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jueves, 26 de diciembre de 2013

Propuesta para hoy 26 de diciembre. Nacimiento de la ópera: Dafne. Beirce...


6 de nivoso, día de la lava (¡día contradictorio!).


¡Jubilación!...¡Hermosa jubilación! ¡Si lo llego a saber me jubilo a los 32! Poder pimplar hasta las tantas sin preocuparme por la primera frase (en ayunas) del día siguiente. Olvidarme del “Tenedor de Hume" y de la "Navaja de Ockham"...y de paso, como cae de suyo, ¡del “pavo inductivo”!... Caçar bolets. Coger espárragos y freírlos. O dedicar toda la mañana a pasear del condis a casa y de casa al condis. O, como hoy, a escuchar música: Coger el puntito ese en el que parece que ves hasta las garrapateas; ese punto en el que el pentagrama vuela por el comedor con chagalliano porte…como mariposillas de la patata. Pensar lo que quieres comer, comprarlo, hacerlo y comértelo. Tomar una cervecita en la nacional II… ¡Ah, si lo llego a saber!...Y no ahora, cuando vas doblado por la vida.

No vendrá mal, como cura, un hermoso y discrecional plato de lentejas. Ni san Esteban, ni la suegra, ni la abuela, ni hostias...¡lentejas! Dejen que la familia disfrute, que se pegue la última puñalada; Uds. dedíquense a sus lentejas. Y no olviden las hojitas de laurel. Yo siempre uso laurel del valle del Tempe. No vayan a recolectarlo a Tempe, en la tórrida Arizona, donde los edificios parece que no acaban de germinar y están como a medio brotar. Ni asalten los maceteros del 7 puertas Vayan a Grecia, a Tesalia, y déjense envolver por el mito. Si todo ha ido según lo previsto, y la Troika no ha hecho de las suyas, una carretera decente, y un túnel, les conducirán a este rincón que, de no ser por la afluencia de autobuses, sería idílico, aunque nunca se consumara aquí ningún idilio.


Mientras las cocinan (fácil: echarlo todo en la olla: cebolla, ajos, pimiento verde, pimienta, sal, agua, tomates, lentejas, un clavito de olor... Las lentejas gozan de la propiedad conmutativa) enchufen el esputofaif y oigan lo que puedan de Jacopo Peri.

1.
Dafne era una ninfa de los montes, una dríade (no confundan con druida) que se dice, de la estirpe de Artemisa, gemela de Apolo. Pues bien, verán: Nadie puede burlarse de los dioses, aunque uno se descojone de dios (?). Los dioses y su cohorte desaparecieron al grito de "¡Pan ha muerto!" y dejaron un vacío que fue rellenado con escombros de nuestro propio derrumbe...etc...etc. Apolo se burló del "afeminado" Eros y puso en duda sus habilidades con el arco y la flecha, que él, Apolo, consideraba su monopolio. Eros, despechado, se armó con dos flechas: de oro una y la otra de plomo (Plomo: "Metal pesado, de color gris azulado, que se usa mucho para dar estabilidad a los amantes livianos, particularmente a los que aman a mujeres ajenas..." A. Beirce). La primera arrebataba de amor al herido y la otra, de odio. La segunda destinada a la ninfa y la de oro a aquel que "mata de lejos". 
La persecución lujuriosa fue, como es natural, bestial. Dafne huía enredándose los cabellos en las zarzas de la orilla del Tempe, entonces Peneo. Apolo le dio alcance. Dafne suplicó a su ausente y fluyente padre Ladón, rico en menta, que aunque lejos, en la Arcadia, atendió su súplica... y así fue como se convirtió en árbol y Apolo no pudo más que absorver su delicado perfume: El laurel, cuyas ramas coronan la gloria y santifican las lentejas.





Tal día como hoy, del año 1598, justo cuando Lope de Vega acababa de dar a la imprenta su "Arcadia" y Shakespeare daba sus ultimos toques a "Trabajos de amor ganados" (hoy perdido). Se estrenaba en privado la primera ópera de la historia: "Dafne" (hoy perdida casi en su totalidad). Fue en el palacio Tornabuoni de Florencia que por entonces pertenecía a la familia Corsi y hoy a un usual cluster bancario.

Ya puestos, y puesto que Florencia es la cuna natal de mis Custodios...

El aterrizaje ha sido complicado, con tanto adorno navideño y demás. Conocedor del talante juguetón de mis arcángeles, me he temido lo peor, pues tal día como hoy (1783), Louis-Sebastien Lenormand realizó su primer intento de salto en paracaídas, siguiendo en esto a otros desnortados y siendo referencia para los siguientes. En realidad fue un salto con paraguas. El muy bribón lo había intentado antes con un perro. Todo Montpellier se hizo eco de la gesta... que ha pasado a la historia como una excentricidad más.


Y aquí me tienen, sentadito en el poyete ("¿poyazzo?") de la fachada de Palazzo Tornabuoni.


Ni se les ocurra tomarse un corretto, le sacarían el riñón que les queda. Vale que tal día como hoy, del año 1953, se realizó en París el primer transplante de riñón a partir de un donante vivo... pero precisamente ese es el problema ¿quién tiene un amigo que tenga dos riñones útiles? Pues eso, lo dicho, ni se les ocurra. Disfruten del solecito y de la música de Peri.

Axioma: Todo es devenido... ¡y fugaz! También la ópera.

Déjenme que me amorre la petaca y les explico.

Hipótesis: Hubo un tiempo, largo, más largo que el de "Jerjes", en el que la música, habiendo olvidado sus orígenes, consistía en un intento de imitar la inaudita música de las esferas: cada esfera, de hacer caso al "sueño de Cicerón", tenía su ethos particular y giraban, según sus diferentes radios, en torno al centro incandescente que lamamos sol y en ese girar emitían una nota más o menos aguda. Todas al unísono emitían un, podríamos decir, acorde, que inundaba el universo-mundo. Unas órbitas emitian sonidos lastimeros, otras mostraban alegría por su proximidad a sol y su carácter sanguíneo, otras se debatían entre la melancolía y la pereza... El resultado era, de más decirlo, una contradicción emocional y cósmica. Ese "desorden" fue trasladado al canto y así surgió la polifonía ("si non è vero, è ben trovato"): reflejo de la revolucion de los cielos. La polifonía tuvo su momento álgido durante el Renacimiento gracias a los trabajos de la escuela francoflamenca.

Como es natural la cosa se limita a la zona de influencia (¡grande!) de la iglesia católica, apostólica y romana. La cosa empezó a complicarse con la Reforma y las aspiraciones humanistas y, añádanle el lento aparecer de una clase que decía gustar (y gustarse) de (en) esas veladas musicales.

Humanismo.
Dentro del espectro de la "matematización del mundo" que recorría Italia, se vuelve al pitagorismo original y a Grecia en general: las relaciones numéricas lo gobiernan todo, cielo y tierra. Se propone una nueva racionalidad, sencilla y clara, que dé al traste con el galimatías plurimodal y contrapuntístico propio de la polifonía. La pintura lo había conseguido estableciendo un sólo punto de fuga. Poco a poco se establece la primacía bimodal sobre la base de una división matemática exacta de la octava en doce tonos y la primacía de las terceras y las quintas. Lo que resulta, decían, es más natural, es más, es connatural con la naturaleza humana que, desde siempre, ha publicado sus afectos en forma de cantinelas monódicas y "naturales". Así, cuando Uds. se duchan no pueden expresar polifónicamente su malestar, a no ser que estén en las escuetas duchas comunes de un gimnasio. O que tengan la boca como un buzón...



Pero, además, los "modernos", pues siempre los ha habido, querían que la música "moviera los afectos", que estremeciera las cuerdas del alma humana y que cualquiera pudiera ejercerla, bien como ejecutante, como teórico o como receptor... o como todo a la vez, pues la distinción medieval entre la teoría y la práctica, se va disolviendo "euridicianamente". Y esos afectos podían conducirse mejor si la palabra era dicha con claridad y reforzada por la música. La música como instrumento emotivo, sometida al texto, lejos del racionalismo abstracto (y afectivamente contradictorio) que gobernaba la polifonía. Puede decirse que los "modernos" establecieron una teoría semántica de la música, en la que cada modo, tonalidad, acorde, intervalo, reflejaba un estado de ánimo. Expresión, ese es el concepto. El artista expresa.

Algunos "antiguos", no opuestos porque sí a innovaciones, vieron el peligro: subjetivismo, afectación, narcisismo... degradación general... hasta llegar a Operación Triunfo.
Todo este replanteamiento de la armonía fue completado y standarizado por Rameau (pero faltan algunos cabos).
La Camerata de Bardi la daba vueltas a estos temas y hacía sus ensayos teórico-prácticos. No fueron los primeros, pero sí los más organizados, decididos e influyentes.


Iglesia
Amenazada por la marea reformista, cuya punta de lanza era la palabra sencilla y vernácula, que era sembraba de forma incesante en sus características liturgias, tuvo que tomar en consideración el mensaje y el medio. No podia ser que el medio ocultase el mensaje. ¿Quién podría captar el contenido evangélico, enzarzado, como los cabellos de Dafne, en las espinas de los diferentes modos, voces y ritmos? Urgía una contrarreforma también en el terreno musical: que se entendiera el mensaje y que la música se limitara a subrayar y a reforzar, vamos que se sometiera al texto que, a fin de cuentas, era la palabra de dios (?) o la de sus representantes.


Camerata Florentina
Tomó el cuerno por los toros (?) y se puso obra a las manos. Galilei (senior) fue el teórico más reconocido y el crítico más acervo de la tradición anterior. Sus "Diálogos", tuvieron el mérito, además, de enfrentar de forma clara las dos posiciones. De más decir que la brisa eclesiástica les impulsaba. Allí se estableció la primacía de la monodia acompañada y todo lo dicho anteriormente.
Quedaba sin embargo un asuntillo: ¿Qué hacer con la música? ¿Cuál era su valor si no iba acompañada de la palabra? ¿Cómo pudieron surgir las sinfonías, conciertos, obras de cámara...? ¿Podía existir una música autónoma? Eso fue cosa a otros, entre los cuales el mismo Lutero y, naturalmente, los teóricos alemanes.

Y, nada, aquí me tienen, agotado y sentadito en el poyete del Tornabuoni. Me encasqueto el Ipod: "Eurídice" (y Orfeo) de Peri, pues ya les he dicho que "Dafne" se ha desvanecido. La ópera en estos sus inicios era un conjunto de claros recitativos, aires... acompañados por una música sencilla y comprensible. Era introducida por una "sinfonía" (¿modo francés?) en la que la música por sí sola se hacía valer. La iglesia estaba, en la misma linea, con sus motetes y oratorios...

Rumor de alas, perfume de cadera de ángel y los clientes paseantes se detienen y sonríen para sí. Cargan con paquetes innobles, pero sonríen ante la presencia invisible de mis Custodios.

--¿Qué tal por el Corno?
--Pues tan umbría como siempre
--Por suerte no han puesto ninguna trattoría
--Ni ningún Zara...
--¡No caben!--remata Chiara.
--Pues nada, aquí estaba yo pensando en los orígenes de la ópera en un día tan señalado como hoy.
--Pues el día puede dar muuuucho más de sí—amenaza Aurora.

La Camerata se fundó en la casona de los Bardi, allá frente al Ponte alle Grazie. Siguiendo el Lungarno, pasarán el museo Galileo (junior), dejarán atrás el Ponte Vecchio y llegarán al Puente de la Trinidad, allí giren hacia dentro por Tornabuoni y se toparán conmigo que estoy siendo motivo de mofa: una señora con un bolsito de Hermés, cree que hablo solo, y se parte el culo. La Camerata, como Academia, se trasladó a este Palazzo a finales del XVI. Y fue allí donde tal día como hoy, del año 1598 se representó, en privado, por primera vez la obra que les he comentado. Al mes siguiente se presentaría al público en general... ¡y se alzó el telón!

2
...Y fue posible la existencia de Bellini y Donizetti...

Y es que el 26 de diciembre es un buen día para estrenos: Bellini ("Norma", 1831) y Donizetti ("Lucrezia Borgia", 1833), reyes del bell canto y la melodía, en la tradición más puramente italiana que hunde sus raíces en la Camerata (y en la naturaleza mediterránea, que diría Stendhal). Seguir con Stendhal sería imperdonable: "monde"/ "public" /"foulles"; "connaisseur"/ "amateur"; conocimiento / sentimiento; elegancia / pasión; autor / divo...

Cuando ocurrieron esas efemérides, Rossini se había cortado la coleta y se dedicaba a los canelones. Bellini, cuando lo de Lucrezia Borgia, estaba en Puteaux, escribiendo ¡día contradictorio) "I Puritani"... Y Donizzetti, cuando lo de Norma, recogía los réditos de L'elisir d'amore (nada de muérdago...¡vino!)

El futuro les depararía destinos diferentes: Bellini llegaría a convertirse en un cóctel dulzón y, naturalmente, rosa. El responsable de la metamorfosis fue Cipriani (me la coges con la mani), encargado del Harry's Bar veneciano (me la coges con la mano). A Donizetti le cupo la peor suerte, desgracia tras desgracia (y el mercurio, Hermes) fue siendo conducido a la locura. No ayudó el hecho de que su hermano Giuseppe hubiera sido nombrado director de musica militar de la sublime puerta por Mahmud II.



Ahora sólo nos resta salir a recoger el siempre verde muérdago, esa costumbre tan nuestra. Aunque les aconsejo, si no lo cogieron antes de ayer, que esperen a la próxima luna llena:

"Casta Diva, che inargenti
queste sacre antiche piante..."

A Eneas lo salvó del reino de los muertos. Astérix y los druidas, lo tomaba a calderadas y los nórdicos han extendido entre nosotros la costumbre, tan nuestra, de besarnos bajo sus ramas, recolectadas en nochebuena y colocadas en el marco de la puerta. Si esas costumbres, tan nuestras, les parecen extrañas, utilícenlo contra los sabañones navideños y para dar de comer a los conejos.

Ópera: "Espectáculo que representa la vida en otro mundo, cuyos habitantes no tienen más idioma que el canto, más movimiento que el ademán y más postura que la actitud. Toda actuación teatral es simulación y la palabra simulación deriva de simio, o mono; pero en la ópera el actor toma por modelo al Simia audibilis (o Pitecanthropos stentor), es decir al mono que aúlla" (A. Bierce).

Tal día como hoy, del año 1913, Bierce le arrancó una pluma timonera a un ave del paraiso y con la bayoneta que conservaba de la guerra civil, afiló su punta. La sumergió en una nube turbia que estaba a punto de cruzar el Río Grande rumbo a Ciudad Juárez, y: "Ah! desaparecer en una guerra civil ¡qué envidiable eutanasia!". En Washington D.F. alguién leyó el mensaje, seleccionó, cortó y lo pegó al que había recibido unas semanas antes: 
 
«Adiós. Si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mexicano y me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en México. ¡Ah, eso sí es eutanasia!».



Lean Uds. a Lovekraft ("El que acecha en el umbral") y, si quieren, vean "Gringo Viejo". Lo mejor, sin embargo, sería que se retiraran a sus aposentos con "El diccionario del diablo" o con algunos de sus relatos (yo los tengo en la edición de Rodolfo Alonso). Y alli, como digo, en sus aposentos, con una botellita de sotol de Ojinaga, dejen que decline el día. No reparen en el precio...¡la ocasión lo merece!

Ambrose, "el amargo", cruzó por El Paso en busca de las tropas de Pancho Villa. Era un viejo inválido semejante al que según el cura Jaime Lienert fue fusilado, tras unos días de vino y rosas*, delante de la tapia del cementerio de Ojinaga. La edad le había concedido el don de la profecía.

Era enero del 14 y Pancho Villa estaba apunto de tomar el pueblo.


¡¡Qué tendrá Méjico!!

3
De no haber sido por mi arrolladora pasión por la ópera, hubiera ido a pasar el día a Almería, que celebran el Día del Pendón.






















miércoles, 25 de diciembre de 2013

Propuesta para la mañana de hoy, día 25 de diciembre. Varios y Vic Chesnutt.

Cuando nací, mi madre no estaba en casa; así que nací solo. Fui a la vecina y le dije: “Señora ¡que he nacido!”. Al poco llegó mi madre y se llevó una gran sorpresa.



¡Qué grande, Gila!

El eco del segundo disparo se apagó justo cuando se desvanecía la última campanada que anunciaba la navidad de 1771. En plena  Nochebuena. Y en ese momento, 180 años después, irrumpió en el mundo quien esto escribe. Fue la única vez que la familia dejó de cenar “sopa de menudillos”. De hecho mi primer recuerdo es esa ausencia. Cuando, después de 60 años, dejamos de comerla, la familia YA no existía.

Mi entrada en el mundo está unida, pues, a esa escena ridícula, a ese “¡Adiós! ¡Adiós!” De ahí que mi vida en su primera parte fuera una acumulación de despedidas.


“Werther” exhaló su último suspiro (por cierto en la boca del mayor de los hijos de su viejo y querido mayordomo) mediado el día de Navidad, librándose de una vejez desdichada y comatosa, por evidente pérdida de masa cerebral.

También Charlie Chaplin eligió este hermoso día para morir.

Y Maurice Utrillo para nacer, de cualquier manera. El alcohol, sin embargo, lo conservó puro. Miembro de la “Trinidad maldita”, acabó sus días plácida y ricamente. Algo he dicho en otra parte.

No es este el único presagio: “Por fin se elevó el ancla, se largaron las velas y nos deslizamos adelante. Era un día de Navidad, corto y frío, y cuando el breve día nórdico se fundió en noche, nos encontramos casi en alta mar en el invernal océano, cuya congeladora salpicadura nos envolvía en hielo como en una armadura pulida.”

¡¡Homérico!!



Mientras el “Pequod” zarpaba desde la isla de Nantucket con Ismael y el “salvaje” Quiqeg entre su tripulación, yo descabezaba mi primer sueño (y digo descabezar porque ya lo hacía con dificultades). Y así como el “Pequod” abandonó aquel medio día la segura isla para internarse en el complicado cerebro de Akab, así yo me deslizaba hacia el mar abierto, lleno de monstruos, de la vida. 

Me concibieron, el primer día de la primavera del 51, en una hermosa cala, cerca de la ciudad de Cartagena, donde mi padre, al comienzo de su triunfal carrera en la “benemérita”, vigilaba la costa con la misma eficacia con la que después mantendría a raya el desierto de Fortuna. Sólo le faltó conducir un caza, para que aquello de “por tierra, mar y aire” fuera aplicable a mi progenitor.

«Fui despertada por el sonido de una música nueva, maravillosa y desconocida tocada por un conjunto de cámara. Al finalizar, Richard apareció con mis cinco hijos y me entregó la partitura llamada “Regalo sinfónico de cumpleaños”». (“Diario” de Cósima. Mañana del 25 de diciembre de 1870).

¿Puede alguien sacarme de dudas: la hortera esta nació el 24 o el 25 de diciembre? Aquella Navidad cumplía 33 años.


Se trataba del estreno mundial del “Idilio de Tribschen con el canto de los pájaros de Fidi y el amanecer del sol anaranjado, como cumplido sinfónico de cumpleaños. Presentado a Cósima por su Richard”, después llamado, juiciosamente: “Idilio de Siegfried”, una de las pocas obras sinfónicas de Wagner, incorporada después, casi en su totalidad, a la ópera “Siegfried”. Una estructura inspirada pero en la que se hacen demasiado evidentes los  puntos de sutura de los diferentes fragmentos que lo componen. Una obra en la que los guiños y confidencias familiares son tantas que pensaron reservarla para uso interno. Sólo las “necesidades” financieras hicieron que Richard la vendiera.

Aquella mañana de domingo, Nietzsche se encontraba en la magnífica casa de los Wagner  a la orilla del “Lago de los Cuatro Cantones” y fue testigo del acontecimiento. Aún llevaba la caca de la guerra franco-prusiana pegada en el culo. Su “experiencia de guerra” fue más bien limitada y poco heroica. Les regaló: a ella, un adelanto de lo que sería “El origen de la tragedia” y a él, una lámina de Durero: “El Caballero, la Muerte y el Diablo”. Regalos, vistos desde la distancia, sumamente adecuados.

Este día tan señalado ha sido elegido por muchos para nacer o morir. O para dar significado a ciertos acontecimientos. Es un verdadero “cluster”. Es necesario un cedazo bien calibrado para seleccionar lo pertinente.

La misma “Lolita” (“Lo”) lo eligió para dar a luz. Su hija (así lo prefiero) tendría ahora mi edad y viviría en una “verdirrosa” ciudad de Nueva Inglaterra “engordando y engordando hasta morir”. Por suerte H.H. no vivió para verlo.



Hace un mediodía espléndido. “Hegel” y yo comemos unas “migas tortilleras” (bueno, él lo que cae) en Mahoya. Estas migas si no las acompañas con un tintorro de la tierra, al mero contacto con los líquidos bucales, se convierten en mortero. Para despegarlas tendrías que pedir la radial al vecino. ¿Qué qué hacemos aquí, al borde de la nada y no estamos celebrando este señalado día con la familia? ¿Qué quieren que les diga? En mi familia hace años que hemos llegado a un acuerdo cordial y beneficioso: nadie pide explicaciones a nadie. Nadie se ve obligado a nada… ¡No me dirán que no es una gran ventaja una familia así!  ¿Cuántos de Vds. no darían una fortuna por estar tan ricamente en Fortuna, comiéndose unas “migas”, sin necesidad de aguantar al cuñado o a los niños, sabiendo, además, que esta noche serás bienvenido y que eso forma parte de tu intocable forma de ser? ¿Qué no darían muchos de Vds. por una familia como la mía, en la que todo fluye sin obstáculos, sin compromisos y que, además, le garantiza a uno unas comidas de navidad como, seguro, no las han visto en su vida…y no digamos ya catarlas?

Una gran ocurrencia de Shane Mac Gowan (nacido tal día como hoy, del año 1957): acelerar la música folklórica irlandesa sobre una ruidosa base punk-ska y litros de alcohol.  Un Bukovsky desdentado y deslenguado que dio personalidad (esquizofrénica) a uno de los grupos que más han llegado a mi corazón (sobre todo si te ponías al lado de los bafles): “The Pogues” (elegante simplificación de “Bésame el culo”).


Con Joe Stummer ya fue otra cosa.

Le pongo los auriculares a “Hegel” y le enchufo “Sketches of Sapin” y “Fiesta”, levanta las orejas, arruga el ceño, husmea el aire y sobre dos patas comienza una danza frenética. Los bajos de la mesa le parece escenario escaso y se lanza al centro de la plaza.

–Pero, “Hegel”… ¿lo tuyo no era el “lieder”?

–¡Ya ves!

Acabado el espectáculo se acerca a exigir la recompensa. De todos los rincones de la plaza le llueven trozos de cerdo que se zampa sin dejar de mover el rabo. El camarero nos trae, de parte de un siniestro grupo de autóctonos que se inflan a “michirones”, una botella de “Jameson… ¡y que no sobre ni una gota!

–¿No tienes esa de “Sex Machine” (*)?

Lo cojo por una oreja y lo meto debajo de la mesa. Me dice no se qué de Van Gogh. Este perro tiene una memoria excepcional. Pues sí, Van Gogh, tal día como hoy, del año 1888, estaba siendo trasladado al Hospital de Arlés.

“El 25 de diciembre de 1920 el cuerpo de Monk Eastman amaneció en una de las calles centrales de Nueva York. Había recibido cinco balazos. Desconocedor feliz de la muerte, un gato de lo más ordinario lo rondaba con cierta perplejidad.” Su tarifa por cortar una oreja ascendía a 15 dólares, por una puñalada exigía 25 y 100 dólares “por el negocio entero”. Alguna vez afirmó que: “Muchos bailecitos del Bowery eran más bravos que la guerra europea”. Lean a Borges.




 La botella de “Jamenson” refleja los últimos rayos de sol. Sobre la mesa un arcoíris. En un rincón de la plaza el grupo siniestro controla la marcha de la cosa. De aquí nos sacarán con los pies p’alante. O igual me quieren robar el perro. Levanto el vaso en su dirección y lo elevo un poco en señal de gratitud y de vasallaje. Ellos asienten a cabezadas.

¿Conocen Vds. a Vic Chesnutt? ¿No?...  ¡Pues a qué esperan! Su música doliente, ácida, sobresaliendo de oleadas de sonido espeso y sucio o, por el contrario, paseándose por entre pellizcos dolorosos, es de la que no se olvida. Su manera mínima de tocar la guitarra (mano izquierda  reducida a tres dedos útiles y mano derecha inutilizada, como un Django parapléjico), su voz doliente y sus “letras” lúcidamente estremecedoras. Escuchen “Cobarde” y díganme cuanta valentía hace falta para afrontar la cosa. Él, simpático y amoroso, reducido desde su juventud a una supervivencia grotesca, siembra dignidad en las, a veces, estériles tierras de los oyentes.


Acumuló facturas con un Seguro Privado  que finalmente no pudo pagar. Debía 60.000 dólares y no podía pagarse ninguna intervención más. La Compañía lo entendió y lo dejó morir. Él prefirió quitarse la vida (tal día como hoy, del año 2009). Otro ejemplo del “ejemplar” sistema sanitario estadounidense. Para no salirme del tema: También el padre de Billie Holliday murió como un perro a las puertas de un hospital… ¡por negro y por pobre!

Antes del suicidio, el “Ángeles Times”: “Si alguna vez usted necesitó un claro ejemplo de la crueldad institucionalizada del sistema de salud americano, pregunte a Vic Chesnutt”.
Y el propio Chesnutt afirmaba: Podría morir mañana por otras operaciones que necesito que no me puedo permitir.

Busquen en You Tube: “Empires of tin” película (?) de Jem Cohen (apunten este nombre en la lista de sus favoritos), cójanse una botella de “Master Jaeger” (¿)…vamos, el del ciervo y suelten amarras: Roth y Bush padre, unidos en una crónica de la decadencia. Chesnutt y los suyos convierten la filmación en  penosamente inolvidable.



El grupo de la esquina sigue “intrigando”. Creo que nos quieren romper las piernas, “Hegel”. Tu baile… ¡Atento, “Hegel”, se acerca uno!

–Buenas tardes

–Buenas…

Hegel” se eriza y yo cojo la botella de “Jamenson” por el cuello dispuesto a lo que sea. ¡Lástima que aún quede un culito!

–No es Vd. el hijo de su padre…etc…etc y el hermano de …etc…etc

–Pues… ¡sí!  ¡Pa lo que haga falta!

Resulta que son antiguos condiscípulos de la escuela de los “cagones”. Intercambiamos recuerdos. Los suyos son más abundantes y coloristas. Todos juntos nos pimplamos otra botella de “Jamenson”. El sol se pone. El arcoíris desaparece. La plaza gira. Creo que nos vendría bien un paseo. Nos despedimos entre promesas y buenos deseos.

–¡Felices Pascuas!

–¡Felices! Y que nos volvamos a ver con salud.

Dejamos el coche en la plaza y nos vamos al “Balneario” andando. “Hegel” trota como
un potro. Mientras llegamos hay tiempo suficiente para rememorar el último paseo de
Robert Walser.  ¿Tampoco conocen a Walser? ¡Vaya!  

Hay un paseo más triste (15 de enero), pero el último paseo de Walser se las trae. Tanto
que decido dejarlo para la tarde.

La piscina termal sigue abierta.
Media luna. Las palmeras se mecen.
¿Me baño o no me baño?

–¡Ahógate!







Propuesta para la tarde de hoy, día 25 de diciembre. Robert Walser.

(Los asteriscos (*)  remiten a “razones efemerísiticas”).



Mi padre, que tal día como hoy, del año 38, pasaba nostálgico la navidad en cualquier  posición del “frente del Segre”,  me hablaba de paseos siniestros y azaharosos por entre los limoneros. Todos acababan con ruidos secos y con un sonido como de saco de patatas al ser descargado de un camión.  Así que siempre he tenido algo contra los paseos. No soy paseante. A veces “flaneo”, pero eso es más bien incursión aventurera, azarosa. Yo voy (y vengo)…aunque, a veces, en el camino, me entretenga.

El paseo tiene algo de vintage, como las postales. En realidad casi nadie pasea: obedecen órdenes médicas o exigencias estético-sociales. Nadie envía postales.

–Así que me utilizas como terapia, ¿eh?

–Como conciencia lógica, diría.

–¡¡Es lo mismo!!

–Cualquier día te cambio por un “Robot (*)Universal Rossum”

–Tarde o temprano tomaría conciencia de la explotación… ¡y me las pagarías!

–¡¡Salamandra *!!...

–Sólo te falta decirme “¡carroña!”…como al perro Salamano.

–¡Sweets dreams!*

El día es magnífico… sino fuera por estas pequeñas discusiones. Hemos ocupado el sitio que ocupamos ayer, bajo las palmeras y Hegel, cabizbajo, se prepara para una tarde perros.

Como no me gusta mezclar, pido una copita de Jameson. El camarero (camarera) le pone a Hegel un recipiente con agua. Gracias. Cojo el vaso con la elegancia natural de Bogart (*) y no con la chula displicencia de Dean Martin (*) que, por cierto, ha dejado dicho que lo que bebía no era güisqui sino té frío. Así que el mapa de Cariñena que pacientemente se fue dibujando en sus mejillas era pura coquetería.



Dejando aparte el Dry (estilo Buñuel), no soy amante de los cócteles. Si lo fuera, hubiera pedido un Chicote (*): coctelera, tres cubitos de hielo, cucharada de Grand Marnier, media copa de vermut rojo y media de ginebra seca. Se sirve en vaso de cóctel con un trocito de espiral de piel de naranja.

Chicote logró la mayor colección de botellas (llenas) del universo-mundo, que el mismo Onassis quiso comprarle por una millonada. Cuando murió fue a parar a las garras del caradura de Ruiz Mateos. Al final se encontró en una nave de Las Rozas… Sic transit gloria mundi.

Dio más vueltas que el corazón de Macià *. El pobre Tarradellas tuvo que soportar su hedor durante decenios y al final resultó ser el de un pobre desgraciado al que habían partío el corazón. Abierta la tumba para recolocarlo, resultó que nunca le habían robado el órgano vital. Cosas de la masonería que, en eso, se parecía a Goethe * a quien, por cierto, una jovencita le rompió su viejo corazón en Marienbad, igual que otra jovencita (Ch. Volpius) se lo había curado decenios antes. Pese a lo remirado y amante del orden como me lo imagino, tuvo un hijo natural con la Volpìus: Julius August Walther von Goethe, que vivió lo suficiente para ver a su padre haciendo el ridículo en el balneario, pero no para sacarle la mascarilla mortuoria… que de haber estado Alma Mahler…El tal Julius nació un día como hoy, de ¡1789! (mientras su padre, aparte de seguir los avatares de la Revolución Francesa, escribía “La Selva Negra” y daba pasos hacia un neoclasicismo italianizante). Y murió en ¡1830!, el año de las tres revoluciones: “La Sinfonía Fantástica”, “Hernani” y la que pintó Delacroix…¡para horror del padre!

No contento con lo que había conseguido en la corte de Weimar y en el campo de las letras, se lanzó a rebatir, sin éxito, la teoría de los colores de Newton*.

Por su (de Chicote) local de la Gran Vía pasaron tutti quanti podían pagarse el gusto. Incluido, naturalmente, Dean Martin y Sinatra en los tiempos que disputaba por su “novia” con un torero catalán.
No es banal el detalle de que fuera Chicote (¡desde los tiempos de Besteiro hasta la Transición!) el “encargado” de la(s) barra((s) del Congreso de los Diputados.

O me doy prisa o me dan las uvas.

La tarde va cayendo. Yo sigo su ritmo. El perro duerme. A partir de este momento todo se desliza hacia abajo.

Cualquier acontecimiento puede ser contado de diferentes maneras, depende del estilo y, por qué no, del humor con que te levantes. A mí me ha salida esta:




Ese hombre que, tal día como hoy del año 1956, encuentran muerto en la nieve lleva 27 años recluido en clínicas mentales, 23 de los cuales en Herisau, Appenzell-Ausserrhoden, Suiza…ese extraño país lleno de recelosos pajaritos de madera, es Robert Walser, escritor de escritores, y lleva 23 años sin escribir ni una línea (“he ingresado para estar loco, no para escribir”) Su elegancia, su finura, su delicadeza… su ironía, su ternura… su silencioso e intrascendente parloteo, su discreción y armonía, todo, ha quedado desfigurado por una ligera capa de nieve que le cubre el cuerpo. Su desprendimiento se manifiesta en el sombrero, que yace apartado, como velando el cadáver. El índice y el corazón de la mano izquierda amarillean por su afición a los cigarrillos Maryland… Y a punto estuvo de quedar sepultada su profundidad.

Le gustaba el invierno, la soledad (por llamarlo así)… y no por atrabiliario, aunque un poco receloso sí que era, sino a causa de la simplicidad y recogimiento del paisaje invernal.

Prefería servir a ser servido.

Tú ibas y él volvía (paseando).

El mundo para él, estaba entero en el camino que conduce de Herisau a Saint Gallen, que conocía con los ojos cerrados, como yo el de mi casa al condis.

La navidad del 54 la había celebrado con un paseo  por los prados y bosques que hay de camino a las ruinas del castillo de Herisau. Iba en compañía de su “tutor”, el benefactor (y poco reconocido) Carl Seeling y, naturalmente hablaron de von Kleist, que parecía formar parte del menú de navidad. Walser estaba de acuerdo con el rechazo que Goethe sentía por el romántico. Siguieron paseando y Walser dejó caer:
–“En general, las gentes llamadas “malas” no son en absoluto tan malas como las llamadas “buenas””– Y lo ilustró con ejemplos.



La Navidad del 55, bajo una ligera lluvia e inmersos en una espesa niebla, se dirigen a Saint Gallen y naturalmente vuelve von Kleist y su “Cántaro roto”. Goethe fue el responsable de su fracaso en Weimar. Los silencios son cada vez más prolongados. Y la conversación, entrecortada, pasa de un tema a otro, según el paisaje y sus componentes iban pasando ante sus ojos.

La navidad del 56, o sea, tal día como hoy, el perro dálmata de Carl, “Áyax”, se encontraba enfermo y Carl no quiso dejarlo sólo. 
“Debido a su penoso estado, había aplazado el siguiente paseo con Walser de Navidad a Año Nuevo…De pronto sonó el teléfono. El médico jefe me dio la noticia de que, poco después del mediodía, Robert había sido encontrado muerto en un campo nevado… el mismo en que las navidades del 54 habíamos pasado horas inolvidables. Esa noche no quise ver más árboles de Navidad. Su luz me dolía demasiado”.

–No, si aún tendré yo la culpa…

–¿No estabas durmiendo?

–No puedo. Te leo el pensamiento.

Ya en “Jakob von Gunten” (1909) había dejado escrito:
“La verdad es que nunca he sido niño y por eso estoy convencido de que en mí quedará siempre un componente infantil. He crecido en edad y en estatura, pero la esencia no ha variado. (…) Tal vez nunca llegue a echar ramas ni hojas. De mi esencia y mis orígenes emanará algún día quién sabe qué perfume, me convertiré en flor y exhalaré un ligero aroma, como para mi propio placer, y luego inclinaré la cabeza. (…) Mis brazos y mis piernas se irán debilitando extrañamente, mi espíritu, mi orgullo, mi carácter, todo, todo se quebrará y marchitará, y yo estaré muerto¸bueno, no exactamente, muerto sólo en cierto modo, y tal vez siga viviendo y vegetando así durante sesenta años”. No fueron tantos. Los suficientes.

Y en la muerte de Sebastián, joven y ya poeta, presintió la suya propia: Lean Vds. el capítulo séptimo de “Jakob…”, del que me atrevo a citar: “¡Con qué nobleza ha elegido su tumba! Yace en medio de espléndidos abetos verdes, cubiertos de nieve (…) Yacer y congelarse bajo unas ramas de abeto sobre la nieve: ¡qué espléndido reposo! Es lo mejor que pudiste hacer. La gente está siempre dispuesta a hacerles daño a las aves raras como tú….” Y así se extiende en heladas visiones premonitorias. Y yo recuerdo el final de “Los vividores”, esa magnífica película de Altman,

–¡Posadera!

–¿He oído algo improcedente?

–En absoluto, querida joven. He querido llamar su atención para que me sirviera una copita. Quiero ver el último rayo de sol cruzar el güisqui y abrirse iridiscente sobre este florido mármol de Crevillente.

–Habla Vd. como un poeta. ¿No será, acaso, poeta?

–¿Poeta? Más bien un bebedor compulsivo. Cuando se pasa le da por los “rodolíes”

–¡¡Hegel!!

La comida de Navidad fue especial y él tenía hambre. Nunca rehuyó una buena comida ni un buen espirituoso. Comió choucroute con carne, salchichas con mostaza y remató con una copa de merengue con nata montada. Vean Vds. cómo lo cortés no quita lo valiente. Apuesto a que tomó un par de copitas de aguardiente de trigo. Se sintió algo pesado y esperaba a su “tutor” para dar el acostumbrado paseo navideño… y poder hablar de von Kleist. “Áyax” estaba enfermo y Carl, como he dicho, se quedó para hacerle compañía.

Decidió dar el paseo en solitario: Salió del sanatorio, bajó por la Degerheimerstrasse, pasó por el túnel que salvaba la estación y se dirigió, por Wachtenegg, a las ruinas del castillo. Una hondonada separa la cima del Rosenberg de las ruinas. Baja con precaución, haciendo cuña con sus zapatones, como los esquiadores prevenidos.



“El sol brillaba pálido (…) con ternura melancólica y titubeante. (…) De pronto, los latidos de su corazón empiezan a renquear. Se marea. Sin duda es un síntoma de la arteriosclerosis senil de la que el médico le habló en una ocasión, advirtiéndole que se tomara los paseos con calma. Repentinamente, recuerda los espasmos en las piernas que le han asediado en anteriores paseos. ¿Vendrá ahora uno de ellos? ¡Qué molestas son esas cosas, qué neciamente inoportunas! Ahora… ¿qué es esto? Cae abruptamente de espaldas, se lleva la mano derecha al corazón, y se queda quieto. Con la quietud de los muertos. El brazo izquierdo yace extendido junto al cuerpo, que se enfría con rapidez. La mano izquierda está un poco agarrotada, como si quisiera aplastar con la palma el áspero y breve dolor que ha asaltado al caminante como una pantera al acecho. Un poco más arriba está el sombrero. La cabeza, ligeramente inclinada a un costado, ofrece ahora al mudo paseante una imagen de total placidez navideña. Tiene la boca abierta; es como si el puro y frío aire del invierno aún penetrara en él (según la fotografía sacada por la policía).

Así lo encuentran, poco después, dos chiquillos que han bajado patinando en sus trineos de madera desde la granja Burghalden, de la familia Mauser (…) Una mujer que ha subido desde el valle con su perro para hacer una visita navideña (…) ha contado que era curioso lo inquieto que Bläss estaba hoy. Había intentado, entre ladridos, soltarse de la correa para correr al prado, en el que había algo extraño, inusual. ¿Qué puede ser? ¿Id a ver, chicos!”

Walser como literato quedó estancado (¿) en 1933… ¡y es una suerte!

Si no es petulante, acepten mi consejo: lean a Sebald y a Vila Matas.





 Ya es noche cerrada y tenemos que volver a Mahoya a recoger el coche que dejamos aparcado en la plaza e ir a la cena familiar. Iremos dando un paseo (en honor a Walser), pero antes tendré que derribar la mesa con la media docena de vasitos que la camarera ha tenido a bien servirme. 

La luna se esconde de vergüenza

No puede acabar así un día como el de hoy…CONTINUARÁ.








RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...