Ayer se me cruzaron los aguardientes con el vino dulce de la tierra
y no pude llegar más allá de Perpiñán, ombligo del mundo. No puede decirse que Perpignan sea la hostia, pero para tomarte una botella de vino, da. Cojo una habitación en el Hotel de France, a la orilla de la Besse, afluente por la izquierda de la Tête, Monsieur.
y no pude llegar más allá de Perpiñán, ombligo del mundo. No puede decirse que Perpignan sea la hostia, pero para tomarte una botella de vino, da. Cojo una habitación en el Hotel de France, a la orilla de la Besse, afluente por la izquierda de la Tête, Monsieur.
Esta mañana me veo rodeado de
Maillol por todas
partes, así que subo al coche y me largo. Estoy del abuelo
hasta la coronilla. ¡Además es el día internacional de la rabia!...
Imagínense Vds. que se levantan una
buena mañana, que se dice, entran a un bar con el fin de tomar el
refrigerio matutino, leer el periódico y hacer el sudoku y se
encuentra de cara con su esquela mortuoria. En
la otra página publicitan coches. Una esquela, orlada en negro, que
no deja resquicio a la duda: es Vd. el muerto que se anuncia. No
sería la primera vez... ni la última: los bromistas son una especie
que, aunque degenera, tiene cuerda para rato. A todo esto me voy
acercando a Carcassona, ese pastiche nou-centiste de
difícil digestión. Se quedarían de piedra ¿verdad? Eso le pasó a
Baudelaire; eso le pasó, regocijado, a Paesa, quien, como ya saben,
difundió que un paro cardíaco había acabado con su miserable vida
en Tailandia. ¡Treinta misas fueron encargadas en su memoria!... Y
eso le pasó a Breton, André
Breton.
Oigan...si
hay que poner la ebriedad al servicio de la
revolución...¡se pone! Voy
sobrado de lo primero y ansioso de lo segundo. "¿Política
poética?" Claro, pero la
poesía que la revolución exige no es "Margarita está
linda la mar...": es la del
pesimismo en toda regla. Y
"organizar el pesimismo no es otra cosa que
transportar fuera de la política a la metáfora moral
y descubrir en el ámbito de la acción política el ámbito de las
imágenes de pura cepa". Vean
Vds., aunque uno cambie de registro, la cosa siempre le sale al paso.
Cuando paso Toulouse dejo la
autopista y tomo una
secundaria.
Bueno a lo que iba. A Breton
le pasó algo perteneciente a la misma familia de sucesos. Su
muerte fue anunciada en la revista Strophes (1964) que
se publicaba en Niza, cuyo cielo había sido rubricado por el recién difunto Klein: "Ahora sólo vive de su orgullo
en el pasado". Dalí, cuyo alargado final fue lamentable, se
burlaba de los "reflejos de los nervios faciales de A. Breton
inmovilizados en la muerte desde hace más de un siglo". ¡Tiene
guasa la cosa! Por lo demás, Breton, ya había sido declarado
"cadavre" mucho antes; o sea que esas noticias lo
dejaban frío. Piaf acababa de morir. Tzara lo haría antes de
acabar el año. Todo el desprecio que llegó a sentir por el pintor
de Figueras, fue aprecio por el de Montroig. "Constelaciones",
22 poemas en prosa que acompañaban a cada una de las constelaciones
de Miró fue su última actividad versificadora. Fue todo un
pelotazo. (1959).
A aquella "inmovilidad" del rostro se añadió un percance
automovilístico que le produjo una lesión en una pierna. Su
inmovilidad se iba haciendo absoluta. Él, que quiso cambiarlo todo,
fue incapaz de, ni siquiera, cambiar de domicilio.
Infórmense Vds. Infórmense.
Anunciada su muerte, se dedicó a prólogos y prefacios... aunque se
lo negó al veleidoso O. Paz. El asma se iba acentuando y la segunda (¿tercera?) muerte, la definitiva, estaba en el orden del día.
Como si emergiera de un periodo de hibernación constato que estoy en
Saint Cirq. Diríase que el coche ha ido solo. Esto es un miserable
cruce de caminos. No se vislumbra ningún bar. Es como si se
avergonzaran. Las doce en punto del mediodía y sin haberme mojado el
gaznate... y lo que es peor, sin visos. No creo que este sea el
lugar, ¿qué vendría a hacer aquí Breton? Ni aunque todo su árbol
genealógico hundiera sus raíces en este cruce de caminos... Me
dirijo hacia Caussade, son seis kilómetros. No teman: sigan los
tendidos eléctricos. Son seis kilómetros flanqueados por catenarias
periclitadas. El temor y el temblor les atacará cuando entren en
Caussade y comprueben que tampoco les será fácil dar con una taberna... ni siquiera a la sombra
del ayuntamiento. Francia es, sin embargo, la meca de los
supermercados: compren una botella de vino de Cahors y un trozo de
camembert y sigan por la "route de Cahors".
-- ¡Oiga!—me dirijo a un peatón cargado con una
saca de botellas de vino y una baguette bajo el sobaco– ¿Dónde
ha conseguido Vd. ese preciado cargamento?
Me señala con la barbilla un Carrefour. Y así es como he conseguido
mi botellita de Cahors. En la etiqueta se reproduce un mapa de la DO
Cahors y descubro otro Saint Cirq que parece de más entidad. El
mapa me hace de GPS.
Se habían cambiado, después del prebélico Certa y del
postbélico Les deux Magots, a La Promenade
de Vénus, en la esquina de rue Louvre con Coquillière, y allí
siguieron profundizando, con nostalgia (¿verdad?) en los misterios
del Amor ("el más alto factor común").
Breton, asmático, no soportaba fácilmente el tufo del antro.
También abandonó el curaçao de mandarina y se aficionó al
Beaujolais.
Frente al espejo de pared y de espaldas a la puerta de
entrada controlaba, como un pistolero avezado, el continente y su
contenido, esperando la aparición súbita de la Parca. De aquellas
rancias reuniones brotó la última publicación propiamente
surrealista: "La Brèche". Breton aún daría a la
imprenta un minúsculo folleto, compuesto de cuatro frases en el más
puro espíritu de los inicios: "Le La" (algo así
como "fijar el tono", "dar el la"). Por
entonces ya estaba medio lelo: "O, cuya reacción en
la piel reside en Do mayor en promedio".
Pronto dejó de
asistir a "Le Promenade..." Con sólo pensar en el
nombre se le desataba un ataque. Así se iba apagando el que fuera
llamarada. Como clásico que empezaba a ser, se reeditaron sus obras
más importantes y empezaba a ser objeto de estudio. Rue Fontaine se
convirtió en el centro de un mundo que desaparecía. Sus diádocos
se desviaron en el primer cruce de caminos que encontraron: ni
Debord, ni los de Tel Quel...Él mismo estaba deseoso
de encontrar un decisivo cruce de caminos.
Por cierto si van Vds. por París y quisieran tomar un calvados en
La Promenade... sepan que ha sido sustituido por Le Loup,
nombre más apropiado para los tiempos que corren.
Hombre, ni punto de comparación...! Este Saint Cirq (Lapopie) se
muestra digno de la última estancia de Breton fuera de París y de
la tierra, por así decir. La carretera rodea la población, a
orillas del Lot, cuyo centro lo ocupa una iglesia fortaleza digna de
mención. No se impacienten. Encontrarán una terracita estupenda a
la derecha: Lapopie. Comer no comerán, pues ya saben Vds. como
se las gastan por estas tierras con eso de los horarios. Aprovechen
para acabar el camembert y pidan otra botella de Cahors. Y si se
atreven, pidan un platito de caracoles: díganle que van de mi parte.
En primavera, como si hubiera querido despedirse de su "telón
de fondo", hizo, con Mansour y Jouffroy, un tour por
la Bretaña. Vuelve a París. En julio decide, para amortiguar sus
dificultades respiratorias, pasar lo que queda de verano en este
hermoso pueblo del Languedoc-Roussillon Midi-Pyrénées. Allí le
visitan Soupault y otros amigos, que constatan lo evidente: Breton se
muere. Es incapaz de subir y bajar los escalones que lo separan del
bar del pueblo. No puede dar ni Dos Passos (*). Recibe en bata de casa, él, que lucía corbata hasta para ir al
váter de casa. Ese es el detalle que indica a los visitantes la
proximidad del fin. El beaujolais se lo sube el amable
mesonero.
"Me cuesta gran dificultad aceptar que un día mi corazón
dejará de latir". Tenía
20 años. Cada vez le costará menos. Con
el fin de engañar a la Parca, alargó su estancia en el paraiso.
El
27 de septiembre del año 1966, martes, tuvo que ser transportado al
hospital de Cahors. De Cahors (¿prefirieron deshacerse de tan
ilustre paciente, como insinuó Aube?) lo llevan a París. Diez
(¡diez!) horas de viaje...¡y en ambulancia!
--Oigan, ¡¿por qué no me conducen directamente al
cementerio?!-- dijo entre
espasmos. En ese momento se
acordó de las últimas palabras de Goethe e intentó ensayar las
suyas propias: "¡Oxígeno, más oxígeno!".
Los enfermeros le dijeron que con la mascarilla parecería un
personaje de su "odiado"
dadá. Breton calló y sufrió en silencio. A la
altura de Orly empezó a
encontrarse mejor y ordenó, bajo su responsabilidad, que lo llevaran
a rue Fontaine. Al día siguiente, Aube, Elisa y los encargados de la
ambulacia lo bajaron desde el cuarto piso. Fue un mutis
bastante malo. Es lo que tiene
esas escaleras estrechas: te tienen que bajar de pie, aunque estés
muerto. O sentado. Breton
murió en el hospital rodeado de sus seres queridos, que se dice. Y
con el se cerró "la última
instantánea de la inteligencia europea".
Miles Davis (*) estaba
ocupado en "Dolores"
del LP Miles Smiles.
Eluard había muerto en el 52.
Tanguy, en el 55. Giacometti, en enero del 66. Arp acababa de morir.
Picabia, en el 53. Óscar Domínguez, en el 57. Vitrac, en el 52.
Crevel, Desnos, Peret,
Artaud...¡muertos! Duchamp y Magritte tenían el pie en el estribo.
¡Y yo no estoy mucho mejor!
Alain Resnais acaba de rodar "La
guerra ha terminado". El 68
marcaría la cima y el ocaso.
-- Garçon! ¿Puedo preguntarle algo?
-- Bien sûr, monsieur.
-- ¿Tiene algo que ver el río Lot con Sodoma y Gomorra? ¿Son Vds. descendientes de los moabitas o de los amonitas?
Y tal día como hoy, del año 1985, moría André...
Kertész. De su etapa húngara, y quizás de toda su trayectoria, la
fotografía más emocionante y sugestiva quizás sea: "El
músico ciego". Abony. 1921. Lean Vds. el párrafo que
Stasiuk le dedica en "De camino a Babadag"... y que
acaben de pasar bien el día.
"Yo escribo con luz", había dicho este "hermano
vidente en el país de los ciegos".
Intenten aventurar el punctum de la imagen. Para mí está en la mirada del niño pequeño: algo pasa detrás, más allá...
Intenten aventurar el punctum de la imagen. Para mí está en la mirada del niño pequeño: algo pasa detrás, más allá...