“Pero como de todas formas no me gusta
escribir sobre cuartos ni edificios ni nada de eso, lo que hice fue describir
el guante de béisbol de mi hermano Allie, que era un tema estupendo para una
redacción. De verdad. Era un guante para la mano izquierda porque mi hermano
era zurdo. Lo bonito es que tenía poemas escritos en tinta verde en los dedos y
por todas partes. Allie los escribió para tener algo que leer cuando estaba en
el campo esperando. Ahora Allie está muerto. Murió de leucemia el 18 de julio
de 1946 mientras pasábamos el verano en Maine. Les hubiera gustado conocerle.
Tenía dos años menos que yo y era cincuenta veces más inteligente. Era
enormemente inteligente. Sus profesores escribían continuamente a mi madre para
decirle que erq un placer tener en su clase a un niño como mi hermano. Y no lo
decían por que sí. Lo decían de verdad. Pero no sólo era el más listo de la
familia. Era también el mejor en muchos otros aspectos. Nunca se enfadaba con
nadie. Dicen que los pelirrojos tienen mal genio, pero Allie era una excepción,
y eso que tenía el pelo más rojo que nadie (…)”
Hace muchíiisimos años, compré en el rastro una especie de
petate militar que, también, cubrí de versos…Era en la época del autoestop
generalizado. Pasaba tanto tiempo en las cunetas que me los aprendí de
memoria…y ¡les juro! que eran cientos de cuartetas (y alguna “silva”). Aún hoy, recito, en sueños,
retahílas de versos que en estado de vigilia no recuerdo.