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lunes, 10 de junio de 2013

Propuesta para hoy, día 10 de junio. “Tristán e Isolda”



(asteriscos * remiten a razones "efemerísticas").

¿Recuerdan aquel día que se levantaron pasada la del “ángelus” y la del “arcángelus”, con la garganta más seca que los Monegros y la cabeza de giróvago, abrieron la nevera y se pimplaron, de la botella de plástico de litro y medio, un cuartillo de orujo casero pensando que era agua fresquita? Fueron buscando el elixir de la vida y quedaron electrocutados. Se pasa mal ¿verdad?
Y es que a nosotros nos pasa como a Tristán, no soportamos el día. Nuestro ámbito es la noche…No por nada, simplemente porque las resacas arruinan cualquier intento.

Con lo dicho ya hay tema para una ópera de nuestro tiempo: implicada hasta las ingles en los problemas contemporáneos. En un acto (dos escenas): la primera cuando vas dando tumbos, pero esperanzado y la segunda cuando caes fulminado. Podría añadirse un epílogo que sería cuando te encuentran (es un suponer) y te llevan a urgencias y allí, al cabo de una semana, te hacen un lavado gástrico y tal… ¡Y ves la luz!

La ópera sería producida, para material educativo, por Alcohólicos Anónimos (*) y rodada por Fassbinder (*). La finalidad de la obra nos permitiría, sin violentar nada, introducir la voz de Judy Garland (*). Que, por cierto, (y esto seguro que lo desconocen) tuvo algunos escarceos con un maduro Spencer Tracy (*) ya pareja de Kate. La Herburn intentó ayudar a Judy. Ven Vds. como las efemérides van conformando la cosa.

Y es que tal día como hoy, del año 1865, se estrenó (en Munich) “Tristán e Isolda” que, en esencia, va de lo dicho: brebaje y error (como tantas otras).

Nos situamos en 1860. Wagner ha estrenado “Rienzi”, “El holandés errante”, “Tannhausser” y “Lohengrin”. Ha terminado los infames libretos de la “Tetralogía”; casi tiene acabada la música del “Oro del Rin” y ha completado “Tristán e Isolda”.

Sigue casado (por poco tiempo) con Minna y ha tenido tiempo (que ha aprovechado) para mostrar toda su caradura, ingratitud, vanidad y pesadez de estómago. Work in Progress. Lejos queda su “aventura” bakunista de Dresde. Ahora es un antisemita fanfarrón y un hortera implacable e impecable… Y un músico reconocido y admirado en toda Europa, llamado a revolucionar las tranquilas aguas de la tonalidad. Su idea de la “obra de arte total” va tomando forma. Ha leído a Schopenhauer y juega al juego del sufrimiento y de la naturaleza nouménica de la música. Juega al juego del amor eterno y de la muerte. Y juega al juego de fascinar a las mujeres de sus “protectores” y despreciar a la “suya”. Y al juego de dar sablazos a diestro y siniestro. Además se ha situado en el “ojo” de un mundo de dioses pesados y truculentos que pretenden anunciar la preeminencia de lo alemán. De los judíos (sus deseos se cumplieron) ya ni hablemos.

                            

 Mención aparte merece el vestuario y los decorados. Su casa era igual: una acumulación de telas finas, de cortinas, de batas de estar, de saltos de cama, de pantuflas, de almohadas, escudos de armas (día internacional de la heráldica*), de calzoncillos sucios (suele ir unido). Hadas, gótico tardío, dioses, demonios, cruces, Gaudí (*)…y más cruces.

Wagner acude a París, por quinta vez, en septiembre de 1859. Quiere presentar, en la Ópera, su “Tannhausser”. Antes se propone hacer un poco de caja y dejarse oír y ver. Entre finales de Enero y comienzos de febrero del 60 da tres conciertos en el Théâtre –Italien: “Obertura” de “El buque fantasma”, extractos de “Tannhausser” y “Lohengrin” y la “Obertura” del “Tristán” (recién acabada). Adaptaciones para orquesta. Entre sus admiradores se encuentra Baudelaire que acaba de digerir el “affaire” en torno a la publicación de “Les fleurs du mal”. Esta interpretación de la “Obertura” de “Tristán” sería de las primeras. La ópera aún tardaría en ser estrenada. Algunas cartas. Quizás algún encuentro. Baudelaire se convertiría en el adalid del partido wagneriano. Un adalid sifilítico, tocado, ya, por el ala de la imbecilidad. Se propone asistir al estreno de la obra en Viena…pero el asunto va para largo. Ya ha visto en el teutón la “música del futuro”.  En Dresde, Minna no aguanta más y acude a París…pero no acude sola.

El “Tannhausser” de París fue un escándalo (¡ya saben Vds.!...la gente del “Jockey club”, legitimistas, no respetaron ni la presencia del emperador y su consorte).  Los del club, caprichosos y exigentes, querían unos pasos de ballet ¡EN EL SEGUNDO ACTO! Así podrían seguir llegando con su acostumbrado y ruidoso retraso. Wagner no transigió.

“Tristán e Isolda”
Después de decenas de ensayos no pudo estrenarse en Viena. Y lo hubiera tenido difícil si no hubiera aparecido Luís II de Baviera,  el “rey loco”. Desde que había oído el “Tannhausser” y “Lohengrin” (1861) se había encendido su amor por Wagner. Pero un amor verdadero, oigan. Nunca lo han tenido fácil los homosexuales…que se lo pregunten a su pariente lejano Luís Victor, aquel que pillaron en los váteres públicos de Viena…etc…etc,  o a Óscar Wilde o a las multitudes que proclaman las bondades y el orgullo del amor griego. La “locura” era una alternativa. Y la reclusión.

Ya saben Vd. de qué va la cosa. Enciendan el esputofaif y oigan el “Preludio”. Denle caña. Que tiemble el universo-mundo y que la femenil cola del condis se estremezca de gozo. Que se mezcle con los boquerones, con el sonso, con el filete alto de Nebraska… (¡lo cortés no quita lo valiente!).
Si me permiten una recomendación: busquen la versión que Baremboim presentó en diciembre de 2007 en la Scala de Milán. Waltraud Meier está que se sale.


A lo que vamos. En el 52, Wagner ha terminado los libretos del “mamotreto”. Conoce en Zurich a un comerciante de objetos de plata. Mathilde, la joven esposa del platero, sucumbe a la garrulería del músico. Wasendonck marido, instala al compositor y a Minna en una casa vecina a la suya familiar. Todo se le facilita. Wagner  sigue con la música adecuada a aquellos versos. Se impregna de la pasión de la mujer, interrumpe sus composiciones y se lanza a componer “Tristán e Isolda”, un canto de amor desesperado por Mathilde, a quien dedicará también unos lieder (“Wasendonk lieder”): A Mathilde, sumida en la asfixiante atmósfera wagneriana, le brotaron unos poemas, como unos zarpullidos... Se respira (¿) con dificultad. Abrir ventanas.

Minna está cada vez más mosca y él cada vez más imperioso. El marido legal, cada vez más desnortado.

Minna se vuelve a Dresde para interceder a favor de Wagner, dicen. Wasendonk se lleva a Mathilde a viajar por Italia. Wagner se queda, de un plumazo, sin su benefactor, sin su musa y sin su esclava. Así que decide, él también, largarse a Venecia. Pide dinero a su futuro suegro, a prestamistas y a todo aquel con quien se cruza por la calle. A los pocos días de su llegada, Venecia se vació de peatones. Tiene que abandonar Venecia (presiones de Sajonia sobre Austria). Continua con la música del Tristán que terminará (tercer acto) en Lucerna. 



¿Saben Vds. qué es el “acorde de Tristán”? …

No es más que el acorde inicial del “Preludio”…Pero… ¡qué acorde, más discorde! Se ha postulado como el manantial de la música “moderna” (atonal). Son cuatro notas: Fa / Si / Re# / Sol# que, ordenados por intervalos de tercera (Si-Re# / Fa-La, pues el Sol# se suele interpretar como una apoyatura melódica) constituyen una séptima de La menor, compuesta por dos tritonos (La-Re# / Fa-Si). Tritono por partida doble. Ya sabrán Vds. que con el “tritono” (“Diabolus in música”) entran los diablos en la iglesia. Es un acorde diabólico que presagia desastres; que nos avisa del desarrollo fatal de la trama. Y como éste hay otros “Leitmotiv” (el del día, el de la muerte, el de la mirada, el de la muerte de amor… que van salpicando la trama y urdiéndose, como hilos simbólicos, junto con las grandes líneas argumentales.

Pero hay más. Es un acorde “cuatriada” (de cuatro notas) y como tal, inestable, inseguro, líquido… que “exige” una “resolución” armónica, determinada por la tonalidad en la que se encuentre.  Wagner, sin embargo, se salta a la torera estas exigencias armónicas y prefiere mantenerse en la ambigüedad, en lo etéreo, en la inquietud, en el sueño… Prefiere retardar el momento de descanso, el momento del retorno al hogar. Retardar  (o eliminar) en suma, el placer tranquilo y reparador… (¿analidad?).

Wagner fue de los primeros en dar al “cromatismo” un valor más allá del mero ornamental. Amplió la “paleta” de colores “básicos” (7 notas tonales) con colores “complementarios” (las otras 7 notas que no pertenecen a la tonalidad) jugando el papel de protagonistas. Se puede decir que Wagner tensó la tonalidad hasta tal punto que su ruptura se hizo “necesaria”.

Además de construir un todo melódico, una avalancha musical que no se detiene ante las limitaciones de la convención. Una corriente avasalladora que no sabe de recitativos, de arias, de escenasUna melodía continua que da unidad al drama-musical.

Otto, que así se llamaba el marido, olvida lo sucedido y se presta a seguir ayudándole. Wagner prefiere instalarse en París. Otto le paga los gastos a cambio de los derechos de las dos primeras obras del “Anillo”. Y llegamos al principio: París, septiembre de 1859. Minna acude, pero no viene sola: le acompañan un perro y un papagayo (casi como la Marusia de Doblátov) Aquí se puso (¡otra vez!) de manifiesto la catadura del poeta: Minna estaba en tratamiento médico (cuestiones cardíacas y agotamiento general). Wagner no tuvo piedad. Insistió y, además, apremió al médico para que le aconsejara a la esposa que, debido a su estado de salud, no podría nunca más cumplir con la obligación conyugal. De ahí lo del perro y el papagayo.

Nuevo viaje de Minna, esta vez definitivamente, a Dresde. Wagner visita a Liszt en Weimar (¿adivinan a qué iría?); acude a Viena donde se intentaba la representación de “Tristán e Isolda”; a Venecia, a visitar a los Wesendonk (¿adivinan a qué iría?). Visita cuatro días a su esposa que se agosta en Dresde, asegura su mantenimiento y se despide de ella para siempre. Cuando muera (1866), Wagner ya habrá tenida la primera hija (Isolde) con la esposa de Hans von Büllov e hija de Liszt, la fatua y antisemita Cósima.
…Y finalmente se instala, por una temporada en Biebrich, cerca de Mainz (Maguncia). Es la época de  Die Meistersinger”, de su concertante  vida nómada y de sus escarceos adúlteros con su amor “eterno”.  Es aquí, en estos enredos, donde se encuentra a sus anchas. Su deficiencia infantil le acompañó toda su vida…para martirio de sus allegados. A mí lo del adulterio me la refanfinfla (como el tiempo y el espacio), pero me sacan de quicio esos que no comen sino es mojando en el plato del vecino.

Y Entonces ocurrió el milagro.

   


Luís, el hijo de Maximiliano II de Baviera, un joven delicado, tímido y sensible, se ha quedado prendado de la música de Wagner. Cuando llegue a rey (1864, a los 18 años) se lo hará saber y se pondrá a su disposición. Wagner ya se ha liado con Cósima y forman una trinidad ridícula con von Büllov, que lo consiente todo en aras del arte.

"… Hoy he sido llevado ante él. Por desgracia es tan bello y genial, inspirado y magnífico, que temo que su vida se desvanezca como un fugaz sueño divino en este mundo malvado. De la magia de sus ojos no puede Vd. hacerse ni idea: ¡si pudiera sobrevivir; es un milagro demasiado inaudito!" (Wagner).

Seguiremos con Luís II el día 13 de junio. Baste decir, de momento, que el joven rey, se hizo cargo de los gastos del artista y de los costes de la representación del “Tristán”. Era el 10 de junio del año 1865. Baudelaire, devorado por las neuralgias y “reumatismos” (y por la imbecilidad sifilítica) espera, en Bruselas, que lo conduzcan a morir a París.

Si Lola Montes fue decisiva en la deposición del abuelo de Luís II. Wagner, la nueva “Lolotte”, tendrá que abandonar Munich con toda su troupe. Al año siguiente lo encontraremos instalado en Triebschen, a costa del enamorado.

Esta historia tiene ramificaciones… Es suficiente, de momento, con lo dicho. Wagner abandona Munich. El rey está perdidamente enamorado del músico. El músico se aprovecha de este amor. Nietzsche está a punto de aparecer. El Teatro del festival (Bayreuth) ya existe como idea. Hans von Büllov se ha hecho a la idea. Todo está dispuesto para que baje el telón y de comienzo el siguiente acto.

Continuaraaaaaaaá…














RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...