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lunes, 29 de abril de 2013

Propuesta para hoy, día 29 de abril. Hitler se casa. Hacia el primer Wittgenstein.




(Los asteriscos * remiten a “razones efemerísticas”).

Entiendo los sudores fríos que produce sentarse, lápiz en mano, ante una página en blanco. Los mismos que causa borrar meticulosamente e imbuido de ansia de destrucción creativa, todas las letras que componen las Elegías del Duino. En eso me ocupo:

                                                   …ublime
que hoy nos arrebata, consuela y ayuda?   

Mañana, hoy no puedo, empezaré a borrar la segunda elegía. ¡Dios me ayude!



I
Hitler, recibió las noticias sobre Mussolini en su madriguera. Se cambió de ropa interior y mandó llamar a Eva. Buscó en el listín un notario significativo y recayó en el notario Wagner (¡¡). Le dijo que trajera los trastos de matar. Así que Wagner se presentó en el búnquer con su waterman y el libro de registro… y procedió al matrimonio civil de la pareja. Faltaba el anillo ¡los nervios!  Hitler mandó hacerlo a toda prisa. Le trajeron uno de medida sobrehumana. Eva tuvo que vivir la ceremonia con el brazo levantado. Cuando acabó el acto, y tras masajearse el metacarpo de la mano izquierda con los dedos de la mano derecha, lo confió a una persona de confianza… que lo perdió.



Fuera los obuses rusos apretaban el nudo… ¡Mañana!

II
Sin embargo fue hoy, del año 1916,  que Wittgenstein anotó, con su estilo característico, en su diario: “Me han disparado. He pensado en Dios. Hágase tu voluntad. Dios esté conmigo”: Dos proposiciones  y dos oraciones desiderativas. A falta de contexto desconocemos si la proposición principal que dispara el resto, es una pura constatación, una expresión de asombro o extrañeza, de alegría, de sorpresa, de fatalidad, de sumisión al destino… En todo caso él, por las razones que fueren, se había presentado voluntario con el (¿auto?) destructivo deseo de combatir en primera línea. Que le dispararan entraba dentro de la norma y de lo esperado. Lo inesperado fue que saliera con vida. También fue afortunado, por esos mismos días, Adolfo en el frente galo. Por cierto, lo de cabo es una fake new: nunca pasó de soldado primera.



Wittgenstein, amenazaba continuamente con el suicidio: desde la cuna, no en vano formaba parte de un racimo suicida: ¡Quitadme el sonajero o me arrojo desde los barrotes!  Y, así, esquivando suicidas, llegó a las puertas de la guerra con 25 años. La recibió con una alegría íntima que menos tenía que ver con la exaltación nacionalista, que también, que con su deseo de afrontar situaciones que le mostraran su valía… o no.
Digo yo que podría haber practicado puenting con cuerdas elásticas compradas en los chinos o haber insultado, cara a cara, a los responsables de la carnicería. No. Él quería una conflagración universal que saneara el ambiente. Nunca tuvo amplitud de miras; no miró al mundo en su conjunto ni intentó entenderlo, fuera de su aspecto lógico-formal.

Si la bala del 29 de abril de 1916 le hubiera reventado la cabeza… ¿qué “sabríamos” de L. Wittgenstein?  Pues
que era el menos brillante de la familia.
Que fue condiscípulo de Hitler en un internado de Linz.
que recibió enseñanza técnica y se encaminaba para ingeniero aeronáutico.
que estaba imbuido de la Weltanschaung de Weiniger.
que a los 19 se marchó a continuar los estudios a Manchester.
que gracias a Frege (Berlín) se puso en contacto con Russell quien lo encaminó hacia la solución de ciertos problemas sobre los fundamentos de la matemática y, de paso, lo apartó de la vía del suicidio.
que le correspondió arruinando su trabajo al descubrir la paradoja de las clases (y la insatisfactoria Teoría de los tipos).
que se prometió la solución del asunto mediante un nuevo sistema de simbolización.
que se echó un amigo (¡!), Pinsent, a quien apreciaría, sobre todo, después de muerto.
que era verdaderamente insoportable e imbuido de un espíritu de clase (superior) intachable.
que “rompió” con los amigos ingleses y se “enamoró” de Noruega, en donde pensaba recalar para acabar sus reflexiones…
que, quiso donar un pastón para construir un cañón más grande que el Gran Berta. Su hermano Paul lo había donado para abrigos militares.
No sabríamos que repartió, displicentemente (y siguiendo las instrucciones, en última instancia, de K.Krauss, que, tal día como hoy, celebraba su 42 aniversario, ocupado en Los últimos días de la Humanidad) una pequeña parte de su inmensa herencia (el resto la cedió a la familia) entre los artistas austríacos que lo merecieran y estuvieran en estado de necesidad  (Tralk, que no tuvo tiempo de disfrutar de la donación; Rilke, que tal día como hoy del año 1923 publicaría “Las elegías…” y que se afanó, sin éxito, en la edición alemana del Tractatus, Loos, Kokoshka…). 



Una reciente operación de hernia evitaba su inmediata incorporación, pero él se presentó voluntario. Quería primera línea, lo destinaron, sin embargo, cuando se disolvieron las tragicómicas dudas de Hötzendorf, a servicios de vigilancia fluvial: Subía y bajaba el Vístula, silbando (silbaba a la perfección lieders de Schubert y sinfonías completas de Beethoven. Cuando lo apresaron los italianos, silbaba el segundo movimiento de la séptima. A pocos kilómetros, su hermano Konrad se pegaba un tiro.) y manejando el reflector del “Goplana”. Servicio nocturno que le evitaba la insoportable (para él) compañía de la tropa, “ese atajo de delincuentes”.
Con meticulosidad de cimentador de la lógica. 



En la primavera del 16, por fin, es trasladado a primera línea del frente oriental, a un puesto de observación (diana clara y nítida): “Me han disparado. He pensado en dios”. En la Musiksaal del Palais de los Wittgenstein, su patriótico hermano Paul, para quien la guerra fue un tormento, hacía su debut, con una obra de Labor, como pianista de una sola mano, la izquierda. Después hsta Ravel compondría para él (perdonen el rodolí)


El año anterior Zichy, manco de la derecha, había tocado, en Berlín, para un auditorio de mancos. Aquello amenaza con convertirse en plaga.

En verano, durante la funesta, para las potencias centrales, Ofensiva Brusilov, le dispararon otra vez y cambió la naturaleza del trabajo de Wittgenstein: La cuestión de lo “inefable”, lo “místico”, ocupó el primer plano… “¿Qué sé de Dios y del propósito de la vida?”. Ahí, en verdad, empezó la guerra para el lógico.

Sin esta “experiencia de guerra” y la experiencia ética que le supuso, así como su vuelta a Schopenhauer  y, sobre todo, el descubrimiento de los Evangelios de Tolstoi, el Tractatus, de haberse publicado entonces, no contendría lo que es su médula: la cuestión ética y su teoría de lo místico. Contendría, sin embargo, una teoría significativa del lenguaje; la metafísica del atomismo lógico; el análisis de la lógica en términos de las nociones gemelas de tautología y contradicción; la distinción entre decir y mostrar (que hacía superflua la teoría de los tipos); y el método de las tablas de verdad.

Puede decirse, pues, que el “Tractatus” es, en aquello que tiene de más original, hijo de la Primera Gran Guerra; como “El Origen de la Tragedia” lo fue de la guerra franco-prusiana. Aquí también se transciende lo formal (filología académica) para adentrarse en el corazón del sentido de la vida. Hay que decir que la “experiencia” de Nietzsche fue bastante más escasa.

Tiempo habrá para seguir con el tema. De momento nos basta con saber que tal día como hoy, Wittgenstein sintió la brisa fría y cortante de la muerte… ¡y no se trataba de un vulgar y habitual suicidio!
Wittgenstein no sabía que la bala le llegó como anuncio, aproximado, de la fecha de su muerte. Moriría un 29 de abril, 35 años después.

III



Como tampoco sabía que en esos precisos momentos, Cavafis, nacido y muerto un 29 de abril, escribía:

“Trata de asirlas, poeta,
Aunque no consigas retenerlas,
Esas visiones eróticas.
Sitúalas, veladas, en tus versos.
Trata de asirlas, poeta, cuando aparezcan en tu cerebro
A medianoche, o en el brillo del mediodía.”

Precisamente Wittgenstein estaba luchando (y perdiendo) contra su sexualidad-sensualidad, que se había despertado sobresaltada por tanto cañonazo.
No soy yo quien lo dice, pero parece que W. en ese afán de tan inhumana limpieza y claridad, “asía…retenía y situaba” (en su texto) “esas visiones eróticas” (Cuestión para desarrollar: “Homosexualidad y análisis lógico en Wittgenstein”).

DVD: ...”De entre los muertos” o “El hombre que sabía demasiado” de Hitchcock, muerto tal día como hoy, del año 1980…o “Psicosis”.

En el esputofaif. Para Wittgenstein no había música a partir de Brahms (”ya empezaban a vérsele los mecanismos”): Algo de Schubert.

Tal día como hoy, del año 1923, Rilke publica las Elegías del Duino.

IV

“El 29 de abril de 1974 compré papel y sobre y escribí la misma carta que Arthir Rimbaud le había escrito un 29 de abril de 1970 a Théodore de Banville:

¿Y si encontraran sitio estos versos en el Parnasse contemporaine?
Yo no soy conocido. Pero ¿qué importa? Los poetas son hermanos. Sus versos tienen fe, aman, esperan: eso es todo.
Querido maestro: eléveme un poco soy joven: tiéndame la mano…

Metí la carta en el sobre y la envié a Monsieur Th. de Banveille, chez M. Alphonse Lemerre, editeur. Passage Choiseul, Paris.”



A la semana siguiente, Correos le devolvió la carta.











RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...