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miércoles, 29 de mayo de 2013

Propuesta para la tarde de hoy, día 29 de mayo…Epílogo. “La Tourelle”.



El desarrollo de la Comuna y su final trágico, marcó de forma definitiva el movimiento revolucionario internacional. La AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) se vio violentamente sacudida…¡hasta la fractura!...por las diferentes interpretaciones y formas diferentes de llevar adelante los asuntos que incumbían al gobierno de París y a la profundización de la revolución social.

Tienen a su disposición los análisis de Bakunin, el magnífico de Marx, la crítica de Trotsky…en los cuales cada cual creerá encontrar los argumentos decisivos en los que fundamentar su opción política: “La Internacional” y “A las Barricadas”: Rojo y Negro.

Pero si algo quedó claro fue:


  •  La irresponsable falta de coordinación central: “que cada cual defienda su barrio”…fue una estrategia suicida.
  • La insuficiencia de la espontaneidad y la necesidad de un grupo (partido) que marcara el ritmo del movimiento y se anticipara a las maniobras del enemigo.
  • La indecisión, la falta del sentido de la oportunidad…¡es fatal!...¡letal!

  • La ineficacia de la lucha defensiva en las barricadas. La barricada como símbolo, pero no como “arma” decisiva. Delescleuze tenía razón…¡Atacar!

  • La necesidad de profundizar en las conquistas sociales como medio para fortalecer la resistencia y el ataque.

  •  La necesidad de extender los movimientos insurreccionales al resto de Francia.

  •  La inutilidad, lo inane de las posiciones interclasistas y oportunistas…que son barridas cuando la situación, necesariamente, se polariza.

Hechas estas consideraciones, pediremos otro calvados. Nos lo pimplaremos à-gill-mente, con nuestro espectacular giro de muñeca y depositaremos la copita sobre la mesa, dando un pequeño, pero decidido golpe: ¡La una de la tarde!...”Au revoire les enfants!”. Metro y Châtelet…

Tendremos prisa, “la Tourelle” (Rue Hauteffeille) cierra cocina a las dos (vendremos aquí en memoria de Courbet, comounard, que, como sabemos por otras propuestas, tenía casa y estudio en este calle, además de sitio donde trasegar vino y palabras)

Primer plato: Arenques ahumados y marinados en salsa agridulce.
Segundo plato: “Tête de boeuf”…(algo así como cap i pota amb peus de porc)
Postre: “Babá au rhum”…un bizcocho absolutamente borracho de ron caribeño de primera calidad.
Vino de la casa… del color de las vidrieras de la Saint-Chapelle.
Café y copita de Calvados.
Precio: ¡22 euros!

Y, además, te es permitido prolongar la sobremesa, acompañándola de los digestivos más afamados…¡Llevaremos nuestra petaca con Bonet! (bolsillo trasero izquierdo)…no confundir con la de Terry (bolsillo trasero derecho).

De repente nos sobrevendrá un escalofrío y caeremos en la cuenta de que estamos pimplando tan alegremente en la casa de los horrores. 




Lo que sigue es digno de Baudelaire que, como vds. sabrán, nació en esta calle (¿en el número 13?)…en una casa que ya no existe…aunque una (inevitable) plaquita lo recuerde.

La Tourelle” (por la torre añadida en el XVI) forma parte del antiguo Hôtel de Fécamp (XIII) que llegó a ser propiedad del capitán Godin de Sainte-Croix (siglo XVII …Luis XIV), amante de la marquesa de Brinvilliers…¿me siguen?...

A la muerte, de muerte natural, del capitán, se encontró entre sus pertenencias, una cajita roja que contenía 9 cartas de la marquesa, un reconocimiento de deuda por un monto de 30.000 libras y diversos frasquitos con restos de diferentes venenos…Además de referencias siniestras a aristócratas, políticos y gente del clero.

La marquesa reconoce, de puño y letra, haber envenenado con una mezcla de arsénico y baba de sapo a su hermano y a su padre…¡tras intentarlo diez veces!...

(Pensaremos en el “baba au Rhum”…y volverá el escalofrío…¿Dónde nos hemos metido?)

La mujer huye a Londres…el Rey intenta discretamente su extradición…Inglaterra no hace gran cosa y la marquesa huye a Lieja y se refugia en un convento.

Mientras, en París, el criado del capitán es detenido como sicario a sueldo del bravo militar…¡Picaba alto!: el mismísimo rey estaba en su lista.

A la marquesa se le juzga por contumacia y, años después, gracias a la astucia del inspector Clouseau de turno (vestido de cura) se logra dar con la bruja que, a esas alturas, había entrado con decisión por la senda de la santidad…

Es trasladada a París…se encuentran nuevas cartas y papeles comprometedores: homicidios, abortos, incendios…y una historia desgraciada como carburante de tanto despropósito: violada a los siete años y sometida a actos incestuosos desde la más tierna infancia.

Es encerrada en la “Conciergerie”, donde se le sigue un largo y complejo proceso. Declara que todo lo escrito es obra de arrebatos de locura, fruto de una fantasía destructora que la corroe. Esto empeora las cosas: a la muerte, le añaden la tortura. 



Estaban deseando matarla, callarla para siempre: “¡L’affaire des poisons!”

A los tres años el escándalo rebrota, esta vez ya en serio: Marie Bosse, “La Voisine”…”La Cámara ardiente”…Nombres-clave por si quieren seguir la historia.
Además… ¿No estaba cerca de aquí, la barbería aquella en la que entraban los clientes y salían por la puerta de la charcutería vecina en forma de lustrosas salchichas?

Las caras de los comensales nos parecerán diferentes…Veremos cómo el de la esquina, el que come sólo…nos mira con una sonrisa demoníaca. Aquella pareja que antes nos habrá parecido encantadora…limpia los cuchillos con sumo cuidado y a conciencia. El mismo camarero, dechado de cortesía, profundiza en nuestros ojos, con los suyos, y ya no parece reprocharnos campechanamente el habernos dejado un poquito de “Tête”, sino querer arrancarnos la cabeza de un tajo con el cuchillo del pan.

Y será entonces cuando…

Una suave y perfumada brisa recorrerá el bistró y se hará hueco, sin impertinencias, entre los imperantes olores carnales. Tierno temblor de servilletas…leve agitación de cabellos…El camarero…se detendrá, con una pila de platos sucios en las manos, en medio de la sala…husmeará el aire…sonreirá para sí (y para nosotros, que lo veremos)…y meneará la cola de puro contento…la pareja dejará de frotar los cuchillos y se besará chagalmente por encima de los platos…el camarero…el comensal solitario…¡Todos!...tendrán un segundo de milagrosa catalepsia para no interrumpir la irrupción del milagro…por lo demás… cotidiano.

 



Es la señal: iremos preparándonos para el regreso.

Cogeremos el metro en Châtelet, pero daremos un rodeo por el Pont-Neuf…Alguien le dijo a alguien que el abuelo del primer alguien había colaborado en la fundición de la estatua de Enrique IV  (que sustituyó a la ridícula y “viajada” estatua pre-revolucionaria) y que el bronce (ver propuestas anteriores) contenía un secreto: En el puño derecho del monarca, había sido encerrada una estatuilla de oro…Nos extrañará ver que el jinete aún conserva las dos manos…¡Tal como están las cosas!

Hala!...¡A casita!


Propuesta para hoy, día 29 de mayo. Último día de la” Semana Sangrienta”. Luoise Michel.




Día frío y lluvioso. Bajo desde Bagnolet a Mairie de Lilas. Café en la plaza y, como si buscáramos algo por el suelo, nos sacudiremos un lingotazo de Terry que hará temblar la mesa.

“Habitantes de Paris:
¡La armada francesa ha venido a salvaros!...París ha sido liberado (…) Hoy la lucha ha terminado, el Orden, el Trabajo la Seguridad…acaban de renacer”

El Mariscal de Francia comandante en jefe: Mac-Mahon, duque de Magenta (¡¡)

Sólo queda la fortaleza de Vincenne… ¡pero no tarda en caer!... ¡Es la hora del carroñero!...despojan a los cadáveres hasta de la ropa interior…Los carros de la basura se encargan de lo inservible…Día de fiesta…¡Campanas a Gloria!...¡Te Deum!...y sigue el repiqueteo de ametralladoras y los golpes secos del mosquetón…y seguirá durante días.

Los hábitos se agitan al viento primaveral como alas de cuervo…frailes y monjas bailan la danza de la muerte (del otro)…los salchicheros se adornas con ristras de morcillas…los carniceros afilan sus instrumentos al sol primaveral…los del capital se saludan sonrientes y vuelven a sus cafés habituales…¡Vuelve la normalidad a las calles!...Las señoritas se tapan la nariz con pañuelos perfumados…y los afortunados (pocos) que se han librado de una muerte que parecía segura…se preparan para años de locura.

¿50.000 muertos?...miles de heridos, miles de deportados, miles de encarcelados, miles de exilados… ¡Limpieza general!...Camille Pelletan , tras una seria investigación, cifra los muertos en 100.000 (¡¡)

Lo que empezó con la promesa de detener a los responsables del “asesinato” de los generales Lacomte y Thomas (Rue des Rosiers) ha acabado en delirio salvaje y asesino. Los soldados (¡misión cumplida!... ¡Freikorps!) vuelven a sus tranquilos pueblos del interior y contarán, al amor de la lumbre, sus hazañas…Sus hijos escucharán con la boca abierta y sus mujeres les darán el descanso merecido.













Durante semanas se fusiló en el fuerte de Bicêtre y en otros sitios (casas particulares, calles, jardines…)…500 fr. a quien delatara a uno de la Comuna o del Comité Central…Y las flores seguían floreciendo sobre las fosas y las tumbas recién cavadas. 

Otro lingotazo en honor de Madame Gentil, mujer de un veterano del 48 (¿y del 30?)… siempre dejaba la puerta entornada para que si volvía su hombre, pudiera entrar de forma discreta…Siguió sembrando flores para los muertos de la comuna… siempre acompañada de su gran perro blanco (¡!) las depositaba en los cementerios de París…Los insultos y la rechifla general no hicieron mella en ella (¡¡)

Tal día como hoy, del año 1830, nació, en Vroncourt-la-Côte (Haute Marne), Louis Michel.

¡Infórmense vds.!...¡Infórmense!...
Sólo me atrevo a copiar (traducida) la poesía “Claveles rojos” que le dedicó a su, por entonces amante, Th. Ferré, fusilado por los de Versalles:

“SI fuera al negro cementerio,
Hermanos, lanzad sobre vuestro corazón,
Como una última esperanza, rojos claveles en flor.
En los últimos tiempos del Imperio,
Cuando el pueblo se despertaba, fue tu sonrisa, rojo clavel,
La que nos dijo que todo renacía.
Ve, hoy, a florecer a la sombra
De las negras y tristes prisiones.
Ve a florecer junto al triste cautivo
Y dile que le queremos.
Dile que con la rapidez del tiempo,
Todo pertenece al futuro;
Que el vencedor de frente lívida
Puede morir antes que el vencido”.

Vestida de Guardia Nacional, respondió disparando cuando las tropas abrieron fuego contra los obreros en enero del 71. Defendió las barricadas de Montmartre y otras…Puso haberse exilado, pero se entregó para que no ejecutaran a su madre. La enviaron a Nueva Caledonia y siguió siendo la “Loba roja”:
         


“No me quiero defender. Pertenezco por entero a la revolución social. Declaro aceptar la responsabilidad de mis actos(...). Ya que, según parece, todo corazón que lucha por la libertad sólo tiene derecho a un poco de plomo, exijo mi parte. Si me dejáis vivir, no cesaré de clamar venganza y de denunciar, en venganza de mis hermanos, a los asesinos de esta Comisión”

 Fue la primera en enarbolar la bandera negra, como enseña del anarquismo internacional…Otros la llamaron “La Buena Louise”: Quiso dedicar su vida a la educación y sustento de los hijos de los obreros…Muchas escuelas llevan su nombre. Dos batallones de las brigadas Internacionales en España, también.
Las malas conciencias pusieron el nombre de “Louis Michel” a los jardines al pie del “Sacré Coeur”…La construcción que selló definitivamente la infamia cometida.

Ahora, a morro…y ¡salga el sol por Antequera!... Chubasquero humano y Rue Belleville abajo…Rue Piat…La seguiremos (a la izquierda)… Llegaremos al mirador del parque de Belleville… ¡Olvídense vds. de “Amelie”!...recuerden que todo esto está cimentado en mortero de hueso y cal.

Tomaremos asiento en el bar de la esquina y pediremos un calvados doble (que hará las veces del Dry del medio día).
El plan es llegar al espacio ”Louis Michel-Le temps de Cerises” construido con sus propias manos por Lucio Urtubia (vean el documental…¡Véanlo!). Bajaremos hacia Ménilmontant, (en efecto, nombre saltarín donde los haya) y rue des Cascades…Encontraremos el local cerrado (Lucio, que aún vive, está en Alemania)… pero no habremos hecho el viaje en balde… tomaremos una copita de calvados en “La fontaine de Henri IV” y seguiremos con nuestras rememoraciones. A veces nos entrarán ganas de entablar conversación con algún cliente o con algún paseante con el fin, limitado, de oír una voz diferente a la voz interior.

Y después se apuntaron los matarifes de la pluma: Anatole France, Th. Gautier (el duce Theo), Flaubert, Edmond Goncourt, Maxime du Camp, Laconte de L’Isle… Renán, Daudet, el mismísimo Zola… ¡y tantos otros!...salvaremos a Verlaine, Rimbaud, Villier  d.l. Adams…y pocos más. Salvaremos también (¿) a V. Hugo. Por suerte para él, Baudelaire, ya estaba criando malvas, de lo contrario, su “corazón al desnudo”, hubiera demostrado que la hiel no se crea en el hígado.
Pero en unos tonos…jamás oídos. Destilando odio tan puro como los espirituosos de tres destilaciones.  Sin mezcla de compasión…¡bebida pura!...¡Odio puro!



              






Propuesta para la tarde de hoy, día 29 de mayo. “Amour fou” Breton. SEGUNDA SERIE.





“… Ya la había visto entrar dos o tres veces en aquel lugar: en cada ocasión se me había anunciado, antes de ofrecerse a mi mirada, por no sé qué sensación de estremecimiento de hombro a hombro que llegaba ondulante hasta mí atravesando aquella sala del café desde la puerta. Ese movimiento, en la medida misma en que, tratándose de una presencia vulgar, adquiere rápidamente un carácter hostil, sea en la vida o en el arte, me ha advertido siempre de la presencia de lo bello. Y puedo decir que en este lugar, el 29 de mayo de 1934, esta mujer estaba escandalosamente bella…” (Breton: L’Amour fou”).

Sus compatriotas acababan de caer ante una poderosa Austria en el II campeonato mundial de fútbol. No pasaron a cuartos. España, prerrevolucionaria, fue masacrada literalmente por una Italia en pleno goce del fascismo, pese al lucimiento de Zamora y de Quincoces. No pasaron a semifinales. El árbitro, después se supo, fue condenado a perpetuidad.

Los Balkanes se balkanizaban y Méjico se mejicanizaba. En Alemania se afilaban los cuchillos y España puso, definitivamente, una bota (no cabían dos) en Ifni… Y es que ese año, febrero el loco, se había deslizado sin luna llena… y no pudo ser testigo de las matanzas obreras de Viena.

1
Cuando entraban en rue Fontaine los amores se apagaban con el mismo frenesí que muestra el aceite hirviendo al contacto con una gota de agua fría.



Breton, tras una cadena interminable de amores predestinados y eternos, recaló en la jovencita Jacqueline. En este caso el autoanálisis lo dejó claro: era un amor que desde siempre estaba destinado a la eternidad, pero Breton no cambió de domicilio y las cosas siguieron el rumbo acostumbrado.

Hacía tres meses del juicio grotesco al grotesco Dalí, que, allí, aquel día, tuvo gracia: redujo al absurdo lo que ya, desde el inicio, era un verdadero absurdo.

La crisis llegaba por tierra, mar y aire. La situación se polarizaba a toda prisa. El PCF estaba todavía con aquello del “socialfascismo” mientras el fascismo ganaba la guerra, aunque perdiera algunas batallas… y Tanguy los dientes en una de las refriegas. “Appel a la lutte”, firmado por Breton, fue un paso más en su distanciamiento del Partido Comunista, que lo incluyó en el paquete de los “antifascistas prematuros”. Por entonces, hurgando en un charco de sangre obrera, tuvo lugar el último encuentro entre Aragon y Breton. Las puertas del surrealismo se hicieron completamente giratorias: uno entraba y salía; otro salía y entraba. Breton sólo encontró consuelo en Péret, en Ray, en el desdentado Tanguy, en Max Ernst y en el fugaz Eluard. Giacometti, entró y salió. Caillois, entró y salió; Dali, salió; Crevel, salió; Char, salió. El descomunal y polifacético Óscar Dominguez le abrió las puertas del paraíso. Y Duchamp, vuelto de América pareció (espejismo) que se sometería a la férula del “cadáver”. En el 35 tuvo lugar el Congreso de Escritores, el incidente con Erhenburg (ya les contaré) y la muerte de Crevel… todo en el mismo pack. Paralelamente: La expulsión de Trotsky de Francia y los juicios de Moscú. Breton había, definitivamente, tomado partido por el “profeta desarmado”. Y por ahí andaba Artaud, ido… y el priápico Picasso. España se encaminaba, sin remedio, hacia la guerra, pues así lo querían los militares.

Lo dicho es el marco en el que Breton escribió “Amour fou”, fin de la trilogía empezada con “Nadja” y continuada con “Los vasos comunicantes”.

   




2

La fidelidad de Breton hacia rue Fontaine, no impidió que cambiaran continuamente de bar de concentración. Ahora ocupaban el Cafe de la Place Blanche, frente al “Moulin Rouge”. Yo les invitaría a Udes. a sentarse a la mesita que tengo pillada bajo la escasa marquesina del “Bufalo Grill”, muestra sublime del ingenio francés en esto de la toponimia, les invitaría…pero es que no cabemos. Prueben en la otra esquina, en el “Rouge Bis”. La otra mesita está ocupada por una venerable pareja de angloparlantes que, sin contemplaciones se están zampando sendos trozos de res que escapan de los porcelanosos límites del plato. Ella parecida, por lo varonil, a Calamity Jane y él, por lo cachazudo, a Toro Sentado.

 


Yo, fiel, tanto como Breton a rue Fontaine, sigo con mis caracoles (al grill). Una botella de vino “tranquilo” de Champagne da un poco de color  y hace de contrapeso plástico al rojo de la marquesina. Por suerte, o vaya Ud. a saber por qué, el camarero no ha puesto reparos a mi habitual pedido.

Aquí, en esta condensación de lo cutre tuvo lugar, hace ahora 70 años, el encuentro que paso a contarles… ¡cómo empeoran las cosas!

Bueno. El inestable grupo estaba reunido en el interior de lo que antes era el Café de la Place Blanche y, ahora, como habrán intuido, dedicado a un piel roja. Sobre las siete y media del 29 de mayo del año 1934 entró por la puerta (como es natural) una mujer rubia brillante y “escandalosamente bella” que de inmediato captó la atención del jefe de filas que giró su enorme cabeza como un girasol. No era cosa difícil. Breton prestaba su atención con frecuencia. Su pluma estilográfica, nunca.

La rubia se sentó a una mesa apartada del grupo, pidió un café y se puso a escribir. Breton miraba por las ranuras que el grupo compacto dejaba sin cerrar. Lanzaba miradas como el camaleón la lengua… ¡Qué ilusión si escribiera para mí! Estaba sensibilizado con el tema de la “predestinación” y los “hallazgos fortuitos”. Hacía una década que había escrito “Girasol”, un poema que, en ese preciso momento, estaba a punto de vaciar todo su contenido profético.

Y, sí, en efecto, el escrito-carta iba destinado a Él. Lo supo porque la encontró (Bretón cuando vio que abandonaba el local, salió corriendo tras la estela, al encuentro de lo fortuito) a la salida del bar y, tras presentarse como Jacqueline Lamba, se extrañó de que el camarero no le hubiera entregado la carta. Bretón resollaba por el esfuerzo, pero lo atribuyó, le dijo, a la emoción. En realidad, después se supo, la chica acudía exprofeso con la neta intención de conocer al jefe de filas. Breton ya la había visto otras veces… pero sólo ese día, digo yo, estaría en disposición. La mediadora fue la admirable Dora Maar a quienes sus respectivas aficiones habían reunido. Tiempo después Dora y Picasso protagonizarían un encuentro igualmente memorable.

Quedaron para verse a medianoche y se retiraron. Él a orear su eterno traje verde manzana y ella a nadar desnuda en el espectáculo del Coliseum. A Breton nunca le importó que Jacqueline utilizara su desnudez sólo de forma provisional y que deseara seguir su verdadera vocación: la pintura… él siempre la llamó su Ondina y la presentaba como una náyade. Sus pinturas desaparecieron. Pues Breton, sépanlo Udes., siempre vio lo que quiso ver y de la forma como quiso verlo, en el terreno, naturalmente, que estamos tratando. Vio musas donde había mujeres, vio amas de casa… vio secretarias… Tampoco, en honor de la verdad, fue un Picasso.



foto de Dora Maar

Marcelle, que también tenía sus presentimientos, observaría desde la ventana de la cercana rue Fontaine.

3
Amour fou” se compone, ya saben Udes., de siete capítulos, algunos de los cuales habían sido publicados antes de aparecer todos juntos en forma de libro (1937). Abunda en lo desarrollado en Nadja: la flanêrie, como acto de creación poética, doble de la escritura automática, puede provocar voluntariamente el “azar” iluminador y catalizador, que Bretón entiende, a la manera de Engels, como una forma de manifestación de la necesidad interior que se abre camino en el inconsciente humano… y que ha de coincidir con una necesidad interior. Como el zapatito de Cenicienta.

La analogía sustituye a la lógica. La lógica, deduce; la analogía, “revela” la vida “ausente”, la realidad aún no descubierta; descubre vínculos insospechados y reconcilia, aunque sea por un instante fugaz, la realidad con el deseo. Este es también el sentido de los “objetos encontrados” que, en eso, se diferencian de los “objetos elegidos” de Duchamp.

Pero, que se me entienda, todo lo dicho tiene un campo preferente: el del amor… o de aquello que haga sus veces. El amor, lejos de cerrarse sobre sí mismo, opera como un crisol capaz de iluminar correspondencias inéditas. La mujer como ranura por donde el sentido se manifiesta al mundo.

Lo patético es lo que resta una vez volatizada su capacidad iluminadora.

Sobre todo si el otro, acodado en el antepecho del balcón, piensa que aún queda algo que rascar… Sí, queda… ¡la esperanza!

Las crónicas de “Amour fou” se ajustan a la propuesta metodológica surrealista, el modelo de observación médica como punto de partida para establecer las relaciones. Sólo esta observación y anotación minuciosa evidenciará la irracionalidad inmediata de ciertos acontecimientos.

Y así procede en su relato de aquella “noche de girasol”. Otra memorable noche que añadir a la ya larga lista de noches memorables, entre las que destaco la milagrosa “noche de los zapatos” que indicó a Robert y a Patti (Smith) que estaban en el camino correcto.

Lo primero sería leer el poema “Girasol”, con el fin de ir contrastando lo que allí se vislumbra con lo que reamente está pasando esa noche (cosa que dejo a su albedrío).

Breton, oreada su eterna chaqueta verde, procedió a acicalarse. Se cambió la ropa interior por otra más lírica. Se puso una camisa vellutina color Burdeos, se anudó una corbata verde botella, se puso su eterno traje verde manzana, amansó su tremenda cabellera y, así, como una alegoría de la esperanza, salió bajando los escalones de tres en tres. Jacqueline, bien limpita tras su actuación en el acuarium, esperaba, pues fue idea suya, en la terraza del bar Les Oiseaux, (donde posteriormente recalarían los Goytisolo, Genet, Barthes o Severo Sarduy) en la, ahora, destartalada plaza de Anvers y entonces poblada de estatuas.


Eran las doce de la noche y pidió, impulsada por una súbita revelación, un pippermint con hielo. Cuando llegó el poeta, y pidió un Chartreuse, se completó toda la gama de los verdes.

Breton pensó: “Lo que vuela y la presa fundidos en un resplandor único…”

Salieron a las dos de la mañana del 30 de mayo. El domingo se había convertido en lunes y había luna llena… ¡suerte de los poetas!

Bajaron hasta Les Halles. Descargaban las carnes y las verduras de temporada. Breton, mimetizado, a punto estuvo de ser colocado en un puesto de lechugas. Se comía sopa de cebolla y Breton tuvo que contener su natural por mor de la lírica. Siguieron por la Torre de saint Jacques, el Ayuntamiento, cruzaron el pont d’Arcole, de hierro forjado, siguieron por el muelle de las flores y cruzaron por el puente au Double, de hierro fundido… hasta remansarse en las bulliciosas callejas del Barrio latino. Eran las cuatro de la mañana y todo se estaba desarrollando según por previsto. El poeta, presa de presentimientos y como si recordara algo nunca sucedido, pero anunciado, se paraba, recitaba alguna cosa y seguía. La chica intentaba retenerlo y recordarle la vida real, recordarle que eran las cuatro y que tal y más cual. A él, este paseo le parecía una síntesis de lo “real” y lo “imaginario”, un ejemplo consumado de “comportamiento lírico, en la medida en que éste le es indispensable a cualquiera así sea solo por una hora de amor, tal como el surrealismo ha tratado de sistematizarlo, con toda su posible fuerza predictiva”

Amanecía cuando Jacqueline, acompañada del poeta, llegaba a la puerta de su habitación en el hotel Médical de la calle du Faubourg-Saint Jacques. Habían andado nueve kilómetros, a una media de un kilómetro y medio por hora: Nada del otro mundo. Cuando se despertó le entregaron un mensaje:

“Bajé por la escalera blanca, temblando como si estuviera viendo cómo te recostabas y dormías”
  
Breton tomó un taxi... ¡ya estaba bien de hacer el imbécil! Desde la ventanilla, a la altura de les Halles, pudo distinguir tres siluetas destartaladas: Edwarda, Bataille y el taxista. Su noche había sido más salvaje. Si quieren Udes. apreciar la diferencia sustancial entre Bataille y Breton, lean Madame Edwarda y, a continuación, el capítulo de Amour Fou dedicado a la noche del girasol. Tiempo habrá para dedicarse a análisis más pormenorizados.

Días después lo vio todo claro. Le vino a la cabeza “Girasol” (“Claire de lune”1923) y descubrió, mediante un autoanálisis casi académico, que lo que había pasado aquella “noche del girasol” estaba poéticamente profetizado en aquel poema del que nunca estuvo completamente satisfecho.

Si Nadja se cierra con aquello de “la belleza será convulsa o no será”, ahora se explaya un poco más: “La belleza convulsiva será erótico-velada, explosiva-fija, mágica-circunstancial o no será”. 

“En Nadja había atacado la distinción entre cordura y demencia, en los vasos comunicantes, entre sueño y vigilia y en “Amour fou” intentó abolir las barreras entre la realidad objetiva y a subjetiva” (M.P.)

Me intriga el hecho de que Breton tenga la necesidad de presentar sus asuntos amorosos bajo la hégira de la predestinación; que todas sus mujeres fueran las adecuadas, las soñadas… y ninguna accediera a través sólo de sí misma.

En agosto se casaron y Marcelle, la otrora predestinada, fue desalojada de rue Fontaine. Giacometti y Eluard oficiaron de padrinos. Días más tarde, Breton le devolvía al segundo el dudoso honor.

Así sucedió. Breton lo contaría dos años y pico años más tarde.

4
Como ya se ha dicho, las puertas de surrealismo se hicieron completamente giratorias. Lo que más le dolió a Breton fue el distanciamiento de Crevel y de Char. El de Dalí estaba cantado. El de Giacometti, provocado. El de Tzara, le tranquilizó. En el fondo de su corazón sufría por el previsible alejamiento de Éluard. Sin embargo lo que sucedió fue el alejamiento de Jacqueline.

Tras el exitoso periplo por Checoslovaquia y el menos glorioso por Tenerife, constatan que la mujer está embarazada. ¡Que me pase esto a mí... que odio la familia y sus consecuencias! La “Antología de (H)umor negro” fue un trabajo de supervivencia. Jacqueline se quejaba de las estrecheces al tiempo que contemplaba la valiosa colección de arte que se alojaba en rue Fontaine.

En mayo se firmó el pacto franco-soviético. En junio vino lo de Congreso de París, el enfrentamiento con Ehrenburg y el suicidio de Crevel. Llegaron noticias de los juicios de Moscú y el caso Víctor Serge flotó como un cadáver. Todo se confabulaba para que Breton siguiera su camino, lejos de stalinismo. Añadan Udes. el asesinato de Kirov, la proclamación oficial del “Realismo Socialista” y la expulsión de Trotsky. En noviembre aparece “La posición política de surrealismo” (intento de unir a Marx con Rimbaud) y se estrecha a colaboración con Bataille (“Contre-Attaque”) que salía de una tórrida relación con Dora Maar.

Finalmente, el día 20 de diciembre de ese año (1935) nació una niña, concebida en primavera, a quien inscribieron con el hermoso nombre de Aube Solange. Desde entonces, Jacqueline añadió a los agravios sufridos, el de madre sacrificada y ensanchada. Fue el comienzo de un fin verdaderamente vulgar.


El libro se cierra con una carta dirigida al futuro:

“En la bella primavera de1952 cumplirás 16 años y quizá te sientas tentada a hojear este libro….
….Te deseo que seas locamente amada”

Y uniendo esas dos proposiciones todo un tratado sobre la Esperanza Poética.

Sobre la mesa del “Buffalo Grill” las conchas dextrógiras de los caracoles, una botella vacía, un vaso, una tacita de café y tres vasitos de aguardiente (vacíos, como es natural).



                                                                                                     obra de Aube Solange Breton.




RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...