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sábado, 7 de septiembre de 2013

Propuesta para hoy, día 7 de septiembre. Borodino. Tchaikovski. Minard. Alejandro II


Una victoria pírrica no es aquella en la que el esforzado mediocampista Pirri mete un gol en el tiempo de descuento. Hace referencia a Pirro, rey del Pindo: “Otra victoria como ésta y volveré sólo a casa”. Vences, pero a costa de tales pérdidas que no merecía la pena haber empezado el combate.
Valga lo dicho para desechar cualquier otro uso de la expresión.

Tal día como hoy, del año 1812, (26 de agosto según el antiguo calendario ruso) tuvo lugar un magno ejemplo de “victoria pírrica”: La batalla de Borodinó, o de Moscú, o del río Moscova.

Sonará en el Esputifaif:
“La obertura 1812” de Tchaikovski.

Mientras suena y atruena… entre sobresalto: el santo óleo griego y el orégano bendito. Fifti-fifti y copita de tsípuro (mientras quede).
















Napoleón, “el espíritu de la época a caballo”, el invencible dueño de Europa, va a la conquista de Rusia (las razones de las guerras napoleónicas y sus inacabables coaliciones se pierden en la lejanía y se entremezclan con los deseos europeos de acabar con el republicanismo revolucionario francés).


En 1812, la “Grande Armée”, compuesta por más de seiscientos mil soldados entusiastas y comandados por Napoleón I en persona, atraviesa las fronteras rusas y se dirige hacia Moscú. Utiliza la ruta de Smolenk (la misma que después utilizaría Hitler), actual autopista E30.

Según se va adentrando en lo ápeiron (indeterminado, infinito, sin límites…), el ejército  va reduciéndose por la necesidad de dejar guarniciones en las plazas tomadas, por las bajas causadas por las guerrillas (invento español que, por entonces, triunfaba en la otra punta del continente) y por las condiciones de la marcha misma. Los ejércitos rusos retroceden estratégicamente, dejando tras de sí “tierra quemada”…lo que dificulta el abastecimiento de los invasores. Al zar Alejandro I, le resultaba vergonzosa la estrategia, y nombró a Kutúzov nuevo jefe del ejército, juntos decidieron presentar batalla en las inmediaciones de Moscú.

 Eligieron una zona entre los ríos Moscova  y Koloch: Borodinó.

Más de doscientos cincuenta mil soldados se enfrentaron en la batalla más sangrienta de todas las guerras napoleónicas: ¡Se moría a 6.000 por hora! (Andrei  Sajarov reduce la “velocidad” a 2.500 por hora)…recuerden vds. que la del Somme marchaba a una velocidad de 4.000 por hora.

Napoleón estaba espeso  y con fiebre. Equivocó la táctica y dejó perplejos a sus oficiales.

Kutúzov, herido contumaz (perdió el ojo derecho contra el turco y, también contra el turco, una bala le rompió el pómulo y le atravesó el cuello….¡Una especie de Millán Astray! ( y que los rusos me perdonen)), presentó batalla de forma más inteligente y superó su inferioridad numérica. Ya lo había dicho al salir de San Peterburgo: “No podemos vencer a los franceses, pero sí engañarlos”.  Desde las cinco de la mañana hasta la caída de la noche estuvieron bombardeándose…cambiando las posiciones…matándose…Cuando anocheció, la cosa seguía en tablas…Quizá con una ligera ventaja para los franceses (recordar el gambito de Moriarty).
Kutúzov decidió la retirada amparado en la oscuridad. Se largaron a Moscú (unos cien kilómetros), dejando a los franceses sin enemigo y con la sensación de victoria.

Napoleón dixit: “La batalla más terrible de todas las que he librado es la que tuvo lugar cerca de Moscú. Los franceses se mostraron dignos de obtener la victoria y los rusos resultaron dignos de ser invencibles”…y así, con este gusto por la paradoja, continuó: “¡Vísteme despacio que tengo prisa!”.

La batalla fue admirablemente relatada por Tolstoi en “Guerra y Paz”, esa interminable indagación (¡pobre Sofía que tuvo que escribirla ,a mano, cinco vez!) sobre el papel del individuo en la historia: “La fuerza moral del ejército francés atacante quedó agotada y quemada. La invasión francesa, igual que una bestia enfurecida que en su arranque fue herida mortalmente, ya sentía su muerte; no podía pararse, tampoco lo pudo hacer el ejército ruso que era dos veces más débil. Después del empuje recibido, las tropas francesas podían rodar hacia Moscú pero ahí…debía perecer, sangrando por la herida mortal de Borodino”.

En algún momento se pregunta Tolstoi: “¿por qué la gente mala se agrupa tan rápidamente y la gente buena no?”. ¡¡Otra pregunta del millón!!

...Mediten vds. sobre el sentido de la pregunta y aventuren alguna respuesta…

Mientras tanto, Dry buñuelesco del mediodía. Y cabalgada rutinaria al Condis…Paso más tiempo en ese antro que en mi casa. Voy corriendo y vengo corriendo; así convierto la necesidad en virtud. La gente pensará que me preparo para las olimpiadas de Madrid (¡¡) en la disciplina de “portador de bolsas Condis”.

Salmorejo (…color Magenta…) con virutas de jamón ibérico y ralladuras de huevo cocido. Vino roble de ribera. Sólo falta una copita de Palo ibicenco, para confeccionar un menú de carpintero. Carajillo al cincuenta por ciento y una copita (¡la última!) de tsípuro.

Esputifaif: “Waterloo” de Abba.

La batalla de Moscú” fue el principio del fin de la gloria de Napoleón y de Francia. El fin fue “Waterloo” que también tuvo su insigne relator: Stendhal “La cartuja de Parma”. ¡Qué antiépica batalla!

“--Señor (…) es la primera vez que asisto a una batalla; pero, ¿es esto una verdadera batalla?
--Así parece. Pero… ¿vd. quién es?”

Fabrizio sobrevuela la periferia de la batalla, saliendo de ella con un miserable botín: un soldado muerto (de forma bastante azarosa) y un ligero rasguño de sable en el brazo…¡por una tontería!. Una especie de “Gran Guerra”, pero a la inversa…Fabrizio busca la batalla y no logra encontrarla. Vitorio y Alberto se escaqueaban de forma heroicamente “cobarde”.

… Borodinó y Waterloo… ¡Se acabó lo que se daba!

Las tropas rusas regresan a Moscú, y en la “conferencia” de Fili (Tolstoi) deciden el incendio de Moscú y retirarse provisionalmente.





Desde la colina de los gorriones (¡¡) Napoleón contempla el hermosísimo refulgir de Moscú, y al mismo tiempo la riada de moscovitas que abandonan su ciudad: “Allí está, por fin, esta famosa ciudad” (…) abandonan todo esto…¡No es posible!”

Napoleón entra en la ciudad fantasma.  La carne de caballo abunda aunque haya que volver andando.

“¡Qué gente! ¡Son escitas! ¡Qué determinación! ¡Qué bárbaros!” Napoleón no pudo decir más. Tras unas semanas, decide la retirada que se convierte en estampida. Rusia ha declarado “La Gran Guerra Patria” que sólo terminará cuando el último soldado francés haya abandonado el sagrado suelo de Rusia o yazca sobre la nieve. Será a mediados de diciembre. Hasta entonces serán perseguidos, atacados, muertos…

Esta Anábasis, como la de Jenofonte o la del ejército griego desde los altiplanos de Anatolia en 1922, dejó el camino sembrado de cadáveres…los griegos se descomponían rápidamente por el terrible verano turco; pero los franceses se conservaron hasta el deshielo primaveral y florecieron como amapolas.

De los cientos de miles que avanzaron entusiasmados, sólo 50.000 se salvarán. En total, un millón de muertos, repartidos a partes iguales.

Que suene en el esputifaif: “Way out West”  de Sonny Rollins, nacido tal día como hoy del año 1930.
               
Si van vds. a Mozhaisk, cerca de Borodinó (autopista E30) podrán contemplar el conjunto de monumentos que forman el Gran Monumento Conmemorativo de la batalla. El rosario empieza con el obelisco de Kutúzov, en Gorki, y sigue, ya en terreno “sagrado” (comprado por la familia imperial en 1837), con la Iglesia de la Natividad, que contiene el espacio dedicado a la Virgen de Smolenk, protectora contra los enemigos procedentes del Oeste. Verán una gran casa de madera que funcionó como hospital militar a finales del XIX y que, ahora, funciona como museo. Podrán contemplar otro obelisco (Nicolás I) plantado en el espacio elegido como representante del gran espacio en el que se desarrolló el combate. Podrán pasearse por el convento de Spaso-Borudini, donde hizo noche Tostoi.
Podrán tomarse un trancazo de vodka y meditar sobre la fugacidad de la gloria y la “persistencia de la memoria” (inevitable pensar en Gala Éluard Dalí…nacida tal día como hoy del año 1894)

¡En fin!: las excavaciones continúan.

Aprovecho que no hace sol y que la lluvia ha refrescado el ambiente,  para tomar un gintónic en el chiringuito y continuar con el asunto. Vaso ancho…hielo duro, como nieve rusa de finales de diciembre…una rodajita de limón (de Murcia) y, naturalmente ginebra y tónica. No tengo manías ni con la tónica, ni con la ginebra…cualquiera me vale.

La campaña de Rusia fue la ocasión para que Minard (en 1869) confeccionara “el mejor mapa de la historia”: Vean vds. la fotografía y juzguen. El mapa recoge la cantidad de soldados que entraron, la cantidad de los que salieron…y el ritmo de su mengua. Recoge la temperatura, la dirección de las tropas, los días… Toda una cantidad inaudita de variables.  Tal “obra de arte” se tiene como el modelo de las actuales tendencias (carto)gráficas. Una combinación soberbia de cualidad y cantidad.


 


 Además la gran “batalla del río Moskova” fue también el origen de una de las composiciones más “populares” de todo el repertorio clásico. 

En 1880, de cara a la celebración del 25 aniversario de la coronación de Alejandro II como zar de todas las Rusias que quería hacerse coincidir con la consagración de la catedral de Cristo Salvador de Moscú y con el aniversario de Borodinó (¿alguna causa más?), se le encargó a Tchaikovski una pieza que estuviera a la altura de los acontecimientos. En seis semanas compuso, “sin calidez ni cariño”, la “Obertura 1812”: Cinco tempos (lento, andante, allegro giusto, largo y allegro vivace) construyen un solo movimiento. Empieza con un “Dios proteja (de los franceses) a su pueblo” y termina con un “Dios salve al zar”…En medio  girones de música popular, marsellesas, salvas de cañón, campanas…de acuerdo con un programa que se ajustaba al desarrollo de los acontecimientos. Música programática.

La “Gran Guerra Patria” desencadenó, por una parte el orgullo imperial, del cual la “Obertura”, sería el símbolo y por otra ayudó a gestar el primer nacionalismo ruso(Tolstoi).

La idea original era que se representara en el marco de la “Exhibición de Artes e Industria”  en agosto del 82, frente a la gran catedral recién construida, con una banda de metales reforzando a una gran orquesta, con todas las campanas de Moscú sonando y con los cañones tirando salvas a diestro y siniestro…¡Todo un espectáculo!

El proyecto se desinfló por la muerte (por bomba) de Alejandro II en 1881. Había sufrido incontables atentados con bomba y con pistola y de todos había salido bien parado. Bien es cierto que, a veces, de manera bastante ridícula. En el último la curiosidad mató al ratón.

Un hombre joven, bajito, con abrigo negro hasta los pies y con un paquete debajo del brazo… (sólo le faltaba la etiqueta) se abrió paso por entre los avispados guardaespaldas del zar y arrojó el paquete bajo el trineo en el que se trasladaba haciendo su habitual ruta dominguera. La bomba mató a un cosaco de la comitiva e hirió gravemente al cochero. El autor fue despedido contra una valla y rápidamente detenido, sin embargo tuvo tiempo de gritar el nombre de alguien. Los guardaespaldas arrastraban al zar fuera de la zona de peligro…pero el idiota quiso ver los efectos de la bomba y fue cuando contemplaba, pasmado, el agujero, que otro individuo arrojó el  paquete-bomba definitivo (el tercero fue innecesario) a los pies del zar…Le segó las piernas, pero se mantuvo de pie durante un euridiciano momento… la sangre salía de los cilindros de los muslos como agua de una boca de riego. En trineo fue trasladado al Palacio de invierno.  Un reguero de sangre marcó el recorrido…como la sangre francesa en su retirada de Borodinó…

Si estuviera en casa sonaría en el esputifaif: “Me muero yo”…unas seguiriyas de Triana que quitan el sentío. Antonio Mairena Nació el 7 de septiembre de 1909.

Finalmente la pieza se estrenó en el marco de la mentada “Exhibición”, pero con orquesta tradicional y ¡a puerta cerrada!

Que yo recuerde la “Obertura” suena:

·         En Help! De Richar Lester.
·         En “Bananas” de W. Allen
·         El idiota profesor del “Club de los poetas muertos” la silba continuamente.

·         Aparece en dos episodios de la serie Los Simpson. En el capítulo “Bart el temerario” es interpretada por la Banda de la Escuela Primaria de Springfield, en una versión que incluye un disparo coordinado de tres cañones y campanas. Y en el episodio “Lisa, la Simpson”, en la escena en que Homer, Bart y Lisa miran un programa televisivo llamado “Cuando los edificios se desploman” (“When Buildings Collapse”). El “finale”, el mismo que suena en “Help”, acompaña el desplome.
·         En “V de Vendeta”, la música acompaña la destrucción del Parlamento Británico.
·         “La carga del ejército ruso” es utilizada para celebrar las victorias del “Dinamo de Moscú

¿Alguien podría decirme por qué en los festejos por la Independencia americana, la interpretación de la “Obertura 1812” es todo un clásico?

Volveremos a Tschaikovski… pero situado en otra constelación: Luis II de Baviera, Verlaine, Wagner…
















RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...