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martes, 20 de agosto de 2013

Propuesta para hoy, 20 de agosto. Roth. Praga. Trotsky. Led Zeppelin.



Llámenme romo, “morón”, bordeline o, simplemente, estúpido…Pero no le veo la mordiente a la leyenda de Job. No capto su significado universal e imperecedero. Lo único que saco en claro es que de cada millón de desgraciados a los que la mala suerte persigue, noche y día, con insistencia de chacal, sólo UNO parece acabar bien. El resto, aturdido, recibe una tras otra todas las calamidades hasta que le llega la última (que, por serlo, parece un premio de la primitiva). Quizá carezca de la glándula de la transcendencia.

Dicho lo dicho:
“El veinte de agosto (pongamos de 1904: inicio de la guerra ruso-japonesa) llegó a la casa de los Singer un mensajero de Kapturak para llevarse a Schemarjah…”

(Y así empezaron las desgracias). Ya saben vds.,  me refiero a “Job” de J. Roth. La obra (1930) fue considerada por la crítica una obra maestra, aunque no se salvó de las inevitables puyas. Es evidente que el Job de Roth no es el Job de la leyenda bíblica. Éste lucha por su dios entre tantos infortunios. Aquél renuncia y, pese a todo, el “milagro” se consuma. Eso sí…un milagro que no compensa tanta pérdida. Creo (vds. tendrán su propia opinión) que Roth muestra su carencia de fe en la posibilidad de los hombres para cambiar su destino con sus propias fuerzas. El “milagro” (la “resurrección” de Menuchin) en manos de Benjamín se convierte en una súbita ruptura del tiempo por donde puede colarse el “Mesías”, que no es otro que la revolución posible y necesaria. Sin ella, la barbarie está servida.

Por desgracia “la canción de Menuchin” no existe. Pueden, sin embargo, enchufar el esputofaif y elegir entre el amplísimo repertorio de Jehudi Menuhin. Si no saben que oír, decídanse por la “danza rusa” del tercer acto del “Lago de los cisnes” de Chaikovski. Ni de largo es lo mejor. Pero es que tal día como hoy se estrenó en Moscú su “Obertura 1812”.  La cosa estaba planeada como la guinda de todo un cluster de celebraciones: Inauguración de la Catedral de Cristo Salvador (1881), 25 aniversario de la entronización de Alejandro II (1881) y la celebración de la Exhibición de Artes e Industria (1882), se fue al traste por la muerte en atentado del zar y por la complejidad de la obra. Se estrenó a puerta cerrada y sin estruendo de cañones ni volteo de campanas. Medio Moscú hubiera ardido y las campanas hubieran sonado como a rebato. Y lo pensado como fiesta de la victoria se hubiera convertido en una conflagración universal. El mismo autor quedó muy descontento y así se lo comunicó a su mecenas Nadezhda von Meck: “La he escrito sin cariño…”. 



Precisamente hoy, no en su (de Roth) Galitzia natal, sino en la Galicia de Rosalía, he encontrado un trébol de cuatro hojas…en la orilla de la ría de Barqueiro. Un pequeño milagro que guardaré entre las páginas 48 y 49 de la novela. Y para celebrar el hallazgo me pimplaré una botella de mencía contemplando la locura de las aguas: suben y bajan con una lógica que no entiendo.
En el puerto de O Barqueiro, sentado en un taburete alrededor de una barca-bar y atendido por un amable mostachudo, continuo con las rememoraciones.

“Al final del verano, hacia el veinte  de agosto, recibí una carta en esloveno de Joseph Branco y aquella misma tarde se la traduje a mis amigos”.

Sigue siendo J. Roth. En este caso “La cripta de los capuchinos”, esa joya de la literatura mundial (perdonen al traductor tantos errores de toponimia…) y acompañante de la lenta agonía de su autor. Lo que destruyeron entonces, ya no sería posible nunca más: Un “Estado” supranacional. Un espacio de convivencia en donde los diferentes “pueblos” sintieran como propio lo que era propio también de otros “pueblos”.
Aquí Roth está tocado por la experiencia de la I. Keun y acariciado por los “huesudos dedos de la muerte”. 



–Sr. Mostachudo… ¡Póngame una cañita y unas anchoas! ¿Ha notado vd. que el otoño se intuye ya en este aire fresco que viene de Bares? ¿Ha percibido la melancolía de esta luz más amarilla de lo que debiera ser propio de la estación?

–Le pondré el pedido, caballero…pero no me venga con esa exacerbación de la emotividad.

–Perdón si he ofendido la suya. Pero es que presiento un fin. Y no me da pena, no. Me alegra: pues el fin que presiento es el de la causa de mis desconsuelos. ¡Y no diré más!

–Así… ¡calladito, que está más mono!

El 20 de agosto del año 1000 se creó el Reino de Hungría y su primer rey, Esteban I, y su hijo Emerico, fueron canonizados otro 20 de agosto (del año 1083). Roth no simpatizó nunca con estos territorios de K.K.
En fin, también un 20 de agosto del año 1968 tuvo lugar otra pérdida: La llamada “Primavera de Praga” tocó a su fin. Los contrafácticos sólo sirven como estimulantes para la imaginación. Nadie sabe cuál hubiera sido el destino del “socialismo con rostro humano”; aunque sin duda no hubiera acabado peor que la “Revolución de terciopelo”. La revolución, el cambio, ha de basarse en la voluntad y los intereses del “99%” de la población o no será posible.

Parecen títulos de canciones de Ives Montand.  














 Lean vds. (relean, que se dice) “La insoportable levedad del ser” de Kundera. Si no quieren no la lean. Pero se desarrolla en ese contexto.
 
Mientras los tanques rusos entraban en Checoslovaquia, Jimy Page, que había abandonado a los “Yardbirds”, cambiaba impresiones con Robert Plant (nacido el 20 de agosto del año 1948) en Birmignan (o como se diga) y de ahí saldrá “Led Zeppelin”. Les costó dios y ayuda convencer a Eva Von Zeppelin, sobrina del inventor del dirigible, para que accediera por las buenas al uso del nombre. La cosa se complicó cuando la buena señora vio el artefacto en llamas en la portada del disco.

Casi lloroso le imploro al mostachudo, que no ha resultado tan amable como pensaba, un bocadillo de atún con olivas y pimiento… y un tercio. Ya entrados en harina comeré aquí mismo.

Lo ven vds. ¡lo ven! ¡Ahora sube la marea! No lo entiendo. Ayer a estas horas bajaba. Los andariegos-bañistas se apresuran en volver. Ahora se llenará de gente este cobertizo y no podré comerme el bocadillo con tranquilidad. Además el mostachudo se pondrá de más mala hostia y se enseñará conmigo, apacible visitante.
¿Qué les he dicho? El bocadillo, viene en un plato de plástico. Todo el atún se ha salido de su sitio. Las olivas ruedan por el plato. La tira reseca de pimiento morrón, pegada en el borde del plato, lucha por no despeñarse (como personaje de las “Puertas del Infierno”). Parece un fleco. No me ha traído servilleta ni vaso. Pero me voy a callar no sea que aún me quite la manduca. Por cierto ¿no tenía el Fary (*) una canción que se llamaba así? ¿O era “la Mandanga”? ¿O “el Mondongo”? ¿O “el Mandinga”? Si sonara en estos momentos una cancioncilla del Fary… algo marinero, algo vacacional… ¡sería la hostia!










Infórmense vds… ¡Infórmense! de cómo acabaron los diferentes intentos de crear un socialismo no burocrático y basado en una democracia real.

Infórmense Vds. y se enterarán de que tal día como hoy, del año 1940, Ramón Mercader, por orden de Stalin, que ya había hecho limpieza en la URSS, hundió un piolet de escalador en la cabeza cana del “profeta desarmado”. Eran las 5’30 del 20 de agosto. Hacía calor y Mercader apareció, con abrigo y con cara de haber pasado una mala noche. Tenía entrada libre. Pese al atentado de la primavera anterior en el que participó activamente Siqueiros, Mercader tenía libre acceso a la residencia de la calle Viena (hoy tomo huele a imperio austrohúngaro) de Cayoacán. Condenado, el asesino, a 20 años, acudió, cumplida la condena, a la URSS a recoger las condecoraciones y honores que le tenían reservados. Una historia sórdida, apestosa, cutre, digna de “El Caso” (si no fuera por lo que es). “Asaltar los cielos”.
Falleció de madrugada, cuando la luna, ya para menguante, se ocultaba en el horizonte. Cuando la noticia llegó a  Martigues Jacqueline leyó los titulares y le mostró el diario a su marido, Breton leyó estremecido y exclamó: "Los bastardos por fin lo alcanzaron". Al cabo de unos días embarcaron en Marsella rumbo a América.





Fueron indignos hasta en la elección del nombre de la “operación”: ¡”Pato”!

En fin…

Y ahora, con delicadeza, pediré el carajillo y remolque de “Afilador”.

Vean Vds. con qué presteza y agilidad acuden desde alta mar los desorientados bañistas. Acuden en tropel como los cristianos al llamado de Bernardo de Claraval (*). La segunda cruzada (declarada “guerra santa”), como sabrán, fue un desastre. Esperen un poco y verán a estos sedientos veraneantes intentando acercar el morro  a los mostradores. ¡Desbandada general!

Yo me largo. Eeeeh! ¡Aquí tenéis un sitio libre!...

La casa está justo al comienzo de la ría, es decir, donde el río se convierte en ría, produciendo un milagro que traspasa la gramática… para convertirse en episodio mítico. Justo donde lo masculino se trueca en femenino. Justo allí se encuentra la casa.

Mientras aso unas sardinas con fuego de mazorca y me pimplo el gintónic vespertino, conecto el esputofaif  para que suene el disco “debut” de Led Zeppelin. La voz de Robert Plant, el Janes Joplin masculino, es capaz de destrozarte la vajilla y hasta el cristalino de los ojos. Sin ir más lejos, Xosé, el vecino, dizque el porrón que se estaba empinando le ha pegado un crujío y ha estallado…¡Es una sublimación!, dice. Se ha quedado con el puño de la mano derecha cerrado sobre sí mismo, la cabeza levantada, los ojos expectantes dirigidos al puño y la boca abierta esperando el chorrito. Él está bien, dice.


















RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...