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viernes, 27 de diciembre de 2013

Propuesta para hoy, día 27 de diciembre. "Doctor Zhivago". Mandelstam. Yesenin.

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"Con este objetivo, la noche del 27 de diciembre se dirigió hacia Petróvskaya (¡qué guapa estaba!) y, al salir, metió en el manguito el revólver de Rodia, cargado y sin seguro, con la intención de disparar a Víktor Ippolítovich si le respondía con una negativa, si malentendía las cosas o si la humillaba de un modo u otro". Era el año 1911 y la esecena se desarrollaba en Moscú.

Antes pasó por casa de Pasha, en la Kamersguerski.

Víktor no estaba en casa. Yura escribía su tesis sobre la fisiología del ojo y meditaba sobre la poesía de Block, mientras éste le daba vueltas y más vueltas a estos versos:

El viento irrumpe, aúlla la nieve,
El viento irrumpe, aúlla la nieve...

buscando una digna continuación, que le sería regalada el día de reyes. Mandelstam visitaba el Taller de los Poetas de Gumilev y ponian las bases del acmeísmo. Pasternack se iniciaba en el futurismo y Yesenin estaba a punto de llegar a Moscú: los taberneros se frotaban las manos y las mujeres sonreían soñadoras.

El tiro que retumbó en la sala de los Svientitski, fue la señal de salida. La meta: "...un tranvía que subía por la calle Nikitskaya y que cumplía el recorrido de la Universidad a la calle Kúdrinskaya". 



Entre aquel tiro y este infarto todo un cúmulo-nimbo de acontecimientos históricos, incluyendo destinos personales, sometidos a fuerzas colosales ¿No saben de qué hablo? ¿Y si les dijera que uno de los protagonistas es nombrado indistintamente como Antípov, Pasha, Pável Pávlovich, Pavlushka, Páshenka, Patulia...¡Strelnikov!? ¿Que hay 150 personajes, cada uno de los cuales es llamado indiscriminadamente bien por su nombre, por su patronímico, por su nombre seguido de de su nombre de familia, o bien por dos o tres diminutivos? Es lo que tienen las novelas rusas.

¿Qué quieren que les diga? Pocas veces puedo decirlo, así que no me voy a privar: perfiero la película a la novela. Vale que son inconmensurables, pero mantengo lo dicho. Nabokov y
yo estamos de acuerdo en la fata de estructura y de uniformidad de estilo de la novela. Nos siguen en esto, Sholojov y la misma Ajmátova. Su poesía es otra cosa: para Lukács las poesías de Boris son lo mejor de la lengua rusa...¡lástima que estén en boca de Yuri Zhivago, antisoviético! Bujarín (1934) lo consideraba el primer poeta del país, mientras Stalin había proclamado a Maiakovski: quizás esto influyera en lo que estaba a punto de sobrevenir.




Hay en el "Doctor Zhivago" demasiada vaguedad y demasiadas casualidades. ¡Miren Uds. qué era grande la URSS...! pues, bueno, siempre tenían que coincidir los mismos personajes en los mismos lugares. Larisa se va al frente y allí se encuentra con Yuri. Larisa y Pasha se van a los Urales y por allí aparece Yuri. Yuri estuvo cuando Lara descerrajó el errado tiro sobre Víktor. Víktor tuvo algo que ver (lean Uds.) con la muerte del padre de Yuri y con el padre de la chica... Yuri acaba viviendo (y muriendo) en la misma habitación donde años atrás vivió Pasha... y miren Uds. que es grande Moscú. Pasternack también tuvo dificultades para salir de sí mismo... aunque con no mucho esfuerzo pudieron sacarlo de quicio.

Toda la novela está cruzada de circulares coincidencias improbables, de "perogrullo" (Nabokov), lo que la dota de un áura simbolista (¡sin serlo!). Su poesía es incuestionable. Y su profundo cristianismo también. No es extraño, pues así estaban las cosas, que fuera tachada de antisoviética. Las aspiraciones de Zhivago no están a la altura de los tiempos: individualismo pequeño-burgués cristiano... y según la locomotora de la revolución se internaba en el "desierto de lo real" los "compañeros de viaje" iban siendo arrojados por las ventanillas.

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Acabada la guerra civil y recién empezada la NEP, en la primavera del 22, Yuri Zhivago vuelve a Moscú y se abre la etapa con Marina: El final está cercano. Quizás se enterara de la boda de Yesenin e Isadora, pero ¡cómo presentarse con esa facha!

Los Mandelstam regresan de Georgia. Lenin sufre su primer gran ataque. Block acaba de morir (7 agosto de 1921). Gumilev (25 agosto de 1921), pese a la intervención de Gorky, que se larga otra vez a Italia, cria malvas. Tsvetáieva huye a Berlín. Lily Brik le ha pedido un respiro a Maiakovski. Ajmátova...¡Ay, Ajmátova!...¡estás más pasada que las "rutas del vino"!, acaba de decirlo Trotsky. Stalin es nombrado secretario general del Partido.

Con la NEP lo peor de cada casa sale a la superficie. Moscú se llena de golfos: Urge sujetar las riendas y apretar las tuercas. Se acabó la edad de plata, empieza la edad de hierro.

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"... Susurrad, alhelí, reseda.
Una desgracia se ha abatido sobre mi alma.
Una desgracia se ha abatido sobre mi alma.
Susurrad, alhelí y reseda.
Me ha ocurrido una desgracia.
Susurrad, alhelí, reseda.
Me ha ocurrido una desgracia".

Y es que el pobre Yesenin, el "golfo" Yesenin, se había quedado sin versos y repetía el único que aún le era fiel, digo yo. Pero ni susurró el alhelí, ni la reseda dijo esta boca es mía. Unos días después, tal día como hoy del año 1925, se colgó en una habitación del Hotel Inglaterra de Leningrado:

"Adiós, amigo mío, adiós
tú estás en mi corazón.
Una separación predestinada
promete un encuentro futuro.
Adiós, amigo mío,
sin estrechar la mano ni palabra
no te entristezcas y ninguna
melancolía sobre las cejas
morir en esta vida no es nuevo,
pero tampoco es nuevo el vivir."

Escrito con su propia sangre, como ya saben Uds.


Una oleada de suicidios (y de clubs de "Viudas de Yesenin") recorrió la Unión Sovietica.
Completen su formación leyendo esta entrada complementaria sobre Maiakovski.

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Años más tarde, finiquitada la NEP, puesta en marcha la colectivización forzosa y cuando el primer Plan daba sus primeros pasos indecisos,Yuri abandona el apartamento que comparte con Marina y se instala, con ayuda de su misterioso e influyente hermanastro, en la calle todavía llamada Kamerguerski (¡!), junto al Teatro del Arte, en el que triunfó Meyerhold con quien, por cierto, se casó la primera mujer de Yesenin. La segunda sería una nieta, o algo parecido, de Tolstoi... Nada que ver con el que recibió la bofetada de Mandelstam. La tercera ya la conocen. El Teatro del Arte está situado frente al museo Prokofiev y junto a éste hay un karaoke. Rusia ama a sus artistas. Si no fuera por lo que es me plantaría en ese, ahora, elegante pasaje y daría rienda suelta a todo mi caudal lírico y, de paso, me enteraría si todavía fabrican la vodka Lunacharski.

"Una mañana, a finales de agosto (1929), en la esquina de la calle Gazetni, Yuri Andréyevich tomó un tranvía que subía por la calle Nikitskaya (...) El aciago tranvía se detuvo por enésima vez en la bajada que va de la calle Kúndrinskaya al zoológico. La señora de lila apareció al poco rato por el marco de la ventanilla y comenzó a alejarse." Era una ciudadana suiza, "vieja, viejísima". Nada que ver con la Fiódorovna. Yuri no soportó la emoción.

De cuerpo presente Yuri, Meyerhold y Maiakovski, casi agotada la cifra de sus (de ellos) años, presentaban "La Chinche". Vertov, cámara al hombro, daba vueltas frenéticas por Moscú, y Stalin, depuesto Lunacharsky, proclamaba oficiosamente el "Realismo Socialista", Gorky, vuelto de Sorrento, le echará una mano. El pícaro Bénder busca las 12 sillas, Chevengur ha sido abducido por el sol, Shólojov empieza "El Don apacible" y Trotsky acaba de ser expulsado de la URSS... Empiezan las campanadas de los "días carnívoros".

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Mandelstam resultaba más peligroso que el retraído naturalista Pasternack. Sobre todo después del aciago ¿poema?:
"(...)
Sus dedos gordos parecen grasientos gusanos,
como pesas certeras las palabras de su boca caen.
Aletea la risa bajo sus bigotes de cucaracha
y relucen brillantes las cañas de sus botas.
(...)
Y cada ejecución es un bendito don
que regocija el ancho pecho del Osseta".

Stalin tenía la fea costumbre de chuparse el dedo corazón antes de pasar la página de cualquier libro. Lo dejaba hecho un asco. Después lo anotaba en el índice. Por último fusilaba al autor... y Stalin era un grandísimo lector.


En la URSS también se pecaba de oido: Oir el poema citado era tan peligroso como ser trotskista.

Ossip fue detenido por primera vez en la noche del 13 al 14 de mayo del 34 (vean la propuesta correspondiente, inédita). Bujarín, Ajmátova, Pasternack... todos hicieron lo que pudieron: "Aislar, pero conservar"...
Otros dieron dinero, como Bulgakov y la suegra, que vendió los muebles de Kiev. Finalmente, esquivado el Canal del Mar Blanco (loado por Gorky y tutti quanti) y Siberia, su pena se redujo a tres años en Vorónezh...tras la siniestra estancia en los Urales... ¡Pura delicia! Platónov, natural de Vorónezh también sufría, por entonces, las iras del Partido. Y es que Platónov, sin motivo, como es natural, se compadecía de los campesinos rusos. Yesenin se recomía en su tumba. Yo, en lo de los campesinos, estoy con Rosa Luxemburgo. Ese verano se celebraría el Primer Congreso de Escritores Soviéticos y lo que era oficioso se hizo oficial: Los escritores fueron nombrados ingenieros del alma.

La segunda vez fue diferente.

Los Mandelstam volvieron convertidos en "cienkilometristas" y se instalaron, a la espera de mejores tiempos (¡Ay, Nadia, Nadia!) en Kalinin. En Moscú sólo podían confiar en los Shklovski; Ajmátova estaba en Leningrado. Los tiempos mejores se retrasaban. Pasó el invierno y empezó la primavera y con ella pareció que, en efecto, el tiempo mejoraba. Les llegó un invitación para una casa de descanso en Samatija. Lo interpretaron como buen augurio: Dos meses de "descanso en un lugar saludable" en espera (¡Ay!, ¡Nadia, Nadia!) de que se resolvieran las dificultades respecto a sus posibilidades de trabajo. Tomaron el tren para Cherusti, cien kilómetros, más o menos, o sea unas 90 verstas al oeste de Moscú. Allí les esperaba un trineo que, como a auténticos Vips, les condujo a Samartija, entre senderos nevados y bosques de caritativos abedules. Ossip recordó los versos de Yesenin:

«Abedul blanco bajo mi ventana al que la nieve cubrió como si fuera plata»

«Se sonrieron los adormilados abedules, al despeinarse sus trenzas de seda»

Llegados a Samartija se les concedió una pequeña dacha. ¿Sería posible? ¿De verdad sería posible que la vida volviera a ser vida?

"A la mañana siguiente, dos de mayo (1938) nos despertó una delicada llamada en la puerta. Era muy temprano. Mandelstam se levantó para abrir. Entraron tres hombres en la habitación: dos militares y el médico jefe (...) No hubo registro volcaron simplemente la maleta y lo metieron todo en un saco ya preparado para ello. Eso fue todo."

Subieron al camión que los conduciría a la estación de Cherusti. Nadia se quedó en la casa de salud. Al cabo de unos días regresó a Moscú, en tartana. No volvieron a verse. Sobre las colas delante de la cárcel, los "paquetitos" y demás...


Mandelstam fue conducido al extremo oriente, a Vtóraya Rechka, campo de tránsito cerca de Vladivostok. Su destino final quizás hubiea sido Kolyma. Hizo bien en morirse.

"En junio de 1940, el hermano de Mandelstam, Aleksandr, fue llamado a la oficina de registros del distrito de Bauman y le fue entregado el certificado de la defunción de su hermano destinado a mí. Se indicaba (...) que a la edad de 47 años y en la fecha del 27 de diciembre de 1938 había muerto a causa de un paro cardíaco. Se puede parafrasear diciendo que murió porque murió. El paro cardíaco es, justamente, la muerte."

Sin embargo sobre su muerte (circunstancias y fecha) hay diferentes y contradictorias versiones. Sólo hay una cosa cierta: su muerte.

Fusilado Yagoda y leída la sentencia para Yezhov, Beria fue nombrado jefe del departamento de la Seguridad del Estado. Shójolov mantenía una peligrosa relación con la fatídica Yezhova. Nabokov publicaba "El don" y Prokofiev/Eisenstein acababan "Alexander Nevsky". El Gran Terror seguía su curso y como canto de cisne: Meyerhold y Bábel.

"...Todo mi pensamiento es acerca de tí. Cada lágrima y cada sonrisa son para tí. Bendigo cada día y cada hora de nuestra amarga vida juntos, mi bienamado, mi compañero, mi guía de ciego de la vida.
Como dos cachorros ciegos éramos, tocándonos con los hocicos y sintiéndonos tan bien juntos. Y qué enfebrecida estaba tu pobre cabeza, y qué alocadamente desperdiciamos los
días de nuestra vida. Qué dicha era esa, y cómo siempre supimos qué dicha que era. La vida puede ser tan larga. Qué duro y largo para cada uno de nosotros morir en soledad. ¿Puede éste ser el destino para nosotros, que éramos inseparables? Cachorros y chicos, ¿nos merecíamos esto? ¿Merecías vos esto, mi ángel? Todo sigue su curso como antes. No sé nada. Sin embargo sé todo cada día y hora de nuestra vida son simples y claros para mí como en un delirio.".


Mientras esta carta buscaba destinatario, otra volaba por los helados espacios. Ossip escribía a su hermano desde el campo de tránsito: "Nadia amada, ¿vives, querida mía? Shura, escríbeme inmediatamente sobre Nadia. (...) No me han seleccionado para Kolyma y puede que tenga que pasar aquí el invierno". Y de paso les pedía ayuda..."pero no sé si merece la pena".

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Bueno, la novela resulta un tanto irritante: las tolstoianas reflexiones... las descripciones poéticas del campo ruso... la trama parabólica... personajes desdibujados... todo mezclado en recipiente sin estructura clara y sin pulir. Pasternack se puso manos a la obra en el 45 y, tras diez años de trabajo, la envió a Occidente. Fue publicada, en italiano, en la editorial de Feltrinelli en el 57. Después vino la famosa edición rusa a cargo de la CIA ...etc...etc y después...¡el Nóbel! y su millonaria distribucion..

El primer golpe vino con el nóbel de Punin, cuando Stalin lo quería para Gorky. El segundo, el nóbel a Pasternack, cuando Stalin, ya muerto, lo hubiera deseado para Shólojov, autor de la otra gran crónica de la revolución y de la guerra civil. El tercero y definitivo cuando se lo dieron a Solzhenitsyn. Lo de Brodsky fue de regalo. Y lo de Shólojov, una concesion transitoria.

Pasternack era un poeta importante, y apreciado en Occidente: su presencia en la mesa presidencial del Primer Congreso de Escritores Soviéticos del 34 y la insistencia con que occidente exigió su presencia en el Congreso del 35 en París, lo demuestran. Tuvo acceso a Stalin y, pese a su recalcitrante individualismo, no llegó la sangre al río. Jamás llegó a aceptar la marcha de las cosas, sin embargo, fue lo suficientemente ambiguo como para ser "preservado". Muerto Stalin, y tras el XX Congreso del Partido, Pasternack pudo sentirse más seguro. No es que desaparecieran los insultos y amenazas, ¡al contrario!, pero estaba claro que el nervio responsable de traducir los deseos en acciones había sido cortado.

Quien de verdad se sintió mal fue Nabokov que tuvo que sumar a su intolerancia por la obra de Pastrnack, la malisima noticia de que "El Doctor" había desplazado del primer puesto del ránquin de ventas, a "Lolita".

Pasternack ("cerdo que caga donde come") renunció al Nóbel y escribió arrepintiéndose de lo hecho... No tanto para evitarse problemas, sino para evitárselos a Olga, su compañera. Fue un gesto vano: poco después de la muerte del poeta (1960), fue internada en el gulag.

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Y llego el día. Entré en el cine Rex 35 minutos antes del comienzo de la pelicula, y ya estaba lleno. Me tocó tragarme unos minutos de Movirrecord y, tras una emocionante apagada general, se iluminó la pantalla y apareció un paisaje pintado de deshojados abedules. Sonaba y sonaba el tema de amor. Y después apareció ELLA. David Lean había pensado en Jane Fonda. Julie escuchó la proposición y en un momento de lucidez que le dejó la marihuana, aceptó. Para Yuri, propuso a Peter O'toole, que ya le había dado resultado en "Lawrence de Arabia" y para Tonia, Audrie Herburn. Finalmente, como saben Uds. Fueron Omar y Gerardine, asombradamente melancólica. Y ahora no hay manera de imaginártelos diferentes. Yuri, en realidad, es chato. Larisa, entradita en carnes. Tonia, sin embargo, casa mejor con el original.

España era, por entonces, el plató más grande de occidente: Anthoni Mann, Orson Wells, Nicholas Ray, Kubrick, Mankievich, Sergio Leone... y, naturalmente, David Lean, que fue de los primeros. Aquí tenían carta blanca (incluída la leal y activa participación de las fuerzas del orden cuando la escena lo requisiese) y el entusiamo de la población indigena. Por entonces no se andaba sobrado de faena. Los que habían sobrevivido se dedicaban a construir madrigueras, neoplasticistas decían. Cuando acabó la fiebre, los asilvestrados moradores de la piel de toro, habiendo adquirido los rudimentos de lenguas extranjeras, pudieron poner en práctica sus competencias allende nuestras fronteras.

Sitúense Uds. en el cementerio del Barrio de Canillas de Madrid, justo en la esquina con Alcorisa. Se encuentran en el número 71. Caminen hacia el 90. Verán una gasolinera. Crucen la calle que, por cierto, parece contagiada de la estética soviética. ¡Qué desolación! 




Bien, pues aquí se montó la casa de Yuri Zhivago, en realidad la de la familia de Tonia. Desde aquí contemplan las sangrienta manifestación que le hace recordar el domingo sangriento de San Peterburgo. Una riada de desocupados, vestidos a la usanza eslava, entonan la Internacional. Algunos le toman gusto a la cosa y la imagen amenaza con convertirse en el original. Me cago en la mar, dice el sargento de la comisaria de distrito, ¿a qué me recuerda eso? La noche, iluminada por potentes focos, está erizada de banderas rojas. Al fondo, ya en el cementerio, se había levantado un Kremlin y una impresionante torre de San Nicolás. El resto era un descampado. La nieve era de plástico. El tranvía, de los servicios municipales.

Pensando que había la hora de la revancha, el sargento mandó formar a sus hombres y se dirigieron hacia el tumulto. Cuando estuvo cerca, pidió refuerzos. Llegó un grupo a caballo. Parecía una escena de una película sobre la división azul. Los jinetes se dispusieron a echar una mano a la unidad montada que hacia su trabajo. Me cago en la mar, me cago en la mar...¡que se nos escapan!, era la inalterable jaculatoria del suboficial. David Lean tuvo que mandar cortar y enviar a un intérprete. El sargento entendió, pero, puesto que no se notaría, exigió que cantaran un pasodoble. Así se hizo y a los acordes de "España cañí" fueron cayendo simuladamente los combatientes del zar. Según caían, se levantaban y se dirigían al churrero que se había instalado detrás del Kremlin.

Durante meses, los madrileños pasaban las mañanas de domingo en Moscú: de San Nicolás a la casa de Zhivago y de la casa de Zhivago a la torre de San Nicolás, que ocultaba la fatídica tapia del cementerio.



Otros creen recordar que los revolucionarios eran afiliados a la OJE que habían establecido sus cuarteles de invierno en las cercanías. Y afirman, además, que la guardia zarista eran auténticos "grises" que, dijeron, lo hacían gratis, como si fuera una clase práctica. Sea como fuere, aquella fue la única vez que cientos de trabajadores (o lo que fuera) entonaron la Internacional en plena calle, a pleno pulmón, en la larga noche franquista.

Aprovechen que es viernes y acérquense a Candilichera, en el campo de Gómara, Soria. Recorrieron media Europa localizando exteriores que pudieran dar el pego. Finalmente pensaron que los campos de Candilichera y las inmediaciones del Moncayo era el paisaje adecuado. Candilichera y su campo se convirtió en Varykino. 



Construyeron el palacete de la familia de Tonia y simularon las estaciones a conciencia: En invierno cubrieron el palacete de cera derretidan y en primavera florecieron las miles de cebollas-narciso que habían importado de Holanda, pues han de saber Uds. que aquel invierno no nevó y que por allí no se crían los narcisos. Así que toda la nieve, protagonista de la película, lleva el sello del ingenio.


Sigan hasta Soria. En la estación hay un bar estupendo, a cuya vera se extienden las vías vacías, "El cielo gira", en honor al documental del mismo nombre. La estructura actual de la estación, esconde la primitiva, aquella que nos convenció de que estábamos en Yuriatin, en los Urales. Tuvo que cubrirse de polvo de mármol y de plástico blanco. Ni se les ocurra sentarse a la fresca, hace un frío siberiano. Tomen asiento en su interior:

-- Frío, ¿eh?-- exclamarán mientras se despojan de capas y capas textiles.
-- ¡Frío!-- responderá el camarero.
-- ¡Póngame un "Zhivago" y un carajilo... fifti-fifti !

El camarero no les preguntará nada y volverá con un bizcocho borracho de vodka y con un carajillo de Terry de malla... ¡exactamente lo que habrán pedido!

La Metro, agradecida, regaló al municipio el primer parque de columpios, que fue instalado en la Dehesa.














RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...