fronteras rusas y se dirige hacia Moscú. Utiliza la ruta
de Smolenk (la misma que después utilizaría Hitler), actual autopista E30.
Según se va adentrando en lo ápeiron (indeterminado, infinito, sin
límites…), el ejército va reduciéndose
por la necesidad de dejar guarniciones en las plazas tomadas, por las bajas
causadas por las guerrillas (invento español que, por entonces, triunfaba en la
otra punta del continente) y por las condiciones de la marcha misma. Los
ejércitos rusos retroceden estratégicamente, dejando tras de sí “tierra quemada”…lo que dificulta el
abastecimiento de los invasores. Al zar Alejandro I, le resultaba vergonzosa la
estrategia, y nombró a Kutúzov nuevo jefe del ejército, juntos decidieron
presentar batalla en las inmediaciones de Moscú.
Eligieron una zona entre los ríos Moscova y Koloch: Borodinó.
Más de doscientos cincuenta mil soldados
se enfrentaron en la batalla más sangrienta de todas las guerras napoleónicas:
¡Se moría a 6.000 por hora! (Andrei
Sajarov reduce la “velocidad” a 2.500 por hora)…recuerden vds. que la
del Somme marchaba a una velocidad de 4.000 por hora.
Napoleón estaba espeso y con fiebre. Equivocó la táctica y dejó
perplejos a sus oficiales.
Kutúzov, herido contumaz (perdió el ojo
derecho contra el turco y, también contra el turco, una bala le rompió el pómulo
y le atravesó el cuello….¡Una especie de Millán Astray! ( y que los rusos me
perdonen)), presentó batalla de forma más inteligente y superó su inferioridad
numérica. Ya lo había dicho al salir de San Peterburgo: “No podemos vencer a los franceses, pero sí engañarlos”. Desde las cinco
de la mañana hasta la caída de la noche estuvieron bombardeándose…cambiando las
posiciones…matándose…Cuando anocheció, la cosa seguía en tablas…Quizá con una
ligera ventaja para los franceses (recordar el gambito de Moriarty).
Kutúzov decidió la retirada amparado en
la oscuridad. Se largaron a Moscú (unos cien kilómetros), dejando a los
franceses sin enemigo y con la sensación de victoria.
Napoleón dixit: “La batalla más terrible de todas las que he librado es la que tuvo
lugar cerca de Moscú. Los franceses
se mostraron dignos de obtener la victoria y los rusos resultaron dignos de ser
invencibles”…y así, con este gusto por la paradoja, continuó: “¡Vísteme despacio que tengo prisa!”.
La batalla fue admirablemente relatada
por Tolstoi en “Guerra y Paz”, esa
interminable indagación (¡pobre Sofía que tuvo que escribirla ,a mano, cinco
vez!) sobre el papel del individuo en la historia: “La fuerza moral del ejército francés atacante quedó agotada y quemada.
La invasión francesa, igual que una bestia enfurecida que en su arranque fue
herida mortalmente, ya sentía su muerte; no podía pararse, tampoco lo pudo
hacer el ejército ruso que era dos veces más débil. Después del empuje
recibido, las tropas francesas podían rodar hacia Moscú pero ahí…debía perecer,
sangrando por la herida mortal de Borodino”.
En algún momento se pregunta Tolstoi: “¿por qué la gente mala se agrupa tan
rápidamente y la gente buena no?”. ¡¡Otra pregunta del millón!!
...Mediten vds. sobre el sentido de la
pregunta y aventuren alguna respuesta…
Mientras tanto, Dry buñuelesco del
mediodía. Y cabalgada rutinaria al Condis…Paso más tiempo en ese antro que en
mi casa. Voy corriendo y vengo corriendo; así convierto la necesidad en virtud.
La gente pensará que me preparo para las olimpiadas de Madrid (¡¡) en la
disciplina de “portador de bolsas
Condis”.
Salmorejo (…color Magenta…) con virutas de jamón ibérico y ralladuras de huevo cocido. Vino roble
de ribera. Sólo falta una copita de Palo
ibicenco, para confeccionar un menú de carpintero. Carajillo al cincuenta
por ciento y una copita (¡la última!) de tsípuro.
Esputifaif: “Waterloo” de Abba.
“La
batalla de Moscú” fue el principio del fin de la gloria de Napoleón y de
Francia. El fin fue “Waterloo” que también tuvo su insigne relator: Stendhal “La cartuja de Parma”. ¡Qué antiépica
batalla!
“--Señor
(…) es la primera vez que asisto a una batalla; pero, ¿es esto una verdadera
batalla?
--Así
parece. Pero… ¿vd. quién es?”
Fabrizio sobrevuela la periferia de la
batalla, saliendo de ella con un miserable botín: un soldado muerto (de forma
bastante azarosa) y un ligero rasguño de sable en el brazo…¡por una tontería!.
Una especie de “Gran Guerra”, pero a
la inversa…Fabrizio busca la batalla y no logra encontrarla. Vitorio y Alberto
se escaqueaban de forma heroicamente “cobarde”.
… Borodinó y Waterloo… ¡Se acabó lo que
se daba!
Las tropas rusas regresan a Moscú, y en
la “conferencia” de Fili (Tolstoi)
deciden el incendio de Moscú y retirarse provisionalmente.
Desde la colina de los gorriones (¡¡) Napoleón contempla el hermosísimo refulgir de Moscú, y al mismo tiempo la riada de moscovitas que abandonan su ciudad: “Allí está, por fin, esta famosa ciudad” (…) abandonan todo esto…¡No es posible!”
Napoleón entra en la ciudad
fantasma. La carne de caballo abunda
aunque haya que volver andando.
“¡Qué
gente! ¡Son escitas! ¡Qué determinación! ¡Qué bárbaros!” Napoleón no pudo
decir más. Tras unas semanas, decide la retirada que se convierte en estampida.
Rusia ha declarado “La Gran Guerra
Patria” que sólo terminará cuando el último soldado francés haya abandonado
el sagrado suelo de Rusia o yazca sobre la nieve. Será a mediados de diciembre.
Hasta entonces serán perseguidos, atacados, muertos…
Esta Anábasis, como la de Jenofonte o la
del ejército griego desde los altiplanos de Anatolia en 1922, dejó el camino
sembrado de cadáveres…los griegos se descomponían rápidamente por el terrible
verano turco; pero los franceses se conservaron hasta el deshielo primaveral y
florecieron como amapolas.
De los cientos de miles que avanzaron
entusiasmados, sólo 50.000 se salvarán. En total, un millón de muertos,
repartidos a partes iguales.
Que suene en el esputifaif: “Way out West” de Sonny Rollins, nacido tal día como hoy del
año 1930.
Si van vds. a Mozhaisk, cerca de Borodinó
(autopista E30) podrán contemplar el conjunto de monumentos que forman el Gran
Monumento Conmemorativo de la batalla. El rosario empieza con el obelisco de
Kutúzov, en Gorki, y sigue, ya en terreno “sagrado” (comprado por la familia
imperial en 1837), con la Iglesia de la Natividad, que contiene el espacio
dedicado a la Virgen de Smolenk, protectora contra los enemigos procedentes del
Oeste. Verán una gran casa de madera que funcionó como hospital militar a
finales del XIX y que, ahora, funciona como museo. Podrán contemplar otro
obelisco (Nicolás I) plantado en el espacio elegido como representante del gran
espacio en el que se desarrolló el combate. Podrán pasearse por el convento de
Spaso-Borudini, donde hizo noche Tostoi.
Podrán tomarse un trancazo de vodka y
meditar sobre la fugacidad de la gloria y la “persistencia de la memoria” (inevitable pensar en Gala Éluard
Dalí…nacida tal día como hoy del año 1894)
¡En fin!: las excavaciones continúan.
Aprovecho que no hace sol y que la lluvia
ha refrescado el ambiente, para tomar un
gintónic en el chiringuito y continuar con el asunto. Vaso ancho…hielo duro,
como nieve rusa de finales de diciembre…una rodajita de limón (de Murcia) y,
naturalmente ginebra y tónica. No tengo manías ni con la tónica, ni con la
ginebra…cualquiera me vale.
La campaña de Rusia fue la ocasión para
que Minard (en 1869) confeccionara “el
mejor mapa de la historia”: Vean
vds. la fotografía y juzguen. El mapa recoge la cantidad de soldados que
entraron, la cantidad de los que salieron…y el ritmo de su mengua. Recoge la
temperatura, la dirección de las tropas, los días… Toda una cantidad inaudita
de variables. Tal “obra de arte” se tiene como el modelo de las actuales tendencias (carto)gráficas.
Una combinación soberbia de cualidad y cantidad.
Además la gran “batalla del río Moskova” fue también el origen de una de las
composiciones más “populares” de todo
el repertorio clásico.
En 1880, de cara a la celebración del 25
aniversario de la coronación de Alejandro II como zar de todas las Rusias que
quería hacerse coincidir con la consagración de la catedral de Cristo Salvador
de Moscú y con el aniversario de Borodinó (¿alguna causa más?), se le encargó a
Tchaikovski una pieza que estuviera a la altura de los acontecimientos. En seis
semanas compuso, “sin calidez ni cariño”,
la “Obertura 1812”: Cinco tempos
(lento, andante, allegro giusto, largo y allegro vivace) construyen un solo
movimiento. Empieza con un “Dios proteja
(de los franceses) a su pueblo” y
termina con un “Dios salve al zar”…En
medio girones de música popular,
marsellesas, salvas de cañón, campanas…de acuerdo con un programa que se
ajustaba al desarrollo de los acontecimientos. Música programática.
La “Gran Guerra Patria” desencadenó, por
una parte el orgullo imperial, del cual la “Obertura”, sería el símbolo y por
otra ayudó a gestar el primer nacionalismo ruso(Tolstoi).
La idea original era que se representara
en el marco de la “Exhibición de Artes e
Industria” en agosto del 82, frente
a la gran catedral recién construida, con una banda de metales reforzando a una
gran orquesta, con todas las campanas de Moscú sonando y con los cañones
tirando salvas a diestro y siniestro…¡Todo un espectáculo!
El proyecto se desinfló por la muerte
(por bomba) de Alejandro II en 1881. Había sufrido incontables atentados con
bomba y con pistola y de todos había salido bien parado. Bien es cierto que, a
veces, de manera bastante ridícula. En el último la curiosidad mató al ratón.
Un hombre joven, bajito, con abrigo negro
hasta los pies y con un paquete debajo del brazo… (sólo le faltaba la etiqueta)
se abrió paso por entre los avispados guardaespaldas del zar y arrojó el
paquete bajo el trineo en el que se trasladaba haciendo su habitual ruta
dominguera. La bomba mató a un cosaco de la comitiva e hirió gravemente al
cochero. El autor fue despedido contra una valla y rápidamente detenido, sin
embargo tuvo tiempo de gritar el nombre de alguien. Los guardaespaldas
arrastraban al zar fuera de la zona de peligro…pero el idiota quiso ver los
efectos de la bomba y fue cuando contemplaba, pasmado, el agujero, que otro
individuo arrojó el paquete-bomba
definitivo (el tercero fue innecesario) a los pies del zar…Le segó las piernas,
pero se mantuvo de pie durante un euridiciano momento… la sangre salía de los
cilindros de los muslos como agua de una boca de riego. En trineo fue
trasladado al Palacio de invierno. Un
reguero de sangre marcó el recorrido…como la sangre francesa en su retirada de
Borodinó…
Si estuviera en casa sonaría en el
esputifaif: “Me muero yo”…unas
seguiriyas de Triana que quitan el sentío. Antonio Mairena Nació el 7 de
septiembre de 1909.
Finalmente la pieza se estrenó en el
marco de la mentada “Exhibición”,
pero con orquesta tradicional y ¡a puerta cerrada!
Que yo recuerde la “Obertura” suena:
·
En Help! De Richar Lester.
·
En “Bananas” de W. Allen
·
El idiota profesor del “Club de los poetas muertos” la silba continuamente.
·
Aparece
en dos episodios de la serie Los Simpson. En el capítulo “Bart
el temerario” es interpretada por la Banda de la Escuela Primaria de
Springfield, en una versión que incluye un disparo coordinado de tres cañones y
campanas. Y en el episodio “Lisa, la Simpson”, en la escena en que
Homer, Bart y Lisa miran un programa televisivo llamado “Cuando los edificios se desploman” (“When Buildings Collapse”). El
“finale”, el mismo que suena en “Help”, acompaña el desplome.
·
En
“V de Vendeta”, la música acompaña la
destrucción del Parlamento Británico.
·
“La carga del ejército ruso” es utilizada para celebrar las
victorias del “Dinamo de Moscú”
¿Alguien podría decirme por qué en los
festejos por la Independencia americana, la interpretación de la “Obertura 1812” es todo un clásico?
Volveremos a Tschaikovski… pero situado
en otra constelación: Luis II de Baviera, Verlaine, Wagner…